jueves, octubre 28, 2010
Mis músicos favoritos: Radiohead (parte 1)
sábado, octubre 23, 2010
David Fincher y el mundo de las ideas
viernes, octubre 22, 2010
Sufjan, una vez más
I know I've caused you trouble
I know I've caused you pain
But I must do the right thing
I must do myself a favor and get real
Get right with the Lord
(...)”
jueves, octubre 21, 2010
Hablemos de Dios
Woody Allen
No es ésta la cita con la que se abre “Dios en persona”, el tebeo recientemente publicado por Ediciones Sins Entido (de hecho es otra igualmente mordaz a cargo de Oscar Wilde) pero, dadas las circunstancias, bien podría haberlo sido.
Escrito y dibujado por el francés Marc-Antoine Mathieu, “Dios en persona” nos presenta, a la manera de un documental (con entrevistas a testigos y expertos en la divina materia), la insólita, inesperada y todavía inexplicable encarnación de Dios bajo aspecto humano en el momento histórico presente (o al menos uno que se parece mucho al presente).
Los hechos: un día cualquiera, en una cola del censo, un tipo se presenta como Dios DIOS (nombre: Dios; apellido: DIOS) y a partir de ahí se arma, precisamente, la de ídem. Primero lo toman por loco y lo someten a terapia; luego deciden estudiarlo desde el ámbito científico y, cuando ya no parece haber duda de que Dios es realmente quien dice ser, va la humanidad y hace lo que siempre se le ocurre en estos casos: por un lado, lo mercantiliza, intentando sacarle al asunto cuanto céntimo de dólar y euro se pueda; por el otro, lo lleva a juicio, acusándolo de irresponsabilidad para con su obra: la creación y todo lo que ella alberga.
Podría parecer, dadas las circunstancias, que Mathieu se ha metido en un berenjenal metafísico de difícil solución (intentar aportar un sólo gramo de verdad sobre la controvertida posibilidad de que Dios exista o no lo haga implica inevitablemente un fracaso), pero lo cierto es que el artista galo finta elegantemente la responsabilidad de meter las manos en la masa teológica y lleva el asunto a un terreno que, al menos a mí, me resulta infinitamente más interesante: el antropológico y social.
Así, "Dios en persona" no trata tanto de la figura de Dios ni de las posibles certezas que sobre su "persona" podamos tener (básicamente ninguna) como sobre la reacción que la constatación de su existencia supondría para el género humano. ¿Cómo reaccionaríamos si un buen día se despejasen todas nuestras dudas y se concretase, definitivamente, el hecho de que Dios sí existe? ¿Cundiría el pánico, nos volveríamos todos creyentes de golpe, lo recibiríamos con loas y alabanzas o lo desprieciaríamos por todo aquello que no nos gusta de unas vidas que jamás le pedimos tener?
Tampoco se detiene aquí Mathieu, sino que, sabedor de que tiene entre manos un concepto totalmente extremo, capaz de impregnar cualquier aspecto de nuestro continuum social, decide aplicarlo a terrenos tan dispares como la psicología de los medios de comunicación, la economía, la tecnología o el arte contemporáneo para poner en práctica su puntería y dedicarse a lanzar dardos envenenados (envenenados con sarcasmo e ironía, quiero decir) que tanto apuntan al fenómeno social de la telerrealidad como a los tejemanejes de la industria literaria, sin olvidarnos del (históricamente irreconciliable) binomio ciencia-religión.
Y lo hace, además, empleando unos diálogos ágiles y certeros, plagados de innumerables referencias y guiños que van de lo obvio (los juegos de palabras) a la más deliciosa sutileza, pasando por una abundancia de paráfrasis que cobran pleno sentido en el contexto en que se integran.
Todo ello se apoya visualmente en un dibujo sencillo y expresivo, con el blanco, el negro y el gris como únicas herramientas cromáticas y un estilo narrativo sobrio y directo que no hace concesiones a recursos superfluos. Lo más sorprendente desde el punto de vista gráfico quizás sea la inusual habilidad de Mathieu para la ubicación espacio-temporal de la acción, pues los cambios de escena se suceden continuamente sin que uno necesite más que una simple viñeta, a veces con un par de elementos sobre un fondo totalmente negro, para situarse perfectamente y no perder el hilo de los acontecimientos.
Resulta, pues, que “Dios en persona” no es sólo un tebeo inteligente, divertido y estupendamente dibujado, sino también un brillante ejercicio de auto-evaluación colectiva del que en última instancia se desprende una tesis tan antigua como el teatro griego y su archiconocido deus ex machina: el día que realmente necesite a Dios, ya se encargará el hombre de inventarlo.
martes, octubre 19, 2010
Glen y Markéta. Markéta y Glen.
lunes, octubre 18, 2010
Coincidencias Objetivas
domingo, octubre 17, 2010
¿Quién es John Galt?
jueves, octubre 14, 2010
Lejos de Antony
Thank you for your love
When my mind was broken into a thousand pieces
Oh thank you for your love
(…)"
[Mira que me gusta Antony Hegarty: su particularísima voz, su desgarradora forma de tocar el piano, sus poéticas letras (habitualmente tristes e incitadoras al suicidio, sí, pero igualmente hermosas y conmovedoras), su gusto por la experimentación conjugado con el pop y el soul más canónicos... Le tengo por uno de los artistas más importantes del actual panorama musical. O, al menos, uno de mis favoritos. Pero la escucha de su último LP, “Swanlights”, se me hace muy cuesta arriba. Por supuesto, no me resulta difícil advertir la calidad que emana de cada uno de sus diez temas (los 35 segundos de “Violetta” no cuentan). Algunos, como “Everything is new”, “The spirit was gone”, “Salt silver oxygen” (sorry, no video) o “Thank you for your love” (que ya conocíamos de su reciente single/EP homónimo y cuyos versos encabezan esta entrada) son todo lo que uno podría exigirle a un nuevo trabajo de Antony & the Johnsons. Pero el conjunto, el disco reproducido de principio a fin, acaba por aburrirme. Me satura. Quizás es que aún no le he permitido crecer lo suficiente, que me faltan escuchas. O tal vez sea que no estoy en el momento psicológico adecuado para meterme tanta ternura y sentimiento entre pecho y espalda. Sea como fuere, siento que con este “Swanlights” me he alejado un poco (o tal vez sea él quien se ha alejado de mí) de uno de mis, hasta ahora, artistas imprescindibles de la música moderna. Y eso me entristece.]
10 directores de cine actual que ya tienen mi entrada vendida (¡ah, no, que son 11!)
El nuevo Orson Welles, le llaman. Cada vez que estrena cinta, alguien dice que “es la mejor película de David Fincher hasta la fecha”. ¿Su trayectoria? Un interesante debut con “Alien 3”, un punto y aparte en el thriller sobre psycho-killers con“Seven”, una joya del suspense hitchcockiano en “The game”, una golosina intrascendente en “La habitación del pánico”, el siguiente punto y aparte en el thriller sobre psycho-killers con “Zodiac” y dos de las mejores películas de sus respectivas décadas (los 90 y los 2000): “El club de la lucha” y “El curioso caso de Benjamin Button”. Fincher parece, hoy por hoy, el director imparable.
Lo último: mañana se estrena en España “La red social”, también conocida como “la peli del Facebook”. En EE.UU. ha cosechado un éxito de crítica casi unánime y yo cuento con poder verla en algún momento del próximo fin de semana. Ergo, más información al respecto en unos días, a la misma bat-hora y en el mismo bat-canal.
Lo próximo: Fincher ya ha comenzado a trabajar en el rodaje de “The girl with the dragon tattoo”, adaptación jolibudiense de la primera novela de la trilogía superventas “Millenium” escrita por Stieg Larssen (seguro que no os tengo que explicar quién era este señor ni de qué van sus libros, ¿verdad?). A priori no me parece el proyecto más interesante en el que Fincher podría haberse embarcado (se hablaba de una nueva adaptación de “20.000 leguas de viaje submarino” de Julio Verne) pero, llevando su firma, servidor pasará por taquilla sí o sí.
El copycat del cine moderno. Alumno aventajado de Scorsese en la fantástica “Boogie nights”, hijo adoptivo del mejor Robert Altman en la memorable “Magnolia” y legítimo heredero de Stanley Kubrick en la simplemente perfecta “There will be blood” (estrenada aquí bajo el ridículo título de “Pozos de ambición”). “Punch-drunk love” le salió un poco rana, sí, pero en vista de sus otros méritos, vamos a hacer la vista gorda.
Lo último: “There will be blood”, mi película favorita del 2008.
Lo próximo: “Master”, film protagonizado por el gran Philip Seymour Hoffman sobre una secta religiosa surgida en los EE.UU. durante la década de los 50. Por mí como si trata de la recogida de champiñones en los bosques de Normandía, la veo fijo.
Lo último: “Un lugar donde quedarse”, que pasó sin pena ni gloria por nuestro país. Yo, de hecho, no recuerdo haberla visto proyectada en salas.
Lo próximo: se especuló con la suculenta posibilidad de que dirigiese la próxima cinta de la saga Bond, pero la crisis que sacudió recientemente a la Metro Goldwyn Mayer lo ha llevado a figurar como el candidato mejor situado para una adaptación fílmica del “Predicador” de Garth Ennis y Steve Dillon. Eso sí sería digno de ver.
A la chita callando (es un decir), el tipo que nunca verás en una lista de “mis directores favoritos” (salvo ésta) tiene en su haber tres películas monumentales. Se estrenó con el sleeper (y ya referente cultural) “Billy Elliot”, de ahí pasó a ponerle en bandeja un Oscar a Nicole Kidman con la demoledora “Las horas” y, acto seguido, a firmar uno de los títulos ineludibles del pasado 2009: “El lector”.
Lo último: “El lector”, una preciosidad.
Lo próximo: “Extremely loud and incredibly close”, un drama familiar con el desastre del 11-S como trasfondo, adaptación de la novela homónima de Jonathan Safran Foer. Es que, ¿sabíais?, a Daldry le pirra adaptar libros.
Lo último: “Malditos bastardos”, cinta que arranca en lo más alto para sufrir innumerables bajadas y subidas de interés. Disfrutable pero no imprescindible. También un “Celebrities” de “Muchachada Nui” la mar de majo.
Lo próximo: quizás un tercer volumen de “Kill Bill”. O tal vez la tan anunciada película sobre los hermanos Vega. O, es posible, un western protagonizado por esclavos durante la construcción del ferrocarril. Chi lo sa?
Lo último: El mentado piloto para televisión de "Boardwalk Empire". En cines, “Shutter Island”, una de las cintas imprescindibles del 2010.
Lo próximo: Marty tiene hasta cinco proyectos en cartera, desde una adaptación de “The invention of Hugo Cabret” hasta una nueva colaboración con su niño bonito Leonardo DiCaprio en “The wolf of Wall Street”, pasando por “Silence” (una de jesuítas protagonizada por Benicio del Toro y Gael García Bernal), el reencuentro con de Niro en “The irishman” y el esperadísimo biopic sobre Frank Sinatra, cuyo protagonismo parece asignado, una vez más, al ex-yogurín que tantas lágrimas adolescentes hizo brotar con “Titanic”.
Lo último: “Invictus”, optimista drama político-deportivo centrado en la figura de Nelson Mandela. Sin ser su mejor film, no deja de ser una obra absolutamente recomendable.
Lo próximo: “Hereafter”, el regreso de Mr. Eastwood al cine de ultratumba casi 40 años después de “Infierno de cobardes”. Protagoniza Matt Damon y servidor aún no sabe qué pensar. Salvo, por supuesto, que acudirá al cine cuando se estrene para formarse una opinión con fundamento.
Lo último: el mediometraje “I'm here”, estrenado en Sundance y proyectado triunfalmente en la pasada Berlinale.
Lo próximo: una aparente ida de olla fantástica titulada “Light boxes” con estreno previsto para el 2011. Habrá que estar atentos.
Lo último: “Un tipo serio”, corrosiva comedia trágica o tragedia cómica que orbita alrededor del sentido judaísta de la vida.
Lo próximo: lo advertía hace tan sólo unos días; “True grit” tiene todos los boletos para convertirse en el próximo gran clásico del cine del Oeste. Cuento los días...
lunes, octubre 11, 2010
Banksy
Hablo de Banksy, el incombustible grafitero y polémico artista pop que además estos días estrena un prometedor mockumentary titulado “Exit through the gift shop”. Yo le sigo la pista desde que tuve la ocasión de disfrutar del excelente libro “Wall and piece” y creo que va camino de convertirse en un auténtico icono del arte actual.
Aunque, claro, también es posible que el tío se esté partiendo de risa a nuestra costa...