jueves, mayo 31, 2007

Rectificando

Me han avisado desde Campa que no les parece muy apropiado que pululen mis diseños por internet antes de que el libro sobre alimentación sana esté en la calle, así que he decidido retirarlos temporalmente del blog. Una medida necesaria, visto como está el problema de los derechos de autor y los consabidos plagios. Cuando el libro esté listo y todo atado y registrado, espero poder volver a colgarlos para que opineis.

domingo, mayo 27, 2007

Dos son multitud

“Quiero vivir dos veces para poder olvidarte…”



“…y todas las noches me acuerdo de ti, y te olvido cada día.”


(El 21 de Julio, a las 10 de la noche, Andrés Calamaro y Fito y los Fitipaldi en Santiago de Compostela ¡Más les vale tocar “Paloma” y “Donde todo empieza”! Avisados están…)

miércoles, mayo 23, 2007

Y ya van...

Cosas como esta hacen que me plantee otorgarle una sección propia en mi blog.

El domingo, ya sabéis, a votar. Es posible que, como el mal español que soy, yo opte por consolidar la presencia de los terroristas... (o puede que en el ayuntamiento de Pontedeume nos importe un carajo el terrorismo de cara a unas elecciones locales...)

Dibu-Jero

En mis ratos libres sigo trabajando (poquito a poco) en los diseños de la peli de Galletita (aún pendiente de título definitivo).

Los dos personajes que vienen a continuación son bastante especiales para mí. El primero, porque al leer su descripción en el tratamiento de personajes, pensé: “la madre que parió a Noelia”. Dice tal que así:

“Lata de conserva: redondeado y alargado en tonos plateados, recuerda a un viejo lobo de mar pero moderno. Aunque tiene muchos años, lo cual se nota en su aspecto (pata de palo, bigote y cejas frondosas), mantiene un aire juvenil-alocado (…) Es muy divertido, nervioso, intranquilo, y se caracteriza porque cuando sueña, de su interior salen todos los mejillones a la luz. Su mayor vicio es el de chupar azúcar”

¿Un viejo lobo de mar, joven de mente, adicto a sustancias refinadas y de cuyo interior salen mejillones? ¡Joder, eso sí es un reto!

Esto es lo mejor que supe hacer ;-P


El segundo individuo es el “hombre gordo con perro”. Sin ningún género de dudas, es el personaje de “Galletita” con el que mejor me lo he pasado. Ese rollo entre hortera y guiri, con camisa estampada y chanclas con calcetines me vuelve loco...

10 afirmaciones indemostrables sobre la condición humana

1 - Lo más valioso para una persona debieran ser sus amigos. Lo más querido debieran ser sus hijos.

2 - Si quieres hacer lo correcto, sé honrado, sincero y generoso. Si quieres ser feliz, sé amoral.

3 - El amor verdadero es incondicional. Cualquier interpretación que se haga del amor verdadero sólo es una excusa para eludir responsabilidades.

4 - Las probabilidades de que le ocurra una desgracia a una buena persona y a una mala son exactamente las mismas.

5 - La belleza no está en el interior. En el interior sólo hay vísceras y fluidos.

6 - En numerosas ocasiones, las personas de aspecto misterioso sólo son caras bonitas sin nada interesante que decir.

7 - Dar lástima es una pésima campaña publicitaria personal. Siempre es preferible dar envidia.

8 - A veces resulta necesario discernir entre lo que uno desea y lo que uno necesita. Saber superar las limitaciones que te impone el deseo es una virtud. Saber superar las limitaciones que te impone la necesidad es un imposible.

9 - Aquel que alcance la inmortalidad debe saber que su pareja actual nunca será la última.

10 - Nadie en su lecho de muerte se ha arrepentido jamás de haber tenido demasiado sexo a lo largo de su vida.

Aronofsky suma y sigue

Hace tres años, muchos de mis compañeros de aventuras universitarias y yo quedamos fascinados por una película amarga y contundente titulada “Réquiem por un sueño”, obra del joven cineasta Darren Aronofsky, que ya había apuntado maneras con su primer film, “Pi”.

Ahora por fin he podido disfrutar de su nuevo trabajo, al que llevaba siguiendo la pista prácticamente desde que vi “Réquiem…”, y cuyo ansiado estreno en nuestro país parecía que no iba a producirse jamás.

“The fountain” (traducida aquí como “La fuente de la vida”) fue un proyecto por el que Aronofsky tuvo que pelear lo suyo. En un principio, iba a ser una superproducción interpretada por Brad Pitt y Kate Blanchett, pero un recorte en el presupuesto (motivado por el abandono de Pitt) dejó el proyecto en “stand by”, ante lo cual el director, muy orgulloso de su guión y previendo que quizás nunca podría llevarlo a buen término en celuloide, lo adaptó al lenguaje del comic y, en colaboración con el dibujante e ilustrador Kent Williams, publicó la novela gráfica homónima bajo el amparo del sello Vertigo de DC Comics.
Posteriormente, el propio Aronofsky decidió que, siendo sus dos films anteriores producciones independientes de bajo coste, era más que factible rehacer el proyecto disminuyendo sus ambiciones presupuestarias y poder verlo finalmente llevado a buen puerto.

El principal peaje a pagar fue que los protagonistas inicialmente proyectados se bajasen del carro, para verse sustituidos por los emergentes Hugh Jackman (rostro asociado al cine de acción palomitero por sus papeles en “Van Helsing” o la trilogía de “X-Men”, pero que también ha trabajado para Woody Allen en la reciente “Scoop”) y Rachel Weisz (conocida por su rol co-protagonista en “La momia” y su secuela, además de su excelente interpretación en “El jardinero fiel”, que le valió un Oscar).

Además, la menor inversión económica convirtió lo que podía haber sido una megalomaníaca propuesta de ciencia-ficción cargada de fuegos artificiales en un pequeño film de planos cortos y escenarios reducidos que, sin embargo, no llega a parecer cutre en ningún momento.



“The fountain” narra tres historias situadas cronológicamente con 5 siglos de diferencia entre sí (o tal vez una misma historia en tres momentos diferentes): la de Tomás, conquistador enamorado de la reina Isabel de España en el siglo XVI, que busca en la selva guatemalteca un árbol místico que, según se dice, otorga el don de la vida eterna a aquel que beba de su savia; la de Thomas, un médico del siglo XXI que investiga una posible cura contra el cáncer al tiempo que su esposa Izzy se muere a causa de un tumor cerebral; y finalmente la historia de Tom, que en algún momento inconcreto del futuro (que, según el primer trailer del film, tendría lugar en el siglo XXVI) viaja a través del universo en dirección a una estrella moribunda con la única compañía de un frondoso árbol, utilizando una enorme burbuja transparente como vehículo (esta última historia, por cierto, recuerda poderosamente a toda la imaginería visual que Antoine de Saint-Exupéry creó para su maravilloso libro “El principito”, que nunca me cansaré de recomendar).
Conviene decir que, pese a que este croquis parezca simplificar bastante las tramas (de hecho no hay mucho más a nivel argumental), la película no resulta en absoluto convencional. Los continuos flashback y flashforward, el hecho de que las tres historias tengan su propia conclusión que las desvincula de una misma línea temporal y el uso constante de metáforas visuales, convierten a “The fountain” en una de esas películas “raritas” no aptas para todos los públicos.

Tal vez yo sea un espectador “rarito” también (y supongo que el hecho de haber leído el comic cuando fue publicado en España, hace más o menos un año, ayudó bastante, pues ya sabía a qué me enfrentaba) porque, pese a ciertos defectillos (o, más bien, decisiones discutibles del realizador), la película me ha dejado plenamente satisfecho. Al contrario, creo, que a casi todo el resto de espectadores que estaban en la sala conmigo (incluyendo a mis tres maravillosas acompañantes), cuyo rostro desencajado parecía enunciar que no habían terminado de procesar aquella paja mental de Aronofsky. Supongo que, cada vez más, me atrae el hecho de que los directores me den las piezas del puzzle y me dejen armarlo de la forma que más me guste, o más se adapte a mis estructuras lógicas (a la manera de “2001: una odisea en el espacio” de Kubrick, o de gran parte de la filmografía de los David: Lynch y Cronenberg).

No es, por tanto, una película fácil de recomendar. A unos les parecerá una tomadura de pelo; a otros, una enorme rayada sin sentido; a unos pocos, un frío y vacuo experimento estético; y a quienes queden por contar, una hermosa y atípica historia de amor y muerte.

Para mí, se trata de uno de los estrenos más originales y estimulantes de lo que va de 2007, y que, sin llegar a la excelencia formal de “Réquiem…”, posee un aspecto visual muy cuidado (ese color dorado, esos planos cenitales, ese juego de anillos y círculos concéntricos y, sobre todo, ese orgasmo cósmico final cargado de lirismo), una música fantástica (de nuevo, tras “Réquiem…”, a cargo de Clint Mansell y el Kronos Quartet) y unas interpretaciones notables (Hugh Jackman está particularmente bien, sobre todo en los momentos más dramáticos, donde nos ofrece el reverso sensible del duro héroe de acción al que nos tenía acostumbrados).

Tengo la esperanza de que, al igual que sucedió con “Donnie Darko”, “Cube” o la propia “Réquiem…”, “The fountain” termine convirtiéndose en una película de culto que no se perderá en el olvido entre los cientos de estrenos generalmente mediocres que abarrotan las salas de cine y las estanterías de los video-clubs. Pero eso, claro, sólo el tiempo lo dirá…

domingo, mayo 20, 2007

Un niño grande

No puedo evitarlo. Cada vez que los veo transformarse, un pequeño Jero de 6 años siente un escalofrío de felicidad.

El mismo niño que ya está deseando ver esto, esto, esto, esto y sí, también esto (no había visto tanta sangre en un trailer en muuuuucho tiempo).

Pero, sin duda, mi gran ilusión para la temporada venidera es esto (que podéis leer, en versión resumida, y en cristiano, aquí).

Y sí, me doy cuenta de que mi niño interior deja muy poco espacio para cualquier mínimo rasgo de madurez.

sábado, mayo 19, 2007

Respondiendo a Proust

Aceptando la sugerencia de Arale Norimaki, me dispongo a entrar en el olimpo de los bloggers gallegos respondiendo al meme proustiano (una de esas encuestas tipo que ya todos estamos hartos de ver entre los mails reenviados, pero que en formato blog parece estar sufriendo un revival). Como viene en gallego, en gallego lo respondo (no sin antes pedir disculpas por mi pobre capacidad de redacción en la lengua de Breogán):

1. ¿O principal rasgo do meu carácter? O orgullo (ben entendido).
2. ¿A calidade que prefiro nun home? A forza de vontade.
3. ¿A calidade que desexo nunha muller? Intelixencia, lealdade e bo físico (¿ou que pensabades?).
4. ¿O que máis aprecio nos meus amigos? A votande de non mentirme piadosamente. A capacidade de poñerse na miña pel e tratar de comprenderme.
5. ¿O meu principal defecto? Orgullo (mal entendido) e incapacidade para organizarme.
6. ¿A miña ocupación preferida? Debuxar, ler, ver pelis, ir ó ximnasio.
7. ¿O meu soño de dita? Vivir moitos anos, visitar moitos países e cidades e non deixar nunca de aprender.
8. ¿Cal sería a miña maior desgraza? Perder o sentido da vista.
9. ¿Que quixera ser? Debuxante profesional.
10. ¿Onde desexaría vivir? París ou Santiago (que cousas, se teño piso en Santiago, juas juas).
11. ¿A cor que prefiro? Azul escuro.
12. ¿A flor que prefiro? Como diría Jodorowsky, o clítoris, jajajajaja… É broma. Tulipanes, supoño.
13. ¿O paxaro que prefiro? Falcón.
14. ¿Os meus autores preferidos en prosa? Orwell, Dumas, Borges, Bradbury, Huxley.
15. ¿Os meus poetas preferidos? Joaquin Sabina e Jim Morrison.
16. ¿Os meus heroes de ficción? Calvin e Hobbes, Superman, Batman, Clint Eastwood nas pelis de Leone, Edmond Dantès...
17. ¿As miñas heroínas de ficción? Beatrix Kido, Ellen Ripley, Tulip O’Hara, Mafalda, Sophie Bangs…
18. ¿Os meus compositores preferidos? Freddy Mercury, Lennon e McCartney, Peter Gabriel, David Bowie, Matthew Bellamy, Bob Dylan, os membros de Pink Floyd...
19. ¿Os meus pintores predilectos? Índome polos cerros de Úbeda paso da rigurosidade e digo Jean Giraud/Moebius, Frank Quitely, Miguelanxo Prado, Enki Bilal, Craig Thompson e Eduardo Risso.
20. ¿Os meus heroes e heroínas da vida real? Os/as que deixan unha vida de comodidades e benestar para marcharse a algún dos infernos do mundo para axudar ós demais.
21. ¿Os meus heroes e heroínas históricos? Ningún/a en particular. Os libros de historia están moi desvirtuados como para que me crea a metade da metade.
22. ¿Os meus nomes favoritos? Alex (e o diminutivo Lex, jijiji), tanto para home como para muller.
23. ¿Que detesto máis que nada? Ter que garda-las apariencias. A xente que non se da conta da forma en que malgasta o seu potencial (o ser humán ten un rexistro tan amplo que pode ser un Leonardo ou unha Paris Hilton… incrible…)
24. ¿Que caracteres históricos desprezo máis? Os líderes políticos ou relixiosos que instigan a barbarie sen mancharse as mans.
25. ¿Que feito militar admiro máis? A batalla final de "Conan o Bárbaro" ("... e se non me escoitas, Crom, ¡vai ó inferno!" ... ¡olé e re-olé!)
26. ¿Que reforma admiro máis? ¿A que tipo de reforma nos referimos? Supoño que a imprantación sufraxio universal.
27. ¿Que dons naturais quixeras ter? A mirada de serpe velenosa de Clint.
28. ¿Como me gustaría morrer? Acabo de ver “A fonte da vida” de Aronofsky, así que por aí van os tiros (supernova mediante).
29. ¿Estado presente do meu espírito? Hoxe, tirando a funky. Onte era máis ben ska.
30. ¿Feitos que me inspiran máis indulxencia? Os erros cometidos por ingnorancia.
31. ¿O meu lema? Non comas onde cagas… ou acabarás comendo merda.

Alan Moore se ha casado

Resulta que el, probablemente, mejor guionista de comics de todos los tiempos, que cuenta en su excelsa bibliografía con trabajos tan rotundos como "Watchmen", "Miracleman", "V de Vendetta", "Top Ten", "Swamp Thing", "Promethea" o "From Hell" (toma ya), ha contraído matrimonio con la dibujante Melinda Gebbie (con la que trabajó en "Cobweb" y la reciente "Lost Girls", todavía inédita por estos lares). A la boda acudieron amiguetes del gremio como Óscar Zarate ("Un pequeño asesinato"), Dave Gibbons ("Watchmen") o Neil Gaiman ("The Sandman"), de cuya web extraigo estas instantáneas de tan feliz evento.







(Personalmente, me encanta el desparpajo con el que Moore luce su indumentaria, propia de Mr. Mxyzptlk o de un profesor de artes oscuras de Harry Potter...)

¿Pero qué coj...?

Pues eso. Yo pensé que sería un "fake" o un "fan-made", pero parece que la cosa va en serio...


jueves, mayo 10, 2007

...y la infinita tristeza


“...
We’ll crucify the insincere tonight
We’ll make things right, we'll feel it all tonight
We’ll find a way to offer up the night tonight
The indescribable moments of your life tonight
The impossible is possible tonight
Believe in me as I believe in you, tonight”

(“Tonight, tonight” de los Smashing Pumpkins, del disco “Mellon Collie and the Infinite Sadness”. El vídeo, también excelente, aquí).

Darkly dreaming...

Aunque ya hace unas semanas que terminé de verla, me había prometido a mí mismo que colgaría una reseña de la serie “Dexter”, de la cadena de televisión americana Showtime. Me lo había prometido, por cierto, para ver si alguien se animaba a bajársela o a pedírmela (ya sabéis, grabo series en DivX a cambio de abrazos, un poco a lo Juan Mann), porque lo cierto es que no tiene desperdicio en absoluto.

“Dexter”, basada en la novela “Darkly dreaming Dexter”, de Jeff Lindsay (disponible en España como “El oscuro pasajero”, ed. Umbriel) narra las andanzas de un forense de la policía de Miami especializado en sangre, de nombre (como resultará obvio) Dexter. Su padre adoptivo, ya fallecido, había sido agente de policía en dicha ciudad, y también su hermana sigue ahora los pasos de su progenitor, siendo miembro de la brigada anti-vicio.

Visto así, se podría pensar que estamos ante un nuevo producto que busca aprovecharse del actual éxito de las series de forenses (no enumero por no aburrir a la platea, porque ya se cuentan por cientos) para pelear por las migajas de la audiencia.

Pero nada más lejos de la realidad.

Porque la gracia de “Dexter” estriba en que su protagonista es un psicópata asesino en serie que, guiado por las enseñanzas de su padre adoptivo, intenta dominar sus impulsos homicidas dando muerte (previa tortura) a los elementos criminales que consiguen burlar la ley y quedar en libertad debido a las carencias del sistema.

Sumado a esto, y como auténtico punto fuerte de la serie, está el hecho de que Dexter es un sociópata “de libro”, siendo los momentos más divertidos aquellos en los que el personaje, debido a su incapacidad para sentir empatía con ningún ser vivo, se queda totalmente descolocado ante ciertas actitudes y sentimientos propios del ser humano que él es incapaz de afrontar (concretamente, la impostada relación que mantiene con su novia está plagada de secuencias descacharrantes).

Michael C. Hall (miembro destacado de la disfuncional familia de “A dos metros bajo tierra”) realiza una actuación modélica, logrando captar todos los claroscuros de un personaje tan complejo como es este Dexter, confundido entre sus ansias de depravación, el respeto hacia el legado paterno, la extraña relación que mantiene con su hermana o las dudas que le provocará la aparición de otro serial killer (el “asesino del camión de los helados”) que parece estar siempre un paso por delante de él.

Técnicamente “Dexter” está cuidadísima, con una producción impecable y un acabado visual que compite en igualdad de condiciones con cualquier estreno cinematográfico al uso, lo cual no es muy común en el mundillo televisivo. Aunque la palma se la lleva, de lejos, el increíble trabajo de los guionistas, quienes, al saber que desde un punto de vista moralista el personaje causaría rechazo y animadversión, han optado de forma brillante por convertir la serie en una mezcla políticamente incorrecta de género policiaco, drama y comedia negra (muy negra) con toques gore (bastante explícitos para lo que estamos acostumbrados a ver en la pequeña pantalla), que funciona a las mil maravillas.

Más o menos como si a Bret Easton Ellis le diesen carta blanca para hacer lo que quisiera con “CSI Miami” (tanto es así que en uno de los capítulos hay una referencia velada a su exitosa novela “American Psycho”).


Por encima de otras series de éxito como “Prison break” o “Heroes”, y tan sólo unos puntos por debajo de “Lost” (pero claro, ésta juega en otra división… qué cojones, casi podría decirse que compite en otro deporte), los doce episodios que componen “Dexter” son, cada uno a su manera, una pequeña joyita televisiva, que esperemos no tarden en llegar a las pantallas de nuestro país (aunque, si lo hacen, me juego el cuello a que no será en TVE ni Antena 3).

miércoles, mayo 09, 2007

Espada y cochecito de alquiler

Épica samurai en estado puro, “El lobo solitario y su cachorro” (“Kozure Okami” en el original japonés) es una extensísima obra (más de 8.000 páginas) que narra las andanzas de un asesino a sueldo, Itto Ogami (apodado “el lobo solitario”), que viaja en busca de venganza por el Japón del siglo XVII acompañado por su hijo Daigoro, de dos años de edad. Ogami ostentó en su día el puesto de “Kaishakunin” o supremo ejecutor a las órdenes del Shogun, y cómo perdió ese lugar de privilegio y por qué ahora él y su hijo recorren el camino del infierno son algunas de las incógnitas que darán forma a la trama central de este manga.

Dicha trama no comienza a manifestarse plenamente hasta haber transcurrido un buen número de episodios, ya que la serie se vertebra, al menos en su primera mitad, en torno a los encargos que Itto y su hijo irán aceptando a lo largo de su viaje. Encargos que Kazuo Koike y Goseki Kojima (guionista y dibujante, respectivamente) usarán en la mayor parte de las ocasiones como pretexto para mostrar al lector la situación y las tradiciones del país y la época retratados.

Y es que mucho más allá de ser una historia de aventuras, violencia y venganza, “El lobo solitario…” se presenta ante los ojos del lector como un fresco histórico de gran complejidad, donde se analizan las desigualdades de los distintos estamentos sociales, las estructuras de poder de una época turbia marcada por la corrupción política, el funcionamiento de los distintos clanes al servicio del Shogun, las tradiciones religiosas o la figura de multitud de trabajadores que llevaban a cabo tareas que han desaparecido con el paso de los siglos (recuerdo con especial agrado el episodio de los porteadores que llevan a los viajeros a través del río; y resulta también fundamental la figura del catador oficial del Shogun, el mezquino Abe “el feo”). Se demuestra en cada nuevo capítulo el basto conocimiento que Koike posee sobre el momento histórico en que ha decidido ubicar su extensa saga, y también el increíble trabajo de documentación que Kojima ha cargado sobre sus hombros a la hora de dibujar este Japón lleno de sombras, misterios y gentes de todas las calañas.


La labor del dúo creativo es a todas luces titánica. Desde el punto de vista literario, Koike lo da todo, no sólo ideando cientos de situaciones en las que Ogami deberá demostrar su pericia con la katana (sin duda las escenas de acción son uno de los platos fuertes de la obra) sino también desarrollando unos personajes arquetípicos en apariencia (el samurai deshonrado que busca venganza; el hijo del anterior, que irá aprendiendo a desenvolverse en un mundo terrible influido por las enseñanzas de su padre; el malvado maquinador que pretende acabar con el héroe) que esconden una maravillosa profundidad que llevará al lector a pasar del calor al frío y viceversa en más de una ocasión (como en el caso del complejo Retsudo, un personaje al que se va respetando más y más a medida que se suceden las páginas). Mención especial merece el pequeño Daigoro, sin lugar a dudas el alma de la serie, que será el encargado de establecer el vínculo entre el lector y el resto de personajes. Y es que uno finalmente descubre la personalidad de cada uno de los demás pobladores de “El lobo solitario…” a través de los ojos sinceros de este niño condenado a vagar por la senda del infierno.

Por su parte, Kojima demuestra un dominio asombroso del uso de la línea para generar dinamismo, una capacidad evocadora que sólo sabría calificar como poesía visual y un manejo del ritmo narrativo muy cercano al cine clásico nipón (es especialmente reseñable la admiración confesa de Kojima a la obra del maestro Akira Kurosawa, cuyas películas ha trasladado en varias ocasiones al lenguaje del comic). Dicho estilo narrativo influiría posteriormente en autores occidentales como Frank Miller, encargado de dibujar muchas de las portadas de la edición que para los EE.UU. hizo la editorial Dark Horse (y que son las que se utilizan también en la edición española), que adoptó muchos de los convencionalismos artísticos que Kojima emplea en “El lobo solitario…” para llevar a cabo su célebre “Ronin” para DC Comics.

En la parte negativa de la balanza encontramos muy pocos defectos de mención, siendo el mayor de todos ellos la desorbitada extensión de la serie, con uno de los finales más alargados que recuerdo haber leído nunca (uno está leyendo el tomo 15 y se pregunta cómo demonios puede ser que aún falten otros cinco por delante, y es que la serie parece condenada a no terminar nunca cuando uno se lo espera), si bien es cierto que ello también podría ser motivo de alegría, pues el nivel no decae nunca (al menos, no más de lo que uno podría asumir como lógico en un comic con semejante número de páginas).

Por otro lado, aunque la edición de Planeta de Agostini es bajo todas luces muy económica (11 euros por más de 400 páginas en cada tomo), la calidad de la reproducción deja bastante que desear, sobre todo en lo relativo a los grises, que muchas veces cubren toda la viñeta como un manchón oscuro que impide que podamos apreciar en condiciones el talento de Kojima.

No obstante, estas circunstancias no pueden empañar el hecho de que “El lobo solitario…” es una obra de relevancia fundamental en la historia del comic japonés, y posiblemente el manga de samurais más importante de todos los tiempos.


Un par de apuntes (o tres) sobre “El lobo solitario…” y el cine:

- La serie fue adaptada al celuloide en Japón en numerosas ocasiones. Algunas de estas películas pueden conseguirse en nuestro país, como es el caso de “Shogun assassin”. Curiosamente, en “Kill Bill Vol. 2”, Quentin Tarantino realiza un homenaje a la saga cuando B.B., la hija de la Mamba Negra, le pide a su madre que le ponga “el vídeo de Asesino Shogun” antes de dormir (e incluso se puede apreciar la voz en off del personaje de Daigoro, estableciendo un claro paralelismo entre las historias de padres, hijos y venganzas que atañen tanto a la obra de Koike y Kojima como a la del propio Tarantino).

- Existen desde hace un tiempo rumores de una nueva adaptación al cine de “El lobo solitario…”, esta vez de la mano de la industria norteamericana, con el nombre de Darren Aronofsky (“Pi”, “Réquiem por un sueño”) sonando con fuerza como posible director del proyecto.

- Max Allan Collins y Richard Pyers Rayner adaptaron la historia al contexto de la Norteamérica de los años 30 en el comic “Road to Perdition”, que posteriormente sería llevado al cine por Sam Mendes, con Tom Hanks, Paul Newman, Jude Law y Daniel Craig en el reparto, dando lugar a una de las mejores cintas de cine negro de los últimos años (en mi humilde opinión).

Copas vacías

“… I counted up my blessings, and counted only one…”

(Rotundo, Nick Cave en “Brother, my cup is empty”, del disco “Henry’s dream”).

lunes, mayo 07, 2007

Jim y Spidey lo ven todo muy negro

En vista de que “La fuente de la vida” no se ha estrenado en A Coruña ni Ferrol (tendré que verla en Santiago, si consigo hacer una escapada en breve), que “Takeshi’s” no hace acto de presencia en nuestras carteleras (y sospecho que por Galicia ni la vamos a oler) y que las otras opciones partían de una base tan lamentable como ver en pantalla a John Travolta o Sandra Bullock, la semana pasada decidí darle otra oportunidad más a Joel Schumacher (aunque ahora que lo pienso, no sé por qué corrí un riesgo tan estúpido).

Schumacher, perpetrador de aberraciones fílmicas como “Batman forever” o ”Batman y Robin” (ningún super-villano le hizo nunca tanto daño a Bruce Wayne como este esperpéntico cineasta) y artífice de ese vacuo espectáculo/despilfarro cursi y ñoño que es “El fantasma de la ópera”, vuelve a la actualidad con “El número 23”, un thriller cuyo argumento gira en torno al supuestamente maldito número de marras, que atormenta a Jim Carrey. Es éste último un actor al que nunca sé si odio lo suficiente, porque cuando decido condenarlo a la más total indiferencia, me sale con papeles como el de “El show de Truman” o “Man on the moon”, y cuando, por consiguiente, creo que está encontrando su camino, me viene con “Yo, yo mismo e Irene” o este “El número 23”, donde está tan infame que uno se pasa toda la película deseando que lo encierren de una vez en un psiquiátrico y tiren la llave al mar.

Claro que Carrey es el menor de los problemas de la película, siendo el mayor, qué duda cabe, lo rematadamente mal dirigida que está. Schumacher se esfuerza por jugar al “modernillo” metiendo unos flashes, efectos visuales, cambios de textura y demás parafernalia video-clipera que producen bochorno y vergüenza ajena, además de no dominar en absoluto el ritmo del film, que resulta soporífero en sus últimos 30 minutos (y que una película de hora y media se haga larga es un delito mayor).

Y es una pena, porque en manos de otro director, la misma idea hubiera dado para mucho más. Me imagino un “Número 23” de Cronenberg, Lynch o Aronofsky (aunque claro, éste ya hizo algo parecido, y bien, con “Pi”) y me doy cuenta que no existen las malas ideas, sólo las ideas mal desarrolladas…

Por otro lado, hoy mismo pude ver al fin “Spider-man 3”, uno de los bombazos taquilleros del año, y que venía avalada por dos precuelas bastante decentes a cargo del mismo equipo artístico.

A sabiendas de lo que me esperaba, puse mi cerebro en modo “tengo 12 años y soy un friki de los super-heroes” on, y me lo pasé como un enano viendo al amistoso vecino Spidey repartiendo estopa a sus villanos unidimensionales y haciendo esas payasadas acrobáticas que tan antinaturalmente dibujara en sus tiempos el bueno de Todd McFarlane.

Claro que luego uno sale del cine y vuelve a tener sus añitos y su criterio cinematográfico (que no digo que sea ni mucho ni poco, sólo que es el mío), y se da cuenta de las carencias argumentales del film, sus excesivas subtramas y sus momentos escandalosamente infantiles (defectos que ya atesoraban las cintas previas, pero de una forma menos obvia).

Todo ello, no obstante, no empañará el hecho de que, tan planos y maniqueos como en el comic, allí estaban mis Peter, MJ, Harry (el mejor personaje de la trilogía, de largo), Marko Flint y J.J.Jameson de toda la vida, alegrándole un par de horas largas al pequeño friki que vive muy adentro de mi cuore marvelita. A la que no vi por ningún lado, aunque había una chica muy mona a la que no paraban de llamarla por su nombre, fue a la llorada Gwen Stacy…

(Independientemente de la calidad de la película, viéndola me he acordado un montón de Emma, pues una de las escenas importantes sucede mientras suena el “Fever” de Peggy Lee… y ya antes me habían puesto el trailer de “Harry Potter y la Orden del Fénix”, jajaja… Bisous depuis Galicia!)

sábado, mayo 05, 2007

Rediseñando

Acabo de darle un "ligero" cambio de look al blog. Lo cierto es que no tengo ni idea de lenguaje HTML, así que lo que en teoría debería haber sido un trabajo fácil me ha llevado un montón de tiempo.

Espero que el nuevo aspecto os guste. Los contenidos, por desgracia, no van a mejorar :-)

Actualidad

Esta semana, “Para ti que eres joven”, una de las mejores secciones de la revista “El Jueves”, habla de mí…


…y también de ti

La mirada, el gesto y el vino

Viendo las noticias de las elecciones en Francia, no puedo dejar de pensar que por muy poco confiables que parezcan los líderes políticos del país del vino y el queso, resulta vergonzoso comparar la mirada inteligente y el gesto astuto de Sarkozy y Royal, que serán mejores o peores personas (y puede que unos terribles dirigentes de estado), pero que no muestran la apariencia de deficientes e incompetentes de aquellos que nos vemos obligados a soportar en nuestro país, a los que se me hace imposible respetar no tanto por su credo (que de todo hay), sino por lo ridículos que se me antojan.

Aunque claro, a tenor de las últimas declaraciones de nuestro flamante expresidente, realizadas durante unas recientes jornadas vinícolas en Valladolid, uno no puede sino pensar que en peores manos de las que ya estuvimos no vamos a caer…

Es curioso que, no queriendo que nadie conduzca por él, nunca se preguntase si yo quería que alguien hiciese una guerra por mí.

Sutura

Esta sala de espera sin esperanza,
estas pilas de un timbre que se secó,
este helado de fresa de la venganza,
esta empresa de mudanza,
con los muebles del amor.

Esta campana muda en el campanario,
esta mitad partida por la mitad,
estos besos de Judas, este calvario,
este look de presidiario,
esta cura de humildad.

Este cambio de acera de tu cadera,
estas ganas de nada menos de ti,
este arrabal sin grillos en primavera,
ni espaldas con cremallera
ni anillos de presumir.

Esta casita de muñecas de alterne,
este racimo de pétalos de sal,
este huracán sin ojo que lo gobierne,
este jueves, este viernes
y el miércoles que vendrá.

Este museo de arcángeles disecados,
este perro andaluz sin domesticar,
este trono de príncipe destronado,
esta espina de pescado,
esta ruina de Don Juan.

Esta lágrima de hombre de las cavernas,
esta horma del zapato de Barba Azul,
qué poco rato dura la vida eterna
por el túnel de tus piernas,
entre Córdoba y Maipú.

Esta guitarra cínica y dolorida
con su terco knock knockin’on heaven’s door,
estos labios que saben a despedida,
a vinagre en las heridas,
a pañuelo de estación.

Este Land Rover aparcado en tus dudas,
la rueca de Penélope en Luna Park,
estos dedos que sueñan que te desnudan,
esta caracola viuda
sin la pianola del mar.

No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazón,
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz,
se filtra la desolación,
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo,
para decir “condiós” a los dos
nos sobran los motivos.

(Joaquín Sabina, “Nos sobran los motivos”).

Abecedario personal: D de Dantès, Edmond

Las historias, se adscriban al medio artístico que sea, reposan siempre sobre una serie de temas universales ineludibles, que a veces vienen a recordarnos que, desgraciadamente, ya está todo inventado (siendo cierto también que hoy en día la genialidad no es contar algo nuevo, sino contarlo de una forma novedosa). De todos esos temas universales, mi favorito siempre ha sido la venganza.

Las historias de venganza son especiales. El héroe vengativo es un tipo que, por muy mal que pueda caerme en principio, siempre acaba ganándose mi comprensión y beneplácito. Su dramática pérdida, obviamente irrecuperable, lo exime de medias tintas morales, y eso me fascina. Su determinación inquebrantable me parece el modelo perfecto de maquiavelismo positivo. Su fe en su misión, directamente envidiable.

Nunca he creído en el ojo por ojo, y soy consciente de lo salvajes, primitivas y reprochables que resultan las acciones del airado vengador (que normalmente incluyen violencia, destrucción e imposibilidad de redención), pero pasado el velo de la ficción, en la tierra del todo vale porque no es real, nada me hace vibrar más que una buena historia de venganza.

Hay muchas venganzas inolvidables, y muchos vengadores especialmente carismáticos. Itto Ogami de “El lobo solitario y su cachorro”, la Mamba Negra de “Kill Bill”, V “…de Vendetta”, Oh Daesu de “Old boy” o Harmónica de “Hasta que llegó su hora” son iconos fundamentales en mi imaginario particular, pero si hay un héroe vengador al que realmente admiro y respeto, la clase de hombre en la que, si algún día alguien me hace una gran putada que merezca ser vengada, me gustaría convertirme, ése es Edmond Dantès.

El extenso folletín que narra sus andanzas, “El conde de Montecristo”, de Alejandro Dumas, es uno de los libros que más he disfrutado en mi vida. Desde un punto de vista literario no se trata, ni mucho menos, de una obra perfecta. Tiene extrañas idas y venidas, innumerables altibajos estructurales y muchos otros puntos oscuros sólo comprensibles por el modo en que fue originalmente publicada (en entregas periódicas) y la inevitable duda acerca de su autoría (Ana Rosa no es la única que utiliza negros para escribir sus libros).

Pero asumiendo la banalidad de criticar ciertos aspectos técnicos y una vez metidos de lleno en la acción, es inevitable empatizar con el personaje de Dantès, que pasa de humilde marinero a convicto en la prisión de If, de ahí a aprendiz de super-hombre (a un nivel intelectual) a manos del abate Faria, y finalmente a mano ejecutora de la Providencia, señor de la conspiración y prototipo de hombre que maneja a sus enemigos con la habilidad de un titiritero. No es, sin embargo, este último Dantès el que me fascina (aunque sí sea el que más me divierte), sino el que es educado por Faria en If, el que demuestra el enorme potencial del ser humano, su capacidad de evolución hacia algo que previamente no podría haber llegado siquiera a imaginar. Al igual que ocurre con Miyamoto Musashi cuando se somete a la tutela del monje Takuan, o con la Evey Hammond que es tomada bajo el cuidado de V, el aprendizaje del héroe, unido a la revelación de la posibilidad de una existencia que supera todo lo que creía sobre sí mismo (de una forma puramente nietzschiana), nunca deja de motivarme, de forzarme a tomar las riendas de mi vida para alcanzar lo que algún día me gustaría llegar a ser (entiéndase esto como pura abstracción, y que nadie piense que el día de mañana voy a ir por ahí repartiendo katanazos o volando parlamentos con explosivos… por mucho que sea el de los sucios ingleses, juas juas).

Dantès, claro, es un personaje ficticio, difícilmente imaginable en el mundo real, donde soñar con hombres justos capaces de modelar el destino de acuerdo con sus ideales es una infantil quimera, pero el suyo es un concepto que, observado con cierta suspensión de la credulidad, me proporciona siempre un ideal admirable de lo que debiera ser un hombre pleno.

(Y siempre me ha dado una envidia cochina el hecho de que Dantès no sólo hable tropecientos idiomas, sino que lo haga con el acento de cada uno de los lugares propios de tales lenguas…)