“Epilepsy is dancing
She’s the Christ now departing
And I’m finding my rhythm
As I twist in the snow
All the metal burned in me
Down the brain of my river
That fire was searching
For a waterway home
I cry “glitter is love!”
My eyes pinned inside
With green jewels
Hanging like Christmas stars
From a golden vein
As I came to a screaming
Hold me while I’m dreaming
For my fingers are curling
And I cannot breathe
Then I cried in the kitchen
How I’d seen your ghost witching
As a soldering blue line
Between my eyes
Cut me in quadrants
Leave me in the corner
Oooh now it’s passing
Oooh now I’m dancing”
“Hermoso/a”. Pocas veces tiene uno la posibilidad de utilizar esta palabra. En boca de un hombre, podría pasar por el piropo de un octogenario (“¡Ven p’acá, hermosa!”). Pero la música de Antony & the Johnsons se ajusta como un guante al adjetivo. Reconozco que a veces no tengo el día y me siento incapaz de escucharla. Es demasiado sensible, demasiado emocional, incluso demasiado hermosa. Pero otros días, cuando tengo los chakras abiertos (o como sea que queráis llamarlo), la voz de Antony Hegarty bien podría semejarse a un chorro de luz sólida que te acaricia la cara y te masajea el corazón. Antony, que arrasó con su disco anterior (“I’m a bird now”), acaba de publicar su tercer larga duración, “The crying light”, una nueva colección de canciones conmovedoras (tanto por la música como por las letras) producidas con excelente gusto por Bernard Butler (exguitarrista de Suede). De todas ellas he escogido esta “Epilepsy is dancing” por tres motivos: 1- es uno de mis cortes favoritos del disco; 2- es uno de los menos deprimentes (y eso que habla de un ataque epiléptico; este Antony esh una fiessshhta) y además (es decir, 3-) acaba de ser elegido segundo single del álbum, con un vídeo ciertamente bizarro dirigido por los hermanos Wachowski, directores de la primera “The Matrix” (y también, ¡ay!, del resto). Podéis verlo aquí.
viernes, enero 23, 2009
"And if you want these kind of dreams that's..."
Tengo la costumbre de no simultanear series. De hecho, espero a tener las temporadas enteras descargadas y así poder vérmelas del tirón (aunque mi rutina diaria no me permite ver más de uno o dos capítulos al día). Creo que se disfrutan mucho más de este modo, centrándose en una sola historia como si se leyese un buen libro (ya sé que hay gente que puede leer varios libros a la vez, pero a mí me resulta a todas luces imposible). El problema de este hábito es que, por un lado, tengo que meterme el puño en la boca cada vez que se estrena “Lost” para contener mi primer impulso de verme cada episodio el día en que se cuelga en el eMule (es duro, sobre todo si eres tan alérgico a los spoilers como yo, pero al final se agradece ver cada temporada de carrerilla y sin parones); por el otro, hace que se me acumulen varias series en la recámara y que a veces esté deseando terminar con una para poder empezar con la siguiente.
No es que estuviese deseando acabar con la primera temporada de “True blood”, porque realmente la disfruté un montón, pero pensar que tenía doce episodios de “Dexter” y otros doce de “Californication” esperándome en el disco duro estaba empezando a crispar mis nervios. Así que, tras finiquitar a la familia Stackhouse y sus vampíricos asuntos, me vi en la disyuntiva de elegir entre mis buenos amigos Hanky y Dex.
Al final la decisión la tomó el calendario: voy fatal de tiempo con mis actuales encargos y cada capítulo de “Californication” dura unos 25 minutos frente a la casi-hora de “Dexter”. Soy de letras, pero creo que hasta ahí puedo llegar…
Después de una primera temporada deslumbrante, las nuevas desventuras de Hank Moody no lo tenían, a priori, todo a su favor y eso se puede percibir claramente en el inicio de esta segunda temporada, el cual manifiesta cierta zozobra: algunas líneas argumentales siguen una evolución lógica mientras que otras aparecen de forma algo forzada para volver a poner la maquinaria de “Californication” en movimiento después del estatismo al que el episodio final de la primera temporada la había conducido.
Un ejemplo de ello es la incomprensible situación de Mia (a la que interpreta Madeline Zima) en el nuevo status familiar de Hank. Siendo lógicos, su personaje no pintaría nada en la trama hasta al menos el sexto episodio y esto provoca una cierta sensación de incongruencia o falta de realismo cada vez que la vemos cruzar el umbral de la casa de los Moody.
Por suerte, aunque los mimbres del guión sean ahora más visibles que nunca, “Californication” continúa blandiendo tres inmensas virtudes: 1- una imaginación desbordante para las situaciones sexuales (y vitales) más surrealistas; 2- dos personajes masculinos inolvidables, Hank y Charlie, a los que ahora se suma el disoluto productor musical Lew Ashby, fundamental en esta segunda temporada; y 3- unos diálogos que por momentos rozan la perfección (todo el capítulo titulado “In utero” es, a este respecto, formidable).
Haciendo balance, resulta que esta segunda temporada carece de la espontaneidad y capacidad de sorpresa de la primera, pero consigue mantener el tipo y finalmente aprobar con nota a base de divertir al personal (no hay nada más agradecido que una buena sesión de risas), dejando además una mayor libertad a los guionistas de cara a una ya anunciada tercera remesa de episodios. Tan sólo espero que las correrías sexuales de Hank Moody no se prolonguen ad nauseam en sucesivas entregas que desvirtúen la fuerza original de su propuesta (como ha sucedido con otras series como “House”, “Prison Break” o “Heroes”).
En fin…
Ahora me toca dibujar como un poseso para entregar cuanto antes las páginas en las que trabajo y así, cuando llegue un poco de calma a mi vida, disfrutar al fin de la tercera temporada de “Dexter”; otra que lo tiene difícil para mantener el altísimo listón que se ha autoimpuesto.
Sea como fuere, es una gran momento para ser tele-adicto. Y más si se tiene internet.
miércoles, enero 21, 2009
Oportunidad desaprovechada
Ayer por la noche, en una maniobra sin precedentes en la historia de la televisión de nuestro país, la 2 emitió la película “W.” de Oliver Stone como parte de la jornada de investidura de Barack Obama como nuevo presidente de EE.UU., tan sólo unos meses después del estreno de la cinta en EE.UU. y antes de su proyección en las salas españolas. Cine de estreno gratis sin salir del salón de casa (y sin calidad “screener”).
“W.” era una de las pelis del 2008 que me habían puesto los dientes largos. La posibilidad de disfrutar de un biopic sobre el peor presidente de la historia de EE.UU. firmado por el visceral Stone, siempre desafiante a lo políticamente correcto, me parecía verdaderamente sugerente. Por desgracia, vista la película me veo embargado por una profunda decepción y la sensación de haber contemplado una valiosa oportunidad desaprovechada.
“W.” narra algunos fragmentos destacados de la vida de George W. Bush desde su problemática juventud hasta el “final oficial” de la guerra de Irak (la de nuestra época, no la librada por Bush padre) y lo hace combinando los elementos del drama, la comedia y la sátira, pero sin lograr la diana en ninguno de dichos géneros. “W.” no es una película especialmente graciosa, no conmueve ni, lo más importante, consigue despertar una reacción clara en el espectador hacia el personaje protagonista. Al final del film uno no acaba de saber si Bush es un hombre tragado por su ambición, un retardado, un exalcohólico presa del fanatismo religioso, una cabeza de turco o simplemente un eterno vaquero adolescente al que la alargada sombra de su padre no dejó jamás madurar. Quiero pensar que el objetivo de Stone era que todos estos calificativos conviviesen perfectamente en su retrato del personaje pero, por desgracia, el libreto de Stanley Weiser (posiblemente elaborado con prisas ya que la cinta debía estrenarse antes de las elecciones presidenciales) no consigue ahondar en ninguno de tales aspectos, ofreciendo una estampa de Bush que, al menos en mi caso, no se ajusta a la imagen que yo tengo del personaje real. Además, el guión resulta demasiado coyuntural, no existiendo apenas una mínima presentación de personajes y situaciones, lo cual provocará que en apenas 20 ó 25 años los espectadores que no recuerden (o no hayan vivido) la época relatada, no tendrán ni idea de quién es cada uno de los personajes y de qué demonios hace o dice (muy especialmente Tony Blair, que aparece en una sola escena en la que sólo se menciona su nombre de pila y caracterizado de manera confusa).
A Stone le faltan la mordacidad, la garra y el desparpajo visual a los que nos había acostumbrado en sus primeras películas y finalmente da la impresión de que “W.” fue rodada sin ganas, únicamente con una intención electoralista que a la postre no consigue transmitir.
No tiene culpa de ello, desde luego, un excelente elenco actoral, desaprovechado según el caso, que incluye a Josh Brolin como Bush Jr., el siempre magnífico James Cromwell como Bush padre, una irreconocible Thandie Newton como Condoleezza Rice (excelentemente caracterizada), Toby Jones como Karl Robe, Jeffrey Wright como Colin Powell o un soberbio Richard Dreyfuss como el malvado Dick Cheney (al que en la peli sólo le falta comerse un par de niños y violar a una embarazada para ser la encarnación del mal en su estado puro). El doblaje con que fue emitida, estoy seguro, no hace justicia a las interpretaciones de estos actores que dan lo mejor de sí en una película que, se mire por donde se mire, no está a la altura de sus propias ambiciones.
Resulta por tanto muy apropiado el haberla visto estrenada directamente en televisión porque “W.” no pasa de ser una correcta tv-movie que debió haber esperado 10 ó 15 años más para ver la luz. Quizás así, con la perspectiva que otorga el tiempo, Oliver Stone podría haber repetido el éxito de cintas como “Nixon” o “JFK”.
“W.” era una de las pelis del 2008 que me habían puesto los dientes largos. La posibilidad de disfrutar de un biopic sobre el peor presidente de la historia de EE.UU. firmado por el visceral Stone, siempre desafiante a lo políticamente correcto, me parecía verdaderamente sugerente. Por desgracia, vista la película me veo embargado por una profunda decepción y la sensación de haber contemplado una valiosa oportunidad desaprovechada.
“W.” narra algunos fragmentos destacados de la vida de George W. Bush desde su problemática juventud hasta el “final oficial” de la guerra de Irak (la de nuestra época, no la librada por Bush padre) y lo hace combinando los elementos del drama, la comedia y la sátira, pero sin lograr la diana en ninguno de dichos géneros. “W.” no es una película especialmente graciosa, no conmueve ni, lo más importante, consigue despertar una reacción clara en el espectador hacia el personaje protagonista. Al final del film uno no acaba de saber si Bush es un hombre tragado por su ambición, un retardado, un exalcohólico presa del fanatismo religioso, una cabeza de turco o simplemente un eterno vaquero adolescente al que la alargada sombra de su padre no dejó jamás madurar. Quiero pensar que el objetivo de Stone era que todos estos calificativos conviviesen perfectamente en su retrato del personaje pero, por desgracia, el libreto de Stanley Weiser (posiblemente elaborado con prisas ya que la cinta debía estrenarse antes de las elecciones presidenciales) no consigue ahondar en ninguno de tales aspectos, ofreciendo una estampa de Bush que, al menos en mi caso, no se ajusta a la imagen que yo tengo del personaje real. Además, el guión resulta demasiado coyuntural, no existiendo apenas una mínima presentación de personajes y situaciones, lo cual provocará que en apenas 20 ó 25 años los espectadores que no recuerden (o no hayan vivido) la época relatada, no tendrán ni idea de quién es cada uno de los personajes y de qué demonios hace o dice (muy especialmente Tony Blair, que aparece en una sola escena en la que sólo se menciona su nombre de pila y caracterizado de manera confusa).
A Stone le faltan la mordacidad, la garra y el desparpajo visual a los que nos había acostumbrado en sus primeras películas y finalmente da la impresión de que “W.” fue rodada sin ganas, únicamente con una intención electoralista que a la postre no consigue transmitir.
No tiene culpa de ello, desde luego, un excelente elenco actoral, desaprovechado según el caso, que incluye a Josh Brolin como Bush Jr., el siempre magnífico James Cromwell como Bush padre, una irreconocible Thandie Newton como Condoleezza Rice (excelentemente caracterizada), Toby Jones como Karl Robe, Jeffrey Wright como Colin Powell o un soberbio Richard Dreyfuss como el malvado Dick Cheney (al que en la peli sólo le falta comerse un par de niños y violar a una embarazada para ser la encarnación del mal en su estado puro). El doblaje con que fue emitida, estoy seguro, no hace justicia a las interpretaciones de estos actores que dan lo mejor de sí en una película que, se mire por donde se mire, no está a la altura de sus propias ambiciones.
Resulta por tanto muy apropiado el haberla visto estrenada directamente en televisión porque “W.” no pasa de ser una correcta tv-movie que debió haber esperado 10 ó 15 años más para ver la luz. Quizás así, con la perspectiva que otorga el tiempo, Oliver Stone podría haber repetido el éxito de cintas como “Nixon” o “JFK”.
Stake on your claim
“Quit messing around
with every men in town.
If you want me baby
You know I’ll be around.
Oh, it’s a shame
You keep playing games.
Baby, stake your claim,
Stake your claim on me.
(…)”
Lo había advertido en su momento: las listas de lo mejor del año pierden su validez en el momento exacto en que se publican. Acto seguido siempre aparece un elemento inesperado que, de forma contundente, deja bien claro que hay ciertos ejercicios de frikismo (como lo son las listas de favoritos) que sólo tienen sentido en la medida en que uno pueda pasar un buen rato llevándolos a cabo. En este caso, el primer elemento inesperado (porque, seguro, vendrán muchos más) es “Roll with you”, álbum de soul facturado por Eli “Paperboy” Reed y su banda “the True Loves”: un soberbio cancionero que remite a grandes del género como Marvin Gaye, James Brown o Sam Cooke. Una delicia de disco que desprende energía, romanticismo e inconfundible aroma a clásico. Todas las canciones del álbum son estupendas pero como tenía que elegir una para continuar con la tradición musical del Abismo, he decidido que sean los versos de “Stake on your claim” (escuchadla aquí), primer corte del disco, los que desvirguen esta entrada.
Más me valdría publicar mis listas de lo mejor del 2008 a finales del 2009…
with every men in town.
If you want me baby
You know I’ll be around.
Oh, it’s a shame
You keep playing games.
Baby, stake your claim,
Stake your claim on me.
(…)”
Lo había advertido en su momento: las listas de lo mejor del año pierden su validez en el momento exacto en que se publican. Acto seguido siempre aparece un elemento inesperado que, de forma contundente, deja bien claro que hay ciertos ejercicios de frikismo (como lo son las listas de favoritos) que sólo tienen sentido en la medida en que uno pueda pasar un buen rato llevándolos a cabo. En este caso, el primer elemento inesperado (porque, seguro, vendrán muchos más) es “Roll with you”, álbum de soul facturado por Eli “Paperboy” Reed y su banda “the True Loves”: un soberbio cancionero que remite a grandes del género como Marvin Gaye, James Brown o Sam Cooke. Una delicia de disco que desprende energía, romanticismo e inconfundible aroma a clásico. Todas las canciones del álbum son estupendas pero como tenía que elegir una para continuar con la tradición musical del Abismo, he decidido que sean los versos de “Stake on your claim” (escuchadla aquí), primer corte del disco, los que desvirguen esta entrada.
Más me valdría publicar mis listas de lo mejor del 2008 a finales del 2009…
martes, enero 20, 2009
Tom Strong: ¿un Alan Moore menor?
En 1999, Alan Moore (una vez más: “Watchmen”, “Miracleman”, “V de Vendetta”, “From Hell”, etc.) creó un sello editorial llamado America’s Best Comics (o ABC) en el que desarrollar tebeos protagonizados por personajes de creación propia. Los cinco títulos iniciales fueron “Promethea”, “Top 10”, “La liga de los extraordinarios caballeros”, “Tom Strong” y “Tomorrow Stories”. Teniendo en cuenta que ésta última se trataba de una antología mensual de historias breves (en torno a las ocho páginas) con protagonistas variables, las inevitables comparaciones se establecieron entre las otras cuatro colecciones, resultando “Tom Strong” la principal perjudicada. Y así, frente a la perfección formal de “Promethea”, el detallismo obsesivo y la desbordante diversión de “Top 10” y la inagotable capacidad para el guiño y el homenaje de “La liga de los hombres extraordinarios” (diametralmente opuesta en intenciones y resultados a su bochornosa adaptación fílmica), “Tom Strong” parecía conformarse con jugar el rol de patito feo de la línea ABC. O al menos esa fue la idea que nos dejó a muchos la inconclusa edición española de la serie por parte de Planeta de Agostini hace unos cuantos años.
De los 36 números que consta “Tom Strong” en su edición americana, Planeta publicó únicamente 13. Por fortuna, durante 2008 Norma Editorial reeditó la colección entera en 6 lujosos tomos de tapas duras que servidor se ha ventilado con no poca compulsión en los últimos días.
Para ponernos en situación, diré que “Tom Strong” narra las aventuras del personaje que da nombre al tebeo, un héroe científico trasunto a partes iguales de Doc Savage y The Phantom, compartiendo además ciertos rasgos con Tarzán y el Reed Richards de “Los 4 Fantásticos”. La infancia de Tom Strong tuvo lugar en una cámara de alta gravedad construida por su padre (el científico e investigador Sinclair Strong) en la ficticia isla de Attabar Teru. Su crecimiento bajo una presión superior a lo normal así como la ingestión de una especie vegetal autóctona conocida como Goloka le otorgarán una fuerza y longevidad sobre-humanas. Muertos sus padres durante un terremoto, Tom vivirá con los aborígenes de Attabar Teru hasta que decida viajar de vuelta a Millenium City, fictia ciudad norteamericana de la que sus padres habían partido años atrás en su viaje científico. Además del propio Tom Strong, en las páginas de la serie nos encontraremos con personajes como su esposa Dhalua (originaria de Attabar Teru), Tesla (la hija de ambos), el gorila de inteligencia aumentada King Solomon, el robot Pneuman o el archivillano Paul Saveen, así como situaciones tan recurrentes en la ficción del siglo pasado como viajes en el tiempo, invasiones alienígenas, supersoldados nazis y soviéticos, mundos paralelos, paradojas espacio-temporales, enemigos prehistóricos, etc.
Por supuesto, el argumento de Tom Strong no es sino un exhaustivo ejercicio de nostalgia pulp que exuda “sense of wonder” y fetichismo steampunk por todos sus poros, y es por tanto que debe ser entendido como un divertimento alegre y ligero. No confundiendo, claro, los términos “alegre” y “ligero” con “menor”. Los 22 primeros números de “Tom Strong” (esto es, los guionizados por Moore) son un auténtico recital sobre cómo escribir un comic de aventuras inteligente, divertido, fresco y sencillo de leer.
Cuántos supuestos autores de prestigio no dejarían de lado sus oscuras y tremendistas historias de violencia y dramatismo por poder escribir un divertimento tan redondo como las sagas del Jinete Extraño o “Cómo empezó Tom Stone”, puntos álgidos de la colección…
La pega, y no es pequeña, es que a partir del número 23 son otros guionistas quienes toman las riendas de las aventuras de la familia Strong, logrando en el mejor de los casos (los números escritos por Ed Brubaker, Mark Schultz, Peter Hogan o Geoff Johns) una lectura que no pasa de agradable, y en el peor algún que otro despropósito que es mejor olvidar (como las muy desafortunadas contribuciones de Joe Casey, Steve Moore o Steve Aylett a la serie).
En cuanto a la parte gráfica, la mayoría de los números corren a cargo de un espectacular Chris Sprouse que despliega un estilo diáfano y a veces próximo al cartoon que encaja a la perfección con lo guiones de Moore. El resto de la colección cuenta con los lápices de artistas destacados como Jerry Ordway, Dave Gibbons, Arthur Adams, Pasqual Ferry o Duncan Fegredo (entre otros), consiguiendo una calidad media bastante envidiable.
Concluyendo, no puedo sino recomendar encarecidamente los 4 primeros tomos de la edición de Norma, que suponen una nueva demostración de que Alan Moore es el mejor guionista mainstream de todos los tiempos a años luz de cualquier otro “escritor hot” de la actualidad (quizás el único que le sigue un poco la pista sea Grant Morrison), y dejar para el lector la decisión de arriesgarse o no con los volúmenes quinto y sexto, habida cuenta de que sus únicas razones de ser en mi tebeoteca son el completismo y la presencia de un último número, el 36 americano, en el que Alan Moore regresa a la colección para cerrarlo todo como Dios manda en un extraño crossover que nace de las páginas de “Promethea” y que implica a todos los personajes del universo ABC.
De los 36 números que consta “Tom Strong” en su edición americana, Planeta publicó únicamente 13. Por fortuna, durante 2008 Norma Editorial reeditó la colección entera en 6 lujosos tomos de tapas duras que servidor se ha ventilado con no poca compulsión en los últimos días.
Para ponernos en situación, diré que “Tom Strong” narra las aventuras del personaje que da nombre al tebeo, un héroe científico trasunto a partes iguales de Doc Savage y The Phantom, compartiendo además ciertos rasgos con Tarzán y el Reed Richards de “Los 4 Fantásticos”. La infancia de Tom Strong tuvo lugar en una cámara de alta gravedad construida por su padre (el científico e investigador Sinclair Strong) en la ficticia isla de Attabar Teru. Su crecimiento bajo una presión superior a lo normal así como la ingestión de una especie vegetal autóctona conocida como Goloka le otorgarán una fuerza y longevidad sobre-humanas. Muertos sus padres durante un terremoto, Tom vivirá con los aborígenes de Attabar Teru hasta que decida viajar de vuelta a Millenium City, fictia ciudad norteamericana de la que sus padres habían partido años atrás en su viaje científico. Además del propio Tom Strong, en las páginas de la serie nos encontraremos con personajes como su esposa Dhalua (originaria de Attabar Teru), Tesla (la hija de ambos), el gorila de inteligencia aumentada King Solomon, el robot Pneuman o el archivillano Paul Saveen, así como situaciones tan recurrentes en la ficción del siglo pasado como viajes en el tiempo, invasiones alienígenas, supersoldados nazis y soviéticos, mundos paralelos, paradojas espacio-temporales, enemigos prehistóricos, etc.
Por supuesto, el argumento de Tom Strong no es sino un exhaustivo ejercicio de nostalgia pulp que exuda “sense of wonder” y fetichismo steampunk por todos sus poros, y es por tanto que debe ser entendido como un divertimento alegre y ligero. No confundiendo, claro, los términos “alegre” y “ligero” con “menor”. Los 22 primeros números de “Tom Strong” (esto es, los guionizados por Moore) son un auténtico recital sobre cómo escribir un comic de aventuras inteligente, divertido, fresco y sencillo de leer.
Cuántos supuestos autores de prestigio no dejarían de lado sus oscuras y tremendistas historias de violencia y dramatismo por poder escribir un divertimento tan redondo como las sagas del Jinete Extraño o “Cómo empezó Tom Stone”, puntos álgidos de la colección…
La pega, y no es pequeña, es que a partir del número 23 son otros guionistas quienes toman las riendas de las aventuras de la familia Strong, logrando en el mejor de los casos (los números escritos por Ed Brubaker, Mark Schultz, Peter Hogan o Geoff Johns) una lectura que no pasa de agradable, y en el peor algún que otro despropósito que es mejor olvidar (como las muy desafortunadas contribuciones de Joe Casey, Steve Moore o Steve Aylett a la serie).
En cuanto a la parte gráfica, la mayoría de los números corren a cargo de un espectacular Chris Sprouse que despliega un estilo diáfano y a veces próximo al cartoon que encaja a la perfección con lo guiones de Moore. El resto de la colección cuenta con los lápices de artistas destacados como Jerry Ordway, Dave Gibbons, Arthur Adams, Pasqual Ferry o Duncan Fegredo (entre otros), consiguiendo una calidad media bastante envidiable.
Concluyendo, no puedo sino recomendar encarecidamente los 4 primeros tomos de la edición de Norma, que suponen una nueva demostración de que Alan Moore es el mejor guionista mainstream de todos los tiempos a años luz de cualquier otro “escritor hot” de la actualidad (quizás el único que le sigue un poco la pista sea Grant Morrison), y dejar para el lector la decisión de arriesgarse o no con los volúmenes quinto y sexto, habida cuenta de que sus únicas razones de ser en mi tebeoteca son el completismo y la presencia de un último número, el 36 americano, en el que Alan Moore regresa a la colección para cerrarlo todo como Dios manda en un extraño crossover que nace de las páginas de “Promethea” y que implica a todos los personajes del universo ABC.
Me cago en Peggy Lee
He perdido una semana de mi vida. Mejor dicho: me la han robado. Ha sido la gripe. Una gripe perra y traicionera, posiblemente la más chunga que he sufrido en toda mi vida.
Me he pasado toda la semana pasada metido en cama, con la garganta hinchada y colorada como una pelota de baloncesto, dolor de huesos y oídos, cagalera, vómitos y, lo peor sin duda, mucha fiebre.
Odio la fiebre. En serio, la odio. Lo diré una vez más, a lo Capitán Garfio: odio, odio, odio la maldita fiebre. Me reprocharán ahora los sanitarios (si es que hay alguno leyendo) que la fiebre sólo es un síntoma, una señal de alarma que nos advierte acerca de una situación de riesgo para el organismo. Y me parece estupendo, en serio, pero servidor siempre ha asociado la fiebre con ese malestar general que te inutiliza y te postra en la cama, y eso es sin duda lo que más me jode de estar enfermo: la sensación de parálisis e inutilidad. No tanto por dejar de ser productivo, no trabajar, etc. (que en este caso también me ha cabreado bastante, porque la gripe me ha obligado a postergar la entrega de mis páginas para el tomo 3 de “Historias de Galiza”, lo cual me jode y mucho en mi orgullo profesional); sino porque esas innumerables horas de pasividad no pueden ser ocupadas con ninguna otra actividad salvo sentirse rematadamente mal. El malestar te impide leer, ver cine, escuchar música, mantener una buena conversación o siquiera pensar y reorganizar tus propias ideas. Bajo la influencia de la fiebre lo único que se puede desear es dormir y no soñar, no sea que en uno de tus sueños febriles te ataque un cowboy despelleja-caras (basado en un sueño real) o te dé por creer que tienes múltiples extremidades (y por múltiples me refiero a muchas más de cuatro) que te impidan acomodarte entre sábanas y colchón (y esto también está basado en un sueño real).
Por suerte, y como se suele decir, la gripe pasa en una semana si te medicas o siete días si no lo haces, así que a partir del pasado domingo ya me sentí restablecido y con ganas de tomar nuevamente las riendas de mi vida.
La putada es que ahora tengo tanto que dibujar (antes de contagiarme ya llevaba el retraso, digamos, “normal” y después del gripazo no os quiero ni contar) que durante los próximos 15 días desearé caer otra vez enfermo para poder tomarme un respiro.
Pero sin fiebre, por favor.
Me he pasado toda la semana pasada metido en cama, con la garganta hinchada y colorada como una pelota de baloncesto, dolor de huesos y oídos, cagalera, vómitos y, lo peor sin duda, mucha fiebre.
Odio la fiebre. En serio, la odio. Lo diré una vez más, a lo Capitán Garfio: odio, odio, odio la maldita fiebre. Me reprocharán ahora los sanitarios (si es que hay alguno leyendo) que la fiebre sólo es un síntoma, una señal de alarma que nos advierte acerca de una situación de riesgo para el organismo. Y me parece estupendo, en serio, pero servidor siempre ha asociado la fiebre con ese malestar general que te inutiliza y te postra en la cama, y eso es sin duda lo que más me jode de estar enfermo: la sensación de parálisis e inutilidad. No tanto por dejar de ser productivo, no trabajar, etc. (que en este caso también me ha cabreado bastante, porque la gripe me ha obligado a postergar la entrega de mis páginas para el tomo 3 de “Historias de Galiza”, lo cual me jode y mucho en mi orgullo profesional); sino porque esas innumerables horas de pasividad no pueden ser ocupadas con ninguna otra actividad salvo sentirse rematadamente mal. El malestar te impide leer, ver cine, escuchar música, mantener una buena conversación o siquiera pensar y reorganizar tus propias ideas. Bajo la influencia de la fiebre lo único que se puede desear es dormir y no soñar, no sea que en uno de tus sueños febriles te ataque un cowboy despelleja-caras (basado en un sueño real) o te dé por creer que tienes múltiples extremidades (y por múltiples me refiero a muchas más de cuatro) que te impidan acomodarte entre sábanas y colchón (y esto también está basado en un sueño real).
Por suerte, y como se suele decir, la gripe pasa en una semana si te medicas o siete días si no lo haces, así que a partir del pasado domingo ya me sentí restablecido y con ganas de tomar nuevamente las riendas de mi vida.
La putada es que ahora tengo tanto que dibujar (antes de contagiarme ya llevaba el retraso, digamos, “normal” y después del gripazo no os quiero ni contar) que durante los próximos 15 días desearé caer otra vez enfermo para poder tomarme un respiro.
Pero sin fiebre, por favor.
martes, enero 13, 2009
Top 10: mis pelis de 2008
Al igual que en las categorías anteriores, en el caso de las películas tengo que aclarar que ni he visto todas las que me hubiera gustado ni mi opinión pretende sentar cátedra en cuanto a exhaustivos criterios de calidad. Por tanto, sabed que en este top 10 faltan muchas de las pelis que, llegado el momento (años vista, supongo), me parecerán realmente las mejores que nos legó el 2008. Hasta entonces, estas son mis candidatas:
10-La niebla
El tándem Frank Darabont/Stephen King firma una peli de terror con sabor a serie B de los 50 (imprescindible verla en blanco y negro en la edición especial del DVD) que utiliza el género como punto de partida a raíz del cual dedicarse a analizar el comportamiento humano en situaciones extremas. Lo que mora en la niebla, Lovecraft mediante, no da tanto miedo como las decisiones que los protagonistas deben tomar para hacerle frente.
9-Appaloosa
Con un reparto de lujo (que además de al propio director, Ed Harris, incluye a Viggo Mortensen, Jeremy Irons y Lance Henriksen), esta pequeña película resulta ser, gracias a su inesperado sentido del humor y su anti-épica, uno de los mejores westerns de la década 2K. Siempre con permiso de “Deadwood”, claro.
8-La escafandra y la mariposa
Fintando elegantemente el ya manido tema de la eutanasia (hay demasiados ejemplos recientes, algunos tan brillantes como “Mar adentro”, “Las invasions bárbaras” o “Million dollar baby” como para tener algo nuevo que decir tan pronto), Julian Schnabel propone un inquietante y conmovedor viaje al interior de la mente de un tetrapléjico y consigue que echemos el moco sin necesidad de hipertrofiar el melodrama.
7-Kung Fu Panda
Lo mismo que decía al respecto de “El inmortal Puño de Hierro” (en el top 10 de comics) es aplicable a la última peli de animación de Dreamworks: el Kung Fu, con su filosofía zen de baratillo y sus técnicas inspiradas en el reino animal, me tiene totalmente ganado para su causa. Por eso “Kung Fu Panda” me resulta entrañable, simpática, vibrante e incluso épica a ratos sin salirse de los clásicos esquemas del cine infantil. Igual es que aún hay mucho de niño en mí. O igual es que hay cosas que no entienden de edades…
6-Tropic Thunder
Oscilando entre mongolismo y genialidad, Ben Stiller ha conseguido hacerme reír aún más que con su ópera prima “Zoolander”. Parte del mérito lo tienen los personajes de Kirk Lazarus, el mejor Robert Downey Jr. en años (sí, mejor que en “Iron man” y “Zodiac”), y Robert Portnoy, que le ha puesto en bandeja a Jack Black las mejores frases de su carrera (impagable atado al árbol y en pleno síndrome de abstinencia). Para mí, de largo, la comedia del año.
5-No es país para viejos
El atípico thriller fronterizo de los Cohen merecería un puesto de honor entre la cinematografía del 2008 aunque sólo fuera por el peinado “a la Jose Mari” de Anton Chigurd, el frío asesino interpretado por Javier Bardem. Pero es que además resulta ser una profunda y oscura reflexión sobre la violencia y el sinsentido del mundo moderno. Arrasó en los Oscar, casi merecidamente.
4-Wall-E
Pixar da en el clavo (ooootra vez) y Wall-E, junto a su compañera EVA, subyuga y conmueve con su idealizada vision del amor romántico. Los 45 primeros minutos son perfectos. Los 45 restantes… sigue siendo Pixar (que no es moco de pavo).
3-Viaje a Darjeeling
He aquí al modernillo Wes Anderson, el único hombre (junto a Sam Mendes) al que la Academia de Cine debería consentir el uso de la cámara lenta. “Viaje a Darjeeling” es una road-movie (bueno, una train-movie), una comedia independiente, un drama familiar, un ejercicio de estilo y un bizarro publirreportaje turístico de la India en el que además sale Natalie Portman con el cacas al aire. ¿Alguien da más?
2-The Dark Knight
La película con la que el cine de super-héroes llegó a su mayoría de edad (“Superman” de Richard Donner fue, a todos los efectos, la que dio a luz al subgénero) es, además, una de las 3 ó 4 mejores adaptaciones de un tebeo a la gran pantalla y uno de los blockbusters más inteligentes de la década. Casi nada, vamos. Si le sumamos un villano de los que hacen época (el Joker de Heath Ledger), un plantel de secundarios espectacular (Michael Caine, Morgan Freeman, Aaron Eckhart, Gary Oldman), un ritmo trepidante, el mejor Bruce Wayne de la historia (¡qué grande eres, Christian Bale!) y el gadget más guapo jamás visto en una batpeli (ese Bat-pod…) resulta que tenemos un clásico inmediato, ¿no?
1-There will be blood. Pozos de ambición
Pretenciosa, megalomaníaca y sobreactudada, la oscura epopeya del extractor de petróleo Daniel Plainview (soberbio Daniel Day-Lewis) se encarama con violencia hasta el primer puesto del top. Una cinta que huele a Kubrick desde el minuto uno. Para un servidor, la mejor peli de 2008.
[A las puertas del éxito se han quedado cintas tan destacadas como “Funny games” (que excluyo no por ser una peli inferior a las de la lista, sino por tratarse de un remake calcado del original), “Antes que el Diablo sepa que has muerto”, “4 meses, 3 semanas y 2 días”, “Juno”, “El tren de las 3:10”, “Escondidos en Brujas”, “La familia Savages” o “Iron Man”. Me queda además la pena de no haber visto antes “Soy un cyborg”, “El intercambio”, “The fall”, “En el valle de Elah” o “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”, que quizás podrían haber formado parte de este top. Ah, c’est la vie.]
10-La niebla
El tándem Frank Darabont/Stephen King firma una peli de terror con sabor a serie B de los 50 (imprescindible verla en blanco y negro en la edición especial del DVD) que utiliza el género como punto de partida a raíz del cual dedicarse a analizar el comportamiento humano en situaciones extremas. Lo que mora en la niebla, Lovecraft mediante, no da tanto miedo como las decisiones que los protagonistas deben tomar para hacerle frente.
9-Appaloosa
Con un reparto de lujo (que además de al propio director, Ed Harris, incluye a Viggo Mortensen, Jeremy Irons y Lance Henriksen), esta pequeña película resulta ser, gracias a su inesperado sentido del humor y su anti-épica, uno de los mejores westerns de la década 2K. Siempre con permiso de “Deadwood”, claro.
8-La escafandra y la mariposa
Fintando elegantemente el ya manido tema de la eutanasia (hay demasiados ejemplos recientes, algunos tan brillantes como “Mar adentro”, “Las invasions bárbaras” o “Million dollar baby” como para tener algo nuevo que decir tan pronto), Julian Schnabel propone un inquietante y conmovedor viaje al interior de la mente de un tetrapléjico y consigue que echemos el moco sin necesidad de hipertrofiar el melodrama.
7-Kung Fu Panda
Lo mismo que decía al respecto de “El inmortal Puño de Hierro” (en el top 10 de comics) es aplicable a la última peli de animación de Dreamworks: el Kung Fu, con su filosofía zen de baratillo y sus técnicas inspiradas en el reino animal, me tiene totalmente ganado para su causa. Por eso “Kung Fu Panda” me resulta entrañable, simpática, vibrante e incluso épica a ratos sin salirse de los clásicos esquemas del cine infantil. Igual es que aún hay mucho de niño en mí. O igual es que hay cosas que no entienden de edades…
6-Tropic Thunder
Oscilando entre mongolismo y genialidad, Ben Stiller ha conseguido hacerme reír aún más que con su ópera prima “Zoolander”. Parte del mérito lo tienen los personajes de Kirk Lazarus, el mejor Robert Downey Jr. en años (sí, mejor que en “Iron man” y “Zodiac”), y Robert Portnoy, que le ha puesto en bandeja a Jack Black las mejores frases de su carrera (impagable atado al árbol y en pleno síndrome de abstinencia). Para mí, de largo, la comedia del año.
5-No es país para viejos
El atípico thriller fronterizo de los Cohen merecería un puesto de honor entre la cinematografía del 2008 aunque sólo fuera por el peinado “a la Jose Mari” de Anton Chigurd, el frío asesino interpretado por Javier Bardem. Pero es que además resulta ser una profunda y oscura reflexión sobre la violencia y el sinsentido del mundo moderno. Arrasó en los Oscar, casi merecidamente.
4-Wall-E
Pixar da en el clavo (ooootra vez) y Wall-E, junto a su compañera EVA, subyuga y conmueve con su idealizada vision del amor romántico. Los 45 primeros minutos son perfectos. Los 45 restantes… sigue siendo Pixar (que no es moco de pavo).
3-Viaje a Darjeeling
He aquí al modernillo Wes Anderson, el único hombre (junto a Sam Mendes) al que la Academia de Cine debería consentir el uso de la cámara lenta. “Viaje a Darjeeling” es una road-movie (bueno, una train-movie), una comedia independiente, un drama familiar, un ejercicio de estilo y un bizarro publirreportaje turístico de la India en el que además sale Natalie Portman con el cacas al aire. ¿Alguien da más?
2-The Dark Knight
La película con la que el cine de super-héroes llegó a su mayoría de edad (“Superman” de Richard Donner fue, a todos los efectos, la que dio a luz al subgénero) es, además, una de las 3 ó 4 mejores adaptaciones de un tebeo a la gran pantalla y uno de los blockbusters más inteligentes de la década. Casi nada, vamos. Si le sumamos un villano de los que hacen época (el Joker de Heath Ledger), un plantel de secundarios espectacular (Michael Caine, Morgan Freeman, Aaron Eckhart, Gary Oldman), un ritmo trepidante, el mejor Bruce Wayne de la historia (¡qué grande eres, Christian Bale!) y el gadget más guapo jamás visto en una batpeli (ese Bat-pod…) resulta que tenemos un clásico inmediato, ¿no?
1-There will be blood. Pozos de ambición
Pretenciosa, megalomaníaca y sobreactudada, la oscura epopeya del extractor de petróleo Daniel Plainview (soberbio Daniel Day-Lewis) se encarama con violencia hasta el primer puesto del top. Una cinta que huele a Kubrick desde el minuto uno. Para un servidor, la mejor peli de 2008.
[A las puertas del éxito se han quedado cintas tan destacadas como “Funny games” (que excluyo no por ser una peli inferior a las de la lista, sino por tratarse de un remake calcado del original), “Antes que el Diablo sepa que has muerto”, “4 meses, 3 semanas y 2 días”, “Juno”, “El tren de las 3:10”, “Escondidos en Brujas”, “La familia Savages” o “Iron Man”. Me queda además la pena de no haber visto antes “Soy un cyborg”, “El intercambio”, “The fall”, “En el valle de Elah” o “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”, que quizás podrían haber formado parte de este top. Ah, c’est la vie.]
miércoles, enero 07, 2009
Dios por dios es cuatro
“(…)
Europa necesita hombres con más valor
Y no niñatos con flequillo en bandas de pop.
Cien mil hectáreas de neuronas hechas carbón,
La economía, el resplandor.
Si Dios ha dimitido allá voy.
¿No lo ves? ¿No lo ves?
Se acabaron las doctrinas de la fe.
No hay teorías, sólo algún ilusionista.
Y ahora hay más, mucho más.
Nos encantan las mentiras
Si están dichas de verdad.
Todo vale y así ya no hay que pensar.
Se dirigen a un escaparate.
Lo harán trizas si no ven su imagen.
¡Revolución…!
Pero, ¿quién es tu enemigo?
¡Nadie!
Como enanos que se creen gigantes,
Desfilando siempre hacia delante.
¿Qué es la razón?
Cuentos chinos para niños del Japón.
¿Sabes?
Dios por dios es cuatro.
¿Sabes?
Dios por dios es cuatro.
Mundo loco de insensatos
(…)”
[Nunca es tarde y bla bla bla, así que me alegro de haber descubierto hace unos días este disco de Love of Lesbian. Se llama “Cuentos chinos para niños del Japón” y es una compilación cojonuda de temas pop en castellano. Éste en concreto se llama “Dios por dios es cuatro” (lo siento, no hay un vídeo decente del YouTube para enlazar). Si grupos como este Love of Lesbian (o Sidonie, o Los Planetas, o Deluxe, o Lori Meyers, o Julio de la Rosa, o Triángulo de Amor Bizarro, o… sí, por supuesto, Vetusta Morla) sonasen más a menudo en las radios generalistas, los españoles no tendríamos un concepto tan mediocre de nuestro pop. Vamos, recomendabilísmo.]
Europa necesita hombres con más valor
Y no niñatos con flequillo en bandas de pop.
Cien mil hectáreas de neuronas hechas carbón,
La economía, el resplandor.
Si Dios ha dimitido allá voy.
¿No lo ves? ¿No lo ves?
Se acabaron las doctrinas de la fe.
No hay teorías, sólo algún ilusionista.
Y ahora hay más, mucho más.
Nos encantan las mentiras
Si están dichas de verdad.
Todo vale y así ya no hay que pensar.
Se dirigen a un escaparate.
Lo harán trizas si no ven su imagen.
¡Revolución…!
Pero, ¿quién es tu enemigo?
¡Nadie!
Como enanos que se creen gigantes,
Desfilando siempre hacia delante.
¿Qué es la razón?
Cuentos chinos para niños del Japón.
¿Sabes?
Dios por dios es cuatro.
¿Sabes?
Dios por dios es cuatro.
Mundo loco de insensatos
(…)”
[Nunca es tarde y bla bla bla, así que me alegro de haber descubierto hace unos días este disco de Love of Lesbian. Se llama “Cuentos chinos para niños del Japón” y es una compilación cojonuda de temas pop en castellano. Éste en concreto se llama “Dios por dios es cuatro” (lo siento, no hay un vídeo decente del YouTube para enlazar). Si grupos como este Love of Lesbian (o Sidonie, o Los Planetas, o Deluxe, o Lori Meyers, o Julio de la Rosa, o Triángulo de Amor Bizarro, o… sí, por supuesto, Vetusta Morla) sonasen más a menudo en las radios generalistas, los españoles no tendríamos un concepto tan mediocre de nuestro pop. Vamos, recomendabilísmo.]
It's only Guy Ritchie (but I like it)
Guy Ritchie sólo sabe hacer dos películas: “Snatch” y las malas.
Supongo que, por consiguiente, es motivo de alegría que “RocknRolla” sea una suerte de “Snatch 2.0” (o, si se prefiere, “Lock & Stock 3.0”). Si la alternativa era un nuevo “Barridos por la marea”, doy gracias al cielo porque todo en la peli protagonizada por Gerard Butler y Mark Strong recuerde tan poderosamente a la cinta en que Brad Pitt clavó a su ya célebre boxeador gitano (y eso que apenas salía 15 minutos).
Claro que tanto autoplagio tiene una doble consecuencia: por un lado, es innegable que “RocknRolla” es divertidísima de principio a fin, con momentos realmente brillantes (la persecución de los secuaces rusos a Gerard Butler es simplemente descacharrante), diálogos ágiles e ingeniosos y un gran trabajo de montaje; por el otro, la repetición de roles y situaciones llega a resultar ligeramente exasperante. Cambiemos al antes mentado boxeador de Pitt por el rockero yonki interpretado por Toby Kebbell, cerdos por cangrejos, diamantes por cuadros, al Ladrillo de “Snatch” por el Lenny de “RocknRolla” (al que da vida el gran Tom Wilkinson) y a la pandilla de perdedores de “Lock & Stock” por el “Grupo Salvaje” de Butler y Tom Hardy… y no se notará la diferencia.
Así pues, “RocknRolla” es la película perfecta para aquellos que jamás hayan catado una cinta dirigida por Guy Ritchie (se lo pasarán en grande y creerán que es lo mejor que han visto en sus vidas, al igual que le ocurrió a medio mundo con “Snatch”) o para esos fans acérrimos del británico que sepan perdonarle el no haberse despegado de un cierto regusto a Tarantino de segunda categoría.
Con todo, se pasan dos horas de buenas risas y uno no siente que le hayan robado la cartera al pagar la entrada del cine. Lo cual, visto el panorama, está la mar de bien.
Supongo que, por consiguiente, es motivo de alegría que “RocknRolla” sea una suerte de “Snatch 2.0” (o, si se prefiere, “Lock & Stock 3.0”). Si la alternativa era un nuevo “Barridos por la marea”, doy gracias al cielo porque todo en la peli protagonizada por Gerard Butler y Mark Strong recuerde tan poderosamente a la cinta en que Brad Pitt clavó a su ya célebre boxeador gitano (y eso que apenas salía 15 minutos).
Claro que tanto autoplagio tiene una doble consecuencia: por un lado, es innegable que “RocknRolla” es divertidísima de principio a fin, con momentos realmente brillantes (la persecución de los secuaces rusos a Gerard Butler es simplemente descacharrante), diálogos ágiles e ingeniosos y un gran trabajo de montaje; por el otro, la repetición de roles y situaciones llega a resultar ligeramente exasperante. Cambiemos al antes mentado boxeador de Pitt por el rockero yonki interpretado por Toby Kebbell, cerdos por cangrejos, diamantes por cuadros, al Ladrillo de “Snatch” por el Lenny de “RocknRolla” (al que da vida el gran Tom Wilkinson) y a la pandilla de perdedores de “Lock & Stock” por el “Grupo Salvaje” de Butler y Tom Hardy… y no se notará la diferencia.
Así pues, “RocknRolla” es la película perfecta para aquellos que jamás hayan catado una cinta dirigida por Guy Ritchie (se lo pasarán en grande y creerán que es lo mejor que han visto en sus vidas, al igual que le ocurrió a medio mundo con “Snatch”) o para esos fans acérrimos del británico que sepan perdonarle el no haberse despegado de un cierto regusto a Tarantino de segunda categoría.
Con todo, se pasan dos horas de buenas risas y uno no siente que le hayan robado la cartera al pagar la entrada del cine. Lo cual, visto el panorama, está la mar de bien.
lunes, enero 05, 2009
Top 10: mis comics de 2008
En lo que a mí respecta, este 2008 que ahora termina no ha sido un año especialmente bueno en cuanto a tebeos. He tenido, claro, lecturas excelentes, pero han sido en su inmensa mayoría tebeos con muchos años a sus espaldas que o bien están siendo reeditados o bien yo estoy descubriendo tardíamente. Tanto en super-héroes (“Thor” de Simonson, “Arma-X” de Windsor-Smith, “Los Vengadores” de Busiek o, sobre todo, “Hulk: futuro imperfecto” de David y Pérez) como en europeos (“Comanche” de Hermann y Greg, “Blueberry” de Charlier y Giraud) o japoneses (“Dragon Ball” de Toriyama, “20th century boys” de Urasawa), la tónica del 2008 ha sido la relectura y el descubrimiento de material antiguo. Si a eso le sumamos que lo mejor que he podido leer en cuanto a novedades ha sido el “All-Star Superman” de Grant Morrison y Frank Quitely en su edición americana (no llegará a nuestro país hasta 2009), resultará comprensible que mi top 10 de comics editados en 2008 en España no sea muy representativo del año vivido. Con todo, se trata de una lista de lecturas muy interesantes:
10-Lost girls (Alan Moore/Melinda Gebbie)
10-Lost girls (Alan Moore/Melinda Gebbie)
Alan Moore se pone denso y explícito en esta preciosa trilogía en la que ofrece una relectura pornográfica de “Peter Pan”, “El mago de Oz” y “Alicia en el País de las Maravillas”. Sin ser mi obra favorita del barbudo de Northampton, es innegable que este señor es capaz de sacar adelante la idea más descabellada y convertirla en un clásico instantáneo.
9-Ocurrió cerca de tu casa (Cärlos)
La mejor sección de la revista “El Jueves” fue cancelada a causa de los numerosos compromisos de su autor, miembro de la frikipandilla de “Muchachada Nui” y actor en ese bodriete televisivo que es “Plutón Brbnero”. Una pena, porque desde su marcha la revista no levanta cabeza. Humor inteligente para grandes y pequeños (acompañados por un adulto).
8-El inmortal Puño de Hierro (Ed Brubaker/Matt Fraction/David Aja)
Quizás sea porque siento debilidad por las historias de Kung Fu, pero esta revisión del mítico Puño de Hierro me parece uno de los tebeos más divertidos de cuantos publica Marvel en la actualidad (tampoco es tan difícil, claro). Además, el dibujante español David Aja da toda una lección de narrativa y uso del claroscuro.
7-Rose (Jeff Smith/Charles Vess)
Mientras espero a que la espectacular edición en blanco y negro de “Bone” por parte de Astiberri alcance el material que quedó inédito en nuestro país en los tiempos de Dude Comics, me consuelo con este hermosísimo (no se me ocurre otra palabra para calificar el arte de Charles Vess) spin-off protagonizado por la abuela Ben.
6-Criminal (Ed Brubaker/Sean Phillips)
5-Astonishing X-Men (Joss Whedon/John Cassaday)
Este año por fin pude leer la conclusión de la mejor historia de los X-Men en mucho, mucho tiempo (20 años, si me apuras). Joss Whedon, creador de esa maravilla televisiva que fue “Firefly” (y también de “Buffy cazavampiros”, pero ése ya es otro cantar) se unió al artista “tope hot” John Cassaday (que también firma la imprescindible “Planetary”) para traernos de vuelta a los Kitty Pride, Peter Rasputin, Scott Summers o Hank McCoy de la época dorada (los 70 de Chris Claremont) y poner a Lobezno en su sitio.
4-Los muertos vivientes (Robert Kirkman/Charlie Adlard)
Si te gustan los zombies, éste es tu comic. Si tu gustan las historias con personajes bien escritos y diálogos verosímiles, éste es tu comic. Si te gustan los dibujantes atmosféricos que saben narrar y no se dedican a rellenar las páginas con pin-ups de niñas monas, éste es tu comic. Si además estás dispuesto a pasarlo un poco mal y aguantar esperas de varios meses entre tomo y tomo, con un mono de la hostia… bienvenido al apocalipsis según Robert Kirkman y Charlie Adlard.
3-Invencible (Robert Kirkman/Ryan Ottley)
Y aquí tenemos de nuevo a Kirkman en su otra gran serie regular. Esta vez se trata de un super-héroe adolescente que debe compatibilizar la lucha contra el mal con sus obligaciones estudiantiles y su vida sentimental. ¿Suena a tópico? Pues sí, pero la sorpresa no es tanto lo que cuenta como la forma en que lo cuenta. Olvídate de Peter Parker, Mark Grayson es el super-chaval definitivo.
2-RG (Pierre Dragon/Frederik Peeters)
7-Rose (Jeff Smith/Charles Vess)
Mientras espero a que la espectacular edición en blanco y negro de “Bone” por parte de Astiberri alcance el material que quedó inédito en nuestro país en los tiempos de Dude Comics, me consuelo con este hermosísimo (no se me ocurre otra palabra para calificar el arte de Charles Vess) spin-off protagonizado por la abuela Ben.
6-Criminal (Ed Brubaker/Sean Phillips)
El equipo creativo de la magistral “Sleeper” (y de la inédita y prometedora “Incognito”) sienta cátedra en el género negro con sus historias de timadores, ladrones, femmes fatales y perdedores de todos los colores.
5-Astonishing X-Men (Joss Whedon/John Cassaday)
Este año por fin pude leer la conclusión de la mejor historia de los X-Men en mucho, mucho tiempo (20 años, si me apuras). Joss Whedon, creador de esa maravilla televisiva que fue “Firefly” (y también de “Buffy cazavampiros”, pero ése ya es otro cantar) se unió al artista “tope hot” John Cassaday (que también firma la imprescindible “Planetary”) para traernos de vuelta a los Kitty Pride, Peter Rasputin, Scott Summers o Hank McCoy de la época dorada (los 70 de Chris Claremont) y poner a Lobezno en su sitio.
4-Los muertos vivientes (Robert Kirkman/Charlie Adlard)
Si te gustan los zombies, éste es tu comic. Si tu gustan las historias con personajes bien escritos y diálogos verosímiles, éste es tu comic. Si te gustan los dibujantes atmosféricos que saben narrar y no se dedican a rellenar las páginas con pin-ups de niñas monas, éste es tu comic. Si además estás dispuesto a pasarlo un poco mal y aguantar esperas de varios meses entre tomo y tomo, con un mono de la hostia… bienvenido al apocalipsis según Robert Kirkman y Charlie Adlard.
3-Invencible (Robert Kirkman/Ryan Ottley)
Y aquí tenemos de nuevo a Kirkman en su otra gran serie regular. Esta vez se trata de un super-héroe adolescente que debe compatibilizar la lucha contra el mal con sus obligaciones estudiantiles y su vida sentimental. ¿Suena a tópico? Pues sí, pero la sorpresa no es tanto lo que cuenta como la forma en que lo cuenta. Olvídate de Peter Parker, Mark Grayson es el super-chaval definitivo.
2-RG (Pierre Dragon/Frederik Peeters)
Me flipa Frederik Peeters. Todo lo que hace este hombre me parece de una calidad superior, de otro mundo. Es posiblemente el dibujante europeo con más proyección de la actualidad y este “RG” al alimón con el guionista escondido bajo el pseudónimo “Pierre Dragon” es uno de sus mejores trabajos, aunando thriller policial con un soberbio retrato intimista de personajes. Una pequeña joya.
1-Promethea (Alan Moore/J.H. Williams III)
Con el tomo 5 de “Promethea”, Norma finalizó este año la reedición del tratado de Magia (con M mayúscula) elaborado por Alan Moore y J.H.Williams III dentro de la línea America’s Best Comics. De los 7 números USA que incluye dicho tomo, 5 estaban todavía inéditos en España, así que eso me da pie a incluirlo en esta lista y auparlo además hasta el primer puesto de la misma. Las razones, todas: un argumento redondo; un dibujo espectacular, con algunas de las composiciones de página más increíbles que se hayan visto en años en el mainstream USA; unos personajes carismáticos y cercanos (difícil en este contexto) y, sobre todo, una capacidad de exploración de las posibilidades del medio a la altura de los mejores trabajos de Moore (y, recordemos, este señor es el papi de “Watchmen” y “From Hell”). Un tebeo redondo, vamos.
[Entre lo que me he dejado fuera destacan “Koma” de Wazem y Peeters, el primer tomo de “Scalped” de Jason Aaron y R.M.Guéra, la serie regular del Capitán América escrita por Ed Brubaker, “Estela Plateada: Réquiem” de Straczinsky y Ribic, “36-39: Malos tiempos” de Carlos Giménez y dos tebeos de Brian K. Vaughn: “Y, el último hombre” y “Ex Machina”. La gran decepción ha venido de la mano de Manu Larcenet y su serie “Los combates cotidianos”, que se ha cerrado con un cuarto álbum muy por debajo de la calidad de los anteriores. No es un mal tebeo, pero sufre del síndrome de “El Padrino 3”, ése que dice que las comparaciones son odiosas… Una pena, porque contaba con ubicarlo, una vez más, en lo más alto de mi lista…]
1-Promethea (Alan Moore/J.H. Williams III)
Con el tomo 5 de “Promethea”, Norma finalizó este año la reedición del tratado de Magia (con M mayúscula) elaborado por Alan Moore y J.H.Williams III dentro de la línea America’s Best Comics. De los 7 números USA que incluye dicho tomo, 5 estaban todavía inéditos en España, así que eso me da pie a incluirlo en esta lista y auparlo además hasta el primer puesto de la misma. Las razones, todas: un argumento redondo; un dibujo espectacular, con algunas de las composiciones de página más increíbles que se hayan visto en años en el mainstream USA; unos personajes carismáticos y cercanos (difícil en este contexto) y, sobre todo, una capacidad de exploración de las posibilidades del medio a la altura de los mejores trabajos de Moore (y, recordemos, este señor es el papi de “Watchmen” y “From Hell”). Un tebeo redondo, vamos.
[Entre lo que me he dejado fuera destacan “Koma” de Wazem y Peeters, el primer tomo de “Scalped” de Jason Aaron y R.M.Guéra, la serie regular del Capitán América escrita por Ed Brubaker, “Estela Plateada: Réquiem” de Straczinsky y Ribic, “36-39: Malos tiempos” de Carlos Giménez y dos tebeos de Brian K. Vaughn: “Y, el último hombre” y “Ex Machina”. La gran decepción ha venido de la mano de Manu Larcenet y su serie “Los combates cotidianos”, que se ha cerrado con un cuarto álbum muy por debajo de la calidad de los anteriores. No es un mal tebeo, pero sufre del síndrome de “El Padrino 3”, ése que dice que las comparaciones son odiosas… Una pena, porque contaba con ubicarlo, una vez más, en lo más alto de mi lista…]
True blood: Temporada 1
Al parecer, los vampiros se han vuelto a poner de moda. Así lo demuestra el hecho de que coincida en cartelera la película que adapta la novela de éxito masivo “Crepúsculo” con dos series de televisión que versan sobre el tema: “Moonlight”, de la que poco tengo que decir, y “True blood”, sobre la que sí pienso extenderme algo más.
La premisa argumental de “True blood” es la siguiente: después de que un laboratorio científico japonés consiga fabricar sangre humana artificial con fines médicos, los vampiros deciden que, ahora que ya no están obligados a cazar personas para sobrevivir, es el momento de “salir del atáud” y hacerse públicos, intentando convivir con los humanos en sociedad. Por supuesto, no todos los vampiros han decidido ponerlo fácil y tampoco todos los humanos están dispuestos a admitir a los chupasangres en su vida diaria. En este contexto, Sookie, una camarera telépata que vive en Bon Temps, un pueblecito de Nueva Orleans, conocerá a Bill, un vampiro que ha regresado a su hogar para reclamar legalmente las tierras que un día (hace más de 200 años) le pertenecieron.
A partir de este chica-conoce-a-chico-inmortal que poco tiene de innovador, la serie parece seguir dos direcciones diferentes que, no obstante, consiguen transmitir una poderosa sinergia: por un lado está el aspecto más manido del vampirismo, con trama de asesinatos en serie incluida, además de algunos momentos gore y un sentido del humor macabro que la acercan a productos del estilo “Abierto hasta el amanecer”. Por el otro tenemos la mano maestra del productor, director y escritor Alan Ball, responsable de la inolvidable “Six feet under”, quien afortunadamente maneja el timón que guía “True blood” hacia el terreno sociológico, consiguiendo un excelente retrato de la vida en la Norteamérica profunda. Racismo, superstición, drogadicción, una poco velada crítica hacia la clase política y la Guerra de Irak y, sobre todo, la hipocresía humana al descubierto (no en vano Sookie puede oír lo que la gente de su alrededor está pensando) se dan así la mano con la violencia, el humor negro y los típicos momentos de “scream queen”, logrando un equilibrio entre el cine de terror de serie B y el drama humano que resulta sorprendentemente acertado.
De todos modos, servidor prefiere una buena discusión entre Tara (la mejor amiga de Sookie) y su madre alcohólica que cualquier escena vampírica que la serie pueda ofrecer, porque sin duda es en los personajes y sus motivaciones donde reposa la fuerza de “True blood”, independientemente de que estos estén vivos o no-muertos. Al fin y al cabo, ésta es la única serie de televisión en la que uno puede ver a un chupasangre jugando a la Wii o comentando lo engorroso que es escribir mensajes de móvil. Nada más lejos del Drácula de Bram Stoker, desde luego…
Así, “True blood” se convierte en una autentica serie con vampiros (y no “de vampiros”) para adultos, más allá de imágenes estereotipadas y modas pseudo-góticas (de las que se despacha a gusto, por cierto).
Ahora, tras la estupenda experiencia de los 12 episodios emitidos durante 2008, toca esperar con los dientes largos (perdonad el juego chorra de palabras, pero es que estaba a huevo…) hasta el verano, momento en que se estrenará la segunda temporada.
La premisa argumental de “True blood” es la siguiente: después de que un laboratorio científico japonés consiga fabricar sangre humana artificial con fines médicos, los vampiros deciden que, ahora que ya no están obligados a cazar personas para sobrevivir, es el momento de “salir del atáud” y hacerse públicos, intentando convivir con los humanos en sociedad. Por supuesto, no todos los vampiros han decidido ponerlo fácil y tampoco todos los humanos están dispuestos a admitir a los chupasangres en su vida diaria. En este contexto, Sookie, una camarera telépata que vive en Bon Temps, un pueblecito de Nueva Orleans, conocerá a Bill, un vampiro que ha regresado a su hogar para reclamar legalmente las tierras que un día (hace más de 200 años) le pertenecieron.
A partir de este chica-conoce-a-chico-inmortal que poco tiene de innovador, la serie parece seguir dos direcciones diferentes que, no obstante, consiguen transmitir una poderosa sinergia: por un lado está el aspecto más manido del vampirismo, con trama de asesinatos en serie incluida, además de algunos momentos gore y un sentido del humor macabro que la acercan a productos del estilo “Abierto hasta el amanecer”. Por el otro tenemos la mano maestra del productor, director y escritor Alan Ball, responsable de la inolvidable “Six feet under”, quien afortunadamente maneja el timón que guía “True blood” hacia el terreno sociológico, consiguiendo un excelente retrato de la vida en la Norteamérica profunda. Racismo, superstición, drogadicción, una poco velada crítica hacia la clase política y la Guerra de Irak y, sobre todo, la hipocresía humana al descubierto (no en vano Sookie puede oír lo que la gente de su alrededor está pensando) se dan así la mano con la violencia, el humor negro y los típicos momentos de “scream queen”, logrando un equilibrio entre el cine de terror de serie B y el drama humano que resulta sorprendentemente acertado.
De todos modos, servidor prefiere una buena discusión entre Tara (la mejor amiga de Sookie) y su madre alcohólica que cualquier escena vampírica que la serie pueda ofrecer, porque sin duda es en los personajes y sus motivaciones donde reposa la fuerza de “True blood”, independientemente de que estos estén vivos o no-muertos. Al fin y al cabo, ésta es la única serie de televisión en la que uno puede ver a un chupasangre jugando a la Wii o comentando lo engorroso que es escribir mensajes de móvil. Nada más lejos del Drácula de Bram Stoker, desde luego…
Así, “True blood” se convierte en una autentica serie con vampiros (y no “de vampiros”) para adultos, más allá de imágenes estereotipadas y modas pseudo-góticas (de las que se despacha a gusto, por cierto).
Ahora, tras la estupenda experiencia de los 12 episodios emitidos durante 2008, toca esperar con los dientes largos (perdonad el juego chorra de palabras, pero es que estaba a huevo…) hasta el verano, momento en que se estrenará la segunda temporada.
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