domingo, diciembre 31, 2006
Adiós 2006
Ha sido un año cortísimo (tanto como los anteriores, quitando los bisiestos, claro), pero al menos me dio tiempo a hacer un par de buenos viajes; a visitar 4 (¡4!) salones del comic (el Saló de Barcelona, el Viñetas desde o Atlántico, el Salón de Ourense y, toma-jeroma-pastillas-de-goma, el Festival de Angouleme); a ver en concierto a Yann Tiersen, a Amadou y Mariam, a Joaquín Sabina, a Muse y a los mismísimos Rolling Stones (un recuerdo para guardar con cariño durante el resto de mis días); a visitar Barcelona en la mejor de las compañías (la primera vez, con mi hermano; la segunda, podéis leerlo unas entradas más abajo, jeje); a escribir y dibujar mi primer comic y ver cómo se quedaba a las puertas del éxito sin caer por ello en el fracaso (veremos si el 2007 empieza con ese álbum que me debe la Xunta); a hacer 2 mudanzas (cambiando incluso de país); a sacarme el maldito carnet de conducir, que ya era hora; a agujerearme las orejas y ponerme pendientes (ahí estamos, el Che Guevara y yo, compitiendo en rebeldía); a sufrir decepciones, y aprender que la confianza se gana con los años y se pierde en lo que tardas en comerte una hamburguesa; a enamorarme un poquito tres veces (el año en que me enamore mucho, ese sí que va a ser de órdago, jajaja); a comprender de una vez el valor real del dinero, del trabajo y, sobre todo, del tiempo; a dar clases a niños (si me lo dicen hace un año, me parto el pecho de risa) y aprender más de ellos que, probablemente, ellos de mí; a ver muuuuuuuuuuuchos episodios de Lost, House, Prison Break, Heroes, y hasta algunos de Buffy Cazavampiros (pero me aburrí y la dejé); a seguir leyendo comics como si fuese un yonki, pero además a estudiarlos, para descubrir qué los hace buenos y qué no, y quizás con el tiempo poder yo aplicar ese conocimiento; a conocer a Manu Larcenet (que me invitó a salchichón), a Miguelanxo Prado (que me invitó a coca-cola), a Kiko da Silva (que me invitó demasiadas veces, a ver cómo le pago no sólo eso, sino todo lo demás), y también a Pascual Ferry, Brian Azzarello, Kyle Baker, Dave Gibbons, Esad Ribic y Frederik Peeters (que no me invitaron a nada, los muy cutres, jeje); a redescubrir a Springsteen y a Calamaro (“Gracias le doy a la Virgen / gracias le doy al Señor / porque entre tanto rigor / y habiendo perdido tanto / no perdí mi amor al canto / ni mi voz como cantor”); a conocer a Sergio, que es un pequeño milagro que sonríe todo el día y si le das un par de meneos se pone a bailar como un descosido, y nos va a dar a todos millones de alegrías (y además es el niño más bonito del mundo, qué cojones); a reencontrarme con la que fue mi mejor amiga, sólo para descubrir que quizá nunca dejó de serlo (y prometo agradecérselo no sólo con canciones); a no ir nada a la playa en verano (salvo la escapadita a Ons), una auténtica novedad para mí, y bastante jodida, la verdad (quiero soooooool); a pasarme horas y horas (y horas y más horas) dándole al Photoshop; a volver a tirar pesas, que lo necesitaba casi tanto como respirar, y sentirme otra vez un “hansome” (como diría Juan, jajajaja); a disfrazarme de zombie en Halloween y reirme con Álvaro, Cristian y Ana, que iban tan chungos como yo, o más; a decir “¿Y luego?” y “Hasta siempre” con la peña de Santiago, y burlarme con Susinho de los que estudian Humanidades (con sus quesitos de Trivial); a mugirle un montón de veces a Nocciolita (y lo que te rondaré, morena); a hacerme un blog y empezar a rayarme con esto de escribir, y decidir sobre qué escribir, y borrar y editar y pensar si vale para algo o si no, o si alguien me lee, o si sólo es una muestra más de un egocentrismo que ya no sufro en silencio (al contrario que las hemorroides)…
Ha sido un año diferente, interesante y constructivo. Y acaba tan bien o mejor que como empezó, así que el próximo se promete también intenso.
A todo el mundo que estuvo cerca (no sólo físicamente) durante estos 365 días con sus correspondientes noches, quiero desearles (para variar y ser original) que lo pasen muy bien durante estas fiestas, en las que no creo, pero de las que vilmente me aprovecho, como todo hijo de vecino, que se den un par de excesos (eso que estás pensando del opio y los travestis no, degenerado) y hagan buen uso de las sonrisas, los besos y los abrazos, que hay cosas con las que no compensa ser cutres.
Feliz año a todos, gentuza. Os llevo bajo la piel.
sábado, diciembre 30, 2006
lunes, diciembre 25, 2006
Casting
Mi hermano Javi – Edward Norton
Mi padre – Ed Harris
Mi madre – Jamie Lee Curtis (seguro, seguro, no se admiten dudas)
Miguel – Adrien Brody
Ledi Luchadora – Scarlett Johansson (con el look adorable de "Lost in Translation")
Alicia – Paz Vega
Vale – Quentin Tarantino (pero actuando como Jim Carrey en “Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snickett", jajajaja)
(Creo que Miguel y Vale son los que menos salen ganando en la adaptación, jejeje...)
Y a partir de aquí, muchas dudas. Si alguien me lee y es tan amable, que me ayude: ¿quién créeis que podría interpretaros en una película? Y más importante aún, ¿quién podría cargar sobre sus hombros con la responsabilidad de interpretarme a mí? (Mi hermano dice que Wentworth Miller es perfecto para el papel, pero creo que me quiere demasiado, jajaja... Yo quería ser Clint Eastwood, pero me da que va a ser que no...).
Espero respuestas, ¿eh? Lo digo en serio. Y a medida que lleguen, iré tomando decisiones y actualizando el casting oficial… ¡Faltan aún muchos personajes muy importantes!
Navidad
Así que me dije: vete en plan duro y no felicites a nadie, que se vean tus convicciones a tope, tu sentir anticlerical y tu repulsa hacia toda religión conocida.
Pero llego ahora (son las tantas de la mañana) a mi casa después de una pedazo de cena en el piso de mi tía, anfitriona impecable (como el estilo de García Márquez, jejeje – broma personal para mi más amiga invisible, aunque supongo que el invisible soy yo, ¿no? – ), y resulta que me pueden los buenos sentimientos y las ganas de sentirme agradecido.
Tengo pocas ocasiones, cada vez menos, de pasarlo realmente bien con mis padres.
Supongo que hay un desfase generacional inevitable. Supongo que es imposible verlos como a unos amigos (porque no me engaño, no lo son… cojones, que son mis padres). Supongo que no disfrutamos igual de las mismas cosas. Pero esta noche, después de tanto tiempo de reñir, de tirar y aflojar, de tener buenos y malos días y de enfadarme (y enfadarse) a veces sin motivo aparente (y a veces sin motivo, y punto), tuve una cena familiar perfecta, de esas de charla de sobremesa y vinito del bueno, que cuando se acaba la conversación (porque alguno de los comensales ya está un poco cocido) alguien saca una guitarra y se pone a tocar y cantar, y otro se pone al piano (sí, tengo una de esas familias funambulistas en las que hay de todo, como si fueran personajes de una novela de Mario Puzo), y se empieza con los típicos villancicos y se acaba con temas de los Beatles, Ray Charles, Adriano Celentano o Roberto Carlos. Incluso nos atrevimos con el “Something stupid” de Frank y Nancy Sinatra (que hace falta valor, ¿eh?).
Así que canté a dos voces (y a tres, y a muchas más) con mi hermano, con mi madre y con mi padre, con mi padrino y con mis tíos, y reímos e hicimos bromas, y fuimos unos irreverentes (y mi tía-abuela la del Opus tuvo que comerse los nudillos, pero que se joda, jeje), y bailamos como go-gós en el salón/comedor (incluso apareció por ahí un sombrero de cowboy, que ya sabéis el juego que da). Y, contra todo pronóstico, nada salió mal y no hubo discusiones, ni movidas, ni malos rollos, ni trapos sucios, ni puñaladas, y todo el mundo estuvo simpatiquísimo y nadie tenía otra intención que no fuera pasárselo en grande.
Y yo pensé: “joder, 2.000 años de esclavitud intelectual, de falsa moral castrante, de imposiciones estúpidas y prejuicios aberrantes… y al final, después de todo, sí hay algo por lo que alegrarse entre todo este cuento de la Navidad.”
Así que, contradiciendo todo en lo que creo: Feliz Navidad, gentuza.
¿Y si...?
Sé que es una idea tan estúpida como improbable (¡y vaya si es improbable!), pero hay días en que sólo te apetece cantar y bailar, y que tu vida sea algo mejor que una partitura llena de silencios…
sábado, diciembre 16, 2006
A dos metros bajo tierra
(Conste que es más bien una decepción que otra cosa, porque al final el cabrón se fue de rositas y no pagó por todas las brutalidades que cometió a lo largo de su vida... Me parece un insulto hacia la vida que este señor haya muerto en la cama de su casa, rodeado de médicos y enfermeras, y no en una fría prisión llena de ratas, sufriendo acoso sexual en las duchas a diario y sin morfina para paliar el dolor de sus últimos estertores...)
lunes, diciembre 11, 2006
Gramola-boy
Nosoträsh - "Tres tristes tigres"
Tanto como amigos ya es de mañana,
fuimos definiendo la amistad de madrugada,
de madrugada,
y nos enmarcamos en oro,
todo brilla en esta habitación,
veo nuestras caras, deslumbradas.
Y la tarde ya, será otro día, un día más,
llega otra estación, pero es igual que las demás,
y la noche coge mal color:
vamos a decir que es amistad
y ¡no se hable más!
Y aunque nos sabemos los mejores,
asistimos mudos al final... del verano,
y nos decoloramos, y olvidamos todo aquel calor,
tras la puerta acechan como gatos,
todo lo perdido y todo lo encontrado.
Y la tarde ya, será otro día, un día más,
llega otra estación, pero es igual que las demás,
y la noche coge mal color:
vamos a decir que es amistad
y ¡no se hable más!
P.D. 1: Y tú, la otra, no seas tan creída, jajajaja. Ya te tocará... Hay una de Calamaro que es perfecta para ti, pero es que ahora Calamaro es artista con derechos restringidos...
P.D. 2: Gracias especiales a Mucamaluga, por su gran aportación a mi vida descubriéndome nuevos horizontes audiovisuales... (¡lo prometido es deuda!)
jueves, diciembre 07, 2006
Más nostalgias
Series
De un tiempo a esta parte, a los productores yankis les ha dado por pensar (bastante acertadamente, creo yo) que el futuro de lo audiovisual pasa, inevitablemente, por la televisión. Será esto, supongo, porque ahora que el top manta se lía la ídem a la cabeza para hacerle la pascua a la recaudación de taquilla, los beneficios más substanciosos deben provenir de la publicidad, y de eso en la caja tonta vamos más que sobrados.
Así que, ¿para qué invertir un dineral en producir una película que mucha gente irá a ver pero que otra mucha se bajará de internet a los dos días? ¿Para qué gastarse las pelas en una edición en DVD si el 95% (este dato es totalmente inventado e improvisado) de los mortales la tendrá gratis al día siguiente en calidad DVDRip? ¿No es mejor intentar generar un producto que:
a) se siga semanalmente, con lo cual se gana una fidelidad y, sobre todo, unas estimaciones de éxito realistas, que una película en cines no tiene?
b) se obliga al espectador a, si quiere estar al día y verlo antes que nadie, sentarse a la hora H del día D en su butacón de casa y estar pendiente de la programación y no hacer zapping (porque los guionistas aprovechan para introducir terribles “cliffhangers” justo antes de los bloques publicitarios)?
c) el espectador, enamorado de los personajes y situaciones, acabará irremediablemente haciéndose con la oportuna edición en DVD, que en el caso de las series sí demuestra tener una gran salida económica (en comparativa, a quién no le parece barato pagar 50 € por 15 horas de “Lost” en vez de pagar 20 por 2 horas y media de “Superman Returns”)?
Todo esto viene a cuento porque hoy he empezado a ver ooooootra serie más, “Heroes”, que viene a ser (en principio, que sólo he visto el episodio piloto) un plagio bastante descarado a la filosofía de los comics Marvel de “super-héroes con problemas” y sobre todo del concepto mutante propio de los “X-Men”, aderezado con las teorías conspiratorias que ya son habituales en productos como “Lost” o “Prison Break”. Dicho así, casi parece que no me ha gustado, ¿qué no?
Pues no. Me ha parecido acojonante. Bien escrito, bien interpretado, técnicamente muy bien realizado, con ritmo (intensísima la primera escena de la cheer-leader, grabada con video-cámara), con algunas imágenes preciosas (el eclipse, con una BSO muy adecuada; o los japoneses haciendo gimnasia en el tejado), con unos efectos especiales que no cantan nada y con un humor muy sano (no es que tenga mucho humor, la verdad, pero ahí están las referencias a “Star Trek” o “X-Men”, dando a entender que los propios guionistas son unos frikis que rinden homenaje a sus fuentes de inspiración).
Y, sobre todo, parece un producto serio, ambicioso y hecho con respeto al espectador. Y eso, cuando se trata de super-héroes, es toda una alegría (y, desgraciadamente, una “rara avis”).
domingo, diciembre 03, 2006
¡Qué bueno es Chris Ware!
Abecedario personal: B de Blade Runner
“Blade Runner”, la película dirigida por Ridley Scott en el año 1982, es uno de los mejores ejemplos que conozco para este fenómeno. Cada vez que la veo (y ya he perdido la cuenta de cuántas veces la he visto), la cinta me ofrece una nueva pregunta, una nueva visión, una nueva reflexión.
La primera vez, hace ya unos cuantos años (yo debía tener 12 ó 13), me sentí decepcionado. Había oído hablar tanto de esta película que, al terminarla, me sentí vacío al no saber ver en ella nada más que una preciosista historia de ciencia-ficción. En un segundo visionado, tiempo después, comprendí que había sido demasiado rápido en juzgarla, que escondía mucho más. Y más tarde volví a verla. Y otra vez. Y otra. Y otra. Con el tiempo, descubrí que “Blade Runner” no se había convertido en una película mejor ante mis ojos, sino que yo me había convertido en un mejor espectador para semejante película.
Partiendo de los clichés más tópicos de dos géneros bien distintos, el género negro (o “polar”, como dicen los franceses) y la ciencia-ficción, la historia de Roy Batty y sus compañeros fugitivos (porque a estas alturas estoy convencido de que Deckard, el personaje interpretado por Harrison Ford, representa el punto de vista del espectador, pero no el del protagonista de la historia) nos dirige, sobrepasado un primer y primario nivel de lectura en clave genérica, hacia la reflexión más honda, aterradora e irresoluble a la que debe enfrentarse el ser humano (que no el hombre, y al respecto de esto el film es bastante explícito): el miedo a la muerte y el consiguiente sinsentido de la vida. Y de ello, sin embargo, surge una única idea paradójica, casi ridícula, pero tan rotunda como el monólogo final de Rutger Hauer (posiblemente, mis 30 segundos de celuloide favoritos en toda la historia del cine): lo único que tenemos es nuestra vida, y es por eso nuestra posesión más valiosa.
Podría escribir miles de renglones sobre cada uno de los infinitos detalles que pueblan esta ciudad de Los Ángeles del año 2019. Podría hablar de su brillante diseño de producción, de su cuidada ambientación asimilada de la vanguardia del comic francés de los 70 y 80 (hecha carne en el maestro de maestros, Jean Giraud/Moebius), de sus continuas y nunca gratuitas referencias a la mitología clásica (veladas bajo símbolos inapreciables, pero que ahí están, sin duda), de su retrato oscuro y lluvioso de un futuro plagado de gigantescos anuncios publicitarios alumbrados por el azul verdoso de los neones (configurando la imagen cinematográfica del futuro que todavía se mantiene como estándar en el cine de hoy en día, y a “Minority Report” o “I.A.” me remito), de una banda sonora perfecta, de una magnífica fotografía crepuscular (me gusta esta palabra, “crepuscular”), de unas interpretaciones sublimes (todos los actores están perfectos)… Incluso podría debatir eternamente sobre la gran pregunta de si Deckard es o no un replicante. Podría, pero muchos ya lo han hecho antes que yo, y no creo que pueda a estas alturas aportar nada nuevo.
Tan sólo puedo decir que, para quien esto firma, “Blade Runner” es la mejor película que jamás ha visto la luz y que, como el buen vino, cada año que pasa me gusta incluso un poco más.
(Se me astillan los dientes contra el suelo al soñar con esa edición de coleccionistas de 3 DVD’s que se planea comercializar en verano del 2007…)
sábado, diciembre 02, 2006
Adiós, pequeñajos
Han sido diez semanas de explicar, orientar, intentar razonar y a veces, sólo a veces, conseguir que los niños aprendiesen al tiempo que lo pasaban bien.
Según las encuestas de evaluación sobre mi persona que los pequeñajos tuvieron que cubrir el último día, todos decían estar muy satisfechos conmigo (e insatisfechos con los horarios, materiales, aulas, etc.). Y juro que nunca los amenacé con arrojarlos a la jaula del Rancor… (para el que no lo recuerde, o sea un auténtico profano de “Star Wars”, ahí tiene la imagen):
Pero ya me han dicho desde la dirección del centro que, pese a estar muy contentos conmigo, es poco posible que vuelva a impartirse otro taller de dibujo y comic en breve, pues nuevas actividades vienen pisando fuerte, y parece que la demanda se orienta más hacia cosas como la batuka o el break dance (que yo me pregunto: ¿qué tiene que ver el tocino con la velocidad?).
Como despedida, quiero hacer constar que ha sido un placer conocer a esos ocho pequeños bastardos que me han demostrado que todo es ponerse, que uno tiene mucha más paciencia de la que en un principio imaginó y, sobre todo, que a veces para entender a los mayores hay que aprender a mirarlos desde los ojos de los niños (uy, eso suena a estúpida moraleja Disney, ¿no? haced como si no lo hubiese dicho…)
Así que a Eloy, Beti, Tamara, Pablo, el capitán Jack Sparrow, Flash, Aida y Pepe (que con sólo 6 años ya tenía la mirada inteligente de un niño de 12), gracias por la experiencia y espero que algún día podamos volver a hablar de dibujos animados, de Harry Potter y (sigh) de El Canto de el Loco…
Martini con Vodka, mezclado, no agitado
Después de la descacharrante, absurda, hiper-fantasmosa (tanto que parecía una parodia) y además divertidísima “Muere otro día”, llega esta precuela en la que se narran los acontecimientos que configurarían, a posteriori, la personalidad de uno de los iconos más representativos del cine comercial (pese a haber tenido su génesis en el medio literario, de la mano de Ian Fleming): James Bond.
“Casino Royal” es un giro radical hacia un registro más seco, realista, frío y menos complaciente con el espectador palomitero al uso: sólo una explosión en todo el metraje, un final totalmente anticlimático, un argumento vertebrado no en torno a la clásica arma del juicio final (satélite espía, cabeza nuclear) sino alrededor de una partida de póker (en la que, además, no está nada claro quien va a resultar vencedor, todo un acontecimiento en una peli Bond). El guión es mucho más complejo y rico en matices (sobre todo en cuanto a los personajes) de lo que estamos acostumbrados, y la acción se muestra más física y real que nunca.
Pero (y es un pero enorme) resulta que todo el conjunto se tambalea por culpa de una elección muy desafortunada del actor protagonista. No hay duda posible: Daniel Craig no es James Bond. Si no fuera por eso, estaríamos ante una peli de acción notable, para pasar un buen rato y olvidar, claro, pero que cumpliría con su función de sano divertimento a las mil maravillas. Con Craig, sigue ofreciendo todo eso, sí, pero también la sensación de que, con otro actor, nos encontraríamos ante la mejor película Bond de toda la saga. Y de largo.
(Y por cierto, que belleza y sobre todo, atractivo sin límites, esconde la mirada de Eva Green, de la que un servidor ya tuvo a bien enamorarse en “Soñadores”, de Bernardo Bertolucci).
Telegrama desde Barna
(En cuanto Nocciola me pase las fotos del viaje, aquí las tendréis, a la misma bat-hora, en el mismo bat-canal…)