lunes, marzo 29, 2010
El Abismo y la Belleza
"(...) Porque la Belleza, Fedro, tenlo muy presente, sólo la Belleza es a la vez visible y divina, y por ello es también el camino de lo sensible, es, mi pequeño Fedro, el camino del artista hacia el espíritu. Pero, ¿crees acaso, querido mío, que algún día pueda obtener la sabiduría y verdadera dignidad humana aquel que se dirija hacia lo espiritual a través de los sentidos? ¿O crees más bien (te dejo la libertad de decidirlo) que es éste un camino peligroso y agradable al mismo tiempo, una auténtica vía de pecado y perdición que necesariamente lleva al descarrío? Porque has de saber que nosotros, los poetas, no podemos recorrer el camino hacia la Belleza sin que Eros se nos una y se erija en nuestro guía; sí, por más que a nuestro modo seamos héroes y guerreros virtuosos, en el fondo somos como las mujeres, pues lo que nos enaltece es la pasión, y nuestro deseo será siempre, forzosamente, amor: tal es nuestra satisfacción y nuestro oprobio. ¿Comprendes ahora por qué nosotros, los poetas, no podemos ser sabios ni dignos? ¿Comprendes por qué tenemos que extraviarnos necesariamente, y ser siempre disolutos, aventureros del sentimiento? La maestría de nuestro estilo es mentira e insensatez; nuestra gloria y honorabilidad, una farsa; la confianza de la multitud en nosotros, el colmo del ridículo, y el deseo de educar al pueblo y a la juventud a través del arte, una empresa temeraria que habría que prohibir. Pues ¿cómo podría ser educador alguien que posee una tendencia innata, natural e irreversible hacia el abismo? Quisiéramos negarlo y conquistar la dignidad, pero donde quiera que volvamos la mirada, nos sigue atrayendo. De ahí que renunciemos al conocimiento; pues el conocimiento, Fedro, carece de dignidad y de rigor: sabe, comprende, perdona, no tiene forma ni postura algunas, simpatiza con el abismo, es el abismo. Por eso lo rechazamos, pues, con decisión, y nuestros esfuerzos tendrán en adelante como único objetivo la Belleza, es decir, la sencillez, la grandeza, un nuevo rigor, una segunda ingenuidad, y la forma. Pero la forma y la ingenuidad, Fedro, conducen a la embriaguez y al deseo, pueden inducir a un hombre noble a cometer las peores atrocidades en el ámbito sentimental -atrocidades que su propia seriedad, siempre hermosa, condena por infames-; llevan, tambien ellas, al abismo (...)"
("La muerte en Venecia", Thomas Mann)
("La muerte en Venecia", Thomas Mann)
jueves, marzo 25, 2010
Scott Pilgrim contra el mundo
Hace un tiempo escribí una reseña bastante tibia sobre "Scott Pilgrim", el tebeo amerimanga/slice-of-life/videojueguil/rockero/pasteloso escrito y dibujado por Bryan Lee O'Maley.
Esta semana, aprovechando un momento de relax, me leí en la FNAC los tomos 3 y 4 y debo decir que, aún estando terriblemente limitado en muchos aspectos, me lo he pasado condenadamente bien. Que sí, lo sé, me contradigo, pero es lo que hay. "Scott Pilgrim" no inventa nada nuevo, está mediocremente dibujado y no pasará a la historia de los comics de ninguna de las maneras, pero engancha y se lee con una permanente sonrisa incrustada en el jeto. Y lo del malvado ex-novio vegano de Ramona me ha hecho reírme de verdad, a carcajadas (sí, en un centro comercial).
No obstante, no le daría muchas más vueltas al tema si no fuera porque hoy se ha hecho público el primer trailer de su versión cinematográfica, que promete una fidelidad bastante elevada al material de partida (lo cual es un aliciente muy importante porque cualquier tipo de adaptación convencional supondría un gravísimo error). Podéis verlo a buena resolución pinchando en la imagen.
Esta semana, aprovechando un momento de relax, me leí en la FNAC los tomos 3 y 4 y debo decir que, aún estando terriblemente limitado en muchos aspectos, me lo he pasado condenadamente bien. Que sí, lo sé, me contradigo, pero es lo que hay. "Scott Pilgrim" no inventa nada nuevo, está mediocremente dibujado y no pasará a la historia de los comics de ninguna de las maneras, pero engancha y se lee con una permanente sonrisa incrustada en el jeto. Y lo del malvado ex-novio vegano de Ramona me ha hecho reírme de verdad, a carcajadas (sí, en un centro comercial).
No obstante, no le daría muchas más vueltas al tema si no fuera porque hoy se ha hecho público el primer trailer de su versión cinematográfica, que promete una fidelidad bastante elevada al material de partida (lo cual es un aliciente muy importante porque cualquier tipo de adaptación convencional supondría un gravísimo error). Podéis verlo a buena resolución pinchando en la imagen.
Lo único importante
“Me voy a inventar un plan
Para escapar hacia adelante
Con este sol de invierno
Me voy a inventar un plan
Para escapar hacia adelante
Ven
Aunque no lleguemos a ninguna parte
Sabes que esto es lo único importante
Y sabes que no es lo mío suplicarte…
…pero ven
(…)”
[Después de descubrirlos (gracias a la recomendación de mi cousin Mike) en aquel soberbio “Vivalaguerra”, le tenía unas ganas enormes, realmente masivas, al nuevo trabajo de Standstill. Se titula “Adelante Bonaparte”, acaba de publicarse hace apenas unos días y resulta que no es un álbum al uso, sino un triple EP conceptual… Sí, ya sé que de primeras suena pretencioso que te cagas, pero la verdad es que, una vez escuchados los tres discos de forma ordenada, esta decisión se descubre como totalmente lógica. “Adelante Bonaparte” narra un período concreto de la vida de su protagonista, B., partiendo de la dolorosa muerte de su padre para luego regresar a modo de flashback hasta su más tierna infancia y los recuerdos del hogar familiar. Desde ahí, hará un recorrido por su adolescencia y juventud, sus fracasos sentimentales, sus ilusiones y frustraciones, terminando este viaje el día en que nace su hijo, cerrando el círculo de vida y muerte que da sentido al álbum. Musicalmente, el grupo catalán abandona el nervio de su etapa progresiva para tornarse más acústicos y poperos, sin que por ello disminuya ni un ápice la calidad de sus composiciones. Así, tenemos en “Adelante Bonaparte” uno de esos discos que, a priori, lo tienen todo para ganarse al oyente: buenas letras, buenas melodías, arreglos elegantes y sentimientos en estado crudo con los que es muy fácil conectar. Yo llevo cuatro días creyendo que el tema que da nombre al disco fue escrito para mí, para este preciso momento y lugar. Tiene, por cierto, dos versiones distintas: a mí me gusta más la segunda, pero la primera (más luminosa y optimista, escogida por el propio grupo como avanzadilla de presentación del álbum) también me parece cojonuda. Tenéis parte de su letra ahí arriba.]
[Por cierto: tocan en la Joy Eslava el 7 de mayo. ¿Alguien se apunta? Porque ya me veo allí yo solo...]
Para escapar hacia adelante
Con este sol de invierno
Me voy a inventar un plan
Para escapar hacia adelante
Ven
Aunque no lleguemos a ninguna parte
Sabes que esto es lo único importante
Y sabes que no es lo mío suplicarte…
…pero ven
(…)”
[Después de descubrirlos (gracias a la recomendación de mi cousin Mike) en aquel soberbio “Vivalaguerra”, le tenía unas ganas enormes, realmente masivas, al nuevo trabajo de Standstill. Se titula “Adelante Bonaparte”, acaba de publicarse hace apenas unos días y resulta que no es un álbum al uso, sino un triple EP conceptual… Sí, ya sé que de primeras suena pretencioso que te cagas, pero la verdad es que, una vez escuchados los tres discos de forma ordenada, esta decisión se descubre como totalmente lógica. “Adelante Bonaparte” narra un período concreto de la vida de su protagonista, B., partiendo de la dolorosa muerte de su padre para luego regresar a modo de flashback hasta su más tierna infancia y los recuerdos del hogar familiar. Desde ahí, hará un recorrido por su adolescencia y juventud, sus fracasos sentimentales, sus ilusiones y frustraciones, terminando este viaje el día en que nace su hijo, cerrando el círculo de vida y muerte que da sentido al álbum. Musicalmente, el grupo catalán abandona el nervio de su etapa progresiva para tornarse más acústicos y poperos, sin que por ello disminuya ni un ápice la calidad de sus composiciones. Así, tenemos en “Adelante Bonaparte” uno de esos discos que, a priori, lo tienen todo para ganarse al oyente: buenas letras, buenas melodías, arreglos elegantes y sentimientos en estado crudo con los que es muy fácil conectar. Yo llevo cuatro días creyendo que el tema que da nombre al disco fue escrito para mí, para este preciso momento y lugar. Tiene, por cierto, dos versiones distintas: a mí me gusta más la segunda, pero la primera (más luminosa y optimista, escogida por el propio grupo como avanzadilla de presentación del álbum) también me parece cojonuda. Tenéis parte de su letra ahí arriba.]
[Por cierto: tocan en la Joy Eslava el 7 de mayo. ¿Alguien se apunta? Porque ya me veo allí yo solo...]
miércoles, marzo 24, 2010
Alan Moore...Nui!
Acabo de verlo en el excelente blog del amigo Furilo y me he visto obligado a enlazarlo también desde El Abismo (pinchando en la imagen).
Como bien dice Charlie, no es el Celebrities más gracioso que han emitido en el programa, pero lo cierto es que el primer minuto es de descojonarse... ¡Qué friki es este Joaquín Reyes, jodó!
Como bien dice Charlie, no es el Celebrities más gracioso que han emitido en el programa, pero lo cierto es que el primer minuto es de descojonarse... ¡Qué friki es este Joaquín Reyes, jodó!
domingo, marzo 21, 2010
"Up in the air": ni mucho, ni poco... ni todo lo contrario
“Up in the air” es una buena película.
Más o menos.
Su guión tiene la originalidad, la gracia y la frescura suficientes como para que uno se convenza de que no nos están contando la misma historia de siempre por enésima vez, pese a poder identificar claramente los roles y las situaciones vividas por sus protagonistas.
Cuenta también con un buen reparto, escueto y acertado, encabezado por un siempre correcto George Clooney, el sex-symbol que además de ser guapo y simpático, piensa (¡hora de disparar los cohetes, chicas!). Secundando al actor, que carga con casi todo el peso de la película, nos encontramos con dos agradables sorpresas femeninas: Vera Farmiga, que además de tener una barbaridad de mojo también consigue hacernos creer que es inteligente y astuta, y Anna Kendrik, que hasta el momento tenía el dudoso honor de haber participado en las películas de la saga “Crepúsculo” y que gracias a la Natalie de “Up in the air” ha conseguido hacerse un hueco en las nominaciones a los Oscars. Si ha sido merecidamente o no, es algo sobre lo que no estoy capacitado para pronunciarme.
La dirección, sobria y sin sobresaltos, responde a todo lo que uno espera de Jason Reitman, quien ya había demostrado su invisible mano de buen narrador en “Gracias por fumar” y “Juno”. Sigue “Up in the air” la línea trazada por aquéllas, desarrollando una historia pequeña, de personajes, que se mueve entre la comedia y el drama sin decidirse claramente por lo uno o lo otro hasta sus compases finales.
Completan la receta una sugerente banda sonora y un esforzado ejercicio de montaje que logra por sí solo justificar escenas completas (pienso, por ejemplo, en el primer embarque aéreo que realiza el personaje de Clooney).
Se podría decir, por todo ello, que más allá de ser una buena o mala película, “Up in the air” está “bien hecha”. Correctamente incorrecta, aparentemente ácida y definitivamente convencional, divierte y consigue sembrar un par de preguntas interesantes en la mente del espectador. También arranca más de una sonrisa, qué duda cabe.
Pero, observada desde el recuerdo, se torna tibia y olvidable. No cala. No apasiona.
El mejor ejemplo de ello es esta misma reseña, escrita en apenas 5 minutos y con el piloto automático puesto.
Y ahora que ya está hecha, a otra cosa, mariposa.
Más o menos.
Su guión tiene la originalidad, la gracia y la frescura suficientes como para que uno se convenza de que no nos están contando la misma historia de siempre por enésima vez, pese a poder identificar claramente los roles y las situaciones vividas por sus protagonistas.
Cuenta también con un buen reparto, escueto y acertado, encabezado por un siempre correcto George Clooney, el sex-symbol que además de ser guapo y simpático, piensa (¡hora de disparar los cohetes, chicas!). Secundando al actor, que carga con casi todo el peso de la película, nos encontramos con dos agradables sorpresas femeninas: Vera Farmiga, que además de tener una barbaridad de mojo también consigue hacernos creer que es inteligente y astuta, y Anna Kendrik, que hasta el momento tenía el dudoso honor de haber participado en las películas de la saga “Crepúsculo” y que gracias a la Natalie de “Up in the air” ha conseguido hacerse un hueco en las nominaciones a los Oscars. Si ha sido merecidamente o no, es algo sobre lo que no estoy capacitado para pronunciarme.
La dirección, sobria y sin sobresaltos, responde a todo lo que uno espera de Jason Reitman, quien ya había demostrado su invisible mano de buen narrador en “Gracias por fumar” y “Juno”. Sigue “Up in the air” la línea trazada por aquéllas, desarrollando una historia pequeña, de personajes, que se mueve entre la comedia y el drama sin decidirse claramente por lo uno o lo otro hasta sus compases finales.
Completan la receta una sugerente banda sonora y un esforzado ejercicio de montaje que logra por sí solo justificar escenas completas (pienso, por ejemplo, en el primer embarque aéreo que realiza el personaje de Clooney).
Se podría decir, por todo ello, que más allá de ser una buena o mala película, “Up in the air” está “bien hecha”. Correctamente incorrecta, aparentemente ácida y definitivamente convencional, divierte y consigue sembrar un par de preguntas interesantes en la mente del espectador. También arranca más de una sonrisa, qué duda cabe.
Pero, observada desde el recuerdo, se torna tibia y olvidable. No cala. No apasiona.
El mejor ejemplo de ello es esta misma reseña, escrita en apenas 5 minutos y con el piloto automático puesto.
Y ahora que ya está hecha, a otra cosa, mariposa.
viernes, marzo 19, 2010
El hombre de negro
“(…)
Well look down yonder Gabriel
Put your feet on the land and see
But Gabriel don’t you blow your trumpet ‘til you hear from me
There ain’t no grave can hold my body down
There ain’t no grave can hold my body down
(…)”
[No basta con ser grande. Para que tu voz parezca más y más sabia a medida que se va resquebrajando y apagando. Para haber estado en todas partes, en el fondo de todas las botellas del mundo, y haber vuelto para contarlo. Para tocar fondo y después convertirte en un símbolo de redención por los pecados pasados (las iniciales J.C. ayudan, claro). Para profetizar el Apocalipsis mejor que el mismísimo San Juan. Para coger una canción interesante y convertirla en un clásico instantáno. Para hacer de tu última sesión de estudio un cara a cara con la muerte y ganarle la partida a la vieja segadora. Para irte a descansar junto a tu querida June, de una vez por todas, afirmando que ninguna tumba puede retenerte. No basta con ser grande, decía. Hace falta ser el hombre de negro. El maldito Johnny Cash.]
Well look down yonder Gabriel
Put your feet on the land and see
But Gabriel don’t you blow your trumpet ‘til you hear from me
There ain’t no grave can hold my body down
There ain’t no grave can hold my body down
(…)”
[No basta con ser grande. Para que tu voz parezca más y más sabia a medida que se va resquebrajando y apagando. Para haber estado en todas partes, en el fondo de todas las botellas del mundo, y haber vuelto para contarlo. Para tocar fondo y después convertirte en un símbolo de redención por los pecados pasados (las iniciales J.C. ayudan, claro). Para profetizar el Apocalipsis mejor que el mismísimo San Juan. Para coger una canción interesante y convertirla en un clásico instantáno. Para hacer de tu última sesión de estudio un cara a cara con la muerte y ganarle la partida a la vieja segadora. Para irte a descansar junto a tu querida June, de una vez por todas, afirmando que ninguna tumba puede retenerte. No basta con ser grande, decía. Hace falta ser el hombre de negro. El maldito Johnny Cash.]
Marchando una de trailers
martes, marzo 16, 2010
Recomendaciones femeninas VII: "Clara y la penumbra"
Una de las cosas que más me preocupaba dejar en el aire cuando decidí cerrar el blog hace unos meses (aunque al final no fuese más que un breve paréntesis) era la promesa que le había hecho a la Tentadora (reverencia, por favor) de leer “Clara y la penumbra” y reseñarla como una de mis recomendaciones femeninas. Y me preocupaba, en concreto, porque “Clara y la penumbra” era el primer libro que una de “mis mujeres” (no lo digo en el sentido mormón, sino refiriéndome a esas personas de género femenino que me alegran la vida) me recomendaba precisamente PARA ser reseñado. En los casos anteriores no se había manifestado esta intención de ver la recomendación plasmada en El Abismo, por lo que esto suponía un interesante ejemplo de retroalimentación blogger-lector que merecía llegar a buen puerto.
Debo reconocer que leer “Clara y la penumbra” me ha costado más de lo esperado. He tardado mucho más de lo habitual y he tenido que empezarlo dos veces desde el principio. No porque sea un libro denso o complicado de entender, nada más lejos de la realidad: su autor, José Carlos Somoza, despliega una narrativa ágil y sencilla, perfectamente acorde con las intenciones de la novela (entretener y hacer buena caja). El problema es que durante las 100 ó 200 primeras páginas del libro, nada de lo que se me contaba me interesaba demasiado.
Así, en el argumento de “Clara y la penumbra” tenemos por un lado a la Clara del título, joven madrileña que trabaja como lienzo (sí, como suena) dentro del movimiento artístico del HD o Hiperdramatismo, una concepción de la pintura basada en el uso de seres humanos como obras (tras un arduo proceso de imprimación, pintado y profundo trabajo psicológico) que se exhiben en museos o colecciones particulares durante maratonianas sesiones de estatismo y equilibrio. Por el otro lado tenemos a dos agentes de seguridad de la Fundación Van Tysch (Bruno Van Tysch vendría a ser algo así como el Picasso o el Van Gogh del HD) que persiguen, como no podía ser de otro modo, a un asesino en serie de lienzos.
Y es aquí donde un servidor desconecta. Tres palabras: Asesino. En. Serie. ¿Otro asesino en serie? ¿De verdad? ¿Es que no se puede escribir una novela de misterio sin meter a) un enigma histórico-religioso o b) un asesino en serie? ¡Qué daño le ha hecho Thomas Harris a la literatura de suspense, por dios! Y al cine, ya puestos… (de Dan Brown y sus acólitos no hablo, que me pongo enfermo).
Decía antes que las 100 ó 200 primeras páginas de la novela se me habían hecho difíciles, pero lo cierto es que una vez terminan las presentaciones y empieza a hablarse un poquito del proceso artístico y sus implicaciones psicológicas, la novela alcanza sus mayores cotas de interés y se lee con agrado, pese a que los personajes nunca lleguen a sentirse como algo más que vehículos con fines narrativos. Hay algo artificial en el relato, tanto en lo que se cuenta (demasiado A-B-C) como en el modo de contarlo (Somoza es un escritor habilidoso, pero nunca llega a parecerme realmente bueno) que lastran terriblemente el conjunto.
En última instancia, el autor crea un interesante entramado de intereses artístico-mercantiles, un buen puñado de personajes arquetípicos pero resultones, una narración en paralelo de clásica estructura coral (que no se aleja mucho de lo que podría plantear un Naoki Urasawa en horas bajas) y hasta un par de interesantes apuntes sobre arte (aunque, seamos honestos, no hace falta ser Rudolf Arnheim para entender “Clara y la penumbra”) para finalmente dejarse arrastrar por los más manidos tópicos del best-seller de misterio. Ni la identidad del asesino (que se veía venir) y sus motivaciones (que ídem de lienzo, nunca mejor dicho), ni la increíblemente tópica conclusión (el tramo final, plagado de mil y un truquitos tramposos para generar tensión, resulta totalmente inconveniente) dejan espacio para la sorpresa o la emoción, dando a entender que nunca fue intención del escritor plantear un discurso excesivamente complejo sobre arte ni, desde luego, innovar mínimamente en los estándares del thriller literario.
¿Conclusión? Perfecta para leer en un largo viaje en tren o rellenar horas muertas en el metro, pero totalmente prescindible si lo que uno busca en la literatura es algo más que pasar el rato.
…
O tal vez yo no sea el lector adecuado para esta clase de novela. Chi lo sa?
Debo reconocer que leer “Clara y la penumbra” me ha costado más de lo esperado. He tardado mucho más de lo habitual y he tenido que empezarlo dos veces desde el principio. No porque sea un libro denso o complicado de entender, nada más lejos de la realidad: su autor, José Carlos Somoza, despliega una narrativa ágil y sencilla, perfectamente acorde con las intenciones de la novela (entretener y hacer buena caja). El problema es que durante las 100 ó 200 primeras páginas del libro, nada de lo que se me contaba me interesaba demasiado.
Así, en el argumento de “Clara y la penumbra” tenemos por un lado a la Clara del título, joven madrileña que trabaja como lienzo (sí, como suena) dentro del movimiento artístico del HD o Hiperdramatismo, una concepción de la pintura basada en el uso de seres humanos como obras (tras un arduo proceso de imprimación, pintado y profundo trabajo psicológico) que se exhiben en museos o colecciones particulares durante maratonianas sesiones de estatismo y equilibrio. Por el otro lado tenemos a dos agentes de seguridad de la Fundación Van Tysch (Bruno Van Tysch vendría a ser algo así como el Picasso o el Van Gogh del HD) que persiguen, como no podía ser de otro modo, a un asesino en serie de lienzos.
Y es aquí donde un servidor desconecta. Tres palabras: Asesino. En. Serie. ¿Otro asesino en serie? ¿De verdad? ¿Es que no se puede escribir una novela de misterio sin meter a) un enigma histórico-religioso o b) un asesino en serie? ¡Qué daño le ha hecho Thomas Harris a la literatura de suspense, por dios! Y al cine, ya puestos… (de Dan Brown y sus acólitos no hablo, que me pongo enfermo).
Decía antes que las 100 ó 200 primeras páginas de la novela se me habían hecho difíciles, pero lo cierto es que una vez terminan las presentaciones y empieza a hablarse un poquito del proceso artístico y sus implicaciones psicológicas, la novela alcanza sus mayores cotas de interés y se lee con agrado, pese a que los personajes nunca lleguen a sentirse como algo más que vehículos con fines narrativos. Hay algo artificial en el relato, tanto en lo que se cuenta (demasiado A-B-C) como en el modo de contarlo (Somoza es un escritor habilidoso, pero nunca llega a parecerme realmente bueno) que lastran terriblemente el conjunto.
En última instancia, el autor crea un interesante entramado de intereses artístico-mercantiles, un buen puñado de personajes arquetípicos pero resultones, una narración en paralelo de clásica estructura coral (que no se aleja mucho de lo que podría plantear un Naoki Urasawa en horas bajas) y hasta un par de interesantes apuntes sobre arte (aunque, seamos honestos, no hace falta ser Rudolf Arnheim para entender “Clara y la penumbra”) para finalmente dejarse arrastrar por los más manidos tópicos del best-seller de misterio. Ni la identidad del asesino (que se veía venir) y sus motivaciones (que ídem de lienzo, nunca mejor dicho), ni la increíblemente tópica conclusión (el tramo final, plagado de mil y un truquitos tramposos para generar tensión, resulta totalmente inconveniente) dejan espacio para la sorpresa o la emoción, dando a entender que nunca fue intención del escritor plantear un discurso excesivamente complejo sobre arte ni, desde luego, innovar mínimamente en los estándares del thriller literario.
¿Conclusión? Perfecta para leer en un largo viaje en tren o rellenar horas muertas en el metro, pero totalmente prescindible si lo que uno busca en la literatura es algo más que pasar el rato.
…
O tal vez yo no sea el lector adecuado para esta clase de novela. Chi lo sa?
domingo, marzo 14, 2010
Communism 'N' Roll
Resulta difícil de creer que, con lo bien que lo paso siempre que voy al teatro y con la enormes posibilidades que la ciudad de Madrid ofrece al respecto, no haya sido hasta esta semana que haya acudido a ver una representación de este tipo. Sería casi imperdonable si no fuera porque un servidor no podría haberse estrenado en la temporada teatral con mejor pie. La obra elegida fue “Rock’n’Roll”, una producción del Teatro Lliure dirigida por Álex Rigola y representada en el Matadero de Legazpi.
Ya expliqué hace un tiempo que, al contrario que en otras materias como el cine o los comics, mi capacidad crítica en el ámbito teatral carece de unas mínimas herramientas de juicio, así que no debe tomarse mi reseña por algo más de lo que realmente es: la opinión de un profano.
Dicho esto, contextualicemos: “Rock’n’Roll” representa un libreto de Tom Stoppard, dramaturgo con una trayectoria bastante impresionante que incluye obras como “Rosencrantz y Guildenstern han muerto”, “Realidad” o “La costa de Utopía”, así como los guiones cinematográficos de “Brazil”, “El imperio del sol” o “Shakespeare in love” (por el cual ganó un Oscar). Servidor, por cierto, fue a ver “Rock’n’Roll” por recomendación de su acompañante, quien hacía poco había podido disfrutar de “Realidad”, interpretada por Javier Cámara y María Pujalte (entre otros) en el teatro María Guerrero, y se había quedado con ganas de más Stoppard.
“Rock’n’Roll” transcurre a caballo entre Praga y Cambridge entre los años 1968 y 1990 y narra la caída del régimen comunista checoslovaco (siempre pasivo ante los cambios de timón provenientes de Moscú) en paralelo al ascenso meteórico del Rock como una revolución social y la casi-divinización de sus más emblemáticas personalidades, haciendo hincapié en el caso del malogrado Syd Barrett, alma máter de los primeros Pink Floyd (los del psicodélico y fascinante “The piper at the gates of dawn”).
Combinando humor y drama, referencias a la cultura clásica (resulta fundamental la figura de la poetisa Safo de Lesbos), toneladas de filosofía política, espionaje, un poco de romanticismo (y otro poco de anti-romanticismo, ya puestos) y un buen puñado de himnos de la música pop (que van desde el “Pow R. Toc H.” de Pink Floyd hasta el “Start me up” de los Rolling Stones pasando por el “Break on through (to the other side)” de The Doors, el “I still haven’t found what I’m looking for” de U2 o incluso un anacrónico “We’ll meet again” de Vera Lynn), “Rock’n’Roll” resulta una obra divertidísima, que no decae en ningún momento de sus casi 3 horas de representación y que consigue que el espectador, al menos en mi caso, ponga a trabajar sus neuronas al 110%.
Mención especial merece el reparto, encabezado por un fabuloso Lluís Marco (los cinéfilos lo recordarán por, entre otras cosas, haber prestado su voz a Adolf Hitler en la versión doblada al castellano de la soberbia película “El hundimiento”) como Max, un teórico del comunismo nacido con la Revolución de Octubre que al llegar a su vejez comienza a plantearse que quizás todas sus creencias hayan estado sustentadas en una enorme e incorregible equivocación. También Ana Otero como Eleanor, Irene Escolar como Alice o Félix Pons como Ferdinand están estupendos en sus respectivos roles, sólo ocurriéndoseme un pequeño “pero” que ponerle a este gran plantel de actores: el giro grave y algo afectado que la interpretación de Joan Carreras otorga al personaje de Jan en los últimos compases de la obra no ha terminado de convencerme (aunque hay que decir que hasta ese momento su actuación me estaba pareciendo magnífica).
Concluyendo: me lo he pasado como un enano con esta “Rock’n’Roll” y he recordado (una vez más) por qué debo acudir más a menudo al teatro (quizás en lugar de ir tanto al cine, que la mitad de las veces salgo decepcionado y con las palomitas atragantadas).
Una experiencia totalmente recomendable.
Ya expliqué hace un tiempo que, al contrario que en otras materias como el cine o los comics, mi capacidad crítica en el ámbito teatral carece de unas mínimas herramientas de juicio, así que no debe tomarse mi reseña por algo más de lo que realmente es: la opinión de un profano.
Dicho esto, contextualicemos: “Rock’n’Roll” representa un libreto de Tom Stoppard, dramaturgo con una trayectoria bastante impresionante que incluye obras como “Rosencrantz y Guildenstern han muerto”, “Realidad” o “La costa de Utopía”, así como los guiones cinematográficos de “Brazil”, “El imperio del sol” o “Shakespeare in love” (por el cual ganó un Oscar). Servidor, por cierto, fue a ver “Rock’n’Roll” por recomendación de su acompañante, quien hacía poco había podido disfrutar de “Realidad”, interpretada por Javier Cámara y María Pujalte (entre otros) en el teatro María Guerrero, y se había quedado con ganas de más Stoppard.
“Rock’n’Roll” transcurre a caballo entre Praga y Cambridge entre los años 1968 y 1990 y narra la caída del régimen comunista checoslovaco (siempre pasivo ante los cambios de timón provenientes de Moscú) en paralelo al ascenso meteórico del Rock como una revolución social y la casi-divinización de sus más emblemáticas personalidades, haciendo hincapié en el caso del malogrado Syd Barrett, alma máter de los primeros Pink Floyd (los del psicodélico y fascinante “The piper at the gates of dawn”).
Combinando humor y drama, referencias a la cultura clásica (resulta fundamental la figura de la poetisa Safo de Lesbos), toneladas de filosofía política, espionaje, un poco de romanticismo (y otro poco de anti-romanticismo, ya puestos) y un buen puñado de himnos de la música pop (que van desde el “Pow R. Toc H.” de Pink Floyd hasta el “Start me up” de los Rolling Stones pasando por el “Break on through (to the other side)” de The Doors, el “I still haven’t found what I’m looking for” de U2 o incluso un anacrónico “We’ll meet again” de Vera Lynn), “Rock’n’Roll” resulta una obra divertidísima, que no decae en ningún momento de sus casi 3 horas de representación y que consigue que el espectador, al menos en mi caso, ponga a trabajar sus neuronas al 110%.
Mención especial merece el reparto, encabezado por un fabuloso Lluís Marco (los cinéfilos lo recordarán por, entre otras cosas, haber prestado su voz a Adolf Hitler en la versión doblada al castellano de la soberbia película “El hundimiento”) como Max, un teórico del comunismo nacido con la Revolución de Octubre que al llegar a su vejez comienza a plantearse que quizás todas sus creencias hayan estado sustentadas en una enorme e incorregible equivocación. También Ana Otero como Eleanor, Irene Escolar como Alice o Félix Pons como Ferdinand están estupendos en sus respectivos roles, sólo ocurriéndoseme un pequeño “pero” que ponerle a este gran plantel de actores: el giro grave y algo afectado que la interpretación de Joan Carreras otorga al personaje de Jan en los últimos compases de la obra no ha terminado de convencerme (aunque hay que decir que hasta ese momento su actuación me estaba pareciendo magnífica).
Concluyendo: me lo he pasado como un enano con esta “Rock’n’Roll” y he recordado (una vez más) por qué debo acudir más a menudo al teatro (quizás en lugar de ir tanto al cine, que la mitad de las veces salgo decepcionado y con las palomitas atragantadas).
Una experiencia totalmente recomendable.
sábado, marzo 13, 2010
Playa de plástico
“Some kind of nature
Some kind of soul
Some kind of mixture
Some kind of gold
Some kind of majesty
Some chemical load
(…)”
[Nuevo disco de “Gorillaz” habemus. No es un trabajo de asimilación rápida. A falta de un single que enamore al primer momento (como lo fueron “Clint Eastwood” o “Feel good Inc.”), el nuevo álbum del proyecto erigido por el ex-Blur Damon Albarn y el artista visual Jamie Hewlett precisa de varias escuchas para desplegar todo su potencial. Que lo tiene, y no es poca cosa. Con todo, de entre los 16 cortes que componen “Plastic Beach” (que así se llama el disco), servidor se queda con el más inmediato de todos: esta colaboración con Lou Reed titulada “Some kind of nature”. Una canción realmente viciosa (en el mejor de los sentidos, claro). Creo que encajaría bien como tercer single (parece, a tenor de lo visto, que el segundo será "Superfast jellyfish").]
Some kind of soul
Some kind of mixture
Some kind of gold
Some kind of majesty
Some chemical load
(…)”
[Nuevo disco de “Gorillaz” habemus. No es un trabajo de asimilación rápida. A falta de un single que enamore al primer momento (como lo fueron “Clint Eastwood” o “Feel good Inc.”), el nuevo álbum del proyecto erigido por el ex-Blur Damon Albarn y el artista visual Jamie Hewlett precisa de varias escuchas para desplegar todo su potencial. Que lo tiene, y no es poca cosa. Con todo, de entre los 16 cortes que componen “Plastic Beach” (que así se llama el disco), servidor se queda con el más inmediato de todos: esta colaboración con Lou Reed titulada “Some kind of nature”. Una canción realmente viciosa (en el mejor de los sentidos, claro). Creo que encajaría bien como tercer single (parece, a tenor de lo visto, que el segundo será "Superfast jellyfish").]
viernes, marzo 12, 2010
Top 10: mis tebeos favoritos de 2009
Ya sé que no parece muy lógico publicar en marzo el clásico ranking de lo mejor del año anterior (habitualmente suele dejarse caer a mediados de enero), pero un servidor tenía un montón de lecturas pendientes desde Navidad y aún no había podido despacharlas a gusto. Como además sabía que alguna de ellas tendría un hueco fijo en este top, preferí esperar un poco más y colgar algo con chicha antes que precipitarme y hacer una lista destinada a quedar obsoleta tan sólo unas semanas después.
(De todos modos, teniendo en cuenta que prácticamente nadie lee mis entradas sobre comics, tanto da lo que haga o deje de hacer al respecto…)
Si por algo se ha caracterizado el pasado año, al menos en lo que a mí respecta, es porque la cosecha tebeística ha sido absolutamente espectacular (o igual es que yo me he vuelto algo más selectivo a la hora de comprar tebeos... naaaaaa…). Como viene siendo habitual, para mi top ten he decidido contar sólo con aquellos comics que hayan sido editados por primera vez en nuestro país a lo largo del año en cuestión, pero no conviene olvidar que en el 2009 han aparecido en las tiendas las reediciones de “Epiléptico: la ascensión del gran mal”, “Peter Pan”, “Comanche”, “Los compañeros del crepúsculo”, “Los pasajeros del viento”, “Monster”, “JLA”, “Astro City”, “Dr. Slump”, “Astonishing X-Men” o “Los Invisibles”.
Además, por eso de que había que quedarse sólo con diez títulos, he tenido que dejar fuera de mi lista algunas lecturas tan destacadas como la esperada conclusión del “Bone” de Jeff Smith, “Invencible” de Robert Kirkman y Ryan Ottley, “Criminal” de Ed Brubaker y Sean Phillips, “Pluto” de Naoki Urasawa, “Hanzo: el camino del asesino” de Kazuo Koike y Goseki Kojima , el retorno del “Powers” de Bendis y Avon Oeming y dos obras de Frederik Peeters: “Paquidermo” y la antología de historias cortas “Dándole vueltas”.
Entre las novedades que lamento no haber podido leer todavía se encuentran “Una vida errante” de Yosihiro Tatsumi, “Inside Moebius” de (por supuesto) Moebius y, sobre todo, “Catálogo de novedades ACME” de Chris Ware, que si es la mitad de bueno de lo que se dice (y conociendo mi devoción por su “Jimmy Corrigan: el chico más listo del mundo”) bien podría haber ido a parar a los primeros puestos del ranking.
En fin. No me lío más. Aquí están, para quien pueda interesar, mis diez tebeos favoritos del 2009, en orden de creciente importancia:
10-Génesis
La titánica labor de adaptación del primer libro del Antiguo Testamento por parte del conocido artista underground Robert Crumb es todo un despliegue de inteligencia narrativa (a veces hacer lo fácil es muy difícil) y capacidad pictórica. Quizás no sea la lectura más trepidante del mundo (el material de partida impone sus limitaciones dramáticas), pero desde luego es la obra de un dibujante genial que aquí da el do de pecho.
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9-George Sprott 1894-1975
Mi primer acercamiento a la obra de Seth ha resultado ser toda una revelación. Con una propuesta formal de precisión milimétrica, el autor canadiense descompone la vida de un presentador de televisión en un caleidoscopio de narraciones paralelas no lineales para ofrecer una visión única de la vida y la muerte como un todo atemporal. ¿Suena ambicioso? Será porque lo es.
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8-Las calles de arena
Tras su deslumbrante “Arrugas” (Premio Nacional de Comic en 2008), Paco Roca se desliza hacia el terreno del surrealismo para ilustrar con maestría la rocambolesca odisea de un hombre perdido en un mundo onírico donde las obsesiones particulares dictan el día a día de sus habitantes. Un tebeo hermosamente dibujado, con un trasfondo perfectamente aplicable a las preocupaciones cotidianas del mundo moderno.
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7-Scalped
Magistralmente escrito por Jason Aaron e ilustrado número a número (salvo puntuales excepciones) por el sólido dibujante R. M. Guera, la historia de Dash “Caballo Terco” regresando a la reserva india donde se crió tiene todos los elementos para convertirse en una de las mejores series en la ya longeva trayectoria editorial del subsello Vertigo de DC Comics. Los tres tomos publicados a lo largo del pasado año han sido una absoluta delicia (y adictivos cual droga dura). Ojalá el listón se mantenga a ese nivel porque la cosa apunta muy, muy alto.
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6-Los muertos vivientes
El tebeo de zombis escrito por Robert Kirkman y dibujado por Charlie Adlard es posiblemente la serie regular norteamericana más unánimemente alabada de los últimos tiempos. No es para menos: personajes que calan hondo en el lector, situaciones de angustia y terror magníficamente resueltas, giros argumentales “desencajamandíbulas” y un efectivo grafismo en blanco y negro son algunas de las muchas virtudes de un comic que siempre le deja a uno con el corazón en un puño y la necesidad de que se publique cuanto antes el próximo recopilatorio.
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5-Pinocchio
Revisión en clave underground del cuento clásico de Collodi, el “Pinocchio” de Winshluss (pseudónimo bajo el que se esconde Vincent Paronnaud, co-director junto a Marjane Satrapi de la adaptación al cine de “Persépolis”) es todo un alarde de expresividad y virtuosismo narrativo. Violencia, sexo, miserias humanas, sátira social y mucho humor negro se dan la mano con un dibujo sencillamente brutal, capaz de combinar multitud de técnicas y estilos pictóricos sin renunciar a una identidad gráfica bien definida. Hasta la edición de La Cúpula es preciosa, carajo…
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4-El arte de volar
Para el abajo firmante, la obra de Altarriba y Kim no es sólo el tebeo patrio del año, sino posiblemente uno de los comics españoles más importantes de la década. Dibujado con una meticulosidad y claridad expositiva encomiables y guionizado con una sinceridad por momentos dolorosa, “El arte de volar” no se conforma con ser una historieta sobresaliente, sino que además supone un importante documento sobre la historia reciente de nuestro país y, más aún, sobre aquellos que la sufrieron.
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3-Ombligo sin fondo
Dash Shaw irrumpió en mi vida con este monumental “Ombligo sin fondo”, más de 700 páginas de interminable inventiva narrativa que se leen con una facilidad pasmosa (aunque luego haya que releer y releer hasta gastarse la vista, pues merece la pena descubrir el por qué de cada detalle gráfico y de cada recurso narrativo). Un tebeo complejo e infinitamente ambicioso que busca redefinir el lenguaje del comic empleando como telón de fondo argumental la decisión de divorciarse de una pareja que lleva 40 años casada y el impacto que esta sorprendente noticia causará en sus tres hijos.
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2-El gusto del cloro
La más dulce sorpresa viñetera del pasado año, pues no había reparado en él hasta que lo tuve entre las manos en la sección de tebeos de la FNAC. Allí mismo lo leí de un tirón, sin sentarme siquiera, para a continuación pasar por caja y volver a leerlo otra vez llegado a casa. Sensiblemente escrito, fantásticamente narrado y hermosamente dibujado y coloreado por Bastien Vives, “El gusto del cloro” es una contundente manifestación de pesimismo romántico envuelta en un sorprendente ejercicio narrativo. El descubrimiento de un jovencísimo autor que promete muchas alegrías para los amantes del Noveno Arte.
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1-All-Star Superman
El mejor tebeo de Superman de todos los tiempos (superior incluso a las narraciones escritas por Alan Moore) tiene la firma del lisérgico guionista Grant Morrison y del que un servidor considera, hoy por hoy, el mejor dibujante de super-héroes en activo: Frank Quitely. Morrison saca todo el partido posible a las convenciones del género y las convierte en piezas perfectamente engrasadas para el buen funcionamiento de la maquinaria épica. Quitely, por su parte, completa 12 números irrepetibles plagados de belleza, fluidez narrativa y sorprendentes hallazgos formales. Si el tebeo de super-héroes alguna vez aspiró a la plenitud sin la necesidad de disfrazarse de otra cosa, “All-Star Superman” es su más genuina cristalización.
(De todos modos, teniendo en cuenta que prácticamente nadie lee mis entradas sobre comics, tanto da lo que haga o deje de hacer al respecto…)
Si por algo se ha caracterizado el pasado año, al menos en lo que a mí respecta, es porque la cosecha tebeística ha sido absolutamente espectacular (o igual es que yo me he vuelto algo más selectivo a la hora de comprar tebeos... naaaaaa…). Como viene siendo habitual, para mi top ten he decidido contar sólo con aquellos comics que hayan sido editados por primera vez en nuestro país a lo largo del año en cuestión, pero no conviene olvidar que en el 2009 han aparecido en las tiendas las reediciones de “Epiléptico: la ascensión del gran mal”, “Peter Pan”, “Comanche”, “Los compañeros del crepúsculo”, “Los pasajeros del viento”, “Monster”, “JLA”, “Astro City”, “Dr. Slump”, “Astonishing X-Men” o “Los Invisibles”.
Además, por eso de que había que quedarse sólo con diez títulos, he tenido que dejar fuera de mi lista algunas lecturas tan destacadas como la esperada conclusión del “Bone” de Jeff Smith, “Invencible” de Robert Kirkman y Ryan Ottley, “Criminal” de Ed Brubaker y Sean Phillips, “Pluto” de Naoki Urasawa, “Hanzo: el camino del asesino” de Kazuo Koike y Goseki Kojima , el retorno del “Powers” de Bendis y Avon Oeming y dos obras de Frederik Peeters: “Paquidermo” y la antología de historias cortas “Dándole vueltas”.
Entre las novedades que lamento no haber podido leer todavía se encuentran “Una vida errante” de Yosihiro Tatsumi, “Inside Moebius” de (por supuesto) Moebius y, sobre todo, “Catálogo de novedades ACME” de Chris Ware, que si es la mitad de bueno de lo que se dice (y conociendo mi devoción por su “Jimmy Corrigan: el chico más listo del mundo”) bien podría haber ido a parar a los primeros puestos del ranking.
En fin. No me lío más. Aquí están, para quien pueda interesar, mis diez tebeos favoritos del 2009, en orden de creciente importancia:
10-Génesis
La titánica labor de adaptación del primer libro del Antiguo Testamento por parte del conocido artista underground Robert Crumb es todo un despliegue de inteligencia narrativa (a veces hacer lo fácil es muy difícil) y capacidad pictórica. Quizás no sea la lectura más trepidante del mundo (el material de partida impone sus limitaciones dramáticas), pero desde luego es la obra de un dibujante genial que aquí da el do de pecho.
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9-George Sprott 1894-1975
Mi primer acercamiento a la obra de Seth ha resultado ser toda una revelación. Con una propuesta formal de precisión milimétrica, el autor canadiense descompone la vida de un presentador de televisión en un caleidoscopio de narraciones paralelas no lineales para ofrecer una visión única de la vida y la muerte como un todo atemporal. ¿Suena ambicioso? Será porque lo es.
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8-Las calles de arena
Tras su deslumbrante “Arrugas” (Premio Nacional de Comic en 2008), Paco Roca se desliza hacia el terreno del surrealismo para ilustrar con maestría la rocambolesca odisea de un hombre perdido en un mundo onírico donde las obsesiones particulares dictan el día a día de sus habitantes. Un tebeo hermosamente dibujado, con un trasfondo perfectamente aplicable a las preocupaciones cotidianas del mundo moderno.
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7-Scalped
Magistralmente escrito por Jason Aaron e ilustrado número a número (salvo puntuales excepciones) por el sólido dibujante R. M. Guera, la historia de Dash “Caballo Terco” regresando a la reserva india donde se crió tiene todos los elementos para convertirse en una de las mejores series en la ya longeva trayectoria editorial del subsello Vertigo de DC Comics. Los tres tomos publicados a lo largo del pasado año han sido una absoluta delicia (y adictivos cual droga dura). Ojalá el listón se mantenga a ese nivel porque la cosa apunta muy, muy alto.
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6-Los muertos vivientes
El tebeo de zombis escrito por Robert Kirkman y dibujado por Charlie Adlard es posiblemente la serie regular norteamericana más unánimemente alabada de los últimos tiempos. No es para menos: personajes que calan hondo en el lector, situaciones de angustia y terror magníficamente resueltas, giros argumentales “desencajamandíbulas” y un efectivo grafismo en blanco y negro son algunas de las muchas virtudes de un comic que siempre le deja a uno con el corazón en un puño y la necesidad de que se publique cuanto antes el próximo recopilatorio.
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5-Pinocchio
Revisión en clave underground del cuento clásico de Collodi, el “Pinocchio” de Winshluss (pseudónimo bajo el que se esconde Vincent Paronnaud, co-director junto a Marjane Satrapi de la adaptación al cine de “Persépolis”) es todo un alarde de expresividad y virtuosismo narrativo. Violencia, sexo, miserias humanas, sátira social y mucho humor negro se dan la mano con un dibujo sencillamente brutal, capaz de combinar multitud de técnicas y estilos pictóricos sin renunciar a una identidad gráfica bien definida. Hasta la edición de La Cúpula es preciosa, carajo…
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4-El arte de volar
Para el abajo firmante, la obra de Altarriba y Kim no es sólo el tebeo patrio del año, sino posiblemente uno de los comics españoles más importantes de la década. Dibujado con una meticulosidad y claridad expositiva encomiables y guionizado con una sinceridad por momentos dolorosa, “El arte de volar” no se conforma con ser una historieta sobresaliente, sino que además supone un importante documento sobre la historia reciente de nuestro país y, más aún, sobre aquellos que la sufrieron.
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3-Ombligo sin fondo
Dash Shaw irrumpió en mi vida con este monumental “Ombligo sin fondo”, más de 700 páginas de interminable inventiva narrativa que se leen con una facilidad pasmosa (aunque luego haya que releer y releer hasta gastarse la vista, pues merece la pena descubrir el por qué de cada detalle gráfico y de cada recurso narrativo). Un tebeo complejo e infinitamente ambicioso que busca redefinir el lenguaje del comic empleando como telón de fondo argumental la decisión de divorciarse de una pareja que lleva 40 años casada y el impacto que esta sorprendente noticia causará en sus tres hijos.
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2-El gusto del cloro
La más dulce sorpresa viñetera del pasado año, pues no había reparado en él hasta que lo tuve entre las manos en la sección de tebeos de la FNAC. Allí mismo lo leí de un tirón, sin sentarme siquiera, para a continuación pasar por caja y volver a leerlo otra vez llegado a casa. Sensiblemente escrito, fantásticamente narrado y hermosamente dibujado y coloreado por Bastien Vives, “El gusto del cloro” es una contundente manifestación de pesimismo romántico envuelta en un sorprendente ejercicio narrativo. El descubrimiento de un jovencísimo autor que promete muchas alegrías para los amantes del Noveno Arte.
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1-All-Star Superman
El mejor tebeo de Superman de todos los tiempos (superior incluso a las narraciones escritas por Alan Moore) tiene la firma del lisérgico guionista Grant Morrison y del que un servidor considera, hoy por hoy, el mejor dibujante de super-héroes en activo: Frank Quitely. Morrison saca todo el partido posible a las convenciones del género y las convierte en piezas perfectamente engrasadas para el buen funcionamiento de la maquinaria épica. Quitely, por su parte, completa 12 números irrepetibles plagados de belleza, fluidez narrativa y sorprendentes hallazgos formales. Si el tebeo de super-héroes alguna vez aspiró a la plenitud sin la necesidad de disfrazarse de otra cosa, “All-Star Superman” es su más genuina cristalización.
lunes, marzo 08, 2010
Moviendo (por fin) un poco la cámara
Nueva entrega de mis trabajos para el máster de animación 3-D. Se trata de dos vídeos de un mismo escenario, modelado por un servidor en base a las directrices que nos dio el profesor (las texturas sí que son 100% mías).
El primer vídeo (pinchando en la imagen) tiene una iluminación de tarde (con el fantástico daylight de Max), un efecto de luces de neón y mi particular homenaje a la serie de "Los Soprano".
El segundo (de nuevo, en la imagen) también está iluminado con daylight pero en plan mañanero, con unos cuantos retoques para darle al vídeo el aspecto de una película de principios del siglo XX. Si uno se fija puede verse perfectamente el espacio entre polígonos parpadeando en la pared entre los segundos 9 y 11. Errare humanum est.
Los vídeos sólo duran unos segundos y la calidad de imagen no es demasiado buena, pero entre lo caro que está el render y que YouTube siempre hace de las suyas...
El primer vídeo (pinchando en la imagen) tiene una iluminación de tarde (con el fantástico daylight de Max), un efecto de luces de neón y mi particular homenaje a la serie de "Los Soprano".
El segundo (de nuevo, en la imagen) también está iluminado con daylight pero en plan mañanero, con unos cuantos retoques para darle al vídeo el aspecto de una película de principios del siglo XX. Si uno se fija puede verse perfectamente el espacio entre polígonos parpadeando en la pared entre los segundos 9 y 11. Errare humanum est.
Los vídeos sólo duran unos segundos y la calidad de imagen no es demasiado buena, pero entre lo caro que está el render y que YouTube siempre hace de las suyas...
Oscars 2010
La Bigelow arrasa; Reitman y Blomkamp se van de vacío (Tarantino casi casi); Cameron se conforma con la pedrea; Campanella se alza con la estatuilla a la mejor película de habla no inglesa; "La dama y la muerte" se queda sin premio (¡lástima!) y Sandra Bullock es la mejor actriz del año. Ya, claro.
Más info, aquí.
Y yo he acertado sólo 9 en mi quiniela...
domingo, marzo 07, 2010
Mi quiniela para los Oscars 2010
Desde que empecé a escribir este blog, todos los años he realizado mi particular predicción para los premios de la Academia de Cine de Hollywood y este año no iba a ser una excepción. Creo que la presente edición manifiesta un nivel de calidad bajísimo y reconozco que salvo en el caso de “Up”, ninguna de las diez (¡diez!) nominadas a mejor película me parece a la altura de muchas de las ganadoras de ediciones anteriores. Pienso (sin irme a clásicos con más de 25 años a sus espaldas) en “La lista de Schindler”, “Sin perdón”, “Million dollar baby” o “El retorno del Rey” e incluso en no ganadoras como “Mystic River”, “Salvar al soldado Ryan”, “There will be blood”, “L.A. Confidential” o “El curioso caso de Benjamin Button” y comprendo que la cosecha de 2009 no ha sido especialmente afortunada. Por otro lado, creo que este año hay algunas grandes olvidadas que hubieran merecido mención. Me refiero principalmente a “Donde viven los monstruos”, “(500) days of Summer” (que me parece una comedia mucho más divertida y también más profunda y sincera que, por ejemplo, “Up in the air”) y “Déjame entrar”, que bien podría haber rebañado una nominación como película de habla no inglesa (aunque habría que ver en qué año se estrenó en los USA; reconozco que estoy hablando un poco por hablar).
En fin.
Como no suelo acertar mucho, asumo que esta quiniela es más por pasar el rato y hablar de cine que por creer realmente que vaya a tener alguna correspondencia con el palmarés real. Sea como fuere, ahí va:
- Mejor película: creo que se lo llevará “Avatar” de James Cameron (por su empujón económico a una industria de capa caída, por su entusiasta recepción por gran parte del público y porque así se aseguran, aún más, la buena acogida de una ya muy esperada secuela que pueda volver a batir records en taquilla). Y además porque es una buena peli, qué cojones. De todos modos, ninguna de las nominadas que he visto le hace sombra a “Up” :(
- Mejor dirección: Kathryn Bigelow por “En tierra hostil”, porque Cameron ya tuvo el suyo por “Titanic” y para decir eso de “la primera mujer que bla bla bla”.
- Mejor actor principal: no he visto qué tal lo hace Jeff Bridges en “Crazy Heart”, pero probablemente se lo den a él por eso de compensar injusticias pasadas.
- Mejor actriz principal: me voy a arriesgar y voy a decir Carey Mulligan por “An education”, básicamente porque no he visto la actuación de ninguna de las nominadas pero me niego a creer que Sandra Bullock vaya a tener la cuarta parte de Oscars que Katherine Hepburn o la mitad que Meryl Streep (siempre y cuando ésta no se lleve otro para casa en la presente edición… naaaaaaaaa…)
- Mejor actor de reparto: Christoph Waltz por “Malditos bastardos”. Fijo.
- Mejor actriz de reparto: Mo’nique, por “Precious”. Así la película de Lee Edwards no se irá de vacío.
- Mejor película de animación: ¿hace falta preguntarlo? “Uuuuuuuuuuuuuuuup”!!!!
- Mejor guión original: yo diría que aquí “Up” también debería tener su justo reconocimiento, pero sospecho que se lo darán a Tarantino y sus bastardos. A ver si al menos el amigo Quentin hace un discurso cachondo.
- Mejor guión adaptado: me gustaría ver a Nick Hornby (“An education”) recogiendo la estatuilla, pero sólo porque le tengo mucho cariño a su “Alta fidelidad” (tanto a la novela como a la película).
- Mejor banda sonora original: “Up” de Michael Giacchino. Se lo merece muy mucho. Sería todo un insulto que se lo llevase James Horner por “Avatar”, pero cosas más extrañas se han visto en los Oscars (y al vergonzoso descalabro del año pasado me remito).
- Mejor fotografía: “La cinta blanca”. No tengo ninguna duda.
- Mejor edición: yo por mí se lo daba a “Distrito 9”, que es un prodigio de ritmo, pero supongo que querrán engordar el palmarés de “En tierra hostil” y esta categoría no me parece nada descabellada para tal fin. De hecho, la película tiene un montaje fabuloso.
- Mejores efectos especiales: aquí no hay muchas opciones reales. Será “Avatar” o “Avatar”.
- Mejor edición de sonido: “Avatar”.
- Mejor mezcla de sonido: “Avatar”.
- Mejor canción original: una de “Tiana y el sapo”, preferiblemente “Down in New Orleans”. Lo que no sé es por qué no han nominado, de la misma película, “Friends on the other side”, que mola muchísimo más.
- Mejor dirección artística: “Avatar” one more time.
- Mejor vestuario: “Coco, la leyenda de Channel”. Un poco obvio, ¿no?
- Mejor maquillaje: de las nominadas sólo he visto “Star Trek”, pero sospecho (no sé por qué) que se lo llevará “Il Divo”.
- Mejor película de habla no inglesa: la categoría con más calidad de esta edición y también una de las más difíciles de pronosticar. Me alegraría mucho que se lo llevasen “El secreto de sus ojos” o “Un profeta”, aunque “La cinta blanca” tampoco me parece una mala opción. Si me tengo que mojar digo la francesa.
- Mejor documental: ni repajolera. A boleo: “Burma VJ”, porque me gusta el título.
- Mejor cortometraje documental: otro tanto de lo mismo. El I-Ching me ha dicho que “Rabbit à la Berlin”. Pues vale.
- Mejor cortometraje: “Miracle Fish”. Hala.
- Mejor cortometraje de animación: aquí sí que puedo hablar con conocimiento de causa. Me quedo con “La dama y la muerte”, pero no porque sea la aspirante española sino porque realmente creo que se lo merece.
En fin.
Como no suelo acertar mucho, asumo que esta quiniela es más por pasar el rato y hablar de cine que por creer realmente que vaya a tener alguna correspondencia con el palmarés real. Sea como fuere, ahí va:
- Mejor película: creo que se lo llevará “Avatar” de James Cameron (por su empujón económico a una industria de capa caída, por su entusiasta recepción por gran parte del público y porque así se aseguran, aún más, la buena acogida de una ya muy esperada secuela que pueda volver a batir records en taquilla). Y además porque es una buena peli, qué cojones. De todos modos, ninguna de las nominadas que he visto le hace sombra a “Up” :(
- Mejor dirección: Kathryn Bigelow por “En tierra hostil”, porque Cameron ya tuvo el suyo por “Titanic” y para decir eso de “la primera mujer que bla bla bla”.
- Mejor actor principal: no he visto qué tal lo hace Jeff Bridges en “Crazy Heart”, pero probablemente se lo den a él por eso de compensar injusticias pasadas.
- Mejor actriz principal: me voy a arriesgar y voy a decir Carey Mulligan por “An education”, básicamente porque no he visto la actuación de ninguna de las nominadas pero me niego a creer que Sandra Bullock vaya a tener la cuarta parte de Oscars que Katherine Hepburn o la mitad que Meryl Streep (siempre y cuando ésta no se lleve otro para casa en la presente edición… naaaaaaaaa…)
- Mejor actor de reparto: Christoph Waltz por “Malditos bastardos”. Fijo.
- Mejor actriz de reparto: Mo’nique, por “Precious”. Así la película de Lee Edwards no se irá de vacío.
- Mejor película de animación: ¿hace falta preguntarlo? “Uuuuuuuuuuuuuuuup”!!!!
- Mejor guión original: yo diría que aquí “Up” también debería tener su justo reconocimiento, pero sospecho que se lo darán a Tarantino y sus bastardos. A ver si al menos el amigo Quentin hace un discurso cachondo.
- Mejor guión adaptado: me gustaría ver a Nick Hornby (“An education”) recogiendo la estatuilla, pero sólo porque le tengo mucho cariño a su “Alta fidelidad” (tanto a la novela como a la película).
- Mejor banda sonora original: “Up” de Michael Giacchino. Se lo merece muy mucho. Sería todo un insulto que se lo llevase James Horner por “Avatar”, pero cosas más extrañas se han visto en los Oscars (y al vergonzoso descalabro del año pasado me remito).
- Mejor fotografía: “La cinta blanca”. No tengo ninguna duda.
- Mejor edición: yo por mí se lo daba a “Distrito 9”, que es un prodigio de ritmo, pero supongo que querrán engordar el palmarés de “En tierra hostil” y esta categoría no me parece nada descabellada para tal fin. De hecho, la película tiene un montaje fabuloso.
- Mejores efectos especiales: aquí no hay muchas opciones reales. Será “Avatar” o “Avatar”.
- Mejor edición de sonido: “Avatar”.
- Mejor mezcla de sonido: “Avatar”.
- Mejor canción original: una de “Tiana y el sapo”, preferiblemente “Down in New Orleans”. Lo que no sé es por qué no han nominado, de la misma película, “Friends on the other side”, que mola muchísimo más.
- Mejor dirección artística: “Avatar” one more time.
- Mejor vestuario: “Coco, la leyenda de Channel”. Un poco obvio, ¿no?
- Mejor maquillaje: de las nominadas sólo he visto “Star Trek”, pero sospecho (no sé por qué) que se lo llevará “Il Divo”.
- Mejor película de habla no inglesa: la categoría con más calidad de esta edición y también una de las más difíciles de pronosticar. Me alegraría mucho que se lo llevasen “El secreto de sus ojos” o “Un profeta”, aunque “La cinta blanca” tampoco me parece una mala opción. Si me tengo que mojar digo la francesa.
- Mejor documental: ni repajolera. A boleo: “Burma VJ”, porque me gusta el título.
- Mejor cortometraje documental: otro tanto de lo mismo. El I-Ching me ha dicho que “Rabbit à la Berlin”. Pues vale.
- Mejor cortometraje: “Miracle Fish”. Hala.
- Mejor cortometraje de animación: aquí sí que puedo hablar con conocimiento de causa. Me quedo con “La dama y la muerte”, pero no porque sea la aspirante española sino porque realmente creo que se lo merece.
sábado, marzo 06, 2010
...pero ayuda
(…)
(Don’t have to be) A big bucks Hollywood star
(Don’t have to drive) A super car to get far
(Don’t have to live) A life of power and wealth
(Don’t have to be) Beautiful but it helps
(Don’t have to buy) A house in Beverly Hills
(Don’t have to have) Your daddy paying the bills
(Don’t have to live) A life of power and wealth
(Don’t have to be) Beautiful but it helps
You need more
Than a big blank check to be a lover, or
A Gulfstream to fly you door to door
Somewhere chic on another shore
You need more You need more You need more
You need more You need more You need more
You need love
(…)
[Habitantes de Madrid: si paseando por la Plaza de la Luna veis a un payaso convulsionándose de forma estúpida con los auriculares clavados en las orejas no llaméis a una ambulancia ni a un psiquiátrico. Tan sólo soy yo, intentando impedir que mi cuerpo se arranque a bailar al ritmo de “Pandemonium Live”, el reciente álbum en directo de los Pet Shop Boys que recoge su actuación en el O2 Arena de Londres el pasado 12 de diciembre. Hasta hace bien poco yo los tenía por la versión anglófona de nuestros Camela, pero este disco en vivo ha venido a dinamitar todos mis prejuicios hacia ellos. Es una pena que no haya buenos vídeos de esta gira circulando por internet, porque la diferencia respecto a las versiones de estudio me parece importante. Los versos de ahí arriba pertenecen a “Love Etc.”, uno de los singles de su último disco de estudio, “Yes”.]
(Don’t have to be) A big bucks Hollywood star
(Don’t have to drive) A super car to get far
(Don’t have to live) A life of power and wealth
(Don’t have to be) Beautiful but it helps
(Don’t have to buy) A house in Beverly Hills
(Don’t have to have) Your daddy paying the bills
(Don’t have to live) A life of power and wealth
(Don’t have to be) Beautiful but it helps
You need more
Than a big blank check to be a lover, or
A Gulfstream to fly you door to door
Somewhere chic on another shore
You need more You need more You need more
You need more You need more You need more
You need love
(…)
[Habitantes de Madrid: si paseando por la Plaza de la Luna veis a un payaso convulsionándose de forma estúpida con los auriculares clavados en las orejas no llaméis a una ambulancia ni a un psiquiátrico. Tan sólo soy yo, intentando impedir que mi cuerpo se arranque a bailar al ritmo de “Pandemonium Live”, el reciente álbum en directo de los Pet Shop Boys que recoge su actuación en el O2 Arena de Londres el pasado 12 de diciembre. Hasta hace bien poco yo los tenía por la versión anglófona de nuestros Camela, pero este disco en vivo ha venido a dinamitar todos mis prejuicios hacia ellos. Es una pena que no haya buenos vídeos de esta gira circulando por internet, porque la diferencia respecto a las versiones de estudio me parece importante. Los versos de ahí arriba pertenecen a “Love Etc.”, uno de los singles de su último disco de estudio, “Yes”.]
Y vio Crumb que era bueno
Seguro que habréis visto, tal vez en televisión o quizás en algún supermercado, un producto destinado a niños muy pequeños llamado algo así como “Mi primer yogur”. En su nombre parece estar claramente implícito el hecho de que, dada la cultura gastronómica de nuestra sociedad, ése será el primero de muchos yogures que una persona tomará hasta el día en que se muera. Porque los yogures son algo que está presente en nuestras neveras día tras día y que forma parte de la vida de todos nosotros. ¿Quién no ha tomado un yogur alguna vez?
Algo parecido me sucede a mí con algunos dibujantes de comic: una vez los pruebo, parece claro que ya no me despegaré de ellos durante el resto de mi vida lectora. Esta semana le llegó el turno a “mi primer Crumb”.
Aunque me avergüence un poco admitirlo, nunca había leído un comic dibujado por Robert Crumb. Claro que había oído hablar y leído sobre él infinidad de veces, pero nunca había dado el paso siguiente, quizás por prejuicios (cuando era un lector más pijamero e inexperto), quizás por disponibilidad económica (después, cuando ya compraba tantos comics al mes que ni me planteaba seguir expandiendo horizontes por miedo a mi propia ruina) o, muy probablemente, por no tener ni idea de por dónde abordar la obra de tan particular autor. Eso cambió con la publicación, hace unos meses, de su “Génesis” por parte de La Cúpula. Tal fue su repercusión en el mundillo viñetero que un servidor se dijo: “ésta es la mía”.
Pese a no ser una persona creyente, desde niño me han atraído las religiones. Por cuestiones culturales, la más presente en mi educación ha sido desde siempre la tradición judeocristiana (servidor fue, de hecho, alumno en una escuela dirigida por monjas), pero desde pasada la pubertad no he tenido por más válidas las unas que las otras, resultándome todas ellas interesantes (y éticamente discutibles) por igual. Es por eso que este “Génesis” de Crumb me parece una lectura fascinante tanto por sus méritos estrictamente tebeísticos como por la temática que aborda.
En él, el laureado pope del underground se pliega absolutamente ante el material a retratar y se abstiene de hacer reinterpretaciones argumentales del libro (supuestamente) inspirado por Dios. Manteniéndose asombrosamente fiel al(los) texto(s) original(es) (son muy interesantes las explicaciones incluidas al respecto en el prólogo y los apéndices del tomo), Crumb se limita a narrar de la forma más clara y fluida posible los acontecimientos contenidos en el Génesis bíblico, dejando a un lado cualquier afán de protagonismo propio de un artista de su prestigio.
Inevitablemente, el hecho de sumar a las palabras de la fuente literaria un ingente contenido en imágenes implica cierta interferencia autoral, pero tampoco Crumb parece pretender lo contrario: este “Génesis” no aspira a ser una obra de consulta religiosa ni un tratado histórico veraz (nada más lejos de la mitología judeocristiana, claro), sino simplemente un volcado a viñetas del primer libro del Antiguo Testamento, ilustrado por un dibujante tan meticuloso como narrativamente capacitado para tales labores.
Poco hay que añadir sobre el buen hacer gráfico de Crumb que no hayan dicho ya muchos otros estudiosos del Noveno Arte: aquí su trazo luce imbatible, con una potencia visual y una expresividad en sus personajes que no deja de provocarme una rendida admiración. También el incalculable esfuerzo de ambientación o de diferenciación fisonómica merece todo tipo de alabanzas.
Con todo, quizás lo más llamativo del duro trabajo llevado a cabo por Crumb no sea tanto el ilustrativo (que, reincido, es de sobresaliente) como la impronta de un ritmo de lectura ágil y ameno a un material de partida tan denso y farragoso como son las escrituras sagradas. Fragmentos que se me atragantaron en su momento (hace años, cuando me propuse infructuosamente leer la Biblia de forma ordenada y rigurosa) respiran aquí una frescura y un dinamismo que jamás hubiera podido imaginarme a priori. Crumb hace fácil algo que parecía a todas luces imposible y lo hace además con una sencilla estructura de tres tiras de viñetas por página (un canon clásico) y sin marear la perdiz con ambiciosas soluciones narrativas (que quizás le vengan que ni pintadas a obras de otro talante y pretensiones, pero que aquí no hubiesen conseguido sino entorpecer la ya de por sí intrincada sucesión de acontecimientos). No es este “Génesis” un tebeo con vocación experimental, sino más bien la plasmación de un saber hacer narrativo cultivado a lo largo de los años que permite al autor reducir lo superfluo a la mínima expresión, logrando, ante todo, una total eficiencia expositiva.
Por supuesto, el interés que este tebeo pueda despertar en unos y otros lectores dependerá en gran medida de la mayor o menor atracción que éstos sientan por la historia sagrada, por lo que antes de afrontar su lectura uno debe estar sobre aviso: el “Génesis” de Crumb, por mucho Crumb que luzca en la portada y el lomo del libro, sigue siendo el “Génesis”.
Por mí, estupendo.
(Ahora, claro, toca lanzarme de cabeza a por esas “Obras completas” que La Cúpula edita desde hace un tiempo seleccionando por temática y contenidos los trabajos más representativos de Robert Crumb. Al igual que hice aquella vez hace años con la Biblia, empezaré por el principio y de forma rigurosa. Próxima parada: “Obras completas 1: Mis problemas con las mujeres”.)
Algo parecido me sucede a mí con algunos dibujantes de comic: una vez los pruebo, parece claro que ya no me despegaré de ellos durante el resto de mi vida lectora. Esta semana le llegó el turno a “mi primer Crumb”.
Aunque me avergüence un poco admitirlo, nunca había leído un comic dibujado por Robert Crumb. Claro que había oído hablar y leído sobre él infinidad de veces, pero nunca había dado el paso siguiente, quizás por prejuicios (cuando era un lector más pijamero e inexperto), quizás por disponibilidad económica (después, cuando ya compraba tantos comics al mes que ni me planteaba seguir expandiendo horizontes por miedo a mi propia ruina) o, muy probablemente, por no tener ni idea de por dónde abordar la obra de tan particular autor. Eso cambió con la publicación, hace unos meses, de su “Génesis” por parte de La Cúpula. Tal fue su repercusión en el mundillo viñetero que un servidor se dijo: “ésta es la mía”.
Pese a no ser una persona creyente, desde niño me han atraído las religiones. Por cuestiones culturales, la más presente en mi educación ha sido desde siempre la tradición judeocristiana (servidor fue, de hecho, alumno en una escuela dirigida por monjas), pero desde pasada la pubertad no he tenido por más válidas las unas que las otras, resultándome todas ellas interesantes (y éticamente discutibles) por igual. Es por eso que este “Génesis” de Crumb me parece una lectura fascinante tanto por sus méritos estrictamente tebeísticos como por la temática que aborda.
En él, el laureado pope del underground se pliega absolutamente ante el material a retratar y se abstiene de hacer reinterpretaciones argumentales del libro (supuestamente) inspirado por Dios. Manteniéndose asombrosamente fiel al(los) texto(s) original(es) (son muy interesantes las explicaciones incluidas al respecto en el prólogo y los apéndices del tomo), Crumb se limita a narrar de la forma más clara y fluida posible los acontecimientos contenidos en el Génesis bíblico, dejando a un lado cualquier afán de protagonismo propio de un artista de su prestigio.
Inevitablemente, el hecho de sumar a las palabras de la fuente literaria un ingente contenido en imágenes implica cierta interferencia autoral, pero tampoco Crumb parece pretender lo contrario: este “Génesis” no aspira a ser una obra de consulta religiosa ni un tratado histórico veraz (nada más lejos de la mitología judeocristiana, claro), sino simplemente un volcado a viñetas del primer libro del Antiguo Testamento, ilustrado por un dibujante tan meticuloso como narrativamente capacitado para tales labores.
Poco hay que añadir sobre el buen hacer gráfico de Crumb que no hayan dicho ya muchos otros estudiosos del Noveno Arte: aquí su trazo luce imbatible, con una potencia visual y una expresividad en sus personajes que no deja de provocarme una rendida admiración. También el incalculable esfuerzo de ambientación o de diferenciación fisonómica merece todo tipo de alabanzas.
Con todo, quizás lo más llamativo del duro trabajo llevado a cabo por Crumb no sea tanto el ilustrativo (que, reincido, es de sobresaliente) como la impronta de un ritmo de lectura ágil y ameno a un material de partida tan denso y farragoso como son las escrituras sagradas. Fragmentos que se me atragantaron en su momento (hace años, cuando me propuse infructuosamente leer la Biblia de forma ordenada y rigurosa) respiran aquí una frescura y un dinamismo que jamás hubiera podido imaginarme a priori. Crumb hace fácil algo que parecía a todas luces imposible y lo hace además con una sencilla estructura de tres tiras de viñetas por página (un canon clásico) y sin marear la perdiz con ambiciosas soluciones narrativas (que quizás le vengan que ni pintadas a obras de otro talante y pretensiones, pero que aquí no hubiesen conseguido sino entorpecer la ya de por sí intrincada sucesión de acontecimientos). No es este “Génesis” un tebeo con vocación experimental, sino más bien la plasmación de un saber hacer narrativo cultivado a lo largo de los años que permite al autor reducir lo superfluo a la mínima expresión, logrando, ante todo, una total eficiencia expositiva.
Por supuesto, el interés que este tebeo pueda despertar en unos y otros lectores dependerá en gran medida de la mayor o menor atracción que éstos sientan por la historia sagrada, por lo que antes de afrontar su lectura uno debe estar sobre aviso: el “Génesis” de Crumb, por mucho Crumb que luzca en la portada y el lomo del libro, sigue siendo el “Génesis”.
Por mí, estupendo.
(Ahora, claro, toca lanzarme de cabeza a por esas “Obras completas” que La Cúpula edita desde hace un tiempo seleccionando por temática y contenidos los trabajos más representativos de Robert Crumb. Al igual que hice aquella vez hace años con la Biblia, empezaré por el principio y de forma rigurosa. Próxima parada: “Obras completas 1: Mis problemas con las mujeres”.)
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