El pasado viernes, después de vérnoslas y deseárnoslas para sacarle partido al nuevo tramo de “autovía sin peajes” (valiente perogrullada) que acaba de inaugurarse en el trayecto Santiago-Ourense, la AG-53, mi padre y yo, en comandita cual miembros de la familia Hamilton, acudimos a la entrega de premios del concurso GZCrea 2007, que tenía lugar en la Casa da Xuventude de Ourense.
Allí había más prensa que invitados, y como Brais Rodríguez no pudo acudir por motivos de trabajo, fui el único de los premiados que estaba presente en la ceremonia (además de un par de representantes del colectivo Polaquia, que recibía un galardón especial por parte del Ayuntamiento ourensano).
Lo mejor, supongo, fue ver publicado el álbum de ganadores y finalistas (en una edición bastante más cuidada que la del año anterior, siendo en este caso las chapuzas de brillo y color totalmente culpa mía, y no de la imprenta) en el que aparece mi historia “Teo vai ó inferno”, compartiendo protagonismo con las del citado Brais Rodríguez (“A casa de mamá”) y las de Laura Velasco Vázquez (“Crebacabezas”) y Alba María González López (“Depresión”), ambas finalistas y ambas estudiantes de Bellas Artes en la Universidad de Vigo (por lo que igual hasta las conozco de vista sin saberlo). El libro está bastante chulo, y supongo que de aquí a poco será relativamente fácil de encontrar en las librerías especializadas de toda la comunidad autónoma (o igual no, que a saber qué canales de distribución siguen estas publicaciones…)
Ahora bien; cuando alguien de la prensa me dice “háblenos de su obra”, la única cara que soy capaz de poner es la de un sietemesino sin destetar, con dos ideas surfeando en paralelo por mis enlaces sinápticos:
1) ¿Mi obra? ¿Qué obra? ¿Tengo una obra? Ah, ¿esto? ¿Los dibujillos que están en la pared?
2) “Mi obra… mi obra…” ¿y yo qué coño digo ahora? ¿Debería adoptar la pose de autor pagado de sí mismo y soltar un “trata del miedo al no-retorno como concepto definitorio de la naturaleza humana, y de la yuxtaposición del hombre moderno con su lado instintivo en un mundo en constante transubstanciación…”; o en una entrevista a la prensa es de recibo decir algo como “me apetecía dibujar animales zombis y luego me inventé el resto para que no pareciera una estupidez”?
Pero bueno, creo que al final dije algo remotamente coherente y nadie se dio cuenta de que aquella era la primera vez que alguien me pedía explicaciones acerca de por qué dibujo lo que dibujo (y no bodegones), y de si quiero decir algo o no con mi trabajo (“mi trabajo” también suena increíblemente snob, ¿no?)… y mejor aún, nadie se dio cuenta, tampoco, de que ni por asomo conozco la respuesta a esas preguntas.
Enlace a la noticia, por cierto, aquí. La conclusión más obvia es que tengo que cortarme el pelo...
domingo, octubre 21, 2007
I love you but...
“(...)
Squeeze the tubes and empty bottles
take a bow take a bow take a bow
it's what you feel now
what you ought to
what you ought to
an elephant thats in the room is
tumbling tumbling tumbling
in duplicate and duplicate
plastic bags and
duplicate and triplicate
dead from the neck up
guess im stuffed, stuffed, stuffed
we thought you had it in you
but no, no, no
exactly where do you get off
Is enough is enough is enough
I love you but enough is enough, enough
a last stop
There's no real reason
(...)”
(Tras varios días escuchando el nuevo disco de Radiohead, “In Rainbows”, me quedo con este tema, titulado “Faust Arp”, que posee una excelente instrumentación de cuerdas y pone de manifiesto el lado más sensible del grupo británico que capitanea Thom Yorke. En conjunto, se trata de un CD “rarito rarito”. Aunque claro, viniendo de Radiohead cualquier otra opción resultaría totalmente decepcionante. Sospecho que aún tengo que sacarle mucho más jugo en sucesivas escuchas… Si llega a convertirse en uno de mis discos favoritos de la banda, o no, está por verse. Aunque dudo mucho que consiga destronar a “OK Computer”...)
Squeeze the tubes and empty bottles
take a bow take a bow take a bow
it's what you feel now
what you ought to
what you ought to
an elephant thats in the room is
tumbling tumbling tumbling
in duplicate and duplicate
plastic bags and
duplicate and triplicate
dead from the neck up
guess im stuffed, stuffed, stuffed
we thought you had it in you
but no, no, no
exactly where do you get off
Is enough is enough is enough
I love you but enough is enough, enough
a last stop
There's no real reason
(...)”
(Tras varios días escuchando el nuevo disco de Radiohead, “In Rainbows”, me quedo con este tema, titulado “Faust Arp”, que posee una excelente instrumentación de cuerdas y pone de manifiesto el lado más sensible del grupo británico que capitanea Thom Yorke. En conjunto, se trata de un CD “rarito rarito”. Aunque claro, viniendo de Radiohead cualquier otra opción resultaría totalmente decepcionante. Sospecho que aún tengo que sacarle mucho más jugo en sucesivas escuchas… Si llega a convertirse en uno de mis discos favoritos de la banda, o no, está por verse. Aunque dudo mucho que consiga destronar a “OK Computer”...)
Death Note
“Death Note” (Tsugumi Ohba y Takeshi Obata) es droga dura para otakus.
Hace tan sólo unos días, elduende nos regalaba sus apreciaciones sobre esta serie de 12 tomos, y desde aquí no puedo más que suscribir todas y cada una de ellas. Desde un buen principio, “Death Note” engancha cosa mala, y aunque se aprecia un pequeño bajón a la altura del cuarto tomo (en la intensidad de la trama, que no en el dibujo, que resulta siempre magnífico), luego la cosa se estabiliza y, a partir del séptimo, recupera un nivel que ya no se pierde hasta el final. Un final, además, del que debieran aprender todos los mangakas en activo, porque lejos de ser la típica paja mental japo (véase “Akira”, “Evangelion” o “Monster”), resulta brillante y al mismo tiempo 100% comprensible, y totalmente acorde con los derroteros que la trama venía siguiendo hasta entonces.
Para los que no gusten de las viñetas (o le tengan manía al sentido de lectura oriental), también existe una adaptación al anime que no he tenido la suerte de ver pero, según me comenta mi experto asesor en la materia, es igualmente recomendable.
Vamos, que venga en el envoltorio en que venga, “Death Note” es una serie que conviene no perderse…
Hace tan sólo unos días, elduende nos regalaba sus apreciaciones sobre esta serie de 12 tomos, y desde aquí no puedo más que suscribir todas y cada una de ellas. Desde un buen principio, “Death Note” engancha cosa mala, y aunque se aprecia un pequeño bajón a la altura del cuarto tomo (en la intensidad de la trama, que no en el dibujo, que resulta siempre magnífico), luego la cosa se estabiliza y, a partir del séptimo, recupera un nivel que ya no se pierde hasta el final. Un final, además, del que debieran aprender todos los mangakas en activo, porque lejos de ser la típica paja mental japo (véase “Akira”, “Evangelion” o “Monster”), resulta brillante y al mismo tiempo 100% comprensible, y totalmente acorde con los derroteros que la trama venía siguiendo hasta entonces.
Para los que no gusten de las viñetas (o le tengan manía al sentido de lectura oriental), también existe una adaptación al anime que no he tenido la suerte de ver pero, según me comenta mi experto asesor en la materia, es igualmente recomendable.
Vamos, que venga en el envoltorio en que venga, “Death Note” es una serie que conviene no perderse…
jueves, octubre 18, 2007
"Un, dos, tres: toca la pared..."
Por norma general, el cine español suele provocarme el involuntario gesto de bostezar. Hay excepciones, claro, pero son las menos.
“El orfanato”, por el contrario, me ha gustado. Me ha gustado mucho. Engancha, está bien interpretada (espléndidas Belén Rueda y Geraldine Chaplin), mejor dirigida y da mal rollo, que es de lo que va esto del cine de terror. Vamos, que es una buena película, independientemente de su procedencia, y da lo que promete.
Es verdad que recuerda poderosamente a muchos otros films, y tiene todos aquellos elementos en que se articula el género vistos una y mil veces (caserones encantados, niños que dan mal yuyu, crímenes ocultos durante años, desapariciones misteriosas, detectives de lo paranormal…), pero como están bien utilizados, no sólo se le perdona, sino que se le agradece. Además, donde normalmente la cagan la mayoría de pelis de terror, en el final, es donde tiene uno de sus mayores aciertos, porque en vez de cargar las tintas en la explicación del fenómeno paranormal (algo demasiado obvio en los tiempos que corren), se la juega en lo emocional, y ahí es donde agarra al espectador y lo deja clavado a la butaca. Bueno, al menos a mí.
Y, por si fuera poco, tiene una escena de las de cagarse de miedito de verdad (y al título de la entrada me remito), que además está rodada con un tino y una inteligencia impropias de una ópera prima.
Ahora bien, el Oscar ni olerlo…
“El orfanato”, por el contrario, me ha gustado. Me ha gustado mucho. Engancha, está bien interpretada (espléndidas Belén Rueda y Geraldine Chaplin), mejor dirigida y da mal rollo, que es de lo que va esto del cine de terror. Vamos, que es una buena película, independientemente de su procedencia, y da lo que promete.
Es verdad que recuerda poderosamente a muchos otros films, y tiene todos aquellos elementos en que se articula el género vistos una y mil veces (caserones encantados, niños que dan mal yuyu, crímenes ocultos durante años, desapariciones misteriosas, detectives de lo paranormal…), pero como están bien utilizados, no sólo se le perdona, sino que se le agradece. Además, donde normalmente la cagan la mayoría de pelis de terror, en el final, es donde tiene uno de sus mayores aciertos, porque en vez de cargar las tintas en la explicación del fenómeno paranormal (algo demasiado obvio en los tiempos que corren), se la juega en lo emocional, y ahí es donde agarra al espectador y lo deja clavado a la butaca. Bueno, al menos a mí.
Y, por si fuera poco, tiene una escena de las de cagarse de miedito de verdad (y al título de la entrada me remito), que además está rodada con un tino y una inteligencia impropias de una ópera prima.
Ahora bien, el Oscar ni olerlo…
Dividido
Leo en la prensa que Bertrand Cantat, líder del grupo de rock francés Noir Desir, ha salido de prisión después de cumplir cuatro años de condena por el homicidio de su entonces pareja, la actriz Marie Trintignant. Cuatro años, se mire por donde se mire, son muy pocos para un tipo que mató de una paliza a su chica. Alegan los jueces que su comportamiento en prisión fue modélico, y que por ello rebajan la condena, que inicialmente era de ocho años.
La situación me resulta vergonzosa, pero lo que más me duele, lo que me divide, es lo mucho que me gusta la música de Cantat. Noir Desir fue mi grupo de cabecera durante la temporada que pasé en Francia. Estuve meses fascinado con su disco “En public 2005”, y no pasa más de una semana sin que me apetezca escuchar alguno de sus mejores temas, como “À ton étoile” o “Le vent nous porterá”.
La situación me resulta vergonzosa, pero lo que más me duele, lo que me divide, es lo mucho que me gusta la música de Cantat. Noir Desir fue mi grupo de cabecera durante la temporada que pasé en Francia. Estuve meses fascinado con su disco “En public 2005”, y no pasa más de una semana sin que me apetezca escuchar alguno de sus mejores temas, como “À ton étoile” o “Le vent nous porterá”.
Si mañana se anuncia que Noir Desir vuelve a los escenarios, ¿qué haré?
Mi sentido común me dice que es preciso separar al artista de la persona, que la moralidad de una canción, de un libro, de un cuadro, no está reñida con la (in)moralidad de su autor. Probablemente Mick Jagger no sea un santo; se decía que Freddy Mercury era un vicioso que “rompía cacas” a menores, Tailandia arriba, Tailandia abajo; Marlon Brando era un cabrón engreído y pasado de vueltas y Quentin Tarantino estuvo acusado de maltratar a su “ex”, Mira Sorvino.
Si Alan Moore fuese una mala persona, ¿cambiaría eso mi opinión sobre “Watchmen”?. Si resultase que Borges era un hijoputa rijoso, ¿dejaría “El Aleph” de ser uno de mis cuentos favoritos? El mundo está lleno a rebosar de malas personas que hacen buena música, buena literatura, buen cine, buenos comics…
Pero mi corazón me dice que si compro una entrada para un concierto y un billete de avión, alquilo un hostal, pago un taxi hasta el recinto, me compro una camiseta de la banda y me paso dos horas y media coreando las canciones que compuso este señor, codo con codo con él y con todos los demás que lo han “perdonado” porque admiran su música: ¿no estaré, yo también, celebrando la libertad de un asesino?
sábado, octubre 13, 2007
Surfin' the net
Lo bueno de internet es que en él/ella/ello te puedes encontrar cosas tan interesantes como:
- El nuevo spaggeti western de Takashi Miike (sí, creéroslo... y ojo al cameo del final del video).
- El trailer final de [Rec] (aunque me gustaba más el primer teaser).
- La primera película de Anthony Hopkins como director, y que tiene un regustillo Lynchiano inquietante y sugerente. A ver en qué queda la cosa.
- Imágenes del primer largo de Nacho Vigalondo, el tipo que hizo historia con esto otro.
- Lo próximo de Ridley "yo-hice-Alien-y-Blade-Runner" Scott.
- La buena pinta que tiene la adaptación del "30 días de noche" de Steve Niles y Ben Templesmith (tebeo del montón que se sustentaba en una idea con muchas posibilidades).
- El blog musical de Manuel Bartual, o el blog político-antimonárquico (¡con dos cojones!) y de más cositas de Manel Fontdevila.
- Un fotolog tan interesante como éste, de un tipo que no es humorista de El Jueves como los anteriores, pero que quizás algún día lo sea.
- Lo nuevo de Nacho Vegas (con Christina Rosenvinge, ya sabéis: "...hago ¡chas! y aparezco a tu lado...") en su MySpace.
- Un avance esperado por legiones de fans.
- Y un mensaje importante...
- El nuevo spaggeti western de Takashi Miike (sí, creéroslo... y ojo al cameo del final del video).
- El trailer final de [Rec] (aunque me gustaba más el primer teaser).
- La primera película de Anthony Hopkins como director, y que tiene un regustillo Lynchiano inquietante y sugerente. A ver en qué queda la cosa.
- Imágenes del primer largo de Nacho Vigalondo, el tipo que hizo historia con esto otro.
- Lo próximo de Ridley "yo-hice-Alien-y-Blade-Runner" Scott.
- La buena pinta que tiene la adaptación del "30 días de noche" de Steve Niles y Ben Templesmith (tebeo del montón que se sustentaba en una idea con muchas posibilidades).
- El blog musical de Manuel Bartual, o el blog político-antimonárquico (¡con dos cojones!) y de más cositas de Manel Fontdevila.
- Un fotolog tan interesante como éste, de un tipo que no es humorista de El Jueves como los anteriores, pero que quizás algún día lo sea.
- Lo nuevo de Nacho Vegas (con Christina Rosenvinge, ya sabéis: "...hago ¡chas! y aparezco a tu lado...") en su MySpace.
- Un avance esperado por legiones de fans.
- Y un mensaje importante...
Recomendaciones femeninas IV: "Nocilla Dream"
Llevaba un tiempo sin dar buena cuenta de las sugerencias literarias que me hacen de vez en cuando mis mujeres favoritas (todas ellas señoritas y señoras de amplio “bagaje cultural”, expresión ésta que las divierte sobremanera), por lo que afronto hoy una recomendación hecha por mi amiga Midori y el blues, que en su sanísima e inagotable inquietud artístico-cultural me descubre a Agustín Fernández Mallo, físico nuclear y poeta (o “poeta post-poético”, como él pomposamente se define) que está gozando de un importante éxito con su reciente novela “Nocilla Dream”.
Estructuralmente, “Nocilla Dream” se compone de 113 capítulos de apenas una o dos páginas que funcionan como inicios de otras tantas historias que, por pura necesidad de coherencia, se entrecruzan de manera más o menos aleatoria en torno a un árbol con calzado en sus ramas. Es peliagudo, por tanto, hacer una sinopsis argumental del libro, que funciona estupendamente como curiosidad literaria pero que es imposible de afrontar como un relato definido y limitado, siendo difícil de valorar en la medida en que poco se parece a lo que una novela suele ofrecer. Además, el estilo fluctúa de un capítulo a otro, en parte porque algunos de estos más de cien episodios ni siquiera son obra del mismo autor, sino que recogen fragmentos de textos de científicos, ideólogos y escritores célebres o ficticios (como el caso del poema invisible del capítulo 26), lo cual contribuye aún más a generar esa sensación de cajón de sastre que otorga personalidad al conjunto, pero que lo convierte en una lectura difícilmente clasificable.
Mi recomendación es que si os apetece leer algo diferente (y además breve, se lee en dos patadas) le deis una oportunidad y lo juzguéis por vosotros mismos. Y si no, aún os quedan miles de buenos libros de corte algo más tradicional que a buen seguro os darán muchas satisfacciones como lectores. A mí “Nocilla Dream” me ha parecido la mar de interesante, aunque dudo mucho que se convierta en uno de mis libros de cabecera.
viernes, octubre 12, 2007
Cabeza de Radio
Se puede volver a la palestra de muchas maneras, pero ésta se lleva la palma. Han creado una expectación enorme, y estos días todas las webs y blogs sobre música no paran de dedicarles entradas. Para hacer mi veredicto yo esperaré a escuchar el disco, que ya está siendo descargado, aunque le tengo un montón de ganas porque llevo toda la semana a golpe de "OK Computer" y "Pablo Honey" (y todo porque hace nada escuché la maravillosa "Lucky" en un capítulo de "Six Feet Under").
Promesas del este
David Cronenberg ha cambiado. “Una historia de violencia” en el 2005 y ahora “Promesas del este” lo han hecho ascender de división, ubicándolo en ese selecto grupo de directores (entre los que se encuentran también Quentin Tarantino, Clint Eastwood, Sam Mendes, Steven Spielberg o Martin Scorsese) a los que hay que seguir la pista si uno no quiere perderse lo mejor del cine actual…
¡Qué enorme está Viggo Mortensen! (y qué lejano me parece ya su Aragorn…)
¡Qué enorme está Viggo Mortensen! (y qué lejano me parece ya su Aragorn…)
¡Expuesto!
Del 3 al 20 de Octubre se celebran en Ourense las XIX Xornadas de Banda Deseñada. Durante estos días, entre otras muchas cosas, se puede ver la exposición de ganadores y finalistas del concurso GZCrea 2007 en la Casa da Xuventude. Allí están las páginas de mi historia premiada, “Teo vai ó inferno”.
Además, el día 19 tendrá lugar la entrega de premios a la que, en la medida de lo posible, intentaré asistir.
Al infierno un poco
“Si te toca ir arriba antes que yo
porque existe la vida eterna,
llevá de parte mía un cucumelo
por si no llovía en el cielo.
Y de parte de los veintidós
se lo das al chico cuartetero,
y dale un abrazo muy largo
a mis amigos que se fueron primero.
También llevá algunas canciones de nosotros
que van a causar gran posteridad.
Supongo que habrá una ciudad entera
y me sirve de consuelo si me esperas allá.
Muchos amigos se fueron antes que yo
y me dejaron solo,
Por eso si en invierno hace frío también
bajo al infierno un poco
(…)”
porque existe la vida eterna,
llevá de parte mía un cucumelo
por si no llovía en el cielo.
Y de parte de los veintidós
se lo das al chico cuartetero,
y dale un abrazo muy largo
a mis amigos que se fueron primero.
También llevá algunas canciones de nosotros
que van a causar gran posteridad.
Supongo que habrá una ciudad entera
y me sirve de consuelo si me esperas allá.
Muchos amigos se fueron antes que yo
y me dejaron solo,
Por eso si en invierno hace frío también
bajo al infierno un poco
(…)”
(“Los Chicos”, la canción que abre el nuevo trabajo de Calamaro, “La lengua popular”. Al principio, salvo este tema, el disco no me acababa de convencer, pero cuanto más lo escucho, más me atrapa. Sigue sin ser como aquel Andrelo de la época del “Alta suciedad” o el “Honestidad brutal”, con sus ecos de Dylan y sus letras crípticas y personales, pero es una gran mejoría respecto a su anterior trabajo, bastante coñazo, “El palacio de las flores”).
The 49ers
Cada vez que se publica un nuevo trabajo de Alan Moore, mi corazón de friki da una voltereta con triple tirabuzón…
El dibujo es del excelente Gene Ha, que ya había hecho los acabados (sobre bocetos de Zander Cannon) en “Top Ten”, de la que este tomo es una precuela. El color, magnífico (digital sobre aguadas), de Art Lyon.
El dibujo es del excelente Gene Ha, que ya había hecho los acabados (sobre bocetos de Zander Cannon) en “Top Ten”, de la que este tomo es una precuela. El color, magnífico (digital sobre aguadas), de Art Lyon.
jueves, octubre 04, 2007
Homérico y surrealista
¿Por qué lo llamamos “concierto” cuando queremos decir “odisea”?
Es algo que se me escapa. Uno debería ir a su punto de venta de entradas, solicitar una, dos o las que sean (los límites para evitar la reventa tienen su razón de ser, concedido), y el/la dependiente/a debiera decirle: “quedan” o ”no quedan”, y vendérselas (o no) allí mismo y sin dilación.
Pues bien, si uno desea ir, por ejemplo, al concierto de Bruce Springsteen en el Palacio de Deportes de Madrid el próximo 26 de noviembre, ha de saber que se expone a que, tras pernoctar y hacer cola durante varias horas (a la intemperie y en octubre, dicho sea de paso) a la espera de que se abran las puertas del punto de venta en cuestión, es más que posible que, aún siendo de los primeros en la fila (pongamos, yo qué sé, el cuarto de la cola), los ordenadores del comercio de marras sean incapaces de acceder a la web de solicitud de ventas (alojada en la intranet de la cadena de tiendas, no vayamos a creernos que se trata de una página de acceso abierto a cualquiera) durante al menos cinco horas más.
Siendo así, el usuario bien podría jugar la baza del comodín de la llamada. Esto es, llamar insistentemente al centro telefónico de venta de entradas donde si (afortunado él) al cabo de cuatro horas consigue establecer contacto con el contestador automático que atiende al público (nunca un ser humano, faltaría más), en un momento dado, y ya iniciado el intercambio de datos, la comunicación puede ser abruptamente interrumpida, seguida por el consabido tono de fin de llamada que viene a confirmar que “sí, majo, te acabamos de colgar… ¡con dos cojones!”.
Sin abandonar nunca el espacio físico del punto de venta, si el intrépido cazador de entradas no desiste, desfallece o sufre una luxación de columna tras las innumerables horas de espera (de pie, por supuesto), aún tiene que afrontar el hecho de que, incluso estableciéndose conexión con el servidor central, puede que la tienda en que se encuentra no haya tenido prioridad sobre otros emplazamientos de la franquicia dispersos por la geografía nacional, y para cuando llegue su turno ya sólo queden unas decenas de entradas en lo más alejado del gallinero, e incluso que las cuatro butacas que se le asignen no estén ni remotamente próximas las unas a las otras (con lo cual el comprador y sus amigos disfrutarán del concierto por separado y rodeados de desconocidos, lo cual reduce en mucho el disfrute de la experiencia).
Pasado todo esto, aún existe la posibilidad de que, por arte de magia y sin previo aviso, alguna de las entradas se “extravíe” o “traspapele”, sin que nadie en el punto de venta pueda justificar, razonar o compensar este “malentendido”, dejando así a una o dos personas, sin comerlo ni beberlo, sin la capacidad de asistir al espectáculo. (Aunque las razones de semejante despropósito no han sido esclarecidas, ni creo que lleguen a serlo nunca, tengo mis sospechas sobre ciertas negligencias perpetradas con conocimiento de causa por los dependientes del centro comercial, y que favorecerían a los clientes VIP).
Lo lamentable es que, habiendo padecido este calvario, cuando uno finalmente acaba consiguiendo una mierda de asiento a cien metros de distancia del escenario donde actuará la estrella de rock de turno, y sabiendo que sus amigos estarán (los que finalmente estén) a otros tantos metros de distancia, lo más probable es que se sienta recompensado y agradecido, y piense “qué afortunado soy por poder ver a menganito”, en lugar de iniciar una revolución armada que ya le hubiese gustado a los señores Lenin y Guevara, y que es lo mínimo que la situación merece.
¿Acaso hemos caído tan bajo en nuestra necesidad de adorar a otros seres humanos que no son, necesariamente, más buenos y/o inteligentes que nosotros mismos? ¿Acaso un don (musical o del tipo que sea) hace que sean merecedores de semejante idolatría? ¿Ha sustituido definitivamente la cultura pop a las religiones? ¿Es éste el politeísmo de nuestra era?
No es de extrañar, vistas éstas y otras aberrantes actitudes del hombre de la calle, que las “megaestrellas llena-estadios” acaben cultivando unos egos tamaño Bono o Maradona…
Pues bien. Tras esta profunda reflexión, aquí tenéis el titular: ¡¡¡¡ME VOY A VER AL BOSS!!!! ¡Bravo y viva!
Es algo que se me escapa. Uno debería ir a su punto de venta de entradas, solicitar una, dos o las que sean (los límites para evitar la reventa tienen su razón de ser, concedido), y el/la dependiente/a debiera decirle: “quedan” o ”no quedan”, y vendérselas (o no) allí mismo y sin dilación.
Pues bien, si uno desea ir, por ejemplo, al concierto de Bruce Springsteen en el Palacio de Deportes de Madrid el próximo 26 de noviembre, ha de saber que se expone a que, tras pernoctar y hacer cola durante varias horas (a la intemperie y en octubre, dicho sea de paso) a la espera de que se abran las puertas del punto de venta en cuestión, es más que posible que, aún siendo de los primeros en la fila (pongamos, yo qué sé, el cuarto de la cola), los ordenadores del comercio de marras sean incapaces de acceder a la web de solicitud de ventas (alojada en la intranet de la cadena de tiendas, no vayamos a creernos que se trata de una página de acceso abierto a cualquiera) durante al menos cinco horas más.
Siendo así, el usuario bien podría jugar la baza del comodín de la llamada. Esto es, llamar insistentemente al centro telefónico de venta de entradas donde si (afortunado él) al cabo de cuatro horas consigue establecer contacto con el contestador automático que atiende al público (nunca un ser humano, faltaría más), en un momento dado, y ya iniciado el intercambio de datos, la comunicación puede ser abruptamente interrumpida, seguida por el consabido tono de fin de llamada que viene a confirmar que “sí, majo, te acabamos de colgar… ¡con dos cojones!”.
Sin abandonar nunca el espacio físico del punto de venta, si el intrépido cazador de entradas no desiste, desfallece o sufre una luxación de columna tras las innumerables horas de espera (de pie, por supuesto), aún tiene que afrontar el hecho de que, incluso estableciéndose conexión con el servidor central, puede que la tienda en que se encuentra no haya tenido prioridad sobre otros emplazamientos de la franquicia dispersos por la geografía nacional, y para cuando llegue su turno ya sólo queden unas decenas de entradas en lo más alejado del gallinero, e incluso que las cuatro butacas que se le asignen no estén ni remotamente próximas las unas a las otras (con lo cual el comprador y sus amigos disfrutarán del concierto por separado y rodeados de desconocidos, lo cual reduce en mucho el disfrute de la experiencia).
Pasado todo esto, aún existe la posibilidad de que, por arte de magia y sin previo aviso, alguna de las entradas se “extravíe” o “traspapele”, sin que nadie en el punto de venta pueda justificar, razonar o compensar este “malentendido”, dejando así a una o dos personas, sin comerlo ni beberlo, sin la capacidad de asistir al espectáculo. (Aunque las razones de semejante despropósito no han sido esclarecidas, ni creo que lleguen a serlo nunca, tengo mis sospechas sobre ciertas negligencias perpetradas con conocimiento de causa por los dependientes del centro comercial, y que favorecerían a los clientes VIP).
Lo lamentable es que, habiendo padecido este calvario, cuando uno finalmente acaba consiguiendo una mierda de asiento a cien metros de distancia del escenario donde actuará la estrella de rock de turno, y sabiendo que sus amigos estarán (los que finalmente estén) a otros tantos metros de distancia, lo más probable es que se sienta recompensado y agradecido, y piense “qué afortunado soy por poder ver a menganito”, en lugar de iniciar una revolución armada que ya le hubiese gustado a los señores Lenin y Guevara, y que es lo mínimo que la situación merece.
¿Acaso hemos caído tan bajo en nuestra necesidad de adorar a otros seres humanos que no son, necesariamente, más buenos y/o inteligentes que nosotros mismos? ¿Acaso un don (musical o del tipo que sea) hace que sean merecedores de semejante idolatría? ¿Ha sustituido definitivamente la cultura pop a las religiones? ¿Es éste el politeísmo de nuestra era?
No es de extrañar, vistas éstas y otras aberrantes actitudes del hombre de la calle, que las “megaestrellas llena-estadios” acaben cultivando unos egos tamaño Bono o Maradona…
Pues bien. Tras esta profunda reflexión, aquí tenéis el titular: ¡¡¡¡ME VOY A VER AL BOSS!!!! ¡Bravo y viva!
Soy uno más entre la turba de débiles mentales que jamás derribarán los obsoletos valores que mantienen al hombre anclado en su mediocridad, lo sé, pero dejemos la filosofía ultra-humanística para Nietzsche y Hesse, que yo estaré muy a gustito coreando “Thunder Road”.
(Ahora bien, lo de Tick Tack Ticket y la Fnac no tiene nombre…).
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