El western ya no
vende. Maldita sea.
Fue precisamente por eso que la prestigiosa cadena
norteamericana HBO ("Los Soprano" bla bla bla "Six Feet Under" bla bla bla "The Wire" bla bla bla) tuvo que cancelar en 2006 su maravillosa serie
“Deadwood” sin poder ofrecer un final a las historias
entrecruzadas de sus carismáticos protagonistas. Maldita sea (one more time).
Para mi
sorpresa (una muy agradable, debo añadir), ahora es AMC, responsable
de éxitos catódicos como “Mad Men”, “Breaking Bad” y “The Walking Dead”, quien pretende convencer al respetable de que el
western no está muerto. Lo hace presentando una producción
ambientada en los Estados Unidos de la década de 1860, con la
construcción del primer ferrocarril transcontinental como telón de
fondo. La serie se titula “Hell on Wheels” y su protagonista,
Josey Wales John Marston Cullen Bohannon, es un antiguo terrateniente
sudista que busca venganza tras un trágico episodio sucedido durante
la Guerra de Secesión. Su personal ajuste de cuentas lo llevará hasta
el asentamiento itinerante Hell on Wheels, donde el empresario Thomas
C. Durant dirige la construcción de una vía férrea para su compañía
Union Pacific. Allí, Bohannon entablará relaciones con el peligroso
jefe de seguridad conocido simplemente como El Sueco, con el mestizo Elam Ferguson y con la viuda del topógrafo de
confianza de Durant, Lilly Bell. Sacerdotes, prostitutas y buscavidas
de todo pelaje y condición (los sospechosos habituales, vamos) se
pasearán también por los 10 capítulos que componen esta primera
temporada de la serie.
Al
contrario que “Deadwood”, que partía de un contexto histórico
semejante pero hacía caso omiso de los clichés del género, “Hell
on Wheels” es un western canónico que cuenta con su ración de
tiroteos, persecuciones a caballo, indios en pie de guerra y tipos duros que primero disparan y luego preguntan. Lo cual reduce
bastante las posibilidades de sorprender al conocedor del género en el
terreno argumental, claro, pero como compensación le ofrece la satisfacción de
disfrutar de esos lugares comunes que tanto ha echado de menos en los
últimos años.
Personajes,
tramas y situaciones tienen el inconfundible aroma de lo visto una y
mil veces, pero el conjunto funciona gracias a su ausencia de
complejos o aspiraciones (más allá de ofrecer, precisamente, una
historia del Oeste de las de toda la vida) y al impecable trabajo de
producción llevado a cabo por los responsables de atrezzo,
vestuario, iluminación y demás. El aspecto visual que “Hell on
Wheels” luce en pantalla es magnífico, lo cual ayuda a transmitir
la rudeza y la suciedad del entorno hostil e incivilizado por el que
deambulan sus protagonistas. Unos protagonistas que se benefician de
un trabajo de casting tremendamente acertado en cuanto a fisionomías,
y algo más discreto en cuanto a aptitudes interpretativas. Anson
Mount, el rapero Common, Eddie Spears y Dominique McElligott cumplen
sin aspavientos en sus respectivos roles, dejando que sea Colm Meaney
(uno de esos secundarios siempre eficientes a los que estás cansado
de ver pero cuyo nombre nunca llegaste a conocer) quien se
responsabilice de dotar a la serie de auténtica enjundia dramática.
Cada vez que su personaje, el maquiavélico Sr. Durant, aparece en
pantalla, el espectador lo agradece.
Carente
de la sutileza de las mejores series de la HBO, la naturaleza de “Hell on
Wheels” es más la de un ameno divertimento que la de una obra trascendental. Sus ambiciones están lejos de las de un
“Deadwood” o un “Boardwalk Empire”, series más redondas pero
también más densas y reposadas. Es por ello que “Hell on Wheels”
corre el riesgo de malograr una interesantísima primera temporada
convirtiéndose en un folletín en continuo cliffhanger, más
preocupado por atrapar la atención del espectador que por dotar a la
trama de un verdadero rigor narrativo. De todos modos, acusarla de tales
defectos sería sin duda pecar de suspicaces y adelantarnos a los acontecimientos. Por lo de pronto,
si le perdonas a su guión ciertos subrayados innecesarios es muy posible que disfrutes como un enano con
esta primera remesa de episodios concluida hace apenas unas semanas.
Siempre
y cuando, claro, tú no seas uno de esos desgraciados alérgicos al
western. Maldita sea.