Publicar nuevos comics basados en el universo de "Watchmen" es una maniobra editorial polémica desde su concepción. La maxiserie de doce números firmada por Alan Moore y Dave Gibbons a mediados de los 80 es una auténtica vaca sagrada del género superheroico (por poco superheroico que el tebeo acabase siendo en última instancia) y muchos pensamos, a priori, que la aparición de precuelas protagonizadas por sus personajes tenía tanto sentido como escribir una novela narrando la adolescencia del Winston Smith de "1984" o rodar un film sobre los días parisinos de Ilsa Lund y Rick Blaine.
"Antes de Watchmen" es un conjunto de miniseries, más un one-shot, destinados a rellenar huecos (caso de que los hubiera) en las tramas del título original. Los prejuicios eran inevitables, al menos en mi caso, pero a ese rechazo inicial se unía el morbo de saber qué habían hecho autores destacados del actual panorama tebeístico yanki con los iconos que, no lo olvidemos, ya habían tenido una dudosa adaptación cinematográfica a cargo del impredecible Zack Snyder.
Los títulos que conforman el proyecto son los siguientes:
Minutemen
6 números. Guión y dibujos: Darwyn Cooke
La que puede considerarse como
miniserie central de "Antes de Watchmen" es también la que más lógica tiene como precuela. Si había personajes que permitían un mayor desarrollo sin trastocar demasiado lo ya conocido en la serie madre sin duda eran los miembros de los Minutemen, grupo de justicieros enmascarados de los años 30 y 40 en el que se inspirarían los protagonistas de "Watchmen" a la hora de organizarse como (fallido) super-equipo. Que el responsable de retratar esta Edad Dorada sea el fabuloso autor de
"Parker", Darwyn Cooke, garantiza no sólo un digno tratamiento de los caracteres principales, sino también un trabajo gráfico y narrativo a prueba de bombas.
Contrapunto oscuro e igualmente nostálgico de otro tebeo debido a Cooke, "The New Frontier", "Minutemen" es posiblemente el título más valioso de todo el proyecto "Antes de Watchmen", y uno de los pocos que consigue legitimar su existencia aportando auténtica chicha a lo narrado por Moore y Gibbons.
Comediante
6 números. Guión: Brian Azzarello. Dibujos: J.G. Jones
Amigo de desenterrar los trapos sucios de los EE.UU., Brian Azzarello vincula estrechamente al mercenario nihilista Edward Blake con la maldición de la familia Kennedy, trazando de paso un recorrido por los rincones oscuros de las décadas de los 60 y 70 en Norteamérica. ¿Sirve esto para conocer mejor al personaje? No. ¿Aporta alguna información relevante sobre la trama principal de "Watchmen"? Ninguna, salvo una pequeña conexión con aquel chiste que Blake hacía a propósito de la muerte de JFK en la obra de Moore y Gibbons (y que, ya puestos, no casa demasiado bien con lo que se narra en la miniserie que nos ocupa).
El resto es la retórica seca y esquiva de Azzarello, que convierte a cualquier carácter que toque (tanto da que sea Bruce Wayne como Wonder Woman) en un "personaje Azzarello", y el trazo de intenciones realistas de J.G. Jones, habitual portadista que de vez en cuando se deja caer por proyectos más o menos escogidos (caso de "Wanted" junto a Mark Millar). El bagaje final es decepcionante: "El Comediante" resulta a la postre una miniserie tan vacía como la concepción que su protagonista tiene del sentido de la vida.
Ozymandias
6 números. Guión: Len Wein. Dibujos: Jae Lee
La autobiografía de Adrian Veidt, el hombre más inteligente del mundo, es prácticamente una versión ampliada del capítulo 11 del tebeo original, añadiendo retazos de la infancia y adolescencia del personaje y explicando una vez más su plan definitivo para lograr la cooperación internacional y la paz mundial.
Todo ello lastrado por una sobreabundancia de cartuchos de texto (las reflexiones en off del propio Veidt) e ilustrado con el primoroso estilo de Jae Lee, maestro del claroscuro que, pese a su tendencia al estatismo, hace un importante esfuerzo de composiciones circulares simétricas que elevan al tebeo por encima de la mediocridad de su guión.
Búho Nocturno
4 números. Guión: J.M. Straczynski. Dibujos: Andy Kubert, Joe Kubert y Bill Sienkiewicz
Pseudo "Año Uno" del pseudo Batman de "Watchmen", "Búho Nocturno" es la clásica historia iniciática que escarba en el pasado del protagonista para justificar a golpe de trauma infantil su decisión de combatir el crimen. Straczynski rebusca entre los pocos cabos sueltos dejados por Moore (intencionadamente, aunque eso no viene al caso... o sí) y retoma la misteriosa relación entre Dan Dreiberg, el justiciero naïf de la obra original, y su ¿admiradora? Lady Crepúsculo, convirtiendo a la segunda en una suerte de Catwoman sadomaso que ponga en apuros sexuales al encapuchado aviar. Por el camino Strac nos cuela una subtrama algo forzada en la que se intenta explicar el distanciamiento entre Búho Nocturno y Rorschach, y fortalece el vínculo con el trabajo de Darwyn Cooke en "Minutemen" rescatando algunas de las claves del pasado de Hollis Mason.
El resultado, pese a las buenas intenciones, se queda en el terreno de lo intrascendente, y sólo la apreciable labor como dibujante de Andy Kubert confiere algo más de interés a una miniserie que posiblemente sólo sea recordada por tratrarse del trabajo póstumo del gran Joe Kubert, entintador de los tres primeros números al que Bill Sienkiewicz sustituiría en el cuarto.
Espectro de Seda
4 números. Guión: Darwyn Cooke. Dibujos: Amanda Palmer
"Si vas a San Francisco, asegúrate de llevar flores en el pelo",
decía Scott McKenzie, y eso exactamente es lo que hace Laurie Jupiter en la miniserie que más se aleja en tono e intenciones de la obra de Moore y Gibbons. Psicodelia, ácido lisérgico, furgonetas pintadas con colores chillones y un montón de homenajes a la cultura pop de los 60 se suceden en cuatro números escritos con ironía por Darwyn Cooke, el guionista que mejor ha entendido las posibilidades narrativas de "Antes de Watchmen", e ilustrados por Amanda Conner, que ha mejorado una barbaridad desde los tiempos de "The Pro".
"Espectro de Seda" posee una inesperada entidad dramática, logrando algo que Moore y Gibbons jamás se preocuparon por conseguir: describir a Laurie a través de sus propias motivaciones y no como el personaje pasivo definido por las acciones de los hombres que la rodean que conocimos en "Watchmen".
Dr. Manhattan
4 números. Guión: J.M. Straczynski. Dibujos: Adam Hughes
Otro claro ejemplo de versión extendida de un episodio de la
maxiserie original son los cuatro números dedicados al personaje antes conocido
como Jon Osterman. Si en "Relojero" ("Watchmen" nº4) Moore y Gibbons nos
mostraban la percepción (o la ausencia de percepción) que el Dr. Manhattan tiene del paso del tiempo, Straczynski intenta subir las
apuestas desarrollando un trabalenguas schröedingeriano
que ofrezca claridad en torno a un par de cuestiones que apenas quedaban
esbozadas en la serie madre, como la naturaleza de la relación entre Osterman y
Veidt. Lo relevante es que el creador de "Rising Stars" (uno de los más
evidentes "Watchmen" wannabes de la
historia del medio) sale airoso del reto y acaba firmando una de las miniseries más
interesantes del
proyecto, por innecesaria que sea su existencia.
El otro aspecto que pone a "Dr. Manhattan" por encima de otras cabeceras hermanas es, sin duda, el trabajo artístico llevado a cabo
por Adam Hughes. Reconocido portadista con tendencia a la voluptuosidad
femenina, Hughes desarrolla un impecable trabajo narrativo, haciendo que el
rompecabezas cuántico que envuelve al metahumano azul no sólo sea fácilmente
digerible a pesar de su densidad y sus continuos saltos temporales, sino
también una experiencia estética de alto calibre merced a su trazo refinado y
su excelso uso del color.
Rorschach
4 números. Guión: Brian Azzarello. Dibujos: Lee Bermejo
El equipo creativo de "Lex
Luthor: hombre de acero" y "Joker" plantea una historia genérica de "justiciero urbano en ciudad decadente" que
tanto valdría para Walter Kovacs como para Frank Castle, porque poco hincapié
se hace en la psicología y motivaciones del personaje (no es que Moore dejase
demasiado que añadir, claro). Las tintas se cargan en el contexto: un caluroso
verano en la Nueva York de los años 70, Sodoma de una Norteamérica herida por
la guerra del Vietnam. El trauma del conflicto asiático, las luces de neón y la
música disco, la histeria colectiva del apagón del 77 y los crímenes de un
asesino en serie de mujeres impregnan una historia anticlimática dialogada,
para desgracia del traductor de ECC Comics, con el habitual cripticismo que caracteriza
a Azzarello.
Pese a lo irrelevante del
guión, cuyo momento más memorable es el cameo de un taxista con los rasgos de
un joven De Niro, "Rorschach" justifica su adquisición y lectura por el arte de
Lee Bermejo, dibujante idóneo para retratar la oscuridad malsana y la violencia
explícita presentes en el relato.
Moloch
2 números. Guión: J.M. Straczynski. Dibujos: Eduardo Risso
¿Cuántas veces pueden contarnos los responsables de "Antes de Watchmen" el plan de Ozymandias? Todas las que quieran y más. De ahí que Straczynski desaproveche las escasas posibilidades que ofrece un personaje terciario como Edgar Jacobi para seguir rellenando los más ínfimos huecos del gran puzzle orquestado en su día por Moore y Gibbons.
Lo hace a través de una perversa alegoría cristiana de pecado y redención, explorando de paso las motivaciones del antiguo criminal en otra autobiografía en primera persona (y ya van...) a modo de confesión sacramental. Una vez más es el apartado gráfico, responsabilidad del espléndido co-autor de
"100 Balas", lo que justifica el interés que pueda despertar esta breve miniserie.
Dollar Bill
One-shot. Guión: Len Wein. Dibujos: Steve Rude
¿Dollar Bill? ¿En serio? ¿Y por qué no Janey Slater? ¿O la pareja de policías que investiga el asesinato del Comediante? ¿O el chico que leía comics en el kiosco? Puestos a otorgar títulos propios a personajes de "Watchmen" que no los merezcan, Dollar Bill seguiría siendo mi última opción. Pero ahí tenemos a Len Wein esforzándose, a golpe de texto en off (ooooooootra vez), por contarnos algo, lo que sea, que rellene las 26 páginas de un one-shot pensado para sisarle los últimos 2,5 € al completista de turno: yo.
Puestos a ver el lado bueno, nos encontramos con un Steve Rude admirablemente profesional (incluso en un trabajo desalmado como éste) que imprime al relato un apropiado regusto a Golden Age. Y ya.
Corsario Carmesí
2 páginas de complemento en cada número de las miniseries. Guión: Len Wein. Dibujos: John Higgins
"Watchmen" contenía en sus páginas un comic dentro del comic, una historia de piratas leída por uno de los personajes, que servía como metáfora de las motivaciones de Adrian Veidt. Trasladar ese breve apunte metalingüístico hasta una historia independiente aislada de la trama principal no tiene demasiado sentido, puesto que la relación entre "Corsario Carmesí" y cualquier otro título de "Antes de Watchmen" es nula. Apoyado primero en la parte literaria por Len Wein y después en solitario, el colorista de la maxiserie original, John Higgins, ejerce de autor completo presentando un fantasmagórico relato de piratas plagado de lugares comunes (buques esclavistas, sacerdotisas vudú y hasta el Holandés Errante) que tiene más elementos en común con "Piratas del Caribe" que con cualquier cosa que Alan Moore haya escrito jamás.
Se trata, junto a "Moloch" y "Dollar Bill", de la más evidente demostración de intenciones del proyecto "Antes de Watchmen": publicar tantas historias inspiradas (por levemente que sea) en el comic original como se pueda, sin cuestionarse si tienen alguna razón de ser.
Más allá de los pormenores propios de cada una de estas micro-historias, mi percepción global de "Antes de Watchmen" bascula entre lo innecesario y lo gratuito. Es cierto que miniseries como "Minutemen", "Espectro de Seda" o "Dr. Manhattan" elevan la nota media y pueden disfrutarse sin ningún tipo de complejo, pero la mayor virtud del conjunto sigue siendo el estupendo trabajo gráfico desarrollado por sus dibujantes. Pese a que los escritores de "Antes de Watchmen" demuestran en casi todos los casos un innegable oficio, su lectura se antoja excesivamente nostálgica, como oler la ropa interior de una antigua amante para revivir las sensaciones que nos producía su compañía. Pero lo cierto es que aquel viejo amor era fruto de las circunstancias de un momento y un lugar (¡y unos autores!) distintos, y es preferible atesorarlo en el recuerdo como algo único e irrepetible y dedicarse en lo sucesivo a buscar nuevas experiencias, libres de pesados condicionantes previos, en pastos más verdes. Yo sin duda hubiese preferido tener a estos mismos autores trabajando en sendas series sobre los personajes originales de Charlton Comics en los que se inspiró "Watchmen" (The Question, Blue Beetle o el Capitán Átomo) antes que verlos ceder a una estrategia de mercadotecnia de estas características: la clase de maniobra comercial que hasta hace poco sólo parecía posible
en el terreno del homenaje paródico.