jueves, diciembre 27, 2007

Y otro trailer...

...pinchando en el dibujito de Mignola:


Como la primera fue muy divertida, tengo buenas vibraciones con esta secuela. Aún así, la música del trailer y el calamar verde del final me dan un poco de repelús. Por contra, el ángel con ojos en las alas (puro Laberinto del Fauno, por cierto), mola un huevo...

sábado, diciembre 22, 2007

¡FELIZ NAVIDAD!

(Para quien no conozca al Zongo Mexicano, recomiendo un breve vistazo a este otro sitio mío...)
(Ah, y los enlaces SON PARA USARLOS... ... ... jajajaja)
(Y Feliz Navidad a todos, otra vez)

viernes, diciembre 21, 2007

"O humor non engorda", de Kiko da Silva

Kiko da Silva, gran dibujante y mejor persona, presenta hoy su libro “O humor non engorda” en la sala de Ámbito Cultural del Corte Inglés de Vigo a las 20 horas. Desgraciadamente yo no podré asistir (me operaron esta semana, nada grave, pero estoy pelín incómodo y no tengo chófer personal, jajaja), pero os recomiendo fervientemente que os acerquéis, porque además de ser un tipo estupendo, Kiko hace unos dibujos cojonudos en las dedicatorias.


También estarán allí el editor Tucho Calvo y, curiosamente, Agustín Fernández Paz (que será quien haga los honores), del que se habló en los comments de este mismo blog hace bien poquito…

¡Suerte con la presentación y a seguir dando el callo otros 10 años más (o mejor que sean 20)!

miércoles, diciembre 19, 2007

Mis dibujantes favoritos 1: Jean Giraud/Moebius

Al principio, Moebius dibujó a Dios; y luego Dios dijo: “Hágase la luz”.


Unos apuntes biográficos sobre el Dador de Formas, aquí.

Mi amigo cantautor

Tengo un amigo que es cantautor. Probablemente él no dé crédito a esta afirmación (si le preguntas, puede que responda que trabaja en un banco, o que estudia Antropología a distancia); pero a poco que uno lo conozca, sabe con certeza que el tío es un cantautor. Lo lleva dentro. En la sangre, o donde sea que se lleven esas cosas.

Cuando canta, siempre al reducido grupo de sus amigos (hace tiempo que no da un concierto para gente de fuera), sabes que luchan en su interior dos fuerzas en continua pugna: por un lado la necesidad de expresarse que caracteriza a todos aquellos que tienen el don de saber hacer arte, esa inevitabilidad de parir obras que otros puedan disfrutar, tan necesaria para el artista como lo es respirar para el resto de los mortales; por el otro, el pudor de quien se desnuda en público y nunca será consciente de que su cuerpo es un regalo a los ojos de quienes lo contemplan, el reparo de saber que cada palabra que da forma a sus canciones es un pedazo de su intimidad que comparte, un poco a regañadientes, con los demás.

Mi amigo es tímido pero talentoso. Cuando se suelta consigue llegar de verdad, hablar al corazón. Es en esos momentos, cuando se da cuenta de que toque lo que toque, sus amigos lo cantaremos a su lado a viva voz, cuando puede ser él mismo más que nunca. Y sé, casi con total seguridad, que son esos los momentos de la vida en los que más disfruta.

Supongo que por ello fue inevitable ver un atisbo de mi amigo en cada uno de los gestos, de las palabras, incluso de las sonrisas que Quique González esbozó para su público de A Coruña el pasado viernes en el Teatro Colón. Durante todo el concierto no hice más que ver sobre el escenario a mi amigo encarnado en el cantautor cántabro. Quizás no lo que mi amigo es hoy, sino lo que puede llegar a ser en cinco, diez años: una voz propia, una carrera musical firme y un artista que sabe llegar al corazón de la gente.

No puedo afirmar que Quique González sea uno de mis músicos favoritos. Ni siquiera me fascina como letrista. Tiene unas cuantas canciones cojonudas (“Salitre”, “Ciudad del viento”, “Pequeño Rock’n’Roll”, “Me agarraste” o “Vidas cruzadas”), pero para mí no está al nivel de Sabina, Bunbury, Calamaro o Fito.

No obstante, hay algo que no puede negársele, y es su maravilloso carácter sobre el escenario. Quique González es un tío que hace el amor con su público. Dialoga con ellos (incluso de forma literal, señalando con el dedo a un fulano de la fila 7 y preguntándole: “A ver, ¿a ti qué te apetece que toque?”) y los hace partícipes del espectáculo. Cuando habla, se le percibe introvertido. Cuando canta, se desnuda. Cuando se suelta, puedes notar que está haciendo lo que más le gusta en la vida y que en ese momento no se cambiaría por nadie en el mundo.


Y al final del concierto, cuando sales del teatro y los demás dicen: “Joder, no tocó tal canción” o “Me hubiera gustado que tocase tal otra” (yo también tenía mis propias preferencias, y es bien sabido que nunca un set list “llueve a gusto de todos”); la sensación que se te queda es que el show debió cerrarse con aquella canción que tu amigo siempre toca por petición popular en las fiestas y botellones, aquella titulada “Se largaron” que siempre te pone como escarpias los pelos de la nuca y que, aunque es obvio que Quique González no podía conocer, hubiera sido el fin de fiesta más apropiado para su espectáculo…

De brújulas y videocámaras

Aunque debido a la era dorada de series de televisión que estamos viviendo últimamente estoy yendo al cine menos de lo que suele ser habitual, en las últimas semanas he hecho un par de escapaditas a las salas para ver dos pelis a las que tenía ganas, por motivos bien distintos.

La primera es “La brújula dorada”, super-producción infantil navideña que pretende seguir la exitosa estela de los "Harrypotters" y las "Crónicasdenarnias" (y pretendiendo recordarnos que su productora es la misma que dio el campanazo con “El señor de los anillos”, aunque cualquier parecido con dicha trilogía sea puramente casual), ofreciendo odiseas protagonizadas por niños, magos, animales parlantes y millones de dólares despilfarrados en FX. Hasta ahí, nada que objetar, que otras veces esa fórmula ha dado buenos resultados.



El problema es que la película es mala, pero mala de cojones. El argumento, síntesis infantiloide de “Pokemon” y “El Imperio Contraataca” (con un pequeño plagio/homenaje a "Hamlet" en la historia del oso polar beodo), consiste básicamente en una continua presentación de personajes y situaciones que nunca alcanzan un sentido dentro de la narración y que producen una sensación de caos insostenible. Si a ello le añadimos una niña protagonista bastante repelente que no genera ni un ápice de empatía con el espectador, un ritmo inexistente (debido a un montaje apurado que no deja disfrutar de los supuestos momentos dramáticos) y un preciosista diseño de producción incapaz de aparentar la más mínima originalidad (¿he oído decir “Final Fantasy”?), la conclusión obvia es que “La brújula dorada” es una de las mierdas más caras de la historia del cine. Y tanto es así que ni siquiera la presencia en el reparto de mi amada Eva Green pudo levantarme el ánimo mientras la veía…

(Y no reparo en la labor del director, Chris Weitz, porque es obvio que se trata de uno de esos ejercicios de mercenario despersonalizado que tanto abundan en las super-producciones hollywoodienses).

Por suerte unos días después me fui a ver [Rec], del tándem Paco Plaza/Jaume Balagueró, una cinta de terror patrio planteada como un reportaje de televisión estilo “Callejeros” que se convierte en pesadilla cuando la reportera y el cámara (que grababan un documental sobre la vida nocturna de los bomberos de Barcelona) acaban encerrados en un edificio donde suceden cositas chungas…


Aunque creo que a la gente se le está yendo un poco la olla a la hora de ensalzar esta película (que no deja de ser un ejemplo más del manido modelo “gente encerrada con bicho/s peligroso/s”), sí es cierto que técnicamente la cinta resulta soberbia, con un dominio de la cámara en mano que roza lo perfecto. La planificación de la acción, aparentemente descuidada, improvisada, es sublime; y la ubicación de los personajes en el edificio, pese a los tumbos y las carreras, no se hace nunca confusa.

El guión, aunque previsible (la propia lógica de la película limita las posibilidades argumentales, lo cual se nota sobre todo en el tramo final del metraje), no desentona con el conjunto, y las actuaciones son como mínimo solventes, destacando muy especialmente Manuela Velasco, que compatibiliza de maravilla sus registros televisivo y de “scream queen”. Además, [Rec] tiene algunos momentos de mal rollo bastante logrados (en esto sí hay que valorar muy positivamente los últimos compases de la peli), pudiendo ser la película de zombies (o infectados) con la que más miedo he pasado.

A su favor está también el hecho de que se trata de una cinta adrenalínica que no se para en detalles superfluos y que no pretende buscar un hondo calado dramático (que posiblemente en este caso resultaría algo presuntuoso e innecesario), por lo que cumple a la perfección con lo que promete: pasarlo bien a base de pasarlo mal.

Así que, sin ser la obra maestra que por ahí se dice, [Rec] me parece una peli muy divertida, técnicamente magnífica y otro nuevo ejemplo de que, si el talento acompaña, en España se puede hacer cine de género al mejor nivel de Europa o los EE.UU.

Y la consecuencia lógica, como no podía ser de otro modo, es que ya se ha anunciado un innecesario remake americano.

lunes, diciembre 17, 2007

Si quieres oir LA RISA...

...pincha en la imagen.

(... o "cómo provocar una erección a un veinteañero amante de Batman desde su más tierna infancia").

martes, diciembre 04, 2007

Recomendaciones femeninas V: "Océano mar"

Parte promesa de cumplimiento aplazado, parte espina en el costado y parte regalo de amistad plena, por fin he podido juzgar a Alessandro Baricco con conocimiento de causa. Yo le seguía la pista, de lejos, a su obrita (por extensión, no por méritos) “Seda”, que había sido tema recurrente entre mis amigos y compañeros de piso de la época universitaria (la palabra “época” me remite en este caso “a pasado irrecuperable que se observa con nostalgia”, pero lo cierto es que aún mantengo mis amistades de entonces a pleno rendimiento y, pese a lo bueno vivido, no creo que asumiese con gusto regresar temporalmente a aquel momento, en tanto que tengo mucho por lo que alegrarme en el presente). Pero, por suerte, uno de mis mayores tesoros, hallazgos y alegrías de esta vida me paró los pies a la puerta de la Fnac en un día de calambres inoportunos y me dijo: “Para ti”. Y allí empaquetadita estaba la novela “Océano mar”.



“Océano mar” se lee en dos patadas (en la cama, concretamente, dos noches de gripe otoñal) y le deja a uno el corazón engrandecido, forcejeando por romper las costillas que lo retienen en el pecho. Cuenta la historia de una serie de desconocidos que, por pura casualidad (o no), se reúnen en la posada Almayer, regentada por unos niños más bien particulares y situada junto a una playa, de bruces con el mar. Cada uno de estos individuos trae consigo una historia que Baricco desentraña sin prisas y sin más concesiones que las estrictamente precisas, con un estilo que varía sus postulados para sorprender al lector en cada nuevo capítulo, pasando de la carta al archivo documental a la doble narración paralela en primera persona a la oración litúrgica a… y permitiéndose al tiempo cabalgar del drama existencial al recurso cómico y de ahí a la tragedia descarnada sin previo aviso pero, no obstante, sin síntoma alguno de abrupción.

Lo que sí es constante a lo largo de la obra es esa mezcolanza de intenciones fabulísticas, filosóficas y, por encima de todo, profundamente románticas, que conforman un auténtico tratado sobre la perfección. Todo en “Océano mar” adquiere carácter de plenitud: los amores retratados son insuperables, están idealizados, llevados al extremo. También la inocencia, el odio y el arte. Los personajes de Baricco personifican estados del ánimo elevados a la máxima potencia: éste es puro afán creador; ésa, pura pasión, sentimiento a flor de piel; aquel de allí es venganza y nada más.

Para quien busque una lectura realista, cercana a lo cotidiano, al "ni frío ni calor" de la rutina diaria, “Océano mar” le hará flaco favor. Para los idealistas, aventureros y enamorados del amor, pudiera convertirse, quizás, en libro de cabecera.

Yo, a caballo entre lo uno y lo otro (dependiendo de con qué pie me haya levantado de la cama ese día), me quedo con la inventiva literaria de Baricco; con ese mar que ejerce de corazón de las tinieblas al más puro estilo Joseph Conrad; y con un personaje, Ismael A. Ismael Bartleboom (dos veces Ismael, sí, no es un error), que dice quien me lo regaló que se ajusta a mi personalidad como un guante a cinco dedos.

lunes, diciembre 03, 2007

Don't stop me now

La fiesta por antonomasia de los excesos la celebró Queen para el lanzamiento de su disco Jazz el 31 de octubre de 1978, en el Hotel Fairmont de Nueva Orleáns, tras el tercer concierto de su gira estadounidense de aquel año. 400 invitados, entre los que se encontraban 80 periodistas traídos de todas partes del mundo, fueron conducidos a la orgía de sus vidas, que no reparó en ningún tipo de gastos y que se dio en llamar Sábado Noche en Sodoma. Un grupo de enanos recibía a los asistentes con bandejas de cocaína en sus cabezas importada directamente de Bolivia. Camareros y camareras desnudos servían todo tipo de alcohol, langostas, ostras, el mejor caviar...

Entre las distracciones, modelos que peleaban en baños de hígado crudo, enormes mujeres de color que fumaban por los orificios más impensables, artistas desnudos de ambos sexos colgados de grandes jaulas, guerreros zulúes, contorsionistas, bailarines transexuales, brujos, come-fuegos, encantadores de serpientes, una mujer que se ofrecía para decapitarse a sí misma con una motosierra a cambio de una suma elevada, un hombre que desnucaba gallinas vivas a mordiscos... y en los servicios, profesionales de ambos sexos prestando "servicios orales" a todo aquel que se lo pidiera. Como dijo Freddie Mercury - y la fiesta se encargó de certificar-, "no voy a ser una estrella, voy a ser una leyenda".

(Fino catalino, este señor Mercury. Lo leí en un blog no oficial de Queen, así que no puedo afirmar la veracidad de la información).

domingo, diciembre 02, 2007

¿El mejor anuncio del año?

Supongo que ya lo habréis visto o leído en algún lado, porque está recibiendo una inmejorable acogida, pero no quería dejar pasar la oportunidad de postear el enlace al vídeo completo del que ya está considerado como el mejor anuncio del año...

(Y un merecidísimo segundo puesto se lo llevaría la publicidad de Renault, por anuncios tan descacharrantes e ingeniosos como éste y este otro).

sábado, diciembre 01, 2007

La grosse big yellow mudanza

No sé si a alguien le parecerá relevante o no, pero resulta que me he mudado de ciudad. Después de casi dos años viviendo en A Coruña, mi hermano (y compañero de piso) y yo hemos tomado la bendita decisión de trasladarnos a Santiago de Compostela para disfrutar de cierta tranquilidad y bienestar que, desgraciadamente, nos resultaban imposibles de encontrar en el feudo de María Pita. El problema no era la ciudad, ojo, que A Coruña ofrece una calidad de vida indiscutible, sino el piso en que vivíamos y las condiciones personales en las que yo me encontraba, y que requerían un cambio de rumbo urgente.

Estoy convencido de que en la ciudad xacobea todo irá mucho mejor y espero que ahora comience una nueva etapa mucho más productiva y satisfactoria, tanto en lo profesional (que falta hace) como en lo personal.

Como curiosidad, diré que ésta ha sido mi quinta mudanza en los últimos tres años: la primera, de Pontevedra a Pontedeume; la segunda, de Pontedeume a Burdeos; la tercera, de Burdeos a A Coruña, donde me cambié de piso hace justo hoy un año (y que sería la cuarta mudanza); y finalmente de A Coruña a Santiago… No está mal, ¿eh?