jueves, junio 21, 2007

¡JO-DERRRRRRRRRRR!

(Acabo de terminar la 3ª temporada de “Lost”. Sin entrar en detalles, tan sólo diré que el último episodio, “Through the looking glass”, puede ser perfectamente el mejor capítulo de televisión de la historia… La espera para la 4ª temporada se me va a hacer eteeeeeeeeerna…)

Abecedario personal: E de Eastwood, Clint

Podría ser por su físico imponente: metro noventa y pico de estatura, robusto, guapo, varonil, con esas espaldas que parecen no ir a caber por las puertas…

Podría ser por sus personajes duros y fuertes que hicieron época en los años 70 y que lo convirtieron en un referente para toda una generación (el tipo que fue Harry el sucio y el hombre sin nombre de la Trilogía del Dólar ya tiene el cielo ganado…)

Podría ser porque, con el tiempo, acabó demostrando ser un actor estupendo, cuando pudo dar rienda suelta a su vena más emotiva, fuera ya del cliché de revienta-malosos que le había atribuido su exitosa carrera en manos ajenas…

Podría ser, quizás, por su portentoso salto a la dirección, regalándonos clásicos insuperables del cine reciente como “Sin Perdón”, “Los puentes de Madison”, “Un mundo perfecto”, “Mystic River” o “Million Dollar Baby”, que han logrado que muchos lo consideren el mejor director de cine en activo…

Podría ser, incluso, porque no contento con dirigir, asumió una implicación todavía mayor en sus proyectos y se puso a producir, escribir y hasta componer la banda sonora de sus películas…

...pero, para ser honestos, la envidia cochina que le tengo al bueno de Clint se debe a que sé que jamás tendré su jodida mirada de serpiente... y mira que se lo pido a los Reyes todos los años, ¿eh?

sábado, junio 16, 2007

“Oh, my god!” o “Las profundas reflexiones teológicas de un hereje en 3 partes”

Parte 1: Dios es amor

El otro día mi hermano llegó a casa con un papelito en la mano. Yo le pregunté qué era, a lo que respondió que se lo había dado un fulano en la calle.

A continuación, el contenido del papel en cuestión:


Al leerlo me di cuenta de que (además de demostrar un conocimiento sobrecogedor de la lengua castellana) haciendo un par de pequeños cambios podíamos obtener algo como lo siguiente…

…y comprendí que, básicamente, todas las instituciones patriarcales con sede en la península itálica tienen un modus operandi sospechosamente parecido…

Parte 2: Verbo hecho carne

Que la sección “Ocurrió cerca de tu casa” de Cärlos para “El Jueves” suele ser de lo mejor de la revista es un hecho que tengo más que comprobado (para gustos los colores, claro, pero éste es mi blog y si no te gustan mis opiniones te haces tú el tuyo), pero esta semana he sido incapaz de abstenerme de colgar las viñetas que la componen y dedicárselas a Nocciolita, porque mientras las leía me iba riendo dos veces, una por mí y otra por ella. El tema de esta semana, por cierto, es “Jesucristo”:

Parte 3: Su nombre en vano

“God” al revés es “Dog”


Hehehehehehehe (risa tonta de Peter Griffin, ya sabéis cuál digo).

viernes, junio 15, 2007

¡Piratas!

No, no voy a volver a hablar de “Piratas del Caribe” ni de lo mucho que me parezco a Orlando Bloom, sino de la nueva página de mi historia de piratas (eternamente inconclusa) que terminé de colorear hace un par de semanas en un rato libre de mis escasos ratos libres (ahí estoy, a la vanguardia de los conceptos imposibles).

Últimamente estoy volcado con el libro infantil para Campa y el concurso GZCrea, pero en cuanto los despache (pronto, espero, porque las fechas se me echan encima como Freddy Mercury sobre un pre-adolescente tailandés) intentaré acabar este comic de una vez por todas… ¡Ya sólo me faltan cuatro páginas! Ojalá guste…


martes, junio 12, 2007

Arena y astronomía

(Por supuesto, convenientemente editado y corregido para poder colgarlo en el blog en condiciones de legibilidad)

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Es sábado, 9 de junio, y pasan un par de minutos de las diez y media de la noche. Acabo de salir a caminar hasta la playa, después de veinticuatro horas encerrado en casa, dibujando, comiendo, durmiendo a ratos y dibujando otra vez… Necesitaba un pequeño respiro, supongo.

Ahora, sentado en la arena, encuentro el auténtico significado a algo que mi persona favorita (cada día lo es más, y espero saber estar a la altura de todo lo que me lleva dado desde el día en que nos conocimos) me puso en un sms hace apenas unas horas: “scribir y pasear”. Por eso he comenzado a garabatear palabras en la libretita que debería llevar siempre conmigo para anotar las ideas en cuanto surgen, pero que desgraciadamente casi nunca me acuerdo de meter en el bolsillo antes de salir de casa. Me alegro de que esta noche sea una excepción.

Mientras el sol se pone tras el Obelisco del Milenio, las nubes se deshilachan en tonos rojizos sobre la ría de La Coruña (¿o es A Coruña?). El cielo aún está claro, pero en menos de media hora ya será noche cerrada.

En el iPod (siempre lo llevo encima; me he acostumbrado a vivir con música las veinticuatro horas del día y los sonidos de la calle cada vez me parecen más antinaturales en contraposición con cuerdas, viento y percusión) está sonando “Astronomy”. Es un tema de Blue Oyster Cult, pero la versión que yo tengo es la de Metallica. Últimamente escucho esta canción unas treinta veces al día, no exagero. No entiendo toda la letra (tengo los idiomas un poco abandonados y en mi cabeza me fustigo, sanamente, por ello) pero me gusta cuando Hetfield dice: “…the light that never, never warms…”

Mientras no dejo de pensar en el personaje de Clive Owen en la película “Closer” (no es coincidencia, supongo), recojo arena con mi mano y la dejo escurrirse entre los dedos, hasta que la palma queda vacía. Vuelvo a repetir el proceso. “Area”, susurra en mi cabeza la voz de otra persona, “es un nombre bonito para una niña”, y siento cómo mi boca dibuja una mueca extraña, mitad sonrisa, mitad espanto.

Decido tumbarme.



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Me reincorporo seis minutos y medio después (el tiempo que dura la canción) para poder darle de nuevo a play y escucharla otra vez.

Hacía tiempo que no me sentía tan tranquilo. Tan… cuerdo. Creo que estoy en un momento y un lugar tan inadecuados como otros cualesquiera para tomar decisiones importantes, así que cojo carrerilla y planeo el resto de mi vida en un parpadeo.

Nunca he dejado que nadie me diga lo que puedo o no puedo hacer, y no pienso empezar hoy. Hay quien dice que si quieres hacer reír a Dios, debieras contarle tus planes… Por suerte, soy ateo practicante.

Aunque sigue sonando Metallica, me viene a la cabeza una canción de Coldplay, “Scientists”, que dice “…nobody said it was easy, no one ever said it would be this hard…”

(Acabo de percatarme, por cierto, de que me he pasado toda la vida parafraseando a tipos famosos que me son completamente desconocidos -incluso el nombre de mi blog proviene de una cita de un alemán cocainómano y sifilítico que murió hace más de un siglo, maldita sea-, y que ya va siendo hora de que encuentre mis propias palabras para dar forma al mundo…)

Quien busque justicia en la vida se equivoca de juego. No se trata de lo que uno merece, o de lo que otros merecen por parte de uno. El juego gira en torno a lo que uno quiere y lo que uno tiene. Y todo lo demás (“no merezco esto”, “me lo he ganado”, “soy yo quien debería estar ahí”) es el razonamiento incorrecto que formulamos para no darnos de bruces con la realidad: las cosas jamás serán “lo que debieran ser”. Simplemente son, de la forma más irracional y aleatoria posible.

Sé lo que quiero, no importa que lo merezca o no. Aún no sé cómo lo voy a conseguir, pero sé que voy a conseguirlo. Igual que sé que, aunque ahora no puedo ver las estrellas sobre mi cabeza porque no ha oscurecido del todo, si espero tumbado en la arena el tiempo suficiente, acabarán haciéndose visibles. Quizás los seres humanos nunca hayamos merecido poder ver las estrellas, pero cada noche seguirán estando ahí para nosotros.

La canción termina y vuelve a empezar. Últimamente mi vida transcurre de forma cíclica. Ciclos de dos, tres meses, siguiendo siempre el mismo patrón. Me siento aburrido del cambio constante. Un cambio que me devuelve siempre al mismo lugar.

Pasan más ciclos de seis minutos y medio. Es noche cerrada. Ahí están, como te advertí, las estrellas. Casi inconscientemente, esbozo una sonrisa. Algunas ya no existen, pero aún puedes ver su luz. Otras acaban de empezar a existir y, aunque todavía no puedes verlas, a cada segundo que pasa su luz está miles de kilómetros más cerca. Es un pensamiento reconfortante, saber que hay luz en camino.

“Aliteración de la A”, pienso de pronto, como si estuviera en un examen de literatura de COU, y se abalanza sobre mí la sensación de que desde entonces, desde aquellos diecisiete años, no he hecho más que navegar con rumbo fijo hacia este preciso momento. Hacia esta playa, este olor a océano, esta puesta de sol.
“Aliteración de la A”, repito para mis adentros: “Arena y astronomía”.

"Save the world, save the cheerleader"

Se terminó por fin la primera temporada de la que (se supone) ha sido la serie estrella de la temporada en EE.UU., “Heroes”, creada por Tim Kring, de la que ya enuncié mis primeras impresiones por estos lares cuando comencé a verla.


En conjunto, esta primera temporada no está nada mal. Pero claro, hay que tener en cuenta tres factores importantes:

1) La primera mitad (episodios 1 al 11) y algunos sueltos a la altura del 16 ó 17, es bastante notable (salvo por la falta de rigor en ciertos aspectos: véase el rollo espacio-tiempo de Hiro Nakamura), pero los tres o cuatro últimos capítulos son bastante bochornosos (el último me resultó particularmente decepcionante), rebajando considerablemente la calidad media. Como decían en “El ladrón de orquídeas”, un guión es tan bueno como lo sea su final. Sin un buen final, el conjunto se desmorona.

2) No hay nada en “Heroes” que no se haya visto antes y, sobre todo, mejor resuelto. Si tomamos cuatro pinceladas de “Rising Stars” de J.M.Straczynski (el asesino de héroes que adquiere las habilidades de sus víctimas), “Watchmen” de Alan Moore y Dave Gibbons (¿alguien ha dicho “volar Manhattan”?) y dosis ingentes de conceptos sacados de “X-Men” (poderes, personalidades y hasta tramas concretas, como “Días del futuro pasado”, de la aclamada temporada de Chris Claremot) tendremos la lista exacta de los libros de consulta a los que los guionistas de la serie acuden constantemente.

3) Yo me vi la serie en dos bloques, primero del capítulo 1 al 11 y luego del 12 al 23, cada bloque en un par de semanas (día arriba, día abajo). Por tanto, tenía los últimos acontecimientos siempre frescos y además era la única serie que veía en aquellos momentos. Pero (y es un pero enormísimo) en EE.UU. la serie se emitía el mismo día de la semana y a la misma hora que “Lost”, compitiendo de forma directa por la audiencia. Y claro, ahora que he empezado a ver la 3ª temporada de esta última (también en plan “atracón”, con un par de capítulos al día), la comparación me resulta casi irrisoria. Poner en la balanza la serie de Kring junto a la portentosa criatura de J.J. Abrams y Damon Lindeloff es como comparar “Robocop” con “Blade Runner”. Las dos son ciencia-ficción, sí, y las dos son pelis que merece la pena ver, pero “manda carallo” con la diferencia…

Así que mi recomendación final es que aquellos que gusten de las series le den una oportunidad, porque seguro que les hará pasar un buen rato, siempre y cuando ya hayan visto antes otras cosas mucho más interesantes, como pudieran ser “Dexter”, “Firefly”, “Los Soprano” o la ya mencionada “Lost” (que sigue, una temporada más, siendo el estandarte de lo que cualquier producción para televisión debiera aspirar a convertirse hoy en día).

Lo que resulta curiosísimo (a mí, al menos) es cómo las mismas ideas pueden atraer de distinta manera al espectador potencial. Ocurrió con “Matrix”, ocurrió con “300” y “V de Vendetta” y vuelve a ocurrir con “Heroes”. El gran público adora los conceptos provenientes del mundo del comic, pero sigue sin tomarse en serio los comics de los que proceden dichos conceptos… Inquietante, ¿no?

"El amor es física y química"

“Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños.

Puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo, tu todo,
tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.

Y si quieres también
puedo ser tu estación y tu tren,
tu mal y tu bien,
tu pan y tu vino,
tu pecado, tu dios, tu asesino…

O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor,
que me falta valor para atarte a mi cama.

Puedo ponerme digno y decir
“toma mi dirección, cuando te hartes de amores
baratos de un rato... me llamas”.

Y si quieres también
puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adiós y tu “ven”,
tu manta y tu frío,
tu resaca, tu lunes, tu hastío…

O tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda,
en mitad de la calle y desnuda.

Y si quieres también
puedo ser tu abogado y tu juez,
tu miedo y tu fe,
tu noche y tu día.
Tu rencor. Tu porqué. Tu agonía…

O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar…”


(“A la orilla de la chimenea” de Joaquín Sabina. Viene en uno de sus mejores discos, “Física y Química”, recién regalado con ese periódico de rojillos que es El País, jejeje. Actuará en Santiago de Compostela el 14 de Julio junto al hombre que escribe como los ángeles y canta como las ovejas, Joan Manuel Serrat. Servidor, que este verano no se pierde una, ya tiene su entradita comprada).

Par de cines

Zodiac

Lo de David Fincher es impresionante. Independientemente de lo mucho o poco que puedan gustar a cada uno sus películas, su capacidad para intentar el más difícil todavía siempre es digna de admiración.

Quien se espere un thriller al uso, con sus persecuciones, sus muertes rocambolescas y su “más grotesco que la vida real”, que elija otra sala al pedir sus entradas en taquilla, porque “Zodiac” se encuentra en las antípodas de esa clase de película (que, con el permiso de Jonathan Demme, fue el propio Fincher quien se encargó de poner de nuevo de moda con la brillante “Seven”), acercándose más al cine periodístico/de investigación como “JFK: caso abierto” (Oliver Stone) o ”Todos los hombres del presidente” (Alan J. Pakula).

Fincher subyuga su ego (que no su buen hacer) con el fin de no entorpecer la meticulosa puesta en escena y recreación de los hechos, consiguiendo así una experiencia que se columpia entre una tesis criminológica, una dramatización propia de un programa televisivo de sucesos y un cuidado ejercicio de recreación del ambiente periodístico y policial de la década de los 70.

El problema, supongo, es que la campaña publicitaria desplegada en torno al film poco hace por prevenir al espectador potencial acerca de qué se va a encontrar, prometiendo una película adrenalínica del aclamado director de “Seven” y “El club de la lucha”.

La moraleja es obvia: uno nunca puede fiarse de los publicistas…


Piratas del Caribe: en el fin del mundo

¡Boom!, chiste, ¡crash!, chiste, ¡zoom!, chiste, ¡plaf!, chiste, ¡patapum!, chiste…

Y así toda la película. Pero claro, yo me lo pasé como un enano (creo que hasta aplaudí cuando salió Keith Richards… qué risas) y a estas altura quien no sepa lo que puede ofrecerle esta tercera entrega de “Piratas…” es que no se ha molestado mucho en informarse sobre el asunto.
Ojalá todos los blockbusters palomiteros fueran como éste.

miércoles, junio 06, 2007

L is for Lisbon

GIMME FUEL


GIMME FIRE


GIMME THAT WHICH I DESIRE

(Gracias al Peli, ya tengo mi entrada para ver a Metallica en directo el 28 de Junio en Lisboa. Yeah!)