viernes, enero 27, 2017

Top 10: mis películas favoritas de 2016

He ido muy poco al cine en 2016. Cuando vivía en España solía ver unas 40 ó 50 películas en pantalla grande cada año. Desde que me mudé a Londres no he visto ni una docena en salas, y confieso que muchas han sido blockbusters palomiteros... algunos bastante malos, por desgracia. El resto han tenido que esperar a la barata comodidad del sofá + tele + mantita.


Como siempre, me he quedado con ganas de ver unos cuantos títulos que tal vez habrían merecido un lugar en este ranking ("Elle", "Paterson", "Captain Fantastic", "Everybody wants some", "Anomalisa", "El ciudadano ilustre", "El hijo de Saúl", "I, Daniel Blake", "Tarde para la ira", "El hombre de las mil caras", "Julieta", "El abrazo de la serpiente", "Green Room"...) pero para despacharlos todos a tiempo para esta entrada necesitaría una Tardis o un Delorean.

De lo que sí he visto durante 2016, éstas han sido las 10 películas que más me han gustado:

10 - Nocturnal Animals


Confieso que he sufrido como un perro con el arranque de "Nocturnal Animals". Ése era el objetivo del director y guionista (además de diseñador de moda) Tom Ford y de su personaje Edward: un novelista que envía a su ex-mujer una turbadora novela sobre la destrucción de una familia. Realidad y ficción se mezclan en un agobiante film que recuerda por momentos a gigantes del celuloide como Hitchcock y Polanski, que se engrandece con las interpretaciones de Amy Adams, Jake Gyllenhaal (por duplicado) y Michael Shannon (nominado al Oscar por esta película) y que luce un acabado formal tan elegante y cuidado como los diseños de alta costura de su realizador. Su final abierto y enigmático me tuvo dándole vueltas al coco durante días, señal inequívoca de que "Nocturnal Animals" ha sido una de las películas que más me han calado en los últimos 12 meses.


9 - Doctor Strange


En un año saturado de adaptaciones del tebeo a la gran pantalla (y también a la pequeña), "Doctor Strange" sobresale como el blockbuster más divertido y espectacular de la temporada. No sólo Benedict Camembertbitch hereda de Tony Stark/Robert Downey Jr. el manto de "personaje del MCU más carismático" sino que la fantasía psicodélico-geométrica dirigida por Scott Derrickson explora nuevas e interesantes vertientes de ese universo fílmico interconectado que lleva casi una década alegrándonos la vida a los aficionados a las viñetas mainstream: magia, tiempo y multiverso. Puedo entender a quienes acusan a "Doctor Strange" de ser una historia de orígenes demasiado formulaica (porque en el fondo lo es), pero su arrolladora potencia visual, su bienvenido sentido del humor y el excelente trabajo del reparto la convierten, para mí, en la mejor película de super-héroes desde "Captain America: Winter Soldier".


8 - The Hateful Eight


Mi único problema con "The Hateful Eight" (y no es un problema menor) es que me parece demasiado larga; en mi opinión le sobran perfectamente 20 minutos de película. Tarantino se ha gustado tanto a sí mismo, se ha masturbado tanto con sus interminables diálogos marca de la casa, que no ha sabido poner freno a su ego y se le ha ido el metraje hasta las casi 3 horas. Eso por un lado. Por el otro, "The Hateful Eight" me parece una maravillosa locura repleta de momentos memorables, diálogos (por supuesto) chispeantes y escenas para la posteridad (la de "Noche de Paz" al piano va directa al Top 10 del director de Knoxville). Tiene además una banda sonora maravillosa (alejada, para mi sorpresa, de los previsibles ecos del spaghetti western), una fotografía que desencaja la mandíbula y un reparto sobrado de talento, presencia en pantalla y abrumadora dicción (¡ni se os ocurra verla doblada!). "The Hateful Eight" es una película que sólo podía haber hecho Quentin Tarantino, con todos sus vicios y sus benditas virtudes.


7 - Arrival


Denis Villeneuve es uno de mis directores actuales favoritos, capaz de saltar con soltura entre géneros y trabajar con grandes estrellas de Hollywood sin perder un cierto sello autoral. "Incendies", "Prisoners" o la fabulosa "Sicario" (¿mi película favorita de 2016?) eran tensos thrillers, brillantemente interpretados, que jamás apartaban el foco de los sentimientos de sus protagonistas. Lo mismo puede decirse de "Arrival", ciencia-ficción casi intimista con acabados de super-producción y protagonizada por una Amy Adams que se ha quedado fuera de la carrera por los Oscar por la mínima, convirtiéndose con sus 5 infructuosas nominaciones en la nueva Leonardo DiCaprio. Inmersos en una dinámica cinematográfica en la que cada visita a la Tierra de la raza alienígena de turno se salda inevitablemente con una orgía de destrucción masiva, Villeneuve conduce en sentido contrario a los Michael Bay y Roland Emmerich de este mundo y prefiere hablarnos del poder del lenguaje, de los mecanismos de la memoria y de una pequeña y trágica historia de amor entre una madre y su hija. Y así, como quien no quiere la cosa, me convence de que si alguien tenía que filmar la secuela de mi película de ciencia-ficción favorita de todos los tiempos y no cagarla, sólo podía ser él. No me falles, Villeneuve. Yo creo en ti.


6 - The Revenant


"The Revenant" es una peli experiencia, de esas en las que lo sensorial se impone de forma apabullante a lo emocional. Bajo esa premisa no se me ocurre nada que reprocharle. Técnicamente es una absoluta maravilla, y algunos de sus largos planos rodados con steadycam merecen que uno se ponga en pie y aplauda en medio del cine, aún a riesgo de que el tipo de al lado se cabree contigo. No recuerdo unos primeros 30 minutos más bestiales desde el estreno de "Un profeta" (y antes de eso posiblemente tendría que remontarme al desembarco en Normandía de "Salvar al soldado Ryan"). Todo esto no quita para que también sea una peli gélida (intencionadamente) con la que a veces cuesta conectar, más allá de la fascinación que puedan despertar sus poderosos estímulos audiovisuales y un Leonardo DiCaprio que ya puede celebrar, merecidamente, su primer Oscar. Tom Hardy también está enorme, ya que estamos. Y el oso, no nos olvidemos del puto oso.


5 - Kubo and the Two Strings


Para un tipo como yo, que disfrutó como un enano con la adaptación stop-motion de "Coraline" y que lleva más de una década admirando el buen hacer de Stan Sakai en "Usagi Yojimbo", la propuesta de Laika para este 2016 era un must desde aquel espectacular primer trailer acompañado por una versión épica de "While my guitar gently weeps". La animación artesanal del estudio estadounidense y la tradición fantástica oriental se hermanan en "Kubo and the Two Strings" produciendo una película hermosísima que se sale completamente de los estándares narrativos a los que el cine animado nos tiene acostumbrados en Occidente. El viaje interior de Kubo nos lleva en última instancia a un terreno emocional frecuentemente inexplorado por las producciones de Disney o Dreamworks: aquí no hay un final feliz sino un final sabio. Uno que muchos adultos, sorprendidos por el lirismo y la profundidad del film, posiblemente no hayan sabido explicar a sus hijos a la salida del cine.


4 - Hell or High Water


"Hell or high water" encuentra el punto exacto del mapa cinematográfico en que la serie negra, el western, la road movie y la denuncia social convergen en la excelencia. Algo así como una prima-hermana de "No country for old men" y "Killing them softly" pensada para los fans de los comics de autor de Jason Aaron ("Scalped", "Southern Bastards"). Mencionaba más arriba a "Sicario" como una de mis películas favoritas de 2016, y por ello no me extrañó descubrir en IMDb, una vez vista esta "Hell or high water", que ambas compartían guionista: un viejo conocido de los "Sons of Anarchy" llamado Taylor Sheridan. La espléndida banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis y las sorprendentes interpretaciones de Chris Pine y Ben Foster (porque lo de Jeff Bridges ya no debería sorprender a nadie) redondean este atraco perfecto.


3 - Spotlight


"Spotlight" es una de esas películas que te gustan más al día siguiente de haberla visto que en el momento preciso en que la estás viendo. Por la misma razón por la que uno tarda toda una temporada en darse cuenta de que "The Wire" es una obra maestra y sigue pensando que es la mejor serie de todos los tiempos 5 años después de haberla terminado. Resulta difícil destacar en ella una sola interpretación, una escena concreta, una línea de diálogo especialmente memorable: no es una película que se luzca en ese sentido. Pero cuando uno la piensa reposadamente se da cuenta de que todos los actores están magníficos, que no hay una escena que sobre (o falte) y que la precisión de su libreto sólo puede provenir de un talento inmenso. Tiene ese espíritu periodístico que a unos cuantos (fans de "The Newsroom" y de todo lo que hace David Simon para la pequeña pantalla) nos pone muchísimo, y lo enfoca hacia un tema que siempre me hace cosquillas: sacar a relucir los trapos sucios de la Iglesia (sí, soy un maldito ateo anticlerical). Y es por todo ello que me ha encantado "Spotlight".

2 - Room


Conviene no saber demasiado de "Room" antes de sentarse a verla. Pero si uno comete el error de leer su sinopsis, es posible que se haga una idea incorrecta de lo que se va a encontrar en ella: un melodrama chungo de sobremesa (de esos que Antena 3 programa para las tardes del sábado) o, aún peor, una ración de torture porn malrollista. Si esto mismo lo rueda Haneke os juro que me quedo en casa, a oscuras y hecho un ovillo durante el próximo lustro. Por suerte "Room" no es nada de eso. Lo que sí es es una historia terrible y preciosa sobre el amor de madre (el tatuaje no, el otro) en circunstancias extremas; sobre lo que un progenitor puede hacer, aguantar y arriesgar por el bienestar de su cachorro. Si todavía no la has visto mejor no cuento nada más. A mí me ha estrujado la patata como pocas pelis lo han conseguido en los últimos años; y eso que no tengo críos, porque os juro que si fuera padre me rompía en pedacitos.


1 - Carol


"Carol" es la elegancia, la sensibilidad, el buen gusto y la sutileza hechas cine. Perdón, CINE. Visualmente es sublime: rostros cautivos detrás de ventanas, imágenes especulares, puertas entreabiertas, miradas que se esquivan, se encuentran y se aman... La música enamora. El guión es inteligente, preciso y (una vez más) sutil hasta la fascinación: ¿os podéis creer que en toda la película no se dice ni una sola vez la palabra que empieza por L? Y, por supuesto, es imposible no flipar con las interpretaciones de Blanchett y Mara: las dos se salen de las escalas, están en otra galaxia. Cabrea, claro, que la Academia haya sido tan miope a la hora de repartir los últimos Oscars, pero pensar en premios cuando se habla de películas como "Carol" es quedarse en lo anecdótico. El arte verdadero está más allá de consideraciones tan mundanas.


Merece la pena mencionar otras películas que, dependiendo de mi estado de ánimo, podrían haberse colado perfectamente en el top 10 desplazando a alguna de las presentes. Son la divertidísima y setentera "The Nice Guys", "The Handmaiden" o un Hitchcock erótico a la coreana, la escatológicamente inclasificable "Swiss Army Man", "Vengadores Captain America: Civil War" y su capacidad para combinar el fan service con el entretenimiento más genuino, la desopilante locura meta de "Deadpool", el retorno de Mel Gibson a la dirección en la visceral "Hacksaw Ridge", la sutil y atípica propuesta de terror de "The Witch" o el nuevo éxito animado de Disney con la adorable "Moana".

En el extremo opuesto, el de las mayores mierdas vistas en 2016, nos encontramos con tres ejemplos perfectos de lo que el Hollywood carente de ideas entiende por blockbuster: secuelas innecesarias, adaptaciones del comic pensadas únicamente para aprovechar el tirón del subgénero super-heroico y torpes intentos de acercar el mundo del videojuego al cine. Una ronda de abucheos para "Independence Day: Resurgence", "Suicide Squad" y "Warcraft", por favor.

miércoles, enero 18, 2017

Top 5: mis series de televisión favoritas de 2016

Sé lo que estás pensando: "¿el Abismo no estaba muerto y enterrado?".

Respuesta larga: durante meses he estado a punto de escribir una nueva entrada en esta bitácora en al menos una docena de ocasiones distintas, pero las circunstancias han conspirado en mi contra y he tenido que ir posponiéndolo hasta que la inspiración y las ganas se desplazaban hacia otros intereses y prioridades. La vida adulta da asco, y la vida adulta de un empleado de hostelería en Londres da asco y además deja muy poco tiempo libre para hacer cosas tan inútiles y divertidas como actualizar un blog. Pero al igual que uno tiene amigos a los que no ve en meses e incluso años y cuando por fin se reencuentra con ellos es como si no hubiese pasado un solo día, regresar al Abismo, aunque sea de forma puntual, se siente como algo cómodo, natural y un poquito necesario. "Old habits die hard", que decía Mick Jagger. Poco importa que en estos 9 largos meses apenas haya escrito listas de la compra repletas de yogures y galletas Oreo y whatsapps de no me esperes despierta que voy a llegar tarde 😘😘😘, y que las antaño afiladas habilidades literarias de un servidor se encuentren oxidadas hasta el punto de no recordar si se escribe croqueta o cocreta; el Abismo siempre estará ahí para devolverme su cálida, hogareña y onanística mirada.

Respuesta corta: éste es mi blog y me lo follo cuando quiero.

¿Y qué mejor manera de regresar, cual olvidada estrella de rock de los 80 necesitada de dinero para pagar el último divorcio y la pensión de siete retoños, que con las (oh, sí, nena) LISTAS DE LO MEJOR DEL AÑO? Porque todo blogger de mierda siente la irrefrenable necesidad de pontificar sobre lo que ha molado y lo que no durante la última elipsis completa (tomada desde un punto temporal arbitrariamente asignado al nacimiento de una figura religiosa de dudosa existencia) descrita por un planeta habitado alrededor de la estrella más cercana, y yo no quiero ser menos.

"Pero Jero, ¿no te parece un poco tarde para empezar a publicar listas con lo más mejor de 2016? Si prácticamente estamos acabando enero: las parejas ya piensan en sus regalos de San Valentín y los supermercados Sainsbury han montado el expositor con los huevos de Pascua."

Sí, lo sé, pero ---> Ver respuesta corta.


Empezamos con las series de televisión, campo cada vez más inabarcable del ocio contemporáneo, que en 2016 han dejado una cosecha brillante. Por supuesto, mi ranking de favoritas (que no mejores, eso se lo dejo a la gente que realmente sabe de lo que habla) es tan parcial y miope como mi lista de visionados: por un lado hay infinidad de títulos interesantes a los que tengo echado el ojo pero que todavía no he podido catar ("The Night Of", "Vinyl", "The Young Pope", "Making a Murderer", "The Americans", "The Crown", los nuevos capítulos de "Black Mirror"... y un largo etcétera); por el otro, he dedicado el último trimestre catódico de 2016 al visionado completo y ordenado de las 9 temporadas (y no-sé-cuántos episodios especiales) que componen la encarnación moderna de "Doctor Who" (que no entra en el top porque durante el año pasado sólo estrenó un capítulo navideño de escasa relevancia), lo que ha limitado considerablemente la cantidad de series que el abajo firmante haya podido ver recientemente.

Aclarado esto, al trapo:

5 - Narcos (Temporada 2)


Lo mejor que se puede decir de la segunda temporada de "Narcos" es que no parece una segunda temporada. El arco que narra el ascenso y caída de Pablo Escobar mantiene, sin solución de continuidad, todas las señas que hicieron célebre a la primera entrega de la serie estandarte de Netflix: ritmo trepidante, un guión plagado de dardos a la política nacional colombiana e internacional estadounidense, un robusto trabajo de dirección, un reparto magnífico (ligeramente afeado por la imposibilidad de lograr el acento perfecto para algunos personajes) y el mayor catálogo de insultos descacharrantes que se recuerde en televisión. Gonorrea. Hijueputa. Malparido.


4 - Westworld (Temporada 1)


Conviene ignorar la idea más o menos generalizada de que "Westworld", remake de la película homónima de 1973 escrita y dirigida por Michael Crichton, aspira a ser el relevo de "Game of Thrones" en HBO. Más allá del presupuesto de nueve cifras y el espectacular acabado audiovisual, cualquier parecido entre ambos títulos es puramente circunstancial. Producida por J.J. Abrams y Jonathan Nolan (hermano del visionario director de "Inception" e "Interstellar"), "Westworld" propone una sugerente mezcla de sandbox en el Oeste à la "Red Dead Redemption" y ciencia-ficción robótica al estilo Asimov. El resultado es una sofisticada y violenta fantasía futurista plagada de giros argumentales desencajamandíbulas, profundas disertaciones sobre si sueñan o no los cowboys con reses eléctricas y versiones para pianola de canciones de Radiohead (entre otros). Con las apariciones estelares de Anthony Hopkins y Ed Harris, para rematar la faena.

3 - Stranger Things (Temporada 1)


La sorpresa televisiva del verano, un proyecto del que apenas se sabía nada unas semanas antes de su puesta de largo en Netflix, ofrece un popurrí de grandes éxitos de los 80 diseñado para alimentar la nostalgia de su público objetivo. Habrá quien la acuse de no ser más que una ensalada de referencias (de "Carrie" a "Los Goonies" pasando por "Silent Hill", "Cuenta conmigo", "La Cosa", "E.T." y un largo etcétera) que no propone ni una sola idea inédita, pero no es mi caso. No sólo he disfrutado como un enano con su juego de guiños y homenajes; la brillantez con que se articula el pastiche, la pegada emocional de la narración y la empatía inmediata que despiertan sus protagonistas la convirtieron, para mí, en un triunfo absoluto.


2 - House of Cards (Temporada 4)


En un año marcado por las elecciones estadounidenses más polémicas del último medio siglo, los Underwood libraron su propia batalla por el Despacho Oval en otra sublime temporada de "House of Cards". La lección magistral de política impartida por Kevin Spacey y Robin Wright (inmensos, como de costumbre) describe la bajeza moral de la clase gobernante con una elegancia e inteligencia que ojalá compartiesen los corruptos del mundo real. Se puede ser malvado con estilo: aprende, Mariano.


1 - Game of Thrones (Temporada 6)


Sin más libros de George R.R. Martin que adaptar, los productores y guionistas de la serie estrella de HBO se enfrentaban en esta sexta temporada a un fandom tronista dispuesto a recibir los nuevos episodios con el cuchillo entre los dientes. Pese a unos primeros compases algo titubeantes, la luz de R'hllor no tardó demasiado en resucitar el extraordinario nivel habitual del programa y elevarlo por momentos hasta nuevas cotas de calidad. Capítulos como "Battle of the Bastards" o "Winds of Winter" suponen un hito en la historia de la televisión no sólo por su espectacular factura técnica (que también), sino por su combinación perfecta de tragedia, épica y grandes revelaciones argumentales; hasta el punto de que muchos no dudan en situar esta sexta temporada como la mejor de las emitidas hasta la fecha. Queda para el anecdotario geek el desparrame de memes generado en las redes sociales a cuenta de la traducción al castellano de esas tres palabras por las que será eternamente recordado el episodio "The Door".


De las que también me han gustado, se quedan fuera por muy poquito la segunda tanda de episodios de "Daredevil", con el mejor Punisher que se recuerde en imagen real; la miniserie de espías de la BBC "The Night Manager", que allanó el terreno para que Tom Hiddleston se convierta en el próximo 007; el regreso de "Man Seeking Woman", que a falta de "Rick and Morty" fue la mayor proveedora de risas tróspidas del año (¿todavía se puede decir tróspido en 2017?), y la cuarta entrega, todavía en emisión, de las aventuras de Ragnar Lothbrok y sus "Vikings".

No son las únicas dignas de, al menos, mención: la (mínima) cuota nacional queda cubierta con la segunda temporada de "El Ministerio del Tiempo"; la cuarta y última entrega de "Banshee" no alcanzó el altísimo nivel de sus predecesoras pero cerró el ciclo de desventuras de Lucas Hood de forma satisfactoria; la segunda temporada de "Ash vs Evil Dead" tuvo en su episodio "Morgue" el mejor momento de slapstick gore/escatológico del año, y la siempre irregular "The Walking Dead" continuó con la tradición de entregar capítulos arrebatadores como "JSS" o "The day will come when you won't be" en medio de soporíferas subtramas de redescubrimiento espiritual y cliffhangers perezosos como el del final de la sexta temporada.

La gran decepción del año ha sido la adaptación por parte de AMC del "Preacher" de Garth Ennis y Steve Dillon, un producto largamente soñado por los fans del tebeo que en su salto a la pantalla no ha sabido encontrar el equilibrio entre tonos y géneros. Lo del abrupto final de "Penny Dreadful" ni siquiera entra en el terreno de la decepción: vi la tercera temporada por puro completismo y me dejó tan indiferente que apenas merece la pena detenerse en ella.

viernes, abril 01, 2016

World's... Finest?

“Batman v Superman: Dawn of Justice” (“BvS” en lo sucesivo, para abreviar) era uno de los estrenos cinematográficos más esperados de 2016. El público aguardaba ansioso el primer enfrentamiento cinematográfico (en imagen real) entre el último hijo de Krypton y el caballero oscuro de Gotham, mientras que la crítica se posicionaba en contra de forma virulenta antes incluso de la fecha oficial de su puesta de largo (y si no me creéis ved este hilarante vídeo de YouTube). Siendo “Man of Steel”, cinta que ya había dividido profundamente a críticos y a espectadores, el antecedente directo de “BvS”, servidor creía saber de antemano lo que podía esperar de su irregular director Zack Snyder, especializado en adaptaciones de las viñetas a la gran pantalla.


El argumento de “BvS” arranca durante la catastrófica batalla entre Superman y el General Zod que reducía Metropolis a escombros en los compases finales de “Man of Steel”, pero presenciada ahora desde el punto de vista, a pie de calle, de Bruce Wayne. El multimillonario playboy, alter ego del murciélago gothamita, vive entonces su propio 11-S y toma la determinación de proteger a la humanidad, cueste lo que cueste, de lo que él entiende como una amenaza de escala planetaria. Guerra preventiva, que lo llamaron en EE.UU. En la misma línea de pensamiento se encuentra el excéntrico científico y (presunto) filántropo Lex Luthor, acomplejado ante la aparente divinidad del Hombre del Mañana, a quien una importante mayoría de la población adora como a un mesías de claras resonancias bíblicas. En medio de estas posturas irreconciliables se encuentra el propio Clark Kent, un tipo sencillo que sólo quiere dar a sus inmensos poderes el mejor uso posible, ignorando las recomendaciones del gobierno estadounidense, que pretende regular las intervenciones del héroe de Metropolis.


Es éste un planteamiento que genera, a priori, interesantes frentes de debate y conflictos entre personajes, y en base a ello la primera mitad de la película intenta establecer el marco adecuado para que Batman y Superman, presionados por las maquinaciones de Luthor, se posicionen en sus respectivas esquinas del cuadrilátero. El problema es que, hasta que se produce ese anunciado enfrentamiento físico, los guionistas David S. Goyer y Chris Terrio presentan una saturación de subtramas y personajes más propia de una temporada televisiva de 13 capítulos que de un largometraje, con el inconveniente de que ninguno de ellos consigue el desarrollo que le correspondería. Así, uno termina la proyección de “BvS” sin comprender los motivos que llevan a Lex Luthor (un Jesse Eisenberg pasadísimo de rosca, cargado de tics físicos y vocales, que no se calla ni dos segundos en cada escena en que su personaje asoma por la pantalla) a maquinar un plan tan endiabladamente retorcido que, a poco que uno se lo cuestione, no tiene ni pies ni cabeza.


Tampoco es fácil identificar en el esforzado Ben Affleck (esforzado pero hierático y con nulo carisma) al Bruce Wayne/Batman deductivo y calculador que hemos llegado a asociar con el icono de DC Comics. Batfleck se pasea por “BvS” como pollo sin cabeza, con cara de no saber nunca cuál será su próximo movimiento, tomando decisiones tan arbitrarias como poner un rastreador a un camión para a continuación dispararle toda clase de proyectiles explosivos. ¿Y eso por qué? Pues porque hacía falta una escena de acción con Batmóvil en la película.


Mejor suerte corre el Superman encarnado por Henry Cavill: ha tenido su propia cinta en solitario para ser presentado al público y en “BvS” sus acciones son siempre una reacción a las de los demás personajes, con lo cual es mucho más sencillo comprender cómo y por qué hace lo que hace. Por desgracia, el halo de divinidad que rodea en todo momento al kryptoniano rara vez nos permite acercarnos al dubitativo muchacho de Smalville que sí tuvimos la suerte de conocer en la muy superior “Man of Steel”, y cuando por fin nos reencontramos con ese Clark Kent que todavía no comprende cuál es su lugar en el planeta Tierra, Goyer y Terrio tiran de fantasmas del pasado confundiendo un poco más al espectador, como si las cosas hasta entonces no fuesen ya suficientemente liosas.


Tal vez el mayor pecado de la película sea esa constante necesidad de hacer que todo parezca mucho más complicado y solemne de lo que realmente es. En su intento por dotar a “BvS” de una cierta trascendencia, sus responsables introducen toda suerte de apuntes metafísicos, escenas oníricas difíciles de ubicar y referencias a los comics inasequibles para el público casual. Tal vez el núcleo duro de geeks de DC se lo pase teta reconociendo líneas de diálogo provenientes de "El Regreso del Caballero Oscuro” de Frank Miller, situaciones extraídas del universo de “Injustice: Gods among us”, referencias explícitas a "Crisis en Tierras Infinitas", “Las Diez Noches de la Bestia”, “Hijo Rojo” y el "Cuarto Mundo" o cameos inexplicables que claman a gritos “universo cinematográfico compartido”, pero considero que todos esos elementos sólo añaden confusión y cripticismo de cara al espectador que no se conoce al dedillo la mitología del Universo DC de papel, y frustración para quienes, aún conociendo de primera mano esas referencias, sólo queríamos ver una maldita película de Batman y Superman dándose de leches que ofreciese unos niveles decentes de espectacularidad y entretenimiento.


A veces da la impresión de que tanto Snyder como sus dos guionistas piensan que “BvS” debe ser un “Watchmen” protagonizado por la Liga de la Justicia, con Superman ocupando el lugar del Dr. Manhattan, Batman como sosias de Rorschach y Luthor ejerciendo de Ozymandias. Lo cual demuestra que el director jamás entendió el material con el que trabajaba en "Watchmen" ni tampoco comprende ahora a los personajes que adapta en "BvS", convertidos en versiones oscuras, retorcidas y autoparódicas de sí mismos. Casualmente, o tal vez no, lo mismo que Alan Moore y Dave Gibbons hicieron con el género a mediados de los 80, y que tantos escritores y dibujantes de finales de aquella década y principios de la siguiente malinterpretaron del mismo modo en que Snyder lo hace en pleno 2016. De todos modos, esta visión pretendidamente adulta (que no madura) de los grandes iconos de DC no resultaría tan fallida si no fuese porque, puestas las cartas sobre la mesa a una hora del final, las resoluciones llegan por el camino habitual de otras adaptaciones super-heroicas menos pretenciosas: villano grande, ande o no ande.


Por desgracia, cuando la espesa niebla de subtramas caprichosas y de personajes innecesarios finalmente se disipa y la película se lanza a la carga como el blockbuster de acción que se nos había prometido, las escenas de batalla no son ni la mitad de divertidas y emocionantes de lo que algunos desearíamos. Tal vez porque lo mejor de las mismas (como el asalto de Batman a la nave industrial, inspirado en la saga de videojuegos “Arkham” de Rocksteady Studios) ya lo habíamos visto en los innumerables trailers que destripaban gran parte de las sorpresas del film, o quizás porque resulta imposible conectar con una secuencia de acción en la que los héroes implicados nos importan un bledo y la amenaza apocalíptica de turno, monigote digital genérico para más inri, huele a recurso desesperado para justificar el clímax de destrucción masiva en la última media hora de metraje. El caso es que, con su desorbitado presupuesto para efectos especiales y su megalomaníaca y machacona banda sonora compuesta por Hans Zimmer y Junkie XL, “BvS” tampoco acierta a “la hora de las tortas” (que diría uno de los personajes más queridos de la competencia).


Resulta difícil imaginar que este sindiós sea la secuela que Snyder y Goyer tenían originalmente en la cabeza tras finalizar el rodaje de "Man of Steel", y la culpa de ello probablemente la tengan las imposiciones de la Warner a la hora de encajar esta nueva encarnación del personaje creado por Jerry Siegel y Joe Shuster en un apresurado plan a gran escala para un universo fílmico interconectado que pueda competir con el de Marvel Studios. El estudio ya ha anunciado el Blu-Ray con un montaje del director de 3 horas que tal vez solucione algunos de los problemas narrativos del film, pero si nos ceñimos a la versión estrenada en cines no puedo más que considerarla un fiasco total en casi todos los frentes: como película de acción ultra-hormonada, como traslación al medio audiovisual de los personajes de las viñetas y como narración coherente, autónoma y más o menos autoconclusiva. Su único éxito destacable, y es uno ajeno a cualquier valor intrínsecamente cinematográfico, es ofrecernos un adelanto del que será, en 2017, el próximo proyecto de Snyder tras las cámaras: una "Liga de la Justicia" que, dados los antecedentes, no podría seducirme menos.

lunes, marzo 07, 2016

10 comics todavía inéditos en España que estoy leyendo en formato digital - Volumen 3

Hace un tiempo, cuando este blog se actualizaba con cierta regularidad, escribí un par de entradas (ésta y ésta) señalando una veintena de títulos que por aquel entonces aún no habían visto la luz en castellano y que tenían muy buena pinta. Algunos ya han sido o están siendo publicados en España por diferentes editoriales ("Muerdeuñas", "Ciencia Oscura", "Clase Letal", "Lazarus", "Paria", "El Multiverso", "Velvet", "Zero"...), otros siguen esperando su oportunidad (caso de "Southern Bastards", "The Fade Out" o "Sex Criminals", por citar algunos que seguro llegarán a las librerías patrias más tarde o más temprano) y unos pocos parecen condenados a no ver jamás la luz en la lengua de Cervantes ("Bedlam", "Federal Bureau of Physics", "The Royals" o "Manifest Destiny"). Siguiendo la estela de aquellas entradas, me gustaría reseñar brevemente diez series que han arrancado en Estados Unidos en los últimos meses y que probablemente también lo harán en algún momento futuro en España.

Birthright
Guión: Joshua Williamson. Dibujo: Andrei Bressan. Color: Adriano Lucas.
Image Comics. Serie abierta. 14 números publicados.


Un año después de la desaparición del pequeño Mikey, la familia Rhodes está totalmente descompuesta. El padre, acusado por la opinión pública de ser el asesino de su propio hijo, es una sombra del hombre que fue; la madre, separada ahora de su marido, es incapaz de encontrar un nuevo sentido a su vida, y el mayor de sus hijos todavía mantiene la esperanza de encontrar a su hermanito. Las cosas se ponen realmente extrañas cuando un bárbaro hiper-musculado, armado hasta los dientes con espadas llameantas y hachas encantadas, aparece de la nada afirmando ser Mikey y haber pasado los últimos años librando una batalla épica contra el mayor de los males en un mundo de dragones y mazmorras donde el tiempo transcurre a un ritmo diferente.


Joshua Williamson, guionista de "Muerdeuñas" (¡yeah!) y "Fantasmas" (¡buuuh!), combina elementos de sagas fantásticas como "El Señor de los Anillos" y "Las Crónicas de Narnia" con las persecuciones trepidantes de "El Fugitivo". El dibujante Andrei Bressan da el do de pecho en las páginas ambientadas en el mundo mágico. Juntos logran entregar cada mes (más o menos) un tebeo que supera las expectativas generadas por su algo tópica premisa: de hecho, hace falta llegar a la última página del primer número para comprender que éste no va a ser el comic que hasta entonces creías estar leyendo...



Black Magick
Guión: Greg Rucka. Dibujo: Nicola Scott. Color: Nicola Scott y Chiara Arena.
Image Comics. Serie abierta. 5 números publicados.


A todos nos cuesta más o menos conciliar nuestra vida profesional con nuestra vida personal. Para Rowan Black, detective de homicidios en el Departamento de Policía de Portsmouth, las cosas son un pelín más complicadas. Porque Rowan es una bruja, descendiente de un linaje de mujeres practicantes de la magia negra, y su relación con lo oculto está a punto de inmiscuirse en su carrera policial: mientras ella intenta mantener sus prácticas mágicas en secreto para el resto de sus compañeros en el cuerpo, alguien (o algo) muy poderoso ha emprendido una cruzada contra Rowan, pero ella no sabe quién ni por qué.


Greg Rucka, co-creador de otro de los actuales éxitos de Image, “Lazarus”, escribe un híbrido entre la añorada “Gotham Central” (del propio Rucka junto a Ed Brubaker) y la también muy recomendable “Rachel Rising” de Terry Moore, y pone un estupendo guión en manos de la dibujante australiana Nicola Scott para que ésta se luzca de lo lindo: no sólo sus personajes y escenarios son una auténtica delicia para la vista, sino que además el ingenioso uso del color (asistido por Chiara Arena) ofrece un espectacular acabado pictórico mientras cumple una destacada función narrativa. Basándome en el altísimo nivel de estos 5 primeros capítulos, “Black Magick” bien podría ser el mejor tebeo firmado por Rucka hasta la fecha.



Cry Havoc
Guión: Simon Spurrier. Dibujo: Ryan Kelly. Color: Nick Filardi, Lee Loughridge y Matt Wilson.
Image Comics. Serie abierta. 2 números publicados.


"Cry Havoc" es, que yo recuerde, el primer comic escrito por Simon Spurrier que he leído. Según la Wikipedia el guionista inglés tiene una interesante carrera en revistas británicas como la emblemática "2000 AD" y en la franquicia mutante de Marvel Comics, pero si me decidí a darle una oportunidad a su nueva serie regular creada junto al dibujante Ryan Kelly (que me sonaba un poco más por su trabajo en "Local" junto a Brian Wood) fue porque a) la publica Image Comics, b) ha sido elogiada por Alan Moore y c) tiene una premisa bastante molona, resumida tal que así en la camapaña publicitaria previa a su lanzamiento: "it's not about a lesbian werewolf going to war, except of kind it is" ("no trata sobre una mujer-lobo lesbiana que va a la guerra, excepto porque en cierto modo sí trata sobre eso").


Ésa es la descripción que ofrecen sus creadores, pero si me preguntáis a mí os diré que me parece un híbrido entre "Lycanthrope Leo" (un manga poco conocido de Kengo Kaji y Kenji Okamura sobre humanos que se transformaban no sólo en lobos, sino en todo tipo de animales monstruosos) y "Zero Dark Thirty (La Noche Más Oscura)", aunque en los dos números publicados hasta la fecha también encontramos lecciones de sexualidad animal, unas gotas de slice of life londinense y los primeros apuntes de lo que será, intuyo, una profunda exploración del folklore y los mitos relacionados con los procesos de transformación. Y por si todo ello pareciera poco, la trama se desarrolla en tres líneas temporales perfectamente identificadas por las distintas paletas de colores aplicadas por cada uno de sus tres coloristas. ¿Ambicioso? Por supuesto. Y también altamente prometedor.



DK III: The Master Race
Guión: Frank Miller y Brian Azzarello. Dibujo: Andy Kubert y Klaus Janson. Color Brad Anderson: 
DC Comics. Serie limitada de 8 números. 3 números publicados.


DC Comics pasa por horas bajas: a la espera de que el estreno de "Batman v Superman: Dawn of Justice" propicie un empujón a sus ventas, su desastrosa gestión editorial de iconos como Superman, Wonder Woman o Flash (del que se habla más por su serie televisiva que por sus aventuras impresas) la ha llevado de relanzamiento en relanzamiento y de evento en evento sin acercarse a los beneficios de su competidora directa, Marvel Comics. Mientras las cabezas pensantes de DC encuentran una solución a esta deriva, el recurso inevitable es tirar de vacas sagradas y ofrecer a los lectores veteranos un revival de clásicos de los 80 y 90: primero fue "Before Watchmen", después vino "The Sandman: Overture" y ahora llega una nueva secuela de "The Dark Knight Returns" de Frank Miller. ¿Cuánto tardará la editorial en ofrecerle un cheque en blanco a David Lloyd para que les deje publicar "VI for VIctory"?


Por mucho que el nombre de Miller figure el primero en los créditos de "DK III: the Master Race", resulta complicado estimar cuánto ha aportado el creador de "Sin City" al proyecto y cuánto del resultado final es responsabilidad del co-guionista Brian Azzarello y del dibujante Andy Kubert (entintado, para redondear la jugada nostálgica, por el mismo Klaus Janson que finalizaba las páginas de Miller en los 80). Desde luego, quien espere encontrar en "DK III" la visceralidad, mala baba y energía visual de las anteriores entregas ya puede irse haciendo a la idea de que esto es otra cosa muy distinta: un entretenido tebeo de super-héroes que probablemente nadie recuerde con especial reverencia dentro de 20 años. Quedan todavía 5 números para su conclusión y sin embargo Miller ya ha anunciado que está trabajando en solitario (esta vez sí) en un futuro "DK4". ¿Se habrá arrepentido de dejar su creación en manos ajenas?



The Goddamned
Guión: Jason Aaron. Dibujo: R.M. Guéra. Color: Giulia Brusco.
Image Comics. Serie abierta. 3 números publicados.


Desde que fuera anunciada hace meses, “The Goddamned” se convirtió en lectura imperativa para un servidor por una razón bien sencilla: se trata de la nueva serie regular del tándem formado por Jason Aaron y R.M. Guéra, responsables de uno de mis comics favoritos de los últimos años, “Scalped”. Si con eso no estuviese todo dicho, la premisa, en las antípodas de las desventuras de Dash Caballo Terco y Lincoln Cuervo Rojo, proponía una relectura libérrima e hiperviolenta del Antiguo Testamento, lo cual suena a marcianada pero no lo es. En un mundo más próximo a la Era Hiboria de Robert E. Howard que a lo que la monja/beata de turno te contó en Catecismo, el primer asesino de la Historia, maldito por Dios con la carga de la inmortalidad, lleva 1.600 años buscando la muerte sin poder encontrarla. Paralelamente, un señor de la guerra llamado Noah (Noé para los hispanohablantes) siembra el terror en nombre de una cruzada divina que culminará con un diluvio universal que barrerá de la Tierra todo rastro de pecado y perversión... y de la humanidad, ya puestos.


Aaron continúa demostrando que, pese a los resultados mediocres de sus series de encargo para Marvel, sus trabajos de creación propia son apasionantes. De hecho, su otra serie para Image, “Southern Bastards”, es una de las actuales joyas de la editorial. El arte de Guéra, dibujante que conjuga con maestría la estética del western francobelga con el dinamismo del comic-book USA, redondea una serie que no hace más que darme alegrías mes sí y mes también. Si además eres de los que piensan que la Biblia es una de las novelas de fantasía heroica más apasionantes de todos los tiempos, “The Goddamned” es tu nuevo tebeo de cabecera.



I Hate Fairyland
Guión y dibujo: Scottie Young. Color: Jean-Francois Beaulieu.
Image Comics. Serie abierta. 5 números publicados.


Si eres aficionado a los comics de super-héroes probablemente te hayas cruzado en más de una ocasión con alguna de las numerosas portadas protagonizadas por bebés que Scottie Young ha dibujado para Marvel en los últimos años. Son ilustraciones muy cuquis de trazo cartoon con versiones infantiles de tipos como Ojo de Halcón, Iron Man o Thanos, perfectas para alimentar el consumismo de los coleccionistas de cubiertas alternativas. A mí, lo confieso, me dan totalmente igual esas estrategias mercadotécnicas, pero es innegable que el estilo de Young es de los que capturan la mirada desde que ésta se posa sobre el papel o la pantalla. Después de acompañar a Eric Shanower en su adaptación a las viñetas de “El mago de Oz” y de trabajar como guionista y dibujante en los primeros episodios de la última (y coyuntural) cabecera protagonizada por el guardián de la galaxia Mapache Cohete, el ilustrador norteamericano estrena su primer título de creación propia bajo el paraguas de (¿lo habéis adivinado? ¡pues claro!) Image Comics, y el resultado excede todas mis expectativas.


Lo confieso: pensaba que “I Hate Fairyland” sería una estupidez hermosamente dibujada, capricho de un ilustrador respaldado por el fandom. La clase de tebeo que dio mala fama a Image en los 90, cuando tipos como Jim Lee, Todd McFarlane o Marc Silvestri decidieron que además de ser dibujantes también querían ser guionistas. Por suerte “I Hate Fairyland” no es sólo un tebeo bonitísimo (bastante más, de hecho, que cualquier cosa jamás firmada por Lee, McFarlane o Silvestri), también es una lectura endiabladamente divertida, que jamás se toma en serio a sí misma y que ofrece exactamente lo que promete. Las aventuras de Gertrude, una suerte de Alicia que lleva 27 años sin envejecer (al menos físicamente), atrapada en su propio País de las Maravillas hasta que encuentre la llave de regreso a nuestro mundo, contienen el humor cafre y la violencia desenfrenada de las mejores entregas de “Lobo”, combinadas con el espíritu políticamente incorrecto de las dos primeras películas de “Shrek” (antes de que la franquicia animada cayera en picado en los abismos de la mediocridad). “I Hate Fairyland” es un comic ligero, macarra y divertidísimo, perfecto para alternar con otras lecturas mucho más densas... porque no todos los días uno tiene el cuerpo para un “From Hell” o un “Jimmy Corrigan”, ¿no?



Klaus
Guión: Grant Morrison. Dibujo y color: Dan Mora.
Boom! Studios. Serie limitada de 7 números. 3 números publicados.


Hablando de tebeos ligeros: la siguiente parada en mis últimas lecturas en formato digital es "Klaus", una suerte de "Santa Begins" según el Grant Morrison más accesible que se recuerde. El (habitualmente) lisérgico guionista escocés escribe una versión épica, casi super-heroica, de los orígenes de Papá Noel en el medievo escandinavo, y el resultado es un sencillo y agradable comic para todas las edades a caballo entre las aventuras de Robin Hood y los cuentos de hadas tradicionales.


Posiblemente sea el nombre del creador de "Los Invisibles" y "El Multiverso" el que pique la curiosidad de los lectores a la hora de acercarse a este "Klaus", pero la estrella de la función es sin duda el ilustrador costarricense Dan Mora, que con su espectacular trazo influenciado por el manga y el cine de animación y su rica paleta cromática convierte la inesperada ocurrencia de Morrison (en las antípodas de su densidad y ambiciones habituales) en un título atractivo incluso para el público más talludito.



Paper Girls
Guión: Brian K. Vaughan. Dibujo: Cliff Chiang. Color: Matt Wilson.
Image Comics. Serie abierta. 5 números publicados.


El guionista de "Saga" y "The Private Eye" y el dibujante titular del relanzamiento de "Wonder Woman" en el Nuevo Universo DC unen fuerzas para presentar un proyecto difícil de clasificar, mezcla improbable entre "Cuenta conmigo" y un capítulo de "Dr. Who". Una madrugada de Halloween, a mediados de los 80, cuatro adolescentes repartidoras de periódicos se ven envueltas en una tormenta espacio-temporal aderezada con dinosaurios voladores, mutantes desfigurados, futuristas paladines plateados y cápsulas espaciales salidas de una peli de serie B de los años 50.


Cinco episodios después, yo sigo sin tener muy claro de qué va en realidad todo este follón y hacia dónde se dirige la trama, pero me mantengo atento a cada nueva entrega para ver si consigo descubrir las intenciones de Vaughan y porque disfruto como un enano con el grueso y expresivo trazo de Chiang, así que tampoco es cuestión de quejarse. Planeta de Agostini ya ha anunciado la edición en castellano para dentro de un par de meses, así que el público español pronto podrá decidir por sí mismo si "Paper Girls" es culo o codo.



Tokyo Ghost
Guión: Rick Remender. Dibujo: Sean Murphy. Color: Matt Hollingsworth.
Image Comics. Serie abierta. 5 números publicados.


Rick Remender escribe ciencia-ficción. Da igual que los protagonistas sean los mutantes de "Uncanny X-Force", el super-soldado Steve Rogers o las familias desestructuradas de “Black Science” y “Low”; Remender siempre se las arregla para convertir sus guiones en un delirio de tecnología futurista, universos alternativos y criaturas alienígenas. “Tokyo Ghost” es tan sólo el último ejemplo del amor que Remender profesa hacia el género, acompañado esta vez por uno de mis dibujantes favoritos del actual mainstream USAmericano, Sean “Punk Rock Jesus” Murphy. De la confluencia de ambas fuerzas creativas surge esta trágica historia de amor entre dos cazarrecompensas: Debbie creció libre de la sobredosis de entretenimiento basura y consumismo extremo que mantienen zombificada a la inmensa mayoría de la población mundial, pero su novio Teddy lleva años intoxicado por millones de nanobots que no sólo le otorgan fuerza y resistencia sobrehumanas, sino que también lo alienan con docenas de estímulos simultáneos de publicidad, pornografía y reality shows. La única esperanza que Debbie tiene de desintoxicar a su amado reside en la capital de Japón, convertida (irónicamente) en un nuevo Jardín del Edén libre de tecnología donde tal vez su relación pueda tener una segunda oportunidad.


Remender no siempre acierta con mis gustos, pero en el primer arco argumental de “Tokyo Ghost” da de lleno en la diana, e incluso me atrevería a decir que es el mejor arranque que le he leído en una serie: entre guiños a “Akira”, “Ghost in the Shell”, “Juez Dredd”, “Black Mirror” y “El último samurai” sobresalen unos personajes carismáticos con cuyas motivaciones el lector puede empatizar, dibujados por un Sean Murphy más allá de toda duda, tanto en su trazo ágil y dinámico como en su espectacular capacidad para plasmar la acción motorizada y la ultra-violencia con todo lujo de detalles. Tan sólo la serena belleza del frondoso Neo-Tokio poblado por samurais hippies supera al horror vacui de su deprimente distopía cyber-punk.



Wytches
Guión: Scott Snyder. Dibujo: Jock. Color: Matt Hollingsworth.
Image Comics. Serie abierta. 6 números publicados.


Tras lograr el éxito reinterpretando la imagen del nosferatu moderno en "American Vampire", el escritor Scott Snyder retoma otro mito de las leyendas populares de terror y ofrece su particular versión de las brujas en "Wytches". Poco tiene que ver este aquelarre con la imagen clásica de las hechiceras subidas en escobas voladoras: las brujas de Snyder y del dibujante Jock, con quien el guionista coincidió años atrás en "Detective Comics", son criaturas repugnantes, apenas humanoides, que viven en las profundidades de los bosques. Frente a ellas se encuentra la familia Rooks, recién mudada de ciudad, huyendo de sus pecados y desgracias personales. Pero en lugar de empezar una nueva y próspera vida tendrán que enfrentarse a un mal primigenio que los perseguirá, precisamente, a causa del bagaje que traen consigo.


Todavía a la espera de leer esa obra de Snyder que esté a la altura de su fama (me parece un escritor con oficio, mejor en los planteamientos que en las soluciones), encuentro en "Wytches" un relato de terror muy entretenido, que consigue por momentos dar mal rollito y en el que, una vez más, su primer arco argumental ha ido de más a menos (como siempre me pasa con Snyder). El estilo de Jock casa de maravilla con la atmósfera chunga que impregna la historia y sus brujas dan auténtico miedo, pero ciertos excesos en la aplicación del color emborronan ligeramente el aspecto final de las páginas. Espero que no se me malinterprete: "Wytches" es un comic muy recomendable para los aficionados al género de terror, pero por ahora le falta ese algo más que hace a los buenos tebeos grandes. Veremos cómo sigue la cosa...