Cuando Martin Scorsese estrena una nueva película los auténticos aficionados al cine no tienen excusas para no pasar por taquilla. El hombre es una leyenda viva del Séptimo Arte; no creo que ahí quepa duda. Muchos han argumentado en su contra que sus filmes más recientes (“Gangs of New York”, “El aviador”, “Infltrados”) no están a la altura de dicha leyenda. Que son obras de un cineasta acomodado en el éxito, más pendiente del acabado visual que del pulso narrativo, más interesado en subrayar lo buen director que es que en hacer, simplemente, buenas películas. Como yo nunca he sido consciente de esta supuesta involución artística (¿acaso es “Gangs of New York” peor que “El cabo del miedo” o “Infiltrados” inferior a “La Edad de la Inocencia”?), el estreno de “Shutter Island” suponía un nuevo motivo de felicidad cinéfila, incluso asumiendo que a ningún realizador se le puede exigir que todas sus películas sean Taxi Drivers o Toros Salvajes.
También se acusa a Scorsese de no haber encontrado el merecido relevo a su otrora actor fetiche Robert De Niro. Ahí no puedo estar más en desacuerdo: si en el pasado dudé de las posibilidades interpretativas de aquel yogurín eternamente adolescente llamado Leonardo DiCaprio, a medida que las colaboraciones entre director y actor se iban acumulando mi respeto por el protagonista de “Titanic” ha ido creciendo en progresión geométrica. Al igual que en “El aviador” y en “Infiltrados”, DiCaprio da lo mejor de sí en “Shutter Island” y se confirma como uno de los intérpretes más destacados de su generación. Ponerlo a la altura de De Niro es algo que aún está por ver (Bobby fue el number one durante más de dos décadas, las que van de “El Padrino II” a “Heat”), pero no se me ocurre ningún motivo por el que Marty no deba estar orgulloso de su buena sintonía con el novio de la Rafaeli.
El argumento de “Shutter Island”, basado en la novela homónima del escritor Dennis Lehane (el mismo al que Clint Eastwood adaptó en “Mystic River” y Ben Affleck en “Adiós, pequeña, adiós”), se centra en la figura del agente federal Teddy Daniels (el personaje de DiCaprio), encargado junto a su nuevo compañero Chuck Aule (Mark Ruffalo) de investigar la misteriosa desaparición de una peligrosa reclusa en el hospital psiquiátrico de Ashecliffe, centro penitenciario para criminales perturbados ubicado en la isla que da nombre al film. Desde el mismo instante en que baje del ferry y ponga un pie en tierra, Daniels comenzará a sospechar que el personal del manicomio, desde los inquietantes jefes de psiquiatría (encarnados por dos pesos pesados de la interpretación, Ben Kingsley y Max Von Sydow) hasta la última enfermera o alguacil, oculta más secretos de los que pudiera imaginarse.
Con sólo cinco minutos de metraje (esa ominosa y turbadora llegada de los investigadores a Shutter Island), uno comprende perfectamente que la intención de Scorsese ha sido realizar un ejercicio genérico que homenajee al cine clásico de supense. Como no soy un gran conocedor de la filmografía de Jacques Tourneur (ignorante que es uno) a la que aquí Scorsese parece confesar auténtica devoción (según señala la práctica totalidad de la crítica especializada), me conformaré con señalar que durante el visionado de la película me fue imposible no rememorar películas como “Recuerda” o “Vertigo”, dirigidas por aquel Alfred Hitchcock fascinado por el psicoanálisis y los mecanismos de la mente humana. No me cabe ninguna duda de que el mago del suspense hubiese cagado patatillas de haber vivido para ver “Shutter Island”. No obstante, el trasfondo hitchockiano aparece aquí envuelto por una sensibilidad cercana al cine de terror, con un acabado visual tan feroz y de atmósfera malsana como el que impregnaba “El resplandor” de Stanley Kubrick.
Pero si hay algo que realmente destaca en esta “Shutter Island” es lo bien articulados que están todos los mecanismos narrativos que el cine dispone a la hora de contar una historia. Técnicamente, la película es una perfecta máquina cinematográfica compuesta por piezas pulidas y engrasadas: la inquietante banda sonora, la poderosa puesta en escena, el ritmo trepidante (dos horas y media que se pasan en un suspiro), el inteligentísimo montaje (esos fugaces flashbacks como chispazos de terror que se cuelan entre plano y plano) y, claro está, la soberbia planificación visual que ya es seña de identidad del cine de Scorsese (me quito el sombrero ante ese sencillo pero contundente travelling que culmina la escena de Dachau) se entrelazan como un todo fílmico, una confluencia de mensajes que se apoyan unos a otros para orientar la película en una misma dirección.
Por ello no dudo ni un segundo en perdonarle a “Shutter Island” su predictibilidad (servidor se la veía venir desde los primeros compases de metraje) y su tendencia hacia lo excesivo. A la larga estos factores no empañan un resultado final que roza el sobresaliente y que hace gala de una total coherencia argumental, plagada de detalles a priori imperceptibles que seguramente se disfruten mucho más en un imprescindible segundo visionado.
Se trata, en resumidas cuentas, de una película sumamente entretenida, fantásticamente interpretada, visualmente potentísima y narrativamente impecable, que crece en el recuerdo y que está culminada por un epílogo absolutamente memorable (¡qué última línea de diálogo, por dios!).
Un peliculón, vamos.
6 comentarios:
Estoy contigo en todo, ¡qué peliculón! ¡qué actorazo!
a lo mejor deberías mirar Jennie de Jennifer Jones... algunas escenas de la película son un claro homenaje!!
Saludos!!
Pues tendré que echarle un ojo, porque ahora mismo todo lo que huela a "Shutter Island" se merece mi atención ;)
Si tambien estoy de acuerdo contigo :) La fui a ver el domingo y me encanto, ahora estoy esperando Alicia y Green Zone XD que ganas...
Saludos desde el sur
PD: Seguramente subire unos dias a Madrid en semana santa, si estas por alli podemos quedar :)
Jesus: yo también le tengo ganas a esas dos que mencionas, sobre todo a "Green Zone". Aún así, antes tocará ver "Un profeta", que tiene una pintaza de la leche.
Lo de semana santa no sé yo si podrá ser. En la medida de lo posible quería pasarla en Galicia, aprovechando que no tengo clases... Hablaremos sobre ello cuando llegue el momento.
Saludos desde el centro.
Muy grande la verdad, me gusto mucho, pero tengo la sensación de que un poco más de ambigüedad la hubiera tornado en una obra maestra, aún así me ha gustado mucho, eso si quiero verla otra vez.
Fer (posibles SPOILERS): yo creo que al final debían decidir entre cargar las tintas en el drama o en la ambigüedad y decidieron hacerlo en lo primero. Ambas cosas no podían ser. También es cierto que yo lo prefiero así: si se hubiera quedado en un intrincado thriller de final abierto no dejaría ese profundo regusto amargo que sí se ha conseguido al dejar las cosas más o menos claras. Ésa es mi opinión, por supuesto. De todos modos, no creo que sea una obra maestra, sino una película muy muy buena (que no me parece poco).
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