Cuando apenas han pasado unos días desde que publiqué mi reseña de "Los Vengadores: la era de Ultron", me siento obligado a escribir una vez más sobre un producto de Marvel Studios, la división audiovisual de la editorial más importante, junto a su rival DC, del mercado estadounidense de comics. Y es que la filial de Disney (una de tantas, cualquier día llegarás a casa y descubrirás que tus padres te han vendido a la multinacional fundada por el tito Walt) ha aprovechado sabiamente su calendario de estrenos cinematográficos para lanzarse a la aventura televisiva de Netflix apenas veinte días antes de que la segunda película de los Héroes Más Poderosos de la Tierra aterrizase en las salas de cine de medio mundo. Estoy hablando, por supuesto, de "Daredevil", la serie de 13 episodios que conseguirá borrar (¡por fin!) de nuestra memoria aquella primera y bochornosa adaptación protagonizada por Ben Affleck del personaje creado por Stan Lee y Bill Everett en 1964.
Debo aclarar, ante todo, que Daredevil es mi personaje Marvel favorito1. En parte porque posee una serie de matices muy concretos que lo distinguen claramente de cualquier super-héroe al uso. Se trata, en primer lugar, de una persona teóricamente discapacitada: cuando era niño Matt Murdock estuvo implicado en un accidente de tráfico y los residuos radiactivos que transportaba un camión lo dejaron completamente ciego. Por supuesto, tratándose del Universo Marvel esos mismos residuos que mataron uno de sus sentidos amplificaron milagrosamente los demás, otorgándole una suerte de radar hipersensible que le permite proezas como detectar la verdad y la mentira en boca de una persona por el olor de su sudor o su frecuencia cardíaca. Lo cual le viene muy bien, obviamente, para ejercer su trabajo diurno como abogado defensor en el modesto despacho que dirige junto a su mejor amigo desde los días en la facultad de derecho, el simpático y fiel Foggy Nelson. Por irónico que pueda sonar, los mismos delincuentes a los que Matt y Foggy defienden en los juzgados durante el día pueden ser víctima de sus palizas como justiciero urbano durante la noche. Murdock es además todo un icono de la inmigración irlandesa en Nueva York: por si ser profundamente católico no fuese suficiente tortura, su padre fue un boxeador mediocre asesinado por los mismos mafiosos que amañaban sus combates en el cuadrilátero. Curiosamente, el radio de acción de Daredevil se circunscribe a un barrio concreto de la gran metrópolis, Hell's Kitchen; porque el Hombre sin Miedo es un héroe proletario, que prefiere enfrentarse a gangsters locales y a villanos de segunda fila antes que a invasores de otras dimensiones y devoradores de planetas: para eso ya están los Cuatro Fantásticos. Para colmo de males, su madre lo abandonó antes de que Matt pudiese conocerla y su novia de la universidad acabó siendo una ninja psicópata con un trauma familiar propio de una tragedia griega: no es de extrañar que nuestro héroe acabe enrollándose siempre con la mujer más desequilibrada de la fiesta. Mientras los Vengadores y los X-Men son, con sus alineaciones imposibles y sus aventuras más grandes que la vida, el Real Madrid y el Barcelona, Daredevil es el Rayo Vallecano de los comics Marvel3.
Pese a estos humildes orígenes, Daredevil tuvo la inmensa fortuna de cruzarse a principios de los 80 en el camino de un joven dibujante y guionista llamado Frank Miller, que cogería una colección con bajas ventas y un amplio margen de libertad creativa y convertiría su estancia en la serie en una de las etapas más recordadas de todos los tiempos en un comic Marvel. Es precisamente de esta etapa y de las miniseries derivadas de ella (principalmente "El Hombre Sin Miedo", la revisión de los orígenes del personaje escrita por Miller y dibujada por John Romita Jr.) de las que la actual teleserie toma tanto el tono como la caracterización básica de sus protagonistas.
El Daredevil de Netflix (llamado en realidad "Marvel's Daredevil", para dejar claro que comparte universo con las películas de Iron Man, el Capitán América y el resto de Vengadores) no tiene nada que ver con otras series de televisión actuales que adaptan personajes de comic a la pequeña pantalla. Frente al carácter desenfadado e infantiloide de "The Flash" y al impostado tono pulp de "Gotham", las dos grandes (y fallidas) apuestas televisivas de DC para esta temporada, "Daredevil" esgrime un aspecto realista, violento e incluso sórdido que recuerda a productos con un perfil mucho más alto; policíacos de la talla de "The Shield" o (genuflexión) "The Wire" que poco o nada tienen que ver, a priori, con los conceptos ideados por Stan Lee para las viñetas hace ya medio siglo. Habrá quien quiera ver la influencia de Christopher Nolan y su Caballero Oscuro en la propuesta de Drew Goddard (director y co-guionista, junto a Joss Whedon, de la fabulosa cinta de meta-terror "La cabaña en el bosque"), pero esos aspectos oscuros e introspectivos han acompañado al personaje desde que Miller firmase los guiones de sendas obras maestras del tebeo como son "Ruleta" (Daredevil #191) o la saga "Born Again" (Daredevil #226-233), y han sido santo y seña de las aventuras del Hombre Sin Miedo en casi todas las etapas posteriores (firmadas por escritores tan apegados a lo cotidiano como Ann Nocenti, Brian Michael Bendis o Ed Brubaker), hasta que recientemente Mark Waid decidió llevar de nuevo al héroe al colorido terreno de sus primeras aventuras.
Frente al modelo procedimental de "The Flash" y "Gotham", con un caso/villano por capítulo, "Daredevil" plantea su primera temporada como un todo, una película en 13 partes que sigue el modelo de otras cabeceras de la televisión privada estadounidense (desde "House of Cards", de la propia Netflix, hasta "Breaking Bad" de la AMC, pasando por las vacas sagradas de la HBO). Todo ello nos habla de un producto ambicioso, alejado de los clichés y complejos que tradicionalmente han perseguido a las adaptaciones del comic a la pantalla. Curiosamente, "Daredevil" es sorprendentemente fiel al material dibujado del que procede, bastante más de lo que habitualmente lo son las películas que la propia Marvel produce para el cine, lo cual dice mucho sobre la acusación de inmadurez que los propios lectores de super-héroes a veces nos reprochamos a nosotros mismos, y que el resto del mundo (los no lectores) tiene asumido de un modo bastante prejuicioso.
Ayuda, por supuesto, que los actores que intervienen en la serie se tomen sus papeles tan en serio como lo harían en la más solemne tragedia de Shakespeare, y que el casting acumule un acierto tras otro a medida que se van presentando los distintos personajes. No sólo Charlie Cox (al que los espectadores de "Boardwalk Empire" reconocerán como el asesino del IRA Owen Slater) compone un convincente Matt Murdock, tanto en su identidad civil de abogado discapacitado como en su faceta de violento vigilante, sino que Elden Henson ("Los juegos del hambre") y Deborah Ann Woll (la virginal Jessica de "True Blood") son unos perfectos Foggy Nelson y Karen Page, respectivamente. Rosario Dawson está espléndida dando vida a Claire Temple, por mucho que en la serie su personaje recuerde más a Linda Carter (la Enfermera de Noche) que a la novia de Luke Cage, y contra todo pronóstico el veterano secundario Vondie Curtis-Hall borda al periodista de vuelta de todo Ben Urich pese al chocante cambio de raza en el personaje (al contrario que Curtis-Hall, Urich es blanco en los comics). Pero sin duda el actor que captura como nadie el espíritu de su personaje y lo eleva por encima de su homólogo en viñetas es Vincent D'Onofrio, aquel lastimoso recluta patoso de "La chaqueta metálica" de Kubrick que aquí compone un Wilson Fisk memorable. El trabajo de D'Onofrio va más allá de la lograda caracterización física: su voz, casi un gruñido, y su amenazadora mirada de animal enjaulado contrastan con la dulzura con que el rey del crimen trata a su amada Vanessa (Ayelet Zurer, madre de Kal-El en "El hombre de acero" de Zack Snyder). En mi opinión, nos encontramos ante la mejor adaptación de un villano de comic a la pantalla desde el inquietante Joker de Heath Ledger en "El caballero oscuro".
Otro aspecto especialmente gozoso de "Daredevil" es la forma en que desmiente (una vez más) el cliché de que las escenas de acción rodadas para televisión son inevitablemente cutres. Tomando como referencia títulos como la trilogía "Venganza" protagonizada por Liam Neeson o la divertidísima (e inédita en España) "John Wick", el equipo de directores capitaneados por Drew Goddard filma unas coreografías fluidas y realistas que no recurren a los habituales trucos de montaje que muchas veces impiden percibir lo que realmente están haciendo los especialistas ante las cámaras. El paradigma de este buen hacer se encuentra en el formidable plano secuencia que cierra el segundo episodio, heredero directo de la escena del martillo de "Old Boy" (joya del reciente cine coreano) y uno de los ejemplos más evidentes de por qué este "Daredevil" juega en la liga de las grandes producciones televisivas de nuestros días.
Y luego están los guiños, ese plus destinado al espectador que venía con la lección comiquera aprendida y que aplaudirá emocionado al descubrir en "Daredevil" menciones soterradas a villanos como el Gladiador (ésta es explícita) o el Zancudo (bastante más sutil), alusiones a Roxxon y a "aquella chica griega de la universidad" o la promesa velada de que la Serpiente de Acero de K'un L'un hará acto de presencia en la anunciada serie dedicada al inmortal Puño de Hierro, también bajo el logo de Netflix.
La serie es tan satisfactoria a todos los niveles que, de hecho, sólo se me ocurren dos reproches que hacerle. El primero se refiere al desarrollo del último episodio, demasiado apresurado para lo que el resto de la temporada había sido hasta el momento, casi como si a los guionistas les hubiesen entrado las prisas por resolverlo todo antes de los créditos del decimotercer capítulo por si acaso nunca llegásemos a ver una segunda temporada (que, por suerte, ya ha sido confirmada). El segundo es algo tan superficial como la queja de turno sobre el uniforme del héroe. Si bien el primitivo disfraz negro que Murdock luce en primer lugar me parece que funciona maravillosamente en pantalla, el traje ¿definitivo? de Daredevil no termina de gustarme, porque rompe con ese realismo oscuro que hasta entonces había imperado en la narración. No son defectos que invaliden el resto de sus virtudes, que son legión, y seguramente al espectador que se acerca por primera vez al personaje le preocupe mucho más no haber entendido quién demonios es ese tal Stick (Scott Glenn, nacido para el papel) que aparece de imprevisto en el capítulo 7 y de qué va todo el asunto del Cielo Negro, pero quienes hemos leído los tebeos de Miller sabemos que ahí residen, con toda seguridad, las claves de esa segunda temporada que, si mantiene el nivel de ésta, confirmará a "Marvel's Daredevil" no sólo como una de las series de televisión más entretenidas que uno puede llevarse a los ojos y oídos actualmente, sino también como la mejor adaptación de un super-héroe del tebeo a la pantalla de todos los tiempos. Así de buena me ha parecido.
1: Por supuesto, no dejo de preguntarme cómo es posible que Affleck haya conseguido encarnar en la gran pantalla a mi personaje favorito de Marvel y a mis dos personajes favoritos de DC2, pero supongo que eso no puede explicarlo ni Iker Jiménez.
2: Vale, en "Hollywoodland" realmente interpretaba a George Reeves, pero para el caso es lo mismo: llevaba la S en el pecho, ¿no? Ya sólo por eso estoy deseando que Henry Cavill lo haga puré...
3: Sé lo que estás pensando y sí, Spider-Man es el Atleti.
3: Sé lo que estás pensando y sí, Spider-Man es el Atleti.
5 comentarios:
Volver a leerte es bien.
leo todas buenas críticas hasta mi hija me dijo que es genial... y bastante violenta.... es un gran personaje, junto a Wolverine mis 2 favoritos diría de Marvel... y después Iron Man...
lo de Affleck es un misterio increíble... la cara de serio y preocupado en el trailer de la próxima Batman vs Superman... me da miedo... y risa... en fin, espero que no cague ese peliculón... salu2...
A un par de episodios de terminarla, puedo decir que es ¡¡T-R-E-M-E-N-D-A¡¡ Suscribo punto por punto y coma por coma todo lo que dices. De las mejores adaptaciones de un cómic que me he podido echar a la cara. Sólo por ver la gigantesca composición de Kingpin que se marca el amigo O'Donofrio valdría la pena verla, pero es que además, el resto del reparto está de lujo, los personajes construidos con mucho mimo, grandes diálogos, la acción está muy bien rodada y además no se anda con rodeos en cuanto a violencia. La serie rezume por los poros el espíritu y trabajo que hizo en Daredevil el Frank Miller de los buenos tiempos, y eso siempre es una buena noticia.Muy grande.
Koniec: que tú me leas también es bien.
JLO: anímate a verla, dudo que te defraude.
Charlie: sospecho que a estas alturas ya la tendrás más que terminada. Yo creo que es, directamente, la mejor adaptación de super-héroe a la pantalla que se haya hecho nunca. "The Dark Knight" de Nolan es una película fabulosa, pero como adaptación creo que esta "Daredevil" lo clava. Hay muchísimo de Miller en esta primera temporada, pero también ciertas cosas (en el tono y tal) de la etapa Bendis, que me parece otro tebeo francamente bueno y una de las mejores historias que se han contado con el personaje en mucho tiempo. Saludos, camarada ;)
La serie esta muy bien, mantiene el espíritu de etapas muy molonas del comic pero lo que me falla es el traje, cuando por fin se lo pone es algo decepcionante, no sé si el diseño me gusta, igual es que me he encariñado con el que ha tenido toda la temporada. De todas formas, seguro que va evolucionando.
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