Cuando directores consagrados tropiezan en sólo una de tantas
producciones que llevan su firma, nos apresuramos a bajarlos del
pedestal y soltar el consabido “sobrevalorado” que adorna la mitad de las reseñas de la bloguesfera. No obstante,
cuando un joven desconocido ofrece, por talento o
serendipia, una buena película que cuenta con el valor añadido de
lo inesperado, nos llenamos rápidamente la boca con elogios y lo
elevamos a lo más alto de nuestros rankings particulares. Hacen
falta varios títulos para poder calibrar el trabajo de un director
de cine; para saber si Tarantino es un genio o un oportunista, si
Nolan es un visionario o un vendedor de humo o si Fincher es el
mejor realizador del mundo o sólo un artesano más al que la endeble
coyuntura cinematográfica ha destacado del pelotón. Ni siquiera el
otrora intocable Francis Ford Coppola resultó estar a salvo de caer
en el olvido... y sin embargo qué precipitadamente apuntamos algunos
a Rodrigo Cortés en nuestra lista de imprescindibles, de realizadores a
seguir allá donde vaya. Su anterior trabajo, “Buried (Enterrado)”,
me pareció en su momento un film fabuloso: un thriller tenso, absorbente e imaginativo. Todo lo
que su nueva película no es.
Vuelve
ahora el ourensano a las carteleras internacionales con una
co-producción a caballo entre ambos lados del Atlántico; una cinta
de suspense que cuenta con el gancho de un reparto atractivo (la
decana Sigourney Weaver, el siempre inquietante Cillian Murphy y el
celebérrimo y decadente Robert De Niro) y unas bases argumentales
prometedoras: la Dra. Matheson y el Dr. Buckley (Weaver y Murphy)
recorren Norteamérica desacreditando supuestos fenómenos
paranormales debidos realmente a la superstición de los ignorantes y
a la poca vergüenza de los oportunistas que se aprovechan de
aquéllos. El regreso a bombo y platillo de Simon Silver (De Niro), un
famoso vidente, mentalista y sanador retirado de los focos desde
hace décadas, supondrá una oportunidad de oro para desbaratar la
creencia popular en misterios que escapen a una explicación
científica. Sin embargo, pese a la insistencia de Buckley, la Dra.
Matheson se mostrará reacia a investigar las supuestas habilidades
paranormales de Silver.
Efectista
y estéticamente impoluta, “Luces rojas” es una película
interesante en su primera mitad, la que presenta situaciones y
personajes y define un tono narrativo que recuerda poderosamente al
cine de M. Night Shyamalan. A nadie se le escapará que Cortés
ejerce aquí más de copycat que de autor con un ideario propio, pero
la puesta en escena, el trabajo competente del reparto y el hilo del
que tira el misterio que vertebra la trama (¿es Simon Silver un
farsante o un auténtico hombre-milagro?) consiguen mantener la
atención del espectador predispuesto a pasar por alto la escasa
sutileza de los diálogos (todo se verbaliza, nada se deja a la
intuición del público) y el innecesario subrayado de algunas
escenas (ese De Niro quitándose las gafas de sol para volvérselas a
poner 5 segundos después sólo para que podamos ver que, en efecto,
es ciego).
Pasado
el ecuador del metraje la cosa se descontrola: las escenas de susto
(puro artificio de montaje y sonido) se agolpan una tras otra de
forma caprichosa, los personajes se desdibujan y la suspensión de la
incredulidad comienza a ser más exigente de lo aconsejable. Como
todo está encaminado hacia un inevitable final sorpresa, uno hace de
tripas corazón y decide no condenar al film hasta saber cuál es el
as que se guarda en la manga de sus últimos compases.
Desgraciadamente, el problema de “Luces rojas” no es que su
conclusión sea subjetivamente cuestionable (unos tragarán, otros
no; eso depende de cada espectador), sino que echa por tierra el
castillo de naipes que el libreto había estado construyendo hasta
ese momento. Porque lo cierto es que, a la vista de sus minutos
finales, “Luces rojas” se revela como una película tramposa,
incoherente y que, simple y llanamente, toma al espectador por idiota.
Son
responsabilidad directa de Cortés tanto los puntos a favor del film
(atmósfera, dirección) como sus deméritos (un guión que arranca
con corrección y acaba despeñándose por el abismo de lo
inadmisible), pero estos últimos son tan obvios y abultados que
ninguna de sus virtudes consigue salvar a la película de la quema.
La decepción es inevitable: ni Cortés es esa gran esperanza del
cine nacional que algunos soñamos tras ver “Buried (Enterrado)”
ni “Luces rojas” merece más atenciones que cualquier otro subproducto hollywoodiense al uso.
4 comentarios:
Absolutamente fallida y con uno de los finales más tramposos de la historia. Me sentí como un idiota cuando terminé de verla.
Estoy de acuerdo, Cinemagnific. Yo también salí del cine sintiendo que me habían tomado el pelo.
Vaya por delante que no he visto Luces Rojas, y que me temo que tu reseña (además de bien escrita) debe ser bastante acertada, pero no sería tan severo con Cortés. Normalmente el segundo trabajo de un creador es peor que el primero, bien sea porque la opera prima se lleva mascando y preparando durante años hasta que se tiene la oportunidad de saltar a la palestra, o bien porque se tiene más libertad creativa, ya que el autor es desconocido para la industria y no debe obedecer a intromisiones externas.
Probablemente sucedan ambas cosas en esta película, así que yo prefiero creer que el nivel medio de Rodrigo Cortés estará muy por encima de esta su segunda peli. Un saludo.
Ante todo, muchas gracias por el comentario y bienvenido al Abismo, David ;)
Me gustaría pensar que el nivel medio del cine de Cortés será con el tiempo más próximo a lo visto en "Buried" que a lo que ahora nos ofrece en "Luces rojas". Recordando el caso de Christopher Nolan (un director que a mí personalmente me gusta mucho), lo cierto es que su película "Insomnio" fue un bajón importante respecto a la inmediatamente anterior, "Memento", gracias a la cual se convirtió en primer lugar en un autor de culto. Si Cortés entrega en el futuro films del calibre de "El truco final (El Prestigio", "El caballero oscuro" o "Inception", yo seré el primero en perdonarle el traspiés de "Luces rojas".
Sin embargo, me mosquea que en este caso el guión venga firmado por el propio Cortés en exclusiva, ya que es precisamente ahí donde se acumulan los errores de la cinta. Estoy convencido de que veré su siguiente película con la esperanza de reencontrarme con el buen hacer del director de "Buried", pero la verdad es que ésta me ha supuesto una gran decepción...
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