El
disco se abre con “No future/No past”, una escalada de
agresividad que empieza como el “Sit down/Stand up” de Radiohead
para terminar cerca del “Rape me” de Nirvana. Desde luego, algo
hay del santo Cobain en la manera en que el cantante Dylan Baldi se
desgañita y evoca ese angst típicamente grunge
que recorre las letras de “Attack on Memory”. Le sigue “Wasted days”, el corte estrella del álbum: un trallazo de punk-rock
directo a la boca del estómago que incluye además un fragmento
instrumental en progresión que quita el hipo. Son en total nueve
minutos de frustración vital resumidos en una frase: “I though
I'd be much more than this”; y también el zenit de un LP que,
lejos de desinflarse, ya no volverá a sorprender como en sus
primeros compases.
“Fall in” recuerda a los primeros Green Day, “Stay useless” esconde
una rutilante melodía pop bajo un adecuado (des)aliño lo-fi y “No sentiment” aporta una nueva dosis de rabia (en una búsqueda de
anestesia emocional) que “Our plan” rebajará a continuación. En
medio se cuela un estupendo tema instrumental, “Separation”, que
no habría desentonado en aquel maravilloso “Bossanova” de los
Pixies. Cierra los 33 fugaces minutos de “Attack on Memory” la
crónica de una relación violenta y destructiva, “Cut you”, que
recuerda una vez más a Black Francis y cía. y cuyos alegres acordes
chocan con una letra que deja poco margen a la interpretación del
oyente: “I miss you 'cause I like damage / I miss something I
can hurt”.
Es una
lástima que la diferencia entre algunos cortes de este “Attack on
Memory” sea tan notoria, porque la sensación general que me
transmite es la de un gran álbum seriamente descompensado. Algo que
no debería ocurrir en un disco que apenas supera la media hora de
duración. Claro que uno siempre puede entender este trabajo como el
paso previo a ese LP redondo que tal vez nos esté esperando a la
vuelta de la esquina. Llamadme optimista.
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