Me pregunto cómo se sintió Simon al emitirse el último episodio de “The Wire”, sabiendo que acababa de cerrar la mejor obra serializada que la caja ya-no-tan-tonta había ofrecido al espectador en más de medio siglo. Me pregunto cómo decidió afrontar su siguiente proyecto. Posiblemente con un pensamiento en la cabeza: “la vida sigue adelante”.
Eso mismo debieron decirse los supervivientes del huracán Katrina cuando miraron al cielo de Nueva Orleans y vieron que las nubes se rasgaban para mostrar una vez más un tímido rayo de sol. Rodeados de piedra y de lodo, de edificios ruinosos e inundados. Rodeados de los muertos. Y ellos, no obstante, vivos como el día de ayer. Vivos para afrontar el mañana.
Para bien o para mal, la vida sigue adelante.
Fue allí, en la Nueva Orleans que amanecía para ver un nuevo día, donde el periodista Simon encontró la inspiración para su nueva novela. He dicho novela, sí. “The Wire” lo era: una gran novela audiovisual en 60 episodios; posiblemente una de las mejores que se hayan escrito en los últimos años. Y “Treme”, la nueva producción de Simon para la cadena HBO (que tiene merecida fama de hacer a día de hoy la mejor televisión del planeta), es, tras el breve paréntesis que supusieron los 7 episodios de la miniserie “Generation Kill”, su último grand roman.
“Treme” presenta una trama coral que arranca tres meses después del huracán y sigue a unos cuantos habitantes de Nueva Orleans en su lucha diaria por recobrar la normalidad: una camarera, un discjockey radiofónico, una reputada chef, un profesor universitario, una abogada y una larga lista de músicos cruzan sus caminos en las calles del barrio que da nombre a la serie mientras piensan, hablan, ríen, lloran, sueñan, hacen el amor y se enfrentan al futuro. Y tocan, por supuesto.
Porque “Treme” es, ante todo, una serie sobre la música. Desde los primeros compases de su capítulo piloto hasta el final de su primera temporada, 10 episodios y más de 600 minutos después, cada escena de este gran fresco humano transpira jazz, soul, funky y blues. Más incluso que una serie sobre Nueva Orleans tras la devastación (que también), “Treme” es una historia que habla sobre la música y su relación con las personas. Y lo hace, además, utilizando el lenguaje emocional de una partitura, ahorrándose las verbalizaciones superfluas (“que se joda el espectador medio”, ¿recordáis?) y dejando que sean la percusión, las cuerdas y los metales quienes lleven el peso del discurso.
Es el de “Treme” un reparto extenso, así que me conformaré con mencionar las excelentes interpretaciones de John Goodman (rostro inconfundible del cine de los hermanos Coen, amén de una larguísima trayectoria en la pequeña pantalla), Melissa Leo (cuando aún no había ganado su merecido Oscar como mejor actriz de reparto por “The Fighter”), Kim Dickens (a quien tuve la suerte de descubrir en otra gran serie de la HBO, “Deadwood”) o Steve Zahn (que cantaba aquel "That thing you do" en el primer largometraje dirigido por Tom Hanks). Sorprende positivamente el encontrar a una Khandi Alexander dramáticamente brillante, dejando atrás su estreñido rol en “CSI Miami” para componer un personaje fuerte y carismático (es lo que pasa, supongo, cuando abandonas una serie de Jerry Bruckheimer para recalar en una de David Simon). Mención aparte para las apariciones por sorpresa de tipos geniales como Steve Earle (que ya intervenía en varios episodios de “The Wire” y que aquí se marca un temazo para los créditos finales del décimo episodio) o Elvis Costello (que se interpreta a sí mismo con mucha guasa), amén de un montón de artistas del entorno jazzístico a quienes, dada mi ignorancia en la materia, no tengo la fortuna de conocer.
Pero el desfile de nombres no merecería ninguna atención si el guión que interpretan no resultase tan complejo, absorbente, emotivo, humano y rico en matices como el de “Treme”. Seducido por los ritmos del Mardi Gras y el colorido de las plumas indias, el espectador apenas tiene tiempo para plantearse cómo las tramas se suceden, convergen y entrelazan con la misma naturalidad con que lo hacen las vidas de los habitantes de una ciudad cualquiera en el mundo real. No hay diálogo que no resulte veraz ni escena que no sea absolutamente creíble. Tanto es así, que en apenas unos cuantos episodios uno siente que de algún modo ya pertenece al vecindario de Treme. Que se ha parado a escuchar a esa pareja de músicos callejeros, Sonny y Annie (mesmerizante Lucia Micarelli, violinista profesional que se atreve con lo que le echen). Que ha tomado un trago en Gigi's o se ha cruzado por la acera con la voluptuosa y anónima chica del perrito que trae de cabeza a Davis McAlary.
“Treme” también es, a su modo (un modo distinto, sí, pero indudablemente emparentado con “The Wire”), un pedazo de esa vida y esa verdad que David Simon se ha propuesto retratar a través de un medio por el que hace quince años nadie daba un duro y que últimamente se ha convertido en el mejor vehículo para un entretenimiento inteligente, reflexivo y de elevados valores artísticos.
Habiendo concluido recientemente el visionado de la primera temporada, se dibuja en mi rostro una enorme sonrisa al saber que ya está emitida en EE.UU. una segunda que poco tendrá que esperar para seguir animando con sus entrañables personajes y su deliciosa música mis calurosas noches de agosto.
Estamos de enhorabuena, pues, porque también en “Treme” la vida sigue adelante.
5 comentarios:
tiene muy buena pinta,... me la vas a tener que pasar..jejej. Lync
Ésta te va a encantar, tío. Además ya sabes cómo se las gasta la HBO ;)
ok, tomo nota, lync
Una de las mejores series que he visto es precisamente Treme una historia diferente con una música exquisita, no se la pierdan.
Totalmente de acuerdo, sofia. Bienvenida al blog y gracias por tu comentario :)
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