miércoles, diciembre 31, 2008

Top 10: mis discos de 2008

Inicio con esta entrada una serie de tres top 10’s con lo que, en mi nada modesta pero siempre discutible opinión, ha sido lo mejor del año que ahorita mismo termina. En todos los casos, se trata de obras estrenadas, editadas o publicadas en nuestro país (y no en el suyo de origen) a lo largo de 2008. Empiezo con la música, aclarando que no he oído ni una milésima parte de lo que se ha publicado este año, así que la lista resultante no debe ser tomada por nadie como algo cerrado ni, desde luego, respetable. Ya sabemos que las opiniones son como los culos y cada uno tiene el suyo, además de las filias o fobias propias de cada persona (y que en mi caso, por ejemplo, me alejan de ciertos géneros musicales en los que me siento más perdido que un pulpo en un garaje). En fin, no me lío más:

10-Dark Captain Light Captain – Miracle Kicker


Aunque en mi primer borrador de este top 10 este puesto era para el “Day and age” de The Killers, la semana pasada descubrí este discazo y desde entonces cada día estoy un poco más enganchado a él. Quizás con algo más de margen para escucharlo se habría colocado entre los primeros lugares de la lista. Voces dulces con letras directas sobre una guitarras elegantes en grandes temas como “Jealous enemies”, “Circles” o “Speak”.

9-Metallica – Death Magnetic


Tras cinco años de silencio y con el turbador recuerdo de “St. Anger” en mente, la redención de Metallica llegó con esta bofetada en forma de metal que revive y sintetiza el espíritu de una de las bandas más grandes de nuestro tiempo. Temas como “The day that never comes” ya son, sólo unos meses después de su publicación, clásicos en su repertorio.

8-Matt Elliott – Howling Songs


El de este disco es un caso curioso. Leyendo una reseña no demasiado efusiva en Hipersónica me enamoré de la portada (que, si no es suya, al menos tiene un aire con el trabajo del ilustrador James Jean). Tanto que, contradiciendo las recomendaciones del autor de dicha reseña, me hice con él guiado por mi impulsividad. Al final ha resultado ser un disco cojonudo, mezcolanza de filosofías góticas y sonidos de Europa del Este (ya sabéis, violines llorones y todo ese rollo) en el que cada aullido y cada lamento de Elliott trasmiten tristeza y maldición.

7-The Last Shadow Puppets – The Age of the Understatement


A medio camino entre el sonido brit actual y las bandas sonoras del cine de espías de los 70 está este álbum que rezuma clase en todos sus cortes. La fusión de afiladas guitarras con el característico sonido de trompetas y violines a lo Monty Norman tiene como resultado uno de los discos más frescos y sorprendentes (por inesperado) de la temporada.

6-Nacho Vegas – El Manifiesto Desastre


Mi reencuentro con Vegas no podía haber sido más satisfactorio. Al gran nivel habitual de sus letras se unen unas composiciones que remarcan el patetismo y el sentido de lo tremendo que han convertido al asturiano en una figura única en el panorama independiente nacional. Canciones como “El tercer día”, “Mondúber”, “Un desastre manifiesto” o, sobre todo, “Morir o matar”, lo acreditan como uno de los más destacados cantautores en lengua hispana.

5-Sigur Rós – Med Sud I Eyrum Vid Spilum Endalaust


El giro alegre de los islandeses en este disco de nombre impronunciable les ha sentado de maravilla. Cada vez que escucho temas como “Gobbledigook”, “Vid spilum endalaust” o “Ara batur” me embarga un profundo síndrome de Stendhal y comprendo que, como está cansado de saber Julio Salinas, la vida puede ser maravillosa.

4-Coldplay – Viva la Vida or Death and all his friends


Otros que han cambiado de registro han sido los ingleses que lidera Chris Martin. Polémicas aparte (sobre el tema que da nombre al álbum pesan no una sino varias acusaciones de plagio), Coldplay ha firmado uno de los discos imprescindibles del 2008 tanto en lo puramente comercial como en lo estrictamente musical. Aunque cada vez suenen más a U2…

El hecho de que sea un directo y de que se haya publicado hace casi 12 meses juega en contra de este espectacular concierto que Muse ofreció en la catedral inglesa del fútbol. Si se hubiera publicado en noviembre, posiblemente ocuparía el puesto más alto de mi lista. Se trata de un disco perfecto para quienes quieran subirse al carro de una de las bandas de rock más en forma del momento y, para los que llevamos años siguiendo (y babeando con) su trayectoria, un regalo para los oídos.

2-Extremoduro – La Ley Innata


Hacer una lista de este tipo es muy divertido pero también bastante complicado. ¿Por qué no está “La ley innata” en el primer puesto? Musicalmente no me faltan motivos para ubicarlo en lo más alto, porque el disco de Robe Iniesta y los suyos se merece todos los laureles posibles. “Extremoduro” se ha pasado al AOR en un disco conceptual que se escucha del tirón y se hilvana con un leit motiv recurrente y han conseguido un disco redondo desde las primeras hasta las últimas notas (que además son las mismas). Entonces, ¿por qué queda relegado al segundo puesto? La respuesta al enigma está en el numero 1…

1-Vetusta Morla – Un Día en el Mundo

…porque, como decía unas entradas atrás, éste ha sido el “Año Vetusta”. Este disco me ha acompañado incansablemente durante la mayor parte del 2008 y a él debo muchos buenos momentos, tanto musicales como personales. Las canciones de “Un día en el mundo” han sido mi banda sonora personal durante este año que hoy termina, y el hecho de haber protagonizado también el último concierto al que he asistido en 2008 les ha dado el empujón definitivo para situarse por encima de sus competidores en lo más alto de este Top 10.

[Se han quedado fuera mogollón de grupos y artistas importantes este año como pudieran ser The Killers, Russian Red, Glasvegas, Gnarls Barkley, Grand Archives, Korazón Crudo, Julio de la Rosa, Los Campesinos!, MGMT, My Morning Jacket, Paul Weller, Okkervil River, Tote King, Adele, TV on the Radio o Vampire Weekend, pero es lo que tienen los top 10, que sólo caben 10… Con todo, las ausencias más destacadas debieran ser las de The Mars Volta y Enrique Bunbury, cuyos discos se prometían fundamentales y han resultado estar por debajo de mis expectativas. Sobre todo en el caso de The Mars Volta, cuyo “The Bedlam in Goliath” aún no he podido escuchar entero: si es que no hay por dónde cogerlo…]

jueves, diciembre 25, 2008

Revolución todos los días del año

Justo en la entrada anterior mencionaba a Cappa: no es casual.

Esto fue lo que vi esta mañana en El Corte Inglés mientras ultimaba unas compras navideñas. Curiosamente, no me llamó tanto la atención el hecho, totalmente surrealista, de que exista semejante producto, como comprobar qué imágenes acompañan a cada mes del año...

¿De verdad alguien puede ser tan membrillo (que diría Bunbury) como para comprarse esta... MIERDA?
Y eso que a mí el Che ni me va ni me viene, pero es que...

El efecto Dragan

Gracias a mi amiga Nocciolita (o fromme_toyou, dependiendo del contexto) he descubierto la revista chilena de arte y fotografía "Joia Magazine" (clickad para ver la web, interesantísima). Se trata de una publicación estupenda, elegantemente editada y maquetada, con papel de calidad, muchas imágenes y el volumen de texto justo (lo cual se agradece en una revista de este tipo). En el interior del número de diciembre (el 7, para más señas), me he dado de bruces con el espectacular arte de Andrzej Dragan, fotógrafo polaco que al parecer es muy conocido (lo siento, yo de fotografía lo justo, me sacas de Robert Cappa y Man Ray y se me acaban los nombres propios) por haber creado escuela con su tratamiento estético de los retratos. Tanto es así que entre los entendidos en foto se habla del "efecto Dragan" o "draganizado".
Dragan dice que para él la fotografía es sólo un hobby. El tipo resulta ser profesor (y conferenciante a nivel internacional) de Física Cuántica, tras haber sido galardonado con el reconocimiento a la mejor tesis de Física por la Sociedad de Física Polaca en el año 2001. Pero éste no es el único premio en su haber: también ha recibido galardones en su país de origen como compositor de música instrumental. Lo más alucinante es que Dragan acaba de cumplir los 30.
Vamos, que no es de este mundo.

Por cierto, pinchando en cualquiera de las imágenes podéis acceder a su página web oficial, curradísima...
Oh, y ¡mil gracias otra vez, Nocciolita!

lunes, diciembre 22, 2008

Año Vetusta

Hablar de la primera edición del festival de rock alternativo Alter (celebrado el pasado día 20 en el recinto ExpoCoruña) es, con toda seguridad, hablar de Vetusta Morla. Yo acudí principalmente por ellos y por Russian Red, porque al resto de grupos, o bien no los conocía en absoluto, o sólo había escuchado cosas sueltas que no habían llegado a entusiasmarme (como es el caso de CatPeople).

Si hay por ahí alguien interesado en hacerse una idea general de cómo transcurrió el festival, me temo que aquí no encontrará lo que busca. Como mucho, puedo afirmar que Remake, formación cuya existencia desconocía, me sorprendió muy positivamente con sus versiones de temas de Alice in chains, Soundgarden o Chris Isaak (¿o estaban versionando a HIM versionando a Isaak?) y la poderosa voz de su cantante; y que Lourdes “Russian Red” Hernández demostró por qué a todo el mundo se le hace el culo gaseosa cuando comienza a cantar con esa voz tan jodidamente hermosa que Dios/Alá/Shaka Nyorai/Cthulhu le ha dado… y eso que soy de la opinión de que necesita un repertorio algo más variado para conseguir mantener al público en vilo durante una hora de concierto… pero confío en que eso se irá solucionando con el tiempo (y nuevos álbumes por publicar).



Lo que es obvio es que tanto yo como la práctica mayoría de asistentes al Alter ’08 esperábamos la salida a escenario de Vetusta Morla como si fuéramos una pandilla de yonkis en pleno ataque del síndrome de abstinencia. Los madrileños arrancaron el show con “Autocrítica”, primer corte de su álbum debut, “Un día en el mundo”, que se hace más grande a cada nueva escucha (y llevo desde mayo sin soltarlo). Empezaron con tranquilidad, dosificando inteligentemente la intensidad y poco a poco fueron a más y a más y a más…

Todos los integrantes de la banda estuvieron fantásticos, aunque hay que reconocer que la voz y el carisma de Pucho, frontman excepcional, lo convirtieron en el foco de atención sobre el escenario, consagrándolo como nuevo profeta del pop-rock nacional. Y su profecía, verdaderos creyentes, reza así: “Ou yeah!”.


La única pega posible fue un cierto desajuste en el sonido (colleja para los técnicos) que, no obstante, no consiguió empañar una interpretación memorable de todos y cada uno los temas del primer elepé de la banda, además de algunos regalitos provenientes de los Ep’s editados anteriormente.

Al final, lo que empezó como concierto acabó en fiesta desbordada (“festa rachada” que decimos en Galicia) al ritmo de “Sharabbey road”, una de esas canciones que ya desde la primera escucha se intuyen idóneas para liarla parda en el directo.

Terminado el espectáculo de Vetusta, abandoné el recinto ferial con la voz rota y una enorme sonrisa estampada en la cara, deseándoles suerte a los integrantes de CatPeople, que subían a tocar a continuación y que lo tenían muy jodido para mantener el tipo después de semejante recital de buen rollo y mejor música.


En lo que a mí respecta, el Alter ’08 fue el colofón perfecto para este “Año Vetusta” que ha sido 2008. Si no se tuercen por la fama y el éxito, estos tíos pueden convertirse en el grupo español de la década.

¡Ojalá este sea el comienzo de la “era Vetusta”!

Perro patada

Después de recientes estrenos de animación 3-D tan brillantes como “Wall-E” o “Kung Fu Panda” (y, aunque no la he visto, he leído reseñas muy entusiastas de “Madagascar 2”), sorprende que Disney se haya atrevido a producir un guión tan ñoño e infantil como lo es el de “Bolt”.
En lo estrictamente técnico, “Bolt” cumple con nota gracias a una animación fluida y un diseño de producción que no por poco original resulta inadecuado. Pero, más allá de la anécdota que da pie al argumento (el perro protagonista de una serie de televisión cree que la ficción que vive ante las cámaras es verídica y, al perderse en el mundo real, se enfrentará a los peligros del mismo con la convicción de tener super-poderes), la cinta no deja de ser otra más de “animalitos extraviados que buscan regresar a casa” que poco tiene que añadir a lo visto una y mil veces: que si creer en uno mismo, que si el valor de la amistad, que si juntos lo conseguiremos, etc., etc. y más etc.

Mientras el resto de estudios apuestan por el humor y la complicidad con el público adulto, Disney continúa buscando el ternurismo y la moralina, sin darse cuenta que los niños de hoy en día quieren hostias guapas y bichos chungos, y que los adultos, a falta de su ración diaria de Homer Simpson o Peter Griffin, no descartan echarse unas risas con el cinismo amable de ogros correctamente incorrectos. Ya sólo a Pixar se le permite conmovernos, y con razón: hay más sentimiento en una sola mirada entre Wall-E y EVA que en los eternos 90 minutos que dura “Bolt”.

martes, diciembre 16, 2008

...con su belleza y su fealdad...

“(…)
Y tus parpados cayendo
Se me antojan guillotinas.
Y te observaré durmiendo
Y me pondré a susurrar:
“Nuestras almas no conocen
El reposo, vida mía,
Pero si hay algo que es cierto
Es que te quiero un mundo entero
Con su belleza y su fealdad.”
¿Por qué no puedes aceptar
Que esto no se trata más?
Que, amor mío,
De morir o de matar,
De morir o matar:
Moriré, moriré, moriré
Moriré, moriré, y es lo único que sé.
Moriré, moriré.
Moriré…
(…)



[Este tema se llama “Morir o matar”. Se me ha hecho difícil escogerlo por encima de alguna de las otras 10 composiciones que también se incluyen en el nuevo disco de Nacho Vegas, “El manifiesto desastre”. Llevaba meses desencantado con el asturiano después de su regulero “Verano fatal” grabado a medias con Christina Rosenvinge y del concierto vergonzoso que ambos dieron en el Teatro Rosalía en A Coruña, en el que Vegas estuvo especialmente antipático, chulo y borde, y no dirigió ni una sola palabra al público asistente. Un encanto, el tío. Y yo estaba triste, siendo honesto, porque tras descubrirlo de la mano de Bunbury en “El tiempo de las cerezas” se había convertido en uno de mis músicos españoles favoritos y en mi letrista predilecto en habla hispana (superando incluso a Sabina, Calamaro o Aute). Por consiguiente, su nuevo trabajo en solitario me interesaba pero no las tenía todas consigo. Ahora, después de haber estado una semana escuchándolo, me sorprendo a mí mismo perdonándole todos sus errores pasados gracias a unas canciones increíbles que me han devuelto aquella admiración perdida. Eso no quiere decir que el tío no sea un capullo desagradable, ni que aquel concierto con la Rosenvinge no haya sido una de las mayores decepciones musicales de mi vida. Pero al César lo que es del César: Nacho Vegas es el cantautor español que más me llega. Del nuevo álbum sólo sé decir bondades: musicalmente me parece el menos pesado de su discografía; los estribillos son ahora más pegadizos sin que por ello las letras se resientan; el tremendismo, la fatalidad y la muerte siguen siendo la tónica dominante (como debe ser en un disco de Vegas) y su voz continúa poseyendo ese timbre entre patético y desagradable que tan bien le sienta a las miserias que relata en sus temas. Total, que he vuelto a enamorarme de sus canciones y este “Manifiesto desastre” ha resultado ser una enorme alegría para quien esto firma. Qué bueno, el hijoputa.]

Larga vida al Western (y 2)

Lo he dicho muchas veces (y volveré a decirlo, seguro, muchas más): me flipan los western. Por eso estoy relativamente contento ya que, tras muchos años de sequía, en tan sólo unos meses hemos podido ver en la cartelera española dos muestras estupendas de dicho género. Por un lado “El tren de las 3:10” y por el otro “Appaloosa”, segundo largo como director de Ed Harris (cuyo nombre no suele mencionarse entre las listas de actores favoritos de la muchachada a pesar de que sus interpretaciones resultan siempre contundentes) después de la muy apreciable “Pollock”.


Está claro que Harris hace las películas que quiere, cuando quiere y como quiere, alejándose de modas y fórmulas comerciales (los westerns y los biopics de maestros del arte abstracto no van a desbancar en taquilla a los Harry Potters, Crepúsculos y demás), y es por eso que “Appaloosa” resulta una sorpresa tan agradable.

Viendo el cartel, el reparto y la sinopsis argumental (“dos pistoleros llegan a un pueblo para restituir la ley y hacer frente a un malvado terrateniente”), me esperaba una película violenta y dura plagada de frases lapidarias, con tipos sórdidos que no le darían un beso ni a su madre y una nueva exaltación del pistolero callado y misterioso que debe convivir con un turbulento pasado. Pero resulta que “Appaloosa” huye de ese modelo de western a lo Eastwood para hacer un retrato no amable pero sí campechano (como Don Juan Carlos, vamos) del típico hombre de acción del Oeste. Hay, por supuesto, violencia y dureza y frases lapidarias y tipos sórdidos, pero sobre todo hay una bonita historia de amistad: la historia de dos hombres que se quieren mucho (de la más heterosexual de las maneras), que nunca dudan el uno del otro y que jamás encontrarán un compañero mejor al lado del cual morir en combate. Pero además hay humor (bastante, teniendo en cuenta el tipo de película ante el que nos encontramos), una visión muy poco romántica de las relaciones de pareja y algo de ironía social.

Pero en "Appaloosa" encontramos, sobre todo, una química desbordante entre los actores protagonistas. Harris se sale en el papel de Virgil Cole, rudo pistolero que se descubre totalmente inexperto en las lindes amorosas; Jeremy Irons compone un villano pomposo y engolado que despierta animadversión y desprende patetismo a partes iguales; Lance Henriksen vuelve al cine (no sé si se fue, pero lo cierto es poco se le ha visto últimamente en la gran pantalla) dando una réplica amable del personaje que ya interpretara en “Dead man”, un cazarrecompensas que no es ni bueno ni malo, simplemente profesional; pero es finalmente Viggo Mortensen quien termina por meternos en su bolsillo con su medidísima interpretación de Everett Hitch, ayudante y mejor amigo de Cole. Una vez más, Viggo se encarama al podio de los mejores actores de nuestros tiempos (aunque, mira tú por dónde, seguro que tampoco es de los favoritos de la misma muchachada de la que antes hablaba) componiendo otro de esos personajes suyos, entre crípticos y poéticos, que continúan engrandeciendo una trayectoria imparablemente ascendente.

Mi “pero” en cuanto al casting (y a la película en general) atañe a Reneé Zellwegger, única presencia femenina destacable de la película (Ariadna Gil, como diría Aute, “pasaba por aquí”) y actriz poco agraciada (ni con talento ni con belleza) a la que hubiese sustituido encantado por alguna otra intérprete que justificase mejor el interés sexual que su personaje parece despertar en todos los pobladores de la ciudad de Appaloosa.

Un último mérito a destacar en este segundo trabajo como director de Ed Harris: su humildad. “Appaloosa” no es uno de esos westerns más grandes que la vida que tanto gustan a Kevin Costner, producciones hormonadas que sobrepasan con creces las dos horas de metraje y pretenden reunir en un solo film todo lo bueno y lo malo del ser humano. “Appaloosa” es una peli pequeña, hecha de buenas intenciones y mejores actores. No pretende llevarse premios ni hacer mucho dinero, ni convertirse en la película imprescindible en todas las listas de lo mejor del año. Quizás por eso mismo sí vaya a estar en la mía.

Acerca de Cormac McCarthy

No me gusta cómo escribe Cormac McCarthy. Ya lo he dicho. Y qué a gusto me he quedado, carajo.

Vale, el tipo ha ganado el Pulitzer en 2007, estaba propuesto también para el Nobel, es uno de los escritores fundamentales de la literatura estadounidense hoy en día y sus novelas revelan de manera magistral la auténtica naturaleza del ser humano. Todo eso es cierto y yo no lo pongo en duda. Pero no me gusta cómo escribe: cómo junta las palabras, cómo hablan sus personajes, cómo describe las acciones que éstos realizan con millones de frases coordinadas con cansinas conjunciones “y”.



Fue por eso que no disfruté ni un poquito leyendo su penúltima novela, “No es país para viejos”, de la que luego los Cohen sacaron una película muy superior al original.


Por suerte “La carretera” compensa esta animadversión que siento hacia McCarthy con un argumento y unos personajes que se te quedan grabados a fuego en la memoria. A saber: el mundo se ha ido a la mierda, todo tipo de organización social ha desaparecido, la práctica totalidad de vida animal y vegetal ha sido borrada del mapa de un plumazo (nuclear, se deduce) y la Tierra se ha convertido en un helado páramo cubierto de ceniza. En este contexto, un padre y un hijo cuyos nombres nunca conoceremos recorren la carretera en un largo y peligroso peregrinaje hacia el sur, en busca de un clima habitable.


Todos conocemos un montón de historias postapocalíticas cortadas por un patrón semejante, pero como esto no es “Mad Max”, ni “La leyenda de madre Sarah”, ni “El puño de la Estrella del Norte” (que básicamente era Mad Max + Kung Fu), ni “Soy leyenda”… sino una novela de Cormac McCarthy, resulta que lo importante en “La carretera” no son los caníbales, ni los terremotos que asolan la corteza terrestre, ni las persecuciones, ni los tiroteos, ni saber cómo, cuándo, dónde o por qué. Lo importante son el hombre y el niño, sus sentimientos y sus esperanzas. O, mejor dicho, su ausencia de esperanzas. Porque en “La carretera” no sobra la esperanza, eso seguro.


Personalmente, creo que el gran acierto de la novela reside en cómo ese hombre y ese niño terminan por representar a todos los hombres y a todos los niños, de una forma que diríamos ideal. Su condición de “genéricos intercambiables” por cualquier hombre y cualquier niño los convierte en todos ellos al mismo tiempo. Podrían ser tu padre y tú hace unos años, o tú y tu hijo dentro de unos cuantos. Quizás mientras leas el libro acabes poniéndoles la cara y la voz de alguien que conoces. Seguramente así sea. O quizás no, da igual. Durante la lectura de “La carretera” el hombre y el niño son la única familia que jamás ha existido y que jamás existirá, y es por eso que resulta tan importante que su viaje resulte triunfante. Si el hombre y el niño no sobreviven a la carretera, será el fin de la familia, el fin de todas las familias, de todos los padres y todos los hijos. Ahí es donde McCarthy te agarra de los huevos y te pone a su merced y te hace devorar una tras otra cada página (densa, llena de detalles superfluos que aportan verosimilitud a la historia y que te encantaría pasar por alto para llegar cuanto antes a la resolución de su aventura y así poder cagarte en el universo cruel o suspirar aliviado y dormir tranquilo, por fin, esa noche).


“La carretera” no gustará a todo el mundo (¿algún libro lo hace?), pero si puede maravillar como lo ha hecho a un enemigo declarado de la narrativa de McCarthy como yo, seguro que es porque se trata de un buen libro.


Para los que pasen de leerlo: en unos meses se estrenará la versión en celuloide protagonizada por Viggo Mortensen. Servidor no podría estar más contento con la elección del protagonista. Si la peli consigue transmitir la sensación de desamparo que emana continuamente del libro, seguro que será uno de los estrenos más desasosegantes del próximo curso cinematográfico.


Cambiando de tema: ¿os he contado alguna vez lo mucho que me repatea José Saramago?

sábado, diciembre 06, 2008

21 de Enero

Me gustan "Fringe" y "True blood" (reseña en breve, prometido). Me lo paso pipa con "Dexter" y "Californication". Alucino con "Damages" e "In treatment". Me río como un poseso con "The IT crowd". Mato horas muertas con "Heroes". Y aún tengo pendientes de ver otras tantas (véase "Los Tudor", "Roma", "Las crónicas de Sarah Connor", "The wire"...), así como acabar "Roma", "Los Soprano" o "Deadwood". Pero en el fondo sé que todas ellas no son sino metadona a la espera del próximo chute de mi mierda favorita.



21 de Enero. El destino llama...

Arenoso cuento de hadas

"(...)
Saw Cinderella in a party dress,
She was looking for a nightgown.
I saw the devil wrapping up his hands,
He's getting ready for the showdown.
I saw the ending where they turned the page,
I threw my money and I ran away.
Sent to the valley of the great divide
Out where the dreams all hide.
(...)"






[Tenemos nuevo disco de The Killers (el tercero en su discografía; cuarto si contamos esa compilación de rarezas y caras B que fue “Sawdust”) y parece que el nuevo deporte entre los críticos musicales y los internautas es poner a parir al grupo de Las Vegas por no haber mantenido el buen nivel de su primer álbum, “Hot Fuss”. Curiosamente, a mí me gustan mucho más estos The Killers que los de aquel debut, que sonaba a más de lo mismo (entiéndase rollito Franz Ferdinand) mientras que posteriormente encontraron su propio sonido, más electro-pop y bailongo, pero también más personal (pese a todas esas reminiscencias de David Bowie y Queen, ambos en sus etapas pop y bailongas de los 80). Su incomprendido “Sam’s town” es para mí uno de los discos más redondos y re-escuchables de la década actual, pero también en su momento todo el mundo se lanzó a su yugular por no ser un nuevo “Hot fuss” (y yo la mar de contento de que no lo fuera). Así que, aunque “Day and age” no sea un disco perfecto, personalmente me parece una dignísima secuela de “Sam’s town” y una excelente colección de temas pegadizos entre los que destacan “Spaceman”, “Human” (primer single), "A crippling blow" y esta “A dustland fairy tale” que abre la entrada. Y además me gusta la portada (que es hortera, lo sé; ¡pero es que esta gente es de Las Vegas, carajo!).]