The
black mirror knows no reflection
It
knows not pride or vanity
It
cares not about your dreams
It
cares not for your pyramid schemes
Their
names are never spoken
The
curse is never broken
Un!
Deux! Trois! Dis: Miroir Noir!
(...)”
[“Black Mirror”, primer corte del disco "Neon Bible" de Arcade Fire.]
Hace
unos años, cuando un servidor todavía albergaba ciertos prejuicios
infundados hacia la ficción televisiva británica, vino a tirarme
del caballo de mi tozudez, camino de Damasco, una serie programada por el canal E4
(el mismo que ahora emite “Misfits”) llamada “Dead Set”.
Dicha producción proponía un improbable crossover entre
el reality “Gran Hermano” y el cine de zombies, y se trataba de
una serie inteligente, divertida y cargada de mala baba, que
denunciaba entre risas y chorretones de sangriento gore cómo la caja tonta
podía hacer estragos en la materia gris del espectador cual plaga
apocalíptica de George A. Romero. Su creador, Charlie Brooker,
volvió a finales de 2011 a la carga con un título que retoma las
virtudes técnicas e intenciones críticas de aquella tele-carnicería
zombie y las eleva a un nuevo estadio de excelencia.
“Black
Mirror” es una mini-serie de tres episodios autoconclusivos e
independientes entre sí que orbitan alrededor de una temática
común: la tecnología y los medios de comunicación (televisión, internet, redes sociales) como agentes de la progresiva
deshumanización de nuestra especie. Su objetivo está claro:
denunciar la pasividad del hombre de la calle, zángano
despersonalizado en una civilización tecnófila cuyos valores se
desdibujan según lo dictado por empresas de hardware, productores de
ocio y gigantes de la comunicación. Y es que si el gurú
norteamericano de la televisión inteligente, David Simon, desprecia
profundamente al espectador medio, su homólogo británico, Brooker,
directamente lo odia.
El
primer episodio de “Black Mirror”, “The National Anthem”,
abre la función con un puñetazo directo a la boca del estómago:
ante el secuestro de la princesa de Inglaterra, el Primer Ministro británico debe tomar la
decisión más importante y polémica de su carrera política (y de
su vida, ya puestos). No digo más porque incurriría en un imperdonable spoiler, pero tampoco será necesario: basta con ver los cinco
primeros minutos de esta inquietante fábula sobre terrorismo
catódico en la era de Twitter y YouTube para quedarse embobado
frente a la pantalla conteniendo la respiración junto a ese pueblo
de Albión que no sabe cómo reaccionar ante la encrucijada personal
de su líder político, magníficamente encarnado por el actor Rory
Kinnear.
“15
millions of merits” nos sitúa en un orwelliano futuro donde la
cultura multimedia le ha ganado la partida a las experiencias
sensoriales reales. Aprisionadas en habitáculos cuyas paredes son
pantallas gigantes y condenadas a pedalear sobre bicicletas estáticas
como hamsters en una ratonera, las personas alimentan sus esperanzas
en una vida mejor a base de pornografía y tele-realidad: el único camino
para ascender al siguiente nivel del escalafón social es triunfar en un
programa del tipo “Tú sí que vales” (o “Tienes talento” o
como demonios se llame) y convertirse en una de las celebridades que
habitan al otro lado del LCD. 60 opresivos minutos cargados de
desesperanza que riman en asonante con el “Fitter happier” de Radiohead y que consiguen que uno se sienta como una auténtica
mierda al acomodarse después frente al ordenador para actualizar su
cuenta de Tuenti.
“The
entire history of you” es la tercera distopía en discordia,
ambientada en un mundo muy próximo al nuestro que deriva de una
reinterpretación tecnológica del memorioso Funes de Borges. Gracias
a un dispositivo subcutáneo alojado tras la oreja derecha, los seres
humanos pueden almacenar y recordar sin intromisiones de la
traicionera imaginación todas las experiencias de su vida,
rebobinándolas y reproduciéndolas como si de un DVD se tratase.
Intensamente protagonizada por el rock'n'rolla Toby Kebbell y por la
actriz principal de la fantasía adolescente “Attack the block”, Jodie
Whittaker, se trata de otra píldora de amargura y desasosiego,
prima-hermana de los “Días extraños” de Kathryn Bigelow y del
“Eternal sunshine of a spotless mind” (que no, carajo, que no la
voy a llamar “¡Olvídate de mí!”) de Michel Gondry.
Tras
experimentar estos tres asaltos a la conciencia del televidente, uno
se queda momentáneamente expuesto, con toda su i-Pocresía
multimedia al descubierto. En mayor o menor medida, se ha sentido
representado en esos relatos no-tan-fantasiosos y se ha visto
obligado a reflexionar sobre su propio papel en la actual sociedad de
consumo masivo y relaciones virtuales, de twits y megustas y
whatsapps y avatares, de shares y ratings y votaciones por sms, de
smartphones y video-cámaras de vigilancia y de cotillear el muro de
Facebook de tu ex para saber qué ha dicho, cuándo y a quién.
“Black
Mirror” es incómoda porque denuncia tu propia y alegremente
asumida falta de intimidad, porque pone de manifiesto lo superficial
de tus relaciones interpersonales, porque te descubre como parte
de la masa, del vulgo, del pueblo aborregado, a la que siempre has
mirado por encima del hombro, resistiéndote a reconocer como tus
iguales.
Porque
es todo lo que su título advierte: brillante, oscura y especular.
8 comentarios:
Excelente reseña, como tienes por costumbre, camarada. No tenía ni idea de este nuevo proyecto del responsable de la magnífica "Dead Set", pero me lo apunto porque tiene una pinta de lo más interesante. A pesar del poco tiempo para el ocio de que dispongo - como bien sabes - son solo 3 capítulos!!! Lo que no se como coño puedo hacerme con ellos ahora que Megaupload se ha ido a la mierda....
saludos!!
Gracias, Charlie ;) Me alegra ver que sigues obsequiándonos con tu presencia en la red de redes pese a tu atareada situación actual.
Lo bueno de "Black Mirror" es que puedes ver un episodio hoy y otro el mes que viene porque no tienen más vínculo que el temático. Cada entrega es una historia perfectamente independiente que puede verse como una película concentrada, sin subtramas de relleno ni secundarios innecesarios: ¡cuántas pelis recientes de ciencia-ficción habrían quedado mucho más apañadas con más concisión narrativa y 30 minutos menos de duración!. A mí "Black Mirror" me gustó más que "Dead Set" (y eso que aquélla tenía el gran atractivo de ver cómo una legión de zombies hambrientos se cargaba a los concursantes de Gran Hermano: uno de mis muchos sueños húmedos), así que espero que ésta te satisfaga plenamente. Yo, por suerte, me hice con los tres capítulos antes del cierre de Megaupload. Desde entonces la cosa está dificililla para encontrar buenos ripeos de pelis y series (¡lo que me ha costado conseguir el último episodio de "Hell on wheels"!). Estoy convencido de que algo aparecerá muy pronto para sustituir este sistema de descargas. Tiempo al tiempo.
Saludos, camarada :)
De verdad, es admirable lo bien que escribes. Si se recopilan todas las entradas de “series de tv”, se tendrá una pequeña y muy disfrutable historia crítica de lo mejor que ha dado la televisión en estos últimos años.
John Steed (Patrick Mcnee, supongo, y no Ralph Fiennes): muchas gracias por tu comentario y por el cumplido. Tampoco es cuestión de exagerar: hay por la red adelante un montón de bloggers que escriben maravillosamente, del mismo modo en que hay muchas series interesantísimas que aún no he tenido la fortuna de ver. Cada vez son más las propuestas atractivas que provienen de la pequeña pantalla (al contrario de lo que sucede con la grande) y cada vez es más difícil estar pendiente de todas... Un saludo y gracias de nuevo :)
Perdona mi ignorancia, Jero, pero que es eso de "Hell on Wheels"??
¡Demonios, Charlie, no me digas que no conoces ESTO!
Demonios no!! No tenia ni puta idea... Tiene una pintaza, algo así como Deadwood en el ferrocarril??
Yo sólo he visto el piloto, presentación de personajes y poco más, pero a nivel producción me ha parecido muy cuidada, y algunos conocidos me han hablado muy bien de la temporada al completo. Será lo próximo que vea en cuanto termine con la primera temporada de "American Horror Story".
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