martes, febrero 23, 2010

Lecturas pijameras

En las últimas semanas han concluido en nuestro país tres de los pocos tebeos de grapa que servidor aún coleccionaba (cada día son menos porque el nivel de calidad está en mínimos históricos). Se trata de dos series de Marvel (concretamente las etapas de Ed Brubaker y Michael Lark al frente de “Daredevil” y de Mark Millar y Bryan Hitch en la cabecera “Fantastic Four”) y una miniserie de DC, la saga central del crossover “Crisis Final”, debida a Grant Morrison y varios dibujantes.


En primer lugar nos encontramos, pues, con los 38 números que Ed Brubaker guionizó para la serie “Daredevil” tomando el relevo de manos de Brian Michael Bendis, quien había firmado una etapa excelente en compañía del dibujante Alex Maalev. Retomando el argumento justo donde Bendis lo dejó en su sorprendente final de temporada, Brubaker comienza subiendo aún más el listón con una saga titulada “El diablo en la galería D” en la que las cosas parecen ponerse especialmente difíciles para Matt Murdock, alter ego del vigilante de Hell’s Kitchen. Además, el estreno de Lark a los lápices conlleva también un incremento del nivel artístico (ya bastante elevado con Maalev, pese a su tendencia a la repetición de viñetas y fondos), logrando que este primer arco argumental figure entre los mejores que ha protagonizado el diablo rojo a lo largo de sus más de cuarenta años de andadura editorial.


Desgraciadamente, a partir de ahí la serie va perdiendo fuelle de forma progresiva y, si bien nunca llega a caer en la más absoluta mediocridad (Brubaker es un escritor con mucho oficio y Lark mantiene una calidad visual constante), lo cierto es que las tramas se diluyen poco a poco hasta llegar a un final que, pese a que no deja de ser sorprendente (sobre todo por el nuevo status quo en que ubica al personaje), no termina de ser todo lo emocionante que debiera. Persiste, además, la sensación de que todo cambia para que vuelva a ser lo mismo (la dinámica habitual en Marvel, por otro lado), y que Brubaker se ha encargado de deshacer los cambios introducidos por Bendis del mismo modo en que el próximo guionista (Andy Diggle) deberá meter de nuevo en la botella al genio liberado por Brubaker, y así ad nauseam.


Desde luego, al “Daredevil” de Brubaker y Lark le conviene enormemente la lectura en tomos recopilatorios, siendo esta recientemente concluida edición en cuadernillos grapados una experiencia en ocasiones frustrante, pues la narración apenas avanza mes a mes. Y eso no es un defecto de edición sino un pecado de guionista, pues un autor de tebeos ha de saber manejar el formato en que su obra va a ser publicada. Resulta especialmente sorprendente en el caso que nos ocupa, teniendo en cuenta el partido que Brubaker le sacó a las 24 páginas en la que hasta ahora me parece su mejor obra, “Sleeper”. Atribuyámosle pues el error a las presiones editoriales y corramos un tupido velo, pues desgraciadamente su “Daredevil” tampoco se merece muchos más miramientos.


Algunos más de los que podrían concedérsele, por otro lado, a los 16 números que componen la muy publicitada etapa de Mark Millar y Bryan Hitch al frente de “Fantastic Four”. Integrada en el microcosmos del que también forman parte “1985” y “El viejo Logan” (ambos guionizados por Millar y con los cuales tiene vínculos a nivel argumental), la enésima encarnación de la primera familia marvelita prometía emociones fuertes y se ha quedado en agua de borrajas.


Por un lado, Millar se limita a coger sus conceptos habituales y a plasmarlos con una falta de entusiasmo que hasta ahora permanecía inédita en el guionista de “The Authority”, “The Ultimates” o “Superman: Red Son”. Ni siquiera sus habituales tics de enfant terrible (esos diálogos con el molómetro a diez mil revoluciones) pueden salvar un andamiaje argumental débil y caprichoso, sazonado con manidas referencias a Lovecraft, apocalipsis ecológicos y super-villanos con poderes que desafían la lógica espacio-temporal elevados al cubo. Vamos, lo de siempre cuando se trata del escocés.


Hitch, por su parte, parece empeñado en cumplir por primera vez con las fechas de entrega reduciendo drásticamente la calidad en los acabados de cada página. No es descabellado afirmar que estos “Fantastic Four” contienen algunas de las peores viñetas que el artista inglés ha dibujado jamás, evidenciando más que nunca lo mucho que necesita apoyarse en referentes fotográficos para resolver la anatomía humana. Demasiados Johnny Storm paticortos para mi gusto, en resumidas cuentas.


Curiosamente, ambos “autores hot” abandonan el barco justo antes el último número, dejando que sean el guionista Joe Ahearne (según lo establecido por Millar) y Stuart Immonen (que imita estupendamente el estilo de Hitch, pese a que cuando lo dejan a su aire es incluso mejor dibujante) quienes resuelvan la papeleta. Lo triste es que no se percibe diferencia alguna, siendo este último número tan olvidable como los 15 anteriores (aunque debo reconocer que la saga “La muerte de la Mujer Invisible” me pareció la mar de entretenida).


El tercer título a reseñar en esta entrada es, como advertía al principio, la tan cacareada “Crisis Final” pergeñada por Grant Morrison, uno de los mejores guionistas actuales de super-héroes y posiblemente el escritor de comics que concibe más ideas por segundo. Morrison, a quien alababa hace poco por su buen hacer en la serie del sello Vertigo “Los Invisibles”, culmina en “Crisis Final” una línea argumental gestada a lo largo de los últimos años en distintas publicaciones a su cargo (“JLA”, “Los Siete Soldados de la Victoria”) y que se centra, básicamente, en el final del Cuarto Mundo ideado en los años 70 por Jack Kirby y el inicio de un Quinto Mundo plagado de interrogantes.


Publicada en nuestro país como una carísima miniserie de 8 números (que incluyen los 7 episodios originales, 3 tie-ins que van de lo fecal a lo intrascendente y los 2 números de “Superman Beyond 3-D”, absolutamente imprescindibles para la comprensión del argumento), “Crisis Final” comienza de forma inmejorable con unos tres primeros números entretenidísimos, plagados de conceptos estimulantes, muertes y resurrecciones de infarto, diálogos para el recuerdo y un excelente dibujo de J.G. Jones (portadista de “52” y encargado de las labores gráficas en esa divertida macarrada titulada “Wanted”), capaz de otorgar al relato el tono épico que hasta entonces se merece.


Los primeros titubeos comienzan a manifestarse bajo la forma de un incómodo baile de dibujantes, que ahora incluye a un esforzado Carlos Pacheco que permita a Jones cumplir con las fechas de entrega, para que finalmente ambos sean sustituidos por Doug Mahnke, cuyo estilo, pese a parecerme idóneo para otras obras (su “Frankenstein” en “Los Siete Soldados de la Victoria” era espectacular), no transmite lo mismo que el del ya ausente Jones.


Esto no sería algo especialmente grave si no fuera porque al mismo tiempo que el acabado visual del tebeo se vuelve inconsistente, al ya de por sí enrevesado guión de Morrison parece ocurrirle otro tanto de lo mismo. Es algo más o menos habitual en el escocés lisérgico: sus pajas mentales más excesivas casan a la perfección con el espíritu del sello Vertigo pero chocan frontalmente con la contención que uno podría esperarse de una historia tan profundamente enraizada en la continuidad oficial. El mejor ejemplo de lo que Morrison es capaz de hacer cuando sabe atarse a sí mismo en corto es su sobresaliente “All-Star Superman”. Uno de los peores, me temo, los dos números que conforman “Superman Beyond 3-D” y la atropellada conclusión de “Crisis Final”, que pierde el foco en el Cuarto Mundo (con lo que me estaba gustando su visión de Darkseid y la Anti-Vida) para empantanarse en los cerros del Multiverso, los Monitores y esa tendencia algo enfermiza hacia el metalenguaje que parece impregnar todos sus delirios de grandeza (y que a veces funciona genial pero que aquí nanai de la China). El resultado final, por consiguiente, sólo puede describirse como decepcionante (al menos en mi nada modesta pero siempre discutible opinión).


“Crisis Final” era un tebeo que prometía mucho. Si nos fiásemos de sus primeros números, incluso podríamos habernos ilusionado imaginando que sería el crossover más interesante de… ¡demonios, toda la historia del Universo DC!, pero su conclusión reduce cualquier posibilidad de trascendencia a la nada. Será, supongo, importante de cara a los próximos acontecimientos que tengan lugar dentro de la continuidad, pero como lectura en viñetas (más allá de géneros y organigramas editoriales) se queda en un vistoso trabalenguas.

4 comentarios:

charlie furilo dijo...

No puedo opinar nada. Atrás quedaron los tiempos en que un servidor se compraba comics en grapa...

Jero Piñeiro dijo...

Parece la consecuencia lógica de la evolución del mercado: ir directamente a por los recopilatorios en tomo y pasar de la serialización en grapas. Con lo mucho que se disfruta del formato cuando los autores lo respetan... Recuerdo lo bien que me lo pasé leyendo mes a mes "The Authority", "The Ultimates", "Planetary", el primer volumen de "Sleeper", la edición USA de "All-Star Superman"...

Kiko Nuñez dijo...

http://cinefagos.wordpress.com/2009/11/13/milo-manara-se-atreve-con-las-mutantes-mas-famosas-de-marvel/

Que es esto Tronk?

Yo no entiendo nada tu mira y explica...

:D

Jero Piñeiro dijo...

Cousin: pasa de ese tebeo. Es una caca. Lo he hojeado y sólo son tías posando (en plan "voy a enseñar carne pero no") para que se pajeen los marvel-zombies. A mí dame el Manara de "Verano indio" o "El gaucho" (vamos, uno con un buen guionista detrás), que para tías buenas ya tengo el invento éste del internete...