Antes de nada debo hacer una confesión: no leí “El arte de volar” (tebeo publicado por Ediciones De Ponent y obra del guionista Antonio Altarriba y del dibujante Kim) porque a priori me interesasen su argumento o su dibujo. Lo leí porque durante los últimos meses había acumulado tal cantidad de elogios y parabienes (¿un 5 en La Cárcel de Papel?) que mi curiosidad por saber si era para tanto le ganó la partida a mi rechazo inicial.
“El arte de volar” narra la historia de Antonio Altarriba (padre del guionista, con el que comparte nombre y apellidos), un hombre de 90 años que el 4 de mayo de 2001, harto ya de este mundo, decidió saltar desde el tercer piso de la residencia de ancianos donde vivía y terminar con sus muchos sufrimientos. Mediante un retruécano retro-genealógico, Antonio hijo (el guionista) se identifica durante esos tres pisos de caída con Antonio padre (el protagonista) para narrar en primera persona, a modo de flashback, los 90 años que le condujeron desde el pueblo de Peñaflor donde nació hasta el momento del impacto último contra el cemento de la calle. 90 años en los que Altarriba fue primero un joven labriego con ansias de huir a la libertad que parecía ofrecer la ciudad de Zaragoza; luego un anarquista convencido que luchó (y perdió) contra los ejércitos de Franco en la batalla del Ebro; posteriormente un exiliado en Francia que terminó enzarzado en otra contienda (la defensa contra los alemanes) que no le correspondía y, finalmente, tras el paso por un campo de concentración y el regreso cabizbajo y derrotado a su patria ahora inmersa en la dictadura, un hombre gris e infeliz cuyos ideales quedaron sepultados por las inexorables presiones de una sociedad donde cualquier forma de idealismo chocaba con los más básicos mecanismos de supervivencia.
Partiendo de una absoluta desnudez emocional, Altarriba nos presenta a su padre como un hombre zarandeado y puteado por la vida, siempre esclavo de los avatares que le deparara su destino, incapaz de decidir libremente la senda vital que hubiera deseado recorrer. Al menos, hasta el momento en que decidió hacerle un corte de mangas al mundo y morir cómo y cuándo a él le saliese de los mismísimos.
Personalmente, tanto su descripción de personajes como la forma y el ritmo de la narraración (densamente literaria) me han recordado por momentos al “Maus” de Art Spiegelman (sí, lo sé, palabras mayores). El guión de Altarriba es soberbio, capturando no sólo la desazón vital del protagonista (en ocasiones gracias al empleo de sugerentes escenas onírico-simbólicas), sino también el clima político y social que se vivió en España a lo largo del siglo que su padre recorrió con más pena que gloria.
Por otro lado, la labor gráfica de Kim ha supuesto para mí una sorpresa monumental. Conociendo a este autor por sus trabajos para la revista satírica “El Jueves” (donde lleva muchos años publicando las andanzas de “Martínez el facha”), debo reconocer que siempre había sido uno de los dibujantes que más me habían repateado de cuantos conforman la plantilla de dicha publicación. Abordé, por tanto, este “El arte de volar” con multitud de dudas y no menos prejuicios, pero lo cierto es que una vez metido en faena resultó totalmente imposible imaginarme las andanzas de Altarriba padre bajo otro aspecto que no fuese el otorgado por el dibujante barcelonés (del mismo modo que en su momento me ocurrió con el grafismo de Eddie Campbell en “From Hell” o el de Santiago Valenzuela en “Las aventuras del Capitán Torrezno”). Narrativamente sencillo y directo, el dibujo aparentemente feísta de Kim esconde no obstante un mimo por el detalle y una capacidad expresiva apabullantes, vehículos perfectos para la plasmación de esta historia de padres perdedores y países decadentes. Un trabajo sobresaliente que redondea un tebeo mayúsculo.
Decía, entonces, que compré y leí “El arte de volar” guiado más por lo bueno que se decía de él que por el interés que pudiese despertarme a priori. Por ello, quisiera dar las gracias a todos aquellos que lo recomendaron con tanto fervor y tenacidad y a quienes lo situaron en un lugar bien visible de sus listas de lo mejor del 2009 en materia tebeística. De no ser por ellos, servidor se habría perdido uno de los mejores comics españoles que ha tenido la inmensa fortuna de conocer.
Ahí es nada.
6 comentarios:
No sabía de la existencia de este cómic, pero por lo que dices me pica la curiosidad, oye (y además, si parte de la trama transcurre en Zaragoza y en Peñaflor ( que está a un tiro de piedra de aquí), pues es un aliciente más... Eso si, el dibujo del tal Kim de Martínez el Facha, nunca me ha gustado, pero bueno....
Charlie: como ya digo, a mí tampoco me gusta el dibujo de Kim en "Martínez el facha" ni en las páginas finales de "El jueves" (hace tiempo que no compro la revista, pero antes cada cierto tiempo hacía parodias de 2 páginas de películas de actualidad), y aún así aquí me parece que lo borda. Te recomiendo encarecidamente que le des una oportunidad. No creo que te defraude, aunque nunca se sabe...
Después de leer tu crítica, me fui a buscarlo a la fnac, pero no lo encontré. Aproveché para pillarme Arrugas y RG (Riyad-sur-Seine).
Volveré en su búsqueda este finde, y ya te comento si ha sido acertado seguir tu recomendación :p
Sergi: pues no hay mal que por bien no venga, porque a cambio te has llevado dos pedazo de tebeos. Ya me dirás qué te parecen, tanto los que ya compraste como este "El arte de volar" ;)
Ya tengo el del Arte de volar! En los próximos días (y en una entrada más reciente xD) te comento.
Del par que me compré, me han gustado bastante. El de Arrugas me ha recordado a mis abuelos: mi abuela materna tuvo alzheimer, mi abuelo materno demencia senil, y a mi abuela paterna la ingresaron en una residencia. Así que lo que se cuenta me es muy familiar, incluso demasiado. Me ha dejado un sabor bastante amargo, la verdad. Pero me ha gustado.
El de RG me ha encantado. Tanto que me compré el segundo este sábado (aunque no me gustó tanto :/ ).
Sergi: "Arrugas" tiene la capacidad de hacer que todos (o casi todos, vamos) nos sintamos en algún momento como si el protagonista fuese parte de nuestra propia familia. Pese a su obvio dramatismo, también contiene momentos de coña y otros más tiernos (llámame sensiblero, pero a mí la historia de la nube me pareció tremenda) que le dan empaque al conjunto y no lo convierten en un dramón de tomo y lomo. "RG", por su parte, tiene a uno de los mejores dibujantes del mundo (en mi nada modesta pero siempre discutible opinión) haciendo uno de sus mejores trabajos. Es una pena que las "desavenencias creativas" entre Dragon y Peeters hayan impedido la publicación de un tercer álbum. Por otro lado, como yo los leí bastante espaciados en el tiempo, no noté muchas diferencias de calidad entre un álbum y el siguiente. Supongo que tan sólo estaba contento porque hubiera salido, jejeje...
Ya me contarás qué tal "El arte de volar". Por mí como si escribes sobre él en esta entrada, que me llega el aviso al correo...
Publicar un comentario