Si la primera parte del díptico era fría y distante respecto al héroe/villano (dependiendo del punto de vista político del espectador), este capítulo final es directamente gélido y, sobre todo, aburrido.
Argumentalmente no hay mucho que desgranar: tras la victoriosa revolución cubana que pondría a Castro en el poder, el Che dirige su mirada hacia Bolivia y se lanza a una nueva empresa libertadora que acabará en tragedia.
La primera decepción de la película llega al comprobar cómo Soderbergh se pasa por el forro el distanciamiento entre Guevara y Castro y el paso del primero por los altos puestos ejecutivos de Cuba e, inmediatamente y sin que nunca se nos expliquen las motivaciones del personaje, asistimos estupefactos a una larguísima travesía selvática donde ni siquiera las notas musicales de Alberto Iglesias consiguen animar ligeramente la experiencia. Con el avance del crono empezamos a preguntarnos, sintiendo que estamos tirando por la borda valiosos minutos de nuestras vidas, si quedará mucho para que fusilen al guerrillero y así podamos irnos en paz (como bendecidos por un sacerdote al acabar una interminable misa de difuntos) de vuelta a nuestras vidas.
Hacía tiempo que no sentía que perdía el tiempo de semejante forma en una sala de cine (la última vez fue con “Asesinato justo”, de la que ni ganas me quedaron de colgar una reseña en el Abismo). Es desilusionante comprobar cómo se ha perdido una ocasión perfecta para acercar al público de una forma fidedigna y respetuosa (olvidaos de las camisetas y los calendarios) una figura tan relevante para la segunda mitad del siglo XX por culpa de un planteamiento totalmente erróneo. Y como, también, se ha desaprovechado a un actor en estado de gracia (Benicio del Toro), que bien podría haber hecho aquí el papel de su vida si su interpretación no se viera irremediablemente condenada por la película que la contiene.
Un último apunte: aunque sé que mi acompañante cinéfila estará deseando que entre al trapo, no pienso comentar las innumerables imprecisiones lingüísticas de la cinta. No merece la pena...
5 comentarios:
Vaya caca de Che...Soderberrrrr...,ese del apellido pronunciable pero muy poco prácito para escribirlo, ha fusilado la tan emblemática camiseta con su película, ya que se limita a presentar al Che como un personaje histórico políticmanete correcto y un ser humano incorruptible, pero eso sí, con poca sangre en las venas y litros de horchata corriendo por ellas!
Y me pregunto yo, un hombre con un sentido de la moral y la justicia tan elevado, un intelectual, etc...digo... que eso requiere un mínimo de sensibilidad, no? si le sumamos una selva inhóspita y muchos ratos de soledad para pensar...por Dios!! dónde están en la película esos momentos de hundimiento psíquico, de emotividad, de nostalgia, de debilidad,...por Dios!!que estaba casado y era padre de familia numerosa!! y sólo se hace alusión por medio de una foto que se ve,cuánto?una milésima de segundo?!... y las preocupaciones humanas del Che?? porque a parte de ser un héroe era un hombre. Para mi Sorderrrrrbbberrrr(jijiji) ha dibujado al Che como un personaje plano, sin aristas ni recovecos.
Ah, y las otras cagadas mejor ni las mencionamos ;)
Ahí ahí, demuestra tu cabreo con Soderbergh, jejeje... A ti lo de su familia te mata, ¿eh? Jajaja. En cuanto me recupere tenemos que volver prestos al cine...
He ido hoy, a ver los abrazos rotos...ya la comentaremos ;)
¿Por qué no haces una crítica o algo en tu blog? (ahora que vuelves a actualizar, jejeje...)
Publicar un comentario