domingo, julio 13, 2008

El "toque Shyamalan"

Antes de entrar en faena, aclaremos algo: las películas de M. Night Shyamalan provocan sentimientos extremos; o las adoras o las detestas. Un poco como el propio Shyamalan, que tiene defensores y detractores a partes iguales. Es el precio a pagar por tener un estilo, una temática y unas virtudes y defectos tan perfectamente reconocibles. “Voz propia”, que dicen los críticos profesionales.

Confieso pertenecer al bando de los defensores salvo en el caso de “El bosque”, que me decepcionó tanto en su momento que aún no he conseguido darle una segunda oportunidad. Tal vez en unos años, quién sabe… Pero, básicamente, soy de los que esperan cada nueva película suya con una mezcla de ilusión (por contemplar la última obra de un artista que siempre es él mismo, virtud muy poco común en el cine comercial actual) e inquietud (por si esta vez la crítica acierta y la película es un patinazo). La crítica estadounidense, por cierto, aborrece a Shyamalan, así que cuanto peor sea su valoración, mayores mis esperanzas de que el hindú no me defraude.


“El incidente”, no obstante, apenas había generado polémica. Las informaciones anteriores a su estreno eran favorables y, sin embargo, poco entusiastas. Si a eso le sumamos que su protagonista principal, Mark Wahlberg, es uno de los actores más insípidos del panorama cinematográfico, todo hacía presagiar un plato bien cocinado, con buenas materias primas y guarnición generosa, pero algo escaso de sal.

“El incidente” narra el fatídico día en que miles de personas del Noreste de EE.UU. comienzan a quitarse la vida en masa sin que nadie conozca la razón. Alarmados por el suceso (de hecho, la película se titula “The happening” en inglés), los no afectados comienzan una carrera desesperada hacia el interior del país, escapando del área de influencia de esta pandemia suicida. Entre los que huyen se encuentran dos profesores de secundaria, encarnados por Wahlberg y John Leguizamo, acompañados de la esposa del primero (excelente Zoey Deschanel) y la hija del segundo (Ashlyn Sanchez).


Como sucede siempre en el cine de Shyamalan, el terrorífico planteamiento sirve casi en exclusiva como telón de fondo para el drama emocional: aquí, el distanciamiento entre los recién casados Wahlberg y Deschanel. Así, el director reincide en la incomunicación como tema central de su filmografía. Ya la trató, también dentro del contexto matrimonial, en “El sexto sentido” y “Unbreakable” (me niego a llamarla "El protegido"), y bajo otras formas en “Señales” (la incomunicación entre el hombre y Dios), “El bosque” (la incomunicación entre padres e hijos usada como herramienta para la sobreprotección) y “La joven del agua” (la incomunicación entre un hombre que lo ha perdido todo y el resto de la sociedad). No es de extrañar, por tanto, que “El incidente” genere cierta sensación de paramnesia en el espectador.

Por suerte, Shyamalan tiene un gran pulso narrativo y se permite momentos de auténtico genio como, por ejemplo, construir el clímax de la película con cinco pasos sobre la hierba (la última vez que se vio algo parecido fue en “Kill Bill vol.2”). Y es que el hindú, pese a repetir todas sus manías como guionista (ese sentido del humor algo naïf, esas conversaciones en que a veces uno no sabe si a los protagonistas se les ha ido la mano con los opiáceos, ese arraigado concepto de “la mano divina detrás de todo”), demuestra nuevamente la existencia de dos grupos de cineastas bien distintos: los “simplemente directores” por un lado y los “autores” por el otro. Y por menor que sea una película en la filmografía de estos últimos, siempre resultará más interesante que cualquiera de las firmadas por los primeros.


Resultó cierto, por tanto, que faltaban unas arenas de sal en la receta, pero el chef Shyamalan ha sabido paliarlo con un par de buenos escalofríos, un concepto muy claro de cuál es su cine y cómo debe hacerse y, además, mucha más sangre de la que nos tiene acostumbrados a ver…

(…así que quizás le dé esa nueva oportunidad a “El bosque” antes de lo que pensaba. Sospecho que mis argumentos me han convencido incluso a mí…)

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