(Conste que es más bien una decepción que otra cosa, porque al final el cabrón se fue de rositas y no pagó por todas las brutalidades que cometió a lo largo de su vida... Me parece un insulto hacia la vida que este señor haya muerto en la cama de su casa, rodeado de médicos y enfermeras, y no en una fría prisión llena de ratas, sufriendo acoso sexual en las duchas a diario y sin morfina para paliar el dolor de sus últimos estertores...)
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo.
Una muestra de que muchas veces aunque bien intencionado, el sistema es inútil frente a calaña de este calibre
Un abrazo jugón!
Ojalá el infierno exista para que en él ardan ese tipo de gente
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