Han sido diez semanas de explicar, orientar, intentar razonar y a veces, sólo a veces, conseguir que los niños aprendiesen al tiempo que lo pasaban bien.
Según las encuestas de evaluación sobre mi persona que los pequeñajos tuvieron que cubrir el último día, todos decían estar muy satisfechos conmigo (e insatisfechos con los horarios, materiales, aulas, etc.). Y juro que nunca los amenacé con arrojarlos a la jaula del Rancor… (para el que no lo recuerde, o sea un auténtico profano de “Star Wars”, ahí tiene la imagen):
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Pero ya me han dicho desde la dirección del centro que, pese a estar muy contentos conmigo, es poco posible que vuelva a impartirse otro taller de dibujo y comic en breve, pues nuevas actividades vienen pisando fuerte, y parece que la demanda se orienta más hacia cosas como la batuka o el break dance (que yo me pregunto: ¿qué tiene que ver el tocino con la velocidad?).
Como despedida, quiero hacer constar que ha sido un placer conocer a esos ocho pequeños bastardos que me han demostrado que todo es ponerse, que uno tiene mucha más paciencia de la que en un principio imaginó y, sobre todo, que a veces para entender a los mayores hay que aprender a mirarlos desde los ojos de los niños (uy, eso suena a estúpida moraleja Disney, ¿no? haced como si no lo hubiese dicho…)
Así que a Eloy, Beti, Tamara, Pablo, el capitán Jack Sparrow, Flash, Aida y Pepe (que con sólo 6 años ya tenía la mirada inteligente de un niño de 12), gracias por la experiencia y espero que algún día podamos volver a hablar de dibujos animados, de Harry Potter y (sigh) de El Canto de el Loco…
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