viernes, octubre 21, 2011

El viaje (hipoglucémico) del héroe

Existe desde hace mucho, en los fundamentos de la teoría del guión, un concepto clave alrededor del que se articulan infinidad de narraciones procedentes de todas las eras de la humanidad. Se trata del “viaje del héroe”: el paradigma más básico de la aventura, en el que el protagonista crece y mejora al realizar una transición tanto física (un viaje real) como psicológica (un viaje mental) de un estado previo a otro posterior que lo devuelve a su origen con nuevos conocimientos y perspectiva de la vida. Gilgamesh, Ulises, Bilbo y Frodo Bolsón o Luke Skywalker son claros exponentes de esta “búsqueda” que se repite como un arquetipo absoluto en los relatos de todas las culturas.


No es de extrañar, entonces, que el lisérgico guionista Grant Morrison siguiese a pies juntillas todos los pasos del viaje del héroe cuando por fin se decidió a escribir su primera aventura fantástica de corte (digamos) clásico: “Joe el bárbaro”.

Publicadas originalmente como una miniserie de 8 comic-books y recientemente recopiladas en nuestro país en un solo tomo de tapas duras, las andanzas de Joe, un adolescente huérfano de padre, inadaptado y diabético que sufre una alucinatoria crisis hipoglucémica son, posiblemente, uno de los trabajos más accesibles del creador de “Los Invisibles” hasta la fecha. Lo cual no significa que por sus páginas no pululen roedores espadachines gigantes, mechas, dinosaurios y super-héroes, ni que su forma de plasmar un argumento bastante simple y convencional no abuse del cripticismo al que Morrison ya nos tiene acostumbrados.


Es inevitable tener ante “Joe el bárbaro” la sensación de que se trata de una obra menor del escocés; de que el escritor de "All-Star Superman" tenía ganas de darle al estupendo ilustrador y eficaz narrador Sean Murphy una serie de elementos inconexos que éste pudiese plasmar sobre el papel sólo por el placer de verlos convivir en un contexto absolutamente irreal. La auténtica chicha de la trama que envuelve al introvertido Joe se concentra en los extremos de la obra, haciendo que el entretenido desarrollo (con evidentes ecos autoparódicos de "La historia interminable", "Las crónicas de Narnia" y todo ese subgénero de "niño en un país de maravillas" del que Lewis Carroll es el principal exponente) se dilate más de lo necesario y sirva, a la postre, como inevitable peaje a través del cual llegar a las conmovedoras páginas finales. Que son, eso sí, de un emotivo que tira para atrás.


“Joe el bárbaro” no es especialmente sorprendente en lo que respecta a su guión, pero sí bastante efectivo. Se lee con agrado (sobre todo por la buena labor de Murphy) y tiene la virtud de resultar tierno y épico por momentos. No cambiará la vida de nadie, desde luego, pero tal vez le alegre una tarde sin pretensiones. Conmigo lo ha logrado.

3 comentarios:

David dijo...

Vamos a tener que escribir "El héroe doméstico (en el sentido de casero, eh?)...
Esta se la leyo tu maestro jedi, así que si quieres comentarla más bien con él (yo no la he leído; y no es que tenga muchas ganas).
Un saludo.

J.J. González Haro dijo...

Lo compre hace poco y la verdad me parecio una lectura entretenida. Como dices no es la lectura de tu vida, pero tampoco defrauda.

A mi lo que mas me ha gustado ha sido el dibujo, con todas esas viñetas plagadas de detalles procedentes de la habitacion de Joe y su estado febril...

Un saludo

Jero Piñeiro dijo...

David: ya comenté en su momento en la reseña del venerable, con la que objetivamente estoy bastante de acuerdo, pero no subjetivamente (a él el tebeo le pareció un coñazo y a mí me entretuvo bastante).

Kin: pues a grandes rasgos nuestras opiniones coinciden. Un saludo.