martes, enero 11, 2011

Arqueólogos de lo imposible

Un día, hace diez años, J. (mayúscula) entró en la habitación que ambos compartíamos en casa de mis padres (y aún compartimos siempre que nos reunimos allí) con un comic-book de grapa titulado “Planetary” entre las manos. Era el número 1 de la colección y yo nunca había oído hablar de ella con anterioridad. Tampoco J. (mayúscula), que se había decidido a comprarlo motivado por su llamativo dibujo y la molona frase promocional de portada, que rezaba “arqueólogos de los imposible”.
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Ese primer número nos cautivó a ambos y a partir de entonces comenzamos a comprar “Planetary” mes a mes (hubo números que tuvimos que pedir por correo, pues a los kioskos de un pequeño pueblo costero del norte de Galicia no siempre llega puntualmente todo lo que a uno le gustaría), y fue mes a mes que "Planetary" se convirtió en una de nuestras series favoritas. El día que comprábamos un nuevo ejemplar siempre había riñas por ser el primero en leerlo, y cuando uno lo terminaba y se lo pasaba al otro, lo hacía mirándolo con esa sonrisa de bastardo satisfecho que dice “sé algo que tú no sabes”. Y después de leerlo los dos, nos pasábamos horas hablando sobre “Planetary”.
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Hablábamos sobre Elijah Snow, un hombre vestido como una obra de Malévich que había nacido el 1 de enero de 1900 y no envejecía; sobre Jakita Wagner, su super-fuerza, su super-velocidad y su super-capacidad para aburrirse cuando no estaba pateando a alguien; sobre The Drummer (nombre: The, apellido: Drummer), el tipo que habla con las máquinas y “lo único que le impide lamer la pantalla del televisor es su dosis diaria de anti-psicóticos” (sí, a fuerza de relecturas me sé chapados todos los diálogos de la serie).
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Hablábamos de ellos y de la organización para la que trabajaban, Planetary, una suerte de corporación internacional (dirigida por el misterioso y anónimo Cuarto Hombre) que recorre el mundo en busca de misterios ocultos, restos arqueológicos de maravillas más allá de la comprensión humana. Un poco como si “Challengers of the Unknown” de Jack Kirby se cruzase con los expedientes X de Mulder y Scully para anticipar el nacimiento de “Lost” y “Fringe” (la referencia no es baladí, pues ¿quién se beneficia de su falta de memoria, Sr. Bishop?).
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Yo personalmente aprendí mucho gracias a “Planetary”. Quizás no sobre temas trascendentales como el amor, la paternidad y la muerte, pero sí sobre cosas más desenfadadas y divertidas como Doc Savage, The Shadow, Fu-Manchú, las películas japonesas de Kaigu-eija, el cine fantástico norteamericano de los años 50, el sello Vertigo de DC Comics, Nick Furia y muchas otras referencias (desde el moderno Prometeo de Mary Shelley hasta el gato de Shrödinger, pasando por la psicodelia hippie, la inventiva pseudo-científica de H.G. Wells y las fantasías selváticas de Burroughs) que se entrelazan sin solución de continuidad en las páginas de la colección. Conviene recordar que por aquel entonces no se recurría a internet tan indiscriminadamente como ahora y que yo aún era un adolescente que iba al instituto en un pueblo de apenas 6.000 habitantes, con lo que todo aquello no había estado precisamente a mi alcance anteriormente. La gran baza de “Planetary”, lo que hace de él un tebeo prácticamente único (si exceptuamos “La liga de los extraordinarios caballeros” de Alan Moore y Kevin O'Neill), es su exhaustiva revisión de los mitos de la cultura pulp y pop (además de la literatura victoriana, el cine de ciencia-ficción y, sobre todo, el género super-heroico) para conformar un todo argumental perfectamente sólido y disfrutable a varios niveles de lectura.
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Por aquel entonces, J. (mayúscula) y yo no hablábamos solamente del argumento de la serie; también de Warren Ellis y John Cassaday, guionista y dibujante respectivamente. Comenzamos a seguir sus trayectorias profesionales y al primero nos lo reencontramos en “Stormwatch”, “The Authority” y “Transmetropolitan” (y posteriormente también en títulos como “Global Frecuency” o “Desolation Jones”), confirmándose su preocupante irregularidad (pues es un escritor capaz de lo mejor, como este “Planetary”, y de lo peor, léase “Nextwave”) y su querencia por la ciencia-ficción hi-tech, las tramas conspiranoides y los diálogos de enfant terrible que a veces lo aproximan al caca-culo-pedo-pis que cultivan Garth Ennis y Mark Millar en sus momentos más pueriles. A Cassaday apenas tuvimos ocasión de disfrutarlo en los fabulosos “Astonishing X-Men” guionizados por Joss Whedon y en unas cuantas ilustraciones, portadas e historias cortas para otras cabeceras super-heroicas.
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Tras doce fantásticos números, que se cerraban con una de las grandes revelaciones argumentales de la serie, la edición española de “Planetary” a cargo de Planeta de Agostini quedó congelada a la espera de que en EEUU apareciese material suficiente para proseguir con su publicación. Pasaron varios años hasta que la misma editorial puso en la calle una nueva tanda de episodios, mejores incluso que los precedentes, devolviéndonos a J. (mayúscula) y a mí la ilusión de ver algún día concluida la historia comenzada en aquel ya mítico (para nosotros dos) número 1 que con tanta intensidad nos había enganchado a las aventuras de Elijah Snow y compañía. Pero la alegría duró sólo 8 meses, y un nuevo parón (de duración aparentemente indefinida) nos dejó otra vez con la miel en los labios. No ha sido hasta noviembre del pasado año, con la publicación de un segundo tomo recopilatorio (que incluye los capítulos 13 al 27 de la edición norteamericana) por parte de Norma Editorial, al que sólo se le puede poner el (considerable) pero de una deficiente traducción, que J. (mayúscula) y yo hemos podido culminar el viaje empezado tanto tiempo atrás.
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Resulta significativo que los tres tebeos de super-héroes (siempre que entendamos “Planetary” como tal) que más me han gustado de la década pasada hayan sido “All-Star Superman” de Grant Morrison y Frank Quitely, “Sleeper” de Ed Brubaker y Sean Phillips y éste que hoy nos ocupa. La conexión entre ellos es que, más allá de ser excelentes lecturas, todos emplean el formato de 24 páginas, con capítulos interconectados entre sí (pero perfectamente delimitados como episodios autoconclusivos) como unidad narrativa. Esta decisión no hace sino revalidar un formato en aparente decadencia (en unos tiempos en que la futurible recopilación en tomos pesa más, de cara a estructurar el relato, que la primera edición en cuadernillos grapados), premiando al lector regular (el que compra la serie mes a mes) y demostrando que el comic-book de 24 páginas no está muerto: son las editoriales (y los guionistas sin sentido del ritmo) quienes pretenden acabar con él. Al igual que “All-Star Superman” y “Sleeper”, la creación de Warren Ellis y John Cassaday se disfruta más en pequeñas dosis mensuales que dándose uno el gran atracón en los dos gruesos tomos recopilatorios (tres, si contamos aquél que reúne los crossovers con The Authority, la JLA y Batman) que ahora pueden encontrarse en las librerías españolas (otra cosa, claro, es que el formato tomo sea más bonito, lujoso y ofrezca unas mejores condiciones de cara a la conservación).
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De este modo, “Planetary” presenta en cada capítulo una narración con principio y final, pieza indispensable de un puzzle mucho mayor que el lector debe ir completando a medida que se suceden los episodios. Así, no es hasta el sexto número de la colección (titulado “Cuatro”) que Ellis pone claramente de manifiesto un argumento que aglutina y da sentido a tanta referencia aparentemente inconexa: la gran conspiración ciencia-ficcionera del siglo XX, personalizada en una versión retorcida y malvada de los Cuatro Fantásticos creados por Stan Lee y Jack Kirby para Marvel Comics en 1961. Es el buen funcionamiento de esta línea argumental central, más allá del carrusel de guiños y homenajes a la ficción popular de los últimos doscientos años (que se dice pronto), lo que finalmente logra que “Planetary” resulte igualmente satisfactoria tanto a pequeña escala como en su aspecto global. Si cada capítulo es fascinante en sí mismo como ejercicio de estilo y catálogo de referencias, la trama principal (el enfrentamiento entre Planetary y los Cuatro) resulta rabiosamente divertida y está cargada de épica y emoción.
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Todo ello sería inviable de no ser por la presencia a los lápices y plumillas de un John Cassaday que a cada número publicado mejora considerablemente sus habilidades artísticas, como si del mejor vino se tratase. De la línea más diáfana y plana de los primeros episodios emerge paulatinamente un prodigioso creador de atmósferas a medio camino entre el Paul Gulacy más expresionista, el Adam Hughes menos neumático y los ilustradores clásicos norteamericanos, capaz además de variar su trazo atendiendo a las necesidades argumentales de cada escena (especialmente destacable es la primera aparición del agente secreto John Stone: puro Steranko). Cassaday confiere auténtico sentido de la maravilla a las andanzas de Snow, Jakita y The Drummer con imágenes elegantes y preciosistas sin descuidar por un segundo el sentido narrativo, ofreciendo al mismo tiempo vibrantes escenas de acción perfectamente coreografiadas. Su talento, en fin, justifica por sí solo la lectura de “Planetary”. Tanto es así que fue por decisión de Warren Ellis que la colección tardase la friolera de 11 años en ser concluida (lo cual es una barbaridad para una serie de 27 episodios teóricamente mensuales): el guionista se negó a permitir que ningún otro dibujante supliese a Cassaday mientras éste daba cuenta de sus encargos para otras editoriales, lo cual sumado a los problemas de salud del propio Ellis y sus continuos retrasos en la entrega de los guiones de “Planetary” causaron la demencial demora.
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Bien está lo que bien acaba, como suele decirse, y la presencia al completo de una serie del calibre de esta “Planetary” en los estantes de las librerías españolas debe ser entendida como una bendición para ese lector de comics de super-héroes que, como un servidor, había perdido (casi totalmente) la esperanza en un género que pasa por un momento cualitativo especialmente lamentable. Entre la marabunta de equismenes, vengadores, espidermanes y crisis requeteinfinitas que saturan las listas de novedades, “Planetary” se impone como el mejor comic del ramo en años (ex-aequo con el mentado “All-Star Superman”): una absoluta maravilla que trasciende etiquetas y convenciones para ofrecer una mirada única al género, como relato adscrito a él y como tesis que lo disecciona desde una perspectiva superior.
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¿Quién me iba a decir hace una década que mi tebeo favorito de 2010 iba a ser precisamente esa serie que entonces veía la luz en España y de la que J. (mayúscula) acababa de comprar por pura intuición el primer número en el kiosko que hay bajo la casa de mis padres?
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Es un mundo extraño, el de los comics. Mantengámoslo así.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

"La Porca" says:

A riesgo de que dejes de hablarme y de obsequiarme con tus tesoros ociopáticos "repes", te confesaré que poco (que no es nada, pero es poco) he leído de aquellos números grapados de Planetary que me diste en su momento...

..."poca" debe ser la vergüenza que tengo...
Pero, como buen sempai y ávido seguidor de tus abismos, me encargaré ahora de darles una oportunidad (¿¿ha dicho ud. misterios y conspiraciones??) en honor a esta entrada y a ese regalo. Regalo que, bien pensado, contenía auténticos lobos estepaareeooorr; "must-have" del cómic moderno: "Sleeper", "La liga de los extraordinarios caballeros"...

Hablando de regalos: ¿Qué tal de reyes?
Y lo más importante: ¿Qué tal de píxeles? (lo que viene a ser: ¿qué tal de lo tuyo, culkiiin macaulay?)

Apertas, parlamos pronto {x_x}

Jero Piñeiro dijo...

Para matarte, Porca. Yo desperdigando mis tesoros a la gente de confianza y tú pasando olímpicamente... En fin. La próxima vez le daré mis grapas a Intermón. Léetelo, anda ;)

Reyes impresionante. Muy impresionante. En mi familia, desde siempre, es un día en que se tira la casa por la ventana, así que hasta me da vergüenza enumerar todo lo que me han traído este año (pero sí te puedo decir que el último "Blacksad", sin parecerme el mejor de la serie, me ha gustado mucho).

El píxel... ¡uf! El 3-D me odia y yo cada día lo odio más a él. Echo de menos dibujar... :(

Unha aperta, sempai.

Home de xeo dijo...

Mis dudas con respecto a si los primeros números estaban en mi poder se han aclarado!jajaja. Y tú te preguntarás cómo es posible que no lo supiera con seguridad, pero es que he dejado a una colega un montón de cómics y como este lo tenía fresquito...Una confusión (aunque se que ahora me respetas menos por no saber valorar los tesoros que me regalaste :P).

Yo estoy dosificando la lectura y lo estoy gozando!

Saúdos!

Jero Piñeiro dijo...

Ya no sé cómo respetarte menos, jajajaja.

La próxima vez, lo dicho, a Intermón...

Mauricio Milano dijo...

Creo que no tengo el suficiente conocimiento como para comentar sobre todo lo que acabo de leer, pero rescato la conclusión, porque yo también leía cómics cuando era pequeño y me gustaban mucho. Sin dudas que todos los cómics tiene algo de misterio, y es un misterio que desde mi perspectiva excede a la propia historia que cuenta. La propia realización, los dibujos, la edición como todo, son un misterio para mí.

Saludos!!

Jero Piñeiro dijo...

Mauricio: ahora mi pregunta sería, ¿y por qué triste motivo dejaste de leerlos?

charlie furilo dijo...

¿Te quieres creer que un amigo me prestó el primer volumen antes del verano y todavía no lo he leído? No se por qué, pero me da una pereza!! Quizás sea hora de remediarlo...

Jero Piñeiro dijo...

Demonios, Charlie: que hayas antepuesto el "Vivir con los muertos" al primer volumen de "Planetary" sí es un jodido expediente X, jajaja. Adelantándome al top 10 de comics del 2010, algo muy gordo tendría que caer en mis manos en los próximos días para que "Planetary" no acabase en el número 1 (y tal y como ando de tiempo y dinero... pues va a ser que no, jajaja).
Léelo. Lo vas a gozar; palabrita. Y mientras lo paladeas, piensa que el segundo volumen es todavía mejor ;)

charlie furilo dijo...

jodo,bien pensado es como para hacermelo mirar...

Mauricio Milano dijo...

La verdad es que no lo sé! Cada tanto paso por una librería importante de Montevideo donde venden cómics clásicos de Ciencia Ficción, y me siento muy tentado de comprarme uno. Pero hace tanto tiempo que no mantengo contacto con ninguna de las series que leía... además, no sé por dónde comenzar si quiero conocer una nueva. Supongo que por el "número 1", pero si fuera fácil conseguirlos!

En fin, quizás la próxima vez que pase por la librería, junto coraje.

Saludos!

Jero Piñeiro dijo...

Charlie: todos patinamos de vez en cuando, jajaja. Anda que no habré comprado yo mierdas pero de las gordas, gordas...

Mauricio: pues si al final terminas por comprarte algo ya me contarás qué tal la experiencia. Yo siempre que puedo intento inculcar la lectura de comics a gente ajena al mundillo (ya sea regalándolos o prestándoselos) porque me parece una pena que haya tantísimas cosas buenas publicadas y que mucha gente no les preste atención pensando que son para niños o que el cine y la literatura son medios más complejos. Si necesitas alguna recomendación, aquí me tienes ;)