Me gustan los zombies. No en plan necrófilo, ojo, que para el sexo uno es más bien clásico (no paso de los látigos de siete colas y la cera ardiente en los pezones). Me gustan como subgénero dentro del terror.
Ya sé que son criaturas putrefactas, parcas en vocabulario y con el carisma de una banqueta, pero lo cierto es que todo ese rollo post-apocalíptico y de “caída del imperio occidental” me parece inquietante y muy sugerente.
No sé quién dijo (y no lo voy a buscar, porque estoy vago y de vacaciones) que el gran mérito de las narraciones de género era su capacidad para inspirar metáforas sobre el mundo real, y en eso las historias de zombies se llevan la palma.
La base argumental de los relatos con muertos vivientes es siempre la misma (con ligeras modificaciones): una plaga, radiación espacial o lo que sea hace que los muertos se levanten de sus tumbas y caminen por el mundo con un hambre insaciable en busca de humanos que devorar, mientras los humanos susceptibles de ser devorados (que vienen siendo los protas) escapan una y otra vez de la muerte y ven su cordura forzada hasta el extremo. A partir de ahí, y dependiendo del saber hacer del guionista, ese planteamiento puede valer para establecer una crítica a la sociedad de consumo o a la guerra de Vietnam, un paralelismo con el auge del comunismo o, en el peor de los casos, sólo para dar un par de sustos y servirnos dos tazas de sangre e higadillos.
Pues bien, feliz coincidencia (o sutil maniobra comercial): hace un par de semanas se estrenó en cines “28 semanas después”, la nueva vuelta de tuerca cinematográfica al asunto, y se editaron en España dos comics que versan sobre el tema en cuestión, “Marvel zombies” y el quinto tomo de “Los muertos vivientes”.
Ya sé que son criaturas putrefactas, parcas en vocabulario y con el carisma de una banqueta, pero lo cierto es que todo ese rollo post-apocalíptico y de “caída del imperio occidental” me parece inquietante y muy sugerente.
No sé quién dijo (y no lo voy a buscar, porque estoy vago y de vacaciones) que el gran mérito de las narraciones de género era su capacidad para inspirar metáforas sobre el mundo real, y en eso las historias de zombies se llevan la palma.
La base argumental de los relatos con muertos vivientes es siempre la misma (con ligeras modificaciones): una plaga, radiación espacial o lo que sea hace que los muertos se levanten de sus tumbas y caminen por el mundo con un hambre insaciable en busca de humanos que devorar, mientras los humanos susceptibles de ser devorados (que vienen siendo los protas) escapan una y otra vez de la muerte y ven su cordura forzada hasta el extremo. A partir de ahí, y dependiendo del saber hacer del guionista, ese planteamiento puede valer para establecer una crítica a la sociedad de consumo o a la guerra de Vietnam, un paralelismo con el auge del comunismo o, en el peor de los casos, sólo para dar un par de sustos y servirnos dos tazas de sangre e higadillos.
Pues bien, feliz coincidencia (o sutil maniobra comercial): hace un par de semanas se estrenó en cines “28 semanas después”, la nueva vuelta de tuerca cinematográfica al asunto, y se editaron en España dos comics que versan sobre el tema en cuestión, “Marvel zombies” y el quinto tomo de “Los muertos vivientes”.
Sobre la peli de Juan Carlos Fresnadillo (el director de aquella interesantísima rara avis del cine español que resultó ser “Intacto”), diré que es una secuela directa de “28 días después” de Danny Boyle (que ejerce aquí como productor) y que, aunque divertida a ratos y con alguna escena más que potable (los diez primeros minutos son estupendos, así como la breve secuencia de visión nocturna en el metro), decepciona por previsible, tópica y, sobre todo, por algunas decisiones argumentales tirando a ridículas (eso de poner a un zombie malo malísimo… menuda chorrada). Mi sugerencia: para descargar de la mulita y ver en una tarde aburrida.
“Marvel zombies”, por su parte, es una trapallada que se lee y se olvida inmediatamente, pergeñada por Robert Kirkman (al que alabaré en el párrafo siguiente, pero no en éste) y Sean Phillips (el excelente dibujante de “Sleeper”), que tiene como único interés ver a los héroes marvel de toda la vida (Spider-man, el Capi América, Iron Man o Lobezno) peleándose por encontrar cerebros humanos que consumir. Sólo para muy frikis de los comics Marvel, vamos.
Finalmente, el esperado quinto volumen de “Los muertos vivientes”, en el que (ésta vez sí) Robert Kirkman se luce con un guión espléndido que captura todos los clichés del género de zombies sin que estos huelan a revenido, al tiempo que sigue maltratando a unos personajes que no dejan de crecer (y calar en el lector) página a página, y con los que es inevitable empatizar. Un tebeo muy bien escrito y discretamente dibujado (sin estridencias) por Charlie Adlard, que ofrece un lúcido repaso de las áreas más oscuras de la conducta humana (auténtico motor del terror en la serie, y no los zombies, que son simplemente la coartada para plantear la historia). El mejor ejemplo de lo que este subgénero puede ofrecer, más allá de casquería y el gore gratuitos: muy, muy recomendable.
(Y si viene, como es el caso, con otro comic de regalo, y resulta que éste es además una lectura tan divertida y fresca como el “Girls” de los Luna Brothers, pues mejor que mejor).
1 comentario:
Confieso que, como friki que soy, me faltó el canto de un duro el otro día para comprarme el Marvel Zombies. Sólo me salvó el haber visto el número 5 de "Los muertos vivientes" en la estantería de al lado. Impresionante, si señor, como Kirkman fuerza la cordura de sus personajes. Totalmente de acuerdo con su crítica.
En lo que no coincido es en su apreciación del Girls, que me ha dejado más bien frío. Mi análisis es más bien el de ADLO!
Publicar un comentario