miércoles, octubre 31, 2012

Folk para las masas

Si algo no está roto, ¿para qué arreglarlo?”, debió pensar Marcus Mumford cuando entró al estudio junto a sus “hijos” para grabar su segundo LP: “Babel”. El cuarteto londinense había dividido ferozmente a la crítica con su primera referencia, “Sigh no more”, pero se había ganado de calle a un público que hasta hace apenas unos días aguardaba ansioso la continuación a su (y esto es una apreciación personal) excelente debut. La espera estuvo amenizada con una serie de conciertos donde Mumford & Sons adelantaron algunos temas de su nuevo disco y demostraron rotundamente que su mejor arma es el directo.


Extremadamente fieles a las señas de identidad que los han hecho célebres (profusión de voces, un banjo omnipresente y un gusto paroxístico por los crescendos épicos), las canciones de “Babel” son tan intercambiables con las de “Sigh no more” que una primera escucha se salda inevitablemente con la decepción. El inmovilismo es un privilegio apenas reservado a las grandes figuras de la música en su fase de decadencia (y ni con ésas). Los nuevos valores están obligados a moverse más allá de su zona de confort si no quieren convertirse en estrellas fugaces en un universo cada vez más atestado de luz y sonido.

Debido a esta ingente cantidad de nuevas bandas y títulos perecederos, se siente uno tentando, ya de primeras, a aparcar en lo más recóndito del disco duro este “Babel” que tan poco aporta a lo que ya sabíamos de la “familia” Mumford y dejar que pase el siguiente, a ver si hay más suerte. Pero no sería justo, pues se estarían infravalorando composiciones del calibre de “I will wait” (acertadísima elección como single de anticipo), “Hopeless wanderer” o “Broken crown”; deliciosos himnos folk-rock perfectamente adaptados para encandilar a un público informe e indiscriminado al que el folk, por definición, se la resbala.


Ésa es la grandeza y también la maldición de Mumford & Sons: en sus discos convive una vocación claramente comercial, enfocada al éxito masivo, con un talento innegable para elaborar temas con pegada. Su sonido es tan atractivo y digerible, con una producción tan limpia y recatada, que cualquier complejidad a mayores parece casi un extra (con lo fácil que es poner el piloto automático y continuar pariendo hits basados en una fórmula ya conocida). Tal vez el camino de rosas en que se ha convertido su aún incipiente carrera los disuada de seguir explorando las posibilidades creativas que sin duda se intuyen más allá de los tics y manías que hoy por hoy constituyen su discografía, pero servidor tiene bien claro que si al final acaban siendo digeridos y defecados por la industria, la culpa la tendrá la falta de ambición musical y no la ausencia de un talento genuino y manifiesto.

Una cosa es segura: con el tercero, o dan un paso al frente o se despeñan.


P.D.: la edición especial de "Babel" incluye entre sus bonus tracks una de las mejores versiones del clásico "The boxer" de que tengo constancia, interpretada junto al guitarrista Jerry Douglas y al mismísimo Paul Simon. Con todo, el buen resultado no es tanto mérito de la reinvención como del hecho de que esta canción lo aguanta todo.

4 comentarios:

Gatoni dijo...

me encanta este disco... da muy buen rollo... es de esa música que pones para disfrutarla...

Jero Piñeiro dijo...

No sé si has escuchado el anterior, Gatoni, pero a mí me parece que está por encima de éste, con el valor añadido de que aquél era el que instauró la "fórmula Mumford", mientras que "Babel" se limita a replicarla sin añadir absolutamente nada nuevo...

entre líneas dijo...

...dios mío, me estoy dando cuenta que me he perdido, musicalmente hablando, mucho, debe ser que el folk que últimamente tengo que escuchar ha nublado un poco mis sentidos ...

Jero Piñeiro dijo...

Jajaja. El truco está en seguir picoteando de aquí y de allá, Tentadora.