sábado, enero 14, 2012

Cuando Bendis conoció a Hessel

En términos artísticos, creo que sólo existe una cosa más triste que una obra estúpida: una obra estúpida y pretenciosa.

Brian Michael Bendis es uno de los guionistas estrella de la actual Marvel Comics. Siendo un trabajador hiperactivo y un dialoguista autoindulgente y excesivo (con destellos de auténtico talento), la mediocre calidad media de su bibliografía hasta la fecha no es impedimento para que cabeceras como “Alias”, “Powers” o su larga estancia en “Daredevil” puedan ser disfrutadas plenamente por buena parte del fandom super-heroico. Hasta ahora un servidor tenía la impresión de que los guiones de Bendis eran mejores cuanta mayor libertad creativa tenía el autor para afrontarlos.


En esto que se publican en nuestro país, recopilados por Panini en un bonito tomo de tapas duras, los cinco primeros números de “Scarlet”, su nueva serie de creación propia junto al dibujante que (precisamente) lo había acompañado en “Daredevil”: Alex Maleev.

Exitoso tándem creativo + Bendis con plenos poderes literarios + sello Max (la división “para adultos” de la Marvel) = ¿qué podría salir mal?

Pues, básicamente, todo.


“Scarlet” narra la historia de una veinteañera de Portland que, tras sufrir una brutal agresión y ver cómo su novio muere a manos de un policía corrupto, experimenta una epifanía anarquista que la lleva a comenzar una venganza que sirva, de paso, para arreglar todo lo que está podrido y corrupto en nuestra sociedad.

Con el tono adecuado y toneladas de suspensión de la incredulidad, quizás “Scarlet” se hubiera quedado en un apañado remake en clave femenina de “The Punisher”. Y así habría sido si Bendis no cometiese la arrogancia de hacer de la serie una reflexión panfletaria anti-sistema que huele como el cadáver de Chuck Palahniuk tras meterse una sobredosis de Stéphane Hessel adulterado con matarratas. Las consignas supuestamente revolucionarias que salen de la boca de la protagonista (la cual, en un ejercicio de postmodernismo cool, rompe la cuarta pared interpelando directamente al lector al más puro estilo Alvy Singer) tienen la profundidad de un cromo de “La pandilla basura” (o menos: algunos cromos de “La pandilla basura” tenían su aquél...). Apoyado en un discurso socio-político más propio de un adolescente cabreado con el mundo que de un hombre adulto con un ideario sólido, el escritor adopta el manto de artista transgresor y concienciado y lo verbaliza absolutamente todo en este ensayo de intenciones agita-conciencias. Para mi desgracia, en lugar de al lúcido Alan Moore de “V de Vendetta” (que además de adoctrinar se preocupaba por construir una buena historia asentada en personajes veraces), a quien realmente me recuerda este Bendis es al Warren Ellis de la inexplicablemente sobrevalorada “Transmetropolitan”, en la que el guionista inglés pretendía hacernos creer que “periodista” y “terrorista” son sinónimos siempre que las cosas se digan con humor. Ya.


La parte visual de “Scarlet” tampoco ayuda a mejorar la frustración que supone su lectura. Maleev abusa de la rotoscopia (una técnica muy efectiva cuando es empleada de forma inteligente; no es el caso) hasta convertir las páginas del tebeo en una suerte de fotonovela estática y despersonalizada. Al emplear el diálogo como herramienta casi exclusiva para el avance de la trama, la mitad de las viñetas cumplen únicamente la función de identificar al orador de turno, y sólo en momentos muy puntuales existe una auténtica sensación de “narrativa gráfica” más o menos elaborada.

En términos de composición visual, lo que menos me ha disgustado del tomo han sido los fugaces recorridos por la trayectoria vital de un personaje en cuadrículas de 3 x 3 viñetas. No es un recurso excesivamente original (Bendis ya había hecho cosas muy parecidas en “Alias” y “Powers”) pero podría haber funcionado bien. La pena es que el esfuerzo se vaya a pique al caer en todos los clichés coyunturales sobre “jóvenes urbanitas y modernos”. ¿De verdad era necesario encajar con calzador esa mención a Arcade Fire?


Intento encontrar una razón por la que merezca la pena echarle un vistazo a este “Scarlet” y, honestamente, no se me ocurre ninguna. La serie prosigue más allá del quinto capítulo incluido en este tomo, así que es de esperar que en unos meses Panini publique un segundo recopilatorio en el que la trama continuará por los mismos derroteros.

7 comentarios:

Nonchalant Debonair dijo...

"Pero a "Scarlet", ya digo, le tengo ganas. Incluso a pesar de tu reseña" dijo el joven padawan el 7 de diciembre. A la vista de lo cual sólo puedo añadir: No me digas que no te lo advertí.

Jero Piñeiro dijo...

Ya lo dijo Séneca: "para saber las cosas no basta con haberlas aprendido". Además, tú y yo en comics sólo coincidimos 50/50 (pienso en Vivès, Thompson...)

Por otro lado: ¿cuándo se gana uno el derecho a blandir la espada láser verde?

Nonchalant Debonair dijo...

Siempre y cuando no cruces los rayos.

Jero Piñeiro dijo...

El año en que los Reyes me traigan la espada roja doble, David Safari y tú os vais a cagar

Nonchalant Debonair dijo...

¿David Safari? ¿Yo qué soy, Fran Misántropo? ¿Tú eres Jero Abismo o Jero Mirada?

Anónimo dijo...

Es cierto que el guión es malo (y lo peor de todo, infantil) que el dibujo es tramposo (y es triste porque es Maleev)... pero los diálogos del agente del FBI me hicieron gracia (y tristemente es lo único bueno que puedo decir de este cómic).

Mi recomendación es que leais el Starman de James Robinson, el cómic que me ha reconciliado con los superheroes estas navidades... ya se que no tiene nada que ver pero en algún sitio tenía que decirlo y como no tengo blog...

Fireman

Jero Piñeiro dijo...

Fireman: a mí el agente del FBI me pareció un personaje-cliché de libro. El tan manido "cazador que se debe a su trabajo pero que en su fuero interno siente simpatías por su presa". Vamos, que tampoco me ha gustado demasiado...

Sobre "Starman": a falta de leer los tomos 5 y 6, sin duda ha sido la serie que ha vertebrado mi 2011 como lector de tebeos. No digo que sea una obra maestra (que no lo es, al menos por ahora), pero sí me ha ofrecido ese "sentido de la maravilla" super-heroico que actualmente es casi imposible encontrar en el género (en cuanto a pijamas, sólo salvo hoy por hoy el "Invencible" de Kirkman, que también me ofrece muchas alegrías). Es una pena que lo mejor que se publica de supers en estos momentos sean reediciones de material antiguo... aunque la verdad es que, en lo que a mí respecta, el 2011 ha sido un año PÉSIMO en cuanto a tebeos. En general.