“Sangre negra de esta herida brota
No dejo de pensar que te dejé marchar
Nunca había estado un alma tan rota
Desde que tú no estás no quiere recordar
Se pasó una vida entera
Y yo sólo guardo el recuerdo
De unas pocas horas
Era primavera
El sol salió ese día
Por ponerse a tu vera
Y el olor de un día de enero
Estribadito en tu agujero
Sigue en mi cabeza
Y un verano juntos de la mano
y me he pasao la noche fuera
Ya todo el año me hace daño
Y me vuelvo a llevar
A patadas con la primavera
(...)”
A los fans más inmovilistas de Extremoduro les debe estar hirviendo la sangre. Si “La ley innata” dejó a unos cuantos descolocados (pese a ser no sólo la gran obra maestra de su discografía sino, en mi nada modesta pero siempre discutible opinión, uno de los mejores discos que la música española nos ha dado en los últimos años), “Material defectuoso”, su más reciente LP, espoleará las críticas de muchísimos más.
Siguiendo la estela de “La ley innata”, este nuevo trabajo de estudio de Roberto Iniesta y compañía propone un alejamiento aún más drástico del rock transgresivo que los placentinos abanderaban en discos como “Deltoya” o “Agila” y explora los límites (aparentemente infinitos, dados los resultados) de su sonido sin rendir cuentas a nadie. Tanto es así que “Material defectuoso” no irá acompañado de presentaciones oficiales, ruedas de prensa ni conciertos (esto último, sin duda, lo más doloroso). Es decir: los miembros de Extremoduro hacen lo que les da la real gana sin dar explicaciones, sin ceñirse musicalmente al sendero delimitado por las preferencias de sus seguidores y sin sentir que la evolución experimentada en sus últimas propuestas pueda suponer una traición a sus orígenes. Y así, claro, les salen discos tan intrépidos, inesperados y sobresalientes como “Material defectuoso”, en el que arrancan con una percusión casi tribal y un bajo funky al inicio de “Desarraigo”, se marcan un alucinante solo guitarrero alla David Gilmour en medio de la bluesera “Otra inútil canción para la paz” y dejan para el número final (“Calle Esperanza s/n”) una balada estilo Scorpions con distorsión heredada de Brian May e hipertrofia orquestal (recordando una vez más al tan recurrido "Canon" de Pachelbel). Mis favoritas, no obstante, son la dulce “Si te vas”, con más de ocho minutos y medio de ternura drogodependiente (es la canción más larga en un disco dividido en seis cortes que no bajan en nigún caso de los cinco minutos), y la más agresiva “Tango suicida”, cuyos versos abren esta entrada y que es la más directa heredera, junto a "Mi espíritu imperecedero", del estilo progresivo presente en “La ley innata”.
Tal y como los extremeños afirman en su web oficial, “Material defectuoso” no es comida rápida; debe degustarse sin prisa. Los que busquen una conexión inmediata con los Robe y Uoho de antaño deben saber que aquí no encontrarán nada remotamente parecido a un “Jesucristo García”. Si acaso, ecos de “La vereda de la puerta de atrás” que ya anunciaba en 2002 el cambio que estaba por venir. Estos Extremoduro son otros: más blandos, sí (el juego de palabras es tan obvio que me niego a teclearlo); menos dados al ruido y la furia que los hicieron santo y seña de toda una generación de rockeros kalimotxeros a lo largo y ancho de la geografía española. Pero también, si cabe, mejores músicos. Que a mí, por si no había quedado claro, es lo que realmente me importa.
2 comentarios:
joder, la de discos que se me empiezan a acumular y que poco tiempo para escucharlos... me temo que muchos de ellos los tendré que reservar para las vacaciones. Porca miseria!!!
Yo hago un poco de trampa, Charlie, porque tengo la suerte de poder escuchar toda la música que quiera mientras "trabajo" (entrecomillo porque no veo un duro: aún sigo en la fase "por amor al arte", jejeje). Lógicamente, así no resulta tan complicado estar al día de los últimos lanzamientos.
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