Qué envidia me dan los británicos.
Antes de que Pérez-Reverte aparezca en mi casa con un trabuco cargado acusándome de anti-español, echemos un vistazo a los datos objetivos: España tiene, aproximadamente, 46 millones de habitantes. Reino Unido, unos 62. No es una diferencia tan abultada como la que separa nuestro país de gigantes demográficos como Estados Unidos, China o Rusia. España es una monarquía, lo cual nos diferencia de otros estados como Francia, Alemania o Islandia, donde gozan de ¿saludables? sistemas republicanos. Reino Unido, como su nombre indica, también es una monarquía (con sus bodas reales, sus títulos nobiliarios y sus pifostios en la prensa rosa). Tanto España como Reino Unido fueron grandes potencias coloniales (para los que tengan olvidada la Historia, convendría recordar que allá por el siglo XVI se decía que en el imperio español no se ponía jamás el sol) y ambas sufrieron de lo lindo en la década de 1940 (España saliendo de su guerra civil e Inglaterra siendo diana de los V-2 alemanes). A estas alturas, siendo ambos países miembros de la misma Unión Europea, uno creería que las diferencias culturales no serían tan abismales, ¿no?
Entonces, ¿por qué allí Adele es nº1 durante 11 semanas consecutivas en la lista de los discos más vendidos y aquí nos encontramos en la misma posición a Sergio Dalma o Maná? ¿Por qué los biopics de sus monarcas son tan elegantes como “El discurso del Rey” mientras los de los nuestros resultan tan casposamente telefílmicos como “Felipe y Letizia”? ¿Por qué ellos tienen “Full Monty” y nosotros “Se buscan fulmontis”? Pero, sobre todo, ¿por qué nuestra ficción fantástica televisiva apesta tanto (“El barco”, “Ángel o demonio”) mientras ellos pueden pasárselo teta viendo “Misfits”?
“Misfits”. Exacto. Ahí quería yo llegar.
“Misfits” es una comedia fantástica adolescente de la cadena británica E4 que lleva emitidas dos temporadas de 6 y 7 episodios respectivamente; se ve que a los pérfidos albinos (uh, espera, creo que no se dice así) les gustan las series con temporadas cortas. Su argumento presenta a cinco jóbenes delincuentes de bajo estrato social obligados a hacer trabajos comunitarios como pena por sus fechorías. Mientras realizan sus tareas correccionales, una extraña tormenta electromagnética descarga un rayo sobre ellos otorgándoles super-poderes: Curtis, atleta de aspiraciones olímpicas envuelto en un asunto de drogas, descubre que puede viajar en el tiempo para corregir errores pasad- cinco jóvenes delincuentes de bajo estrato social obligados a hacer trabajos comunitarios como pena por sus fechorías. Mientras realizan sus tareas correctivas, una extraña tormenta electromagnética descarga un rayo sobre ellos otorgándoles super-poderes: Curtis, atleta de aspiraciones olímpicas envuelto en un asunto de drogas, descubre que puede viajar en el tiempo para corregir errores pasados; Simon, el emo antisocial con serios problemas de autoestima, se vuelve invisible cuando su ego alcanza su punto más bajo; Alisha, la calienta-braguetas oficial del quintento, genera un irresistible apetito sexual en todo aquél que toque su piel (como una versión Private de la Pícara de “X-Men”); Kelly, la poligonera con el acento más grotesco jamás oído al norte del Canal de la Mancha, adquiere la (el) habilidad (Abismo) de (es) escuchar (mi) los (blog) pensamientos (favorito) ajenos; y Nathan, el bocazas escatológico y salidorro, a caballo entre Tyler Durden y Jack Sparrow, es capaz de... bien pensado, cuanto menos se diga sobre Nathan al respecto, mejor.
A poco que uno se detenga un momento a pensarlo, descubrirá que la propuesta argumental de “Misfits” está tan sobada que casi da vergüenza ajena. ¿Jóvenes con super-poderes? ¡demonios, cómo no se nos habrá ocurrido antes! Tanto es así, que no es descabellado pensar que “Misfits” pueda ser un “Heroes” a la inglesa... hasta que uno termina de ver el primer episodio. “Misfits” es a “Heroes” lo que “The Authority” es a la “Liga de la Justicia” (y por si alguien lo había olvidado: sí, Warren Ellis y Mark Millar también son británicos). Porque los protagonistas de “Misfits” son unos bastardos que sólo piensan en drogarse y ganar dinero sin dar palo al agua, en meterse en las bragas o calzoncillos del ser humano más próximo y en vivir de juerga en juerga hasta el día en que la palmen de una sobredosis o un embarazo no deseado los obligue a replantearse su modo de vida. Ya puede Stan Lee irse olvidando de su “gran responsabilidad”: el único poder que haría realmente feliz a Nathan Young sería el que le permitiese chupársela a sí mismo sin partirse la espalda en dos. Como diría el Santo Cobain, “Misfits” huele a espíritu joven.
Es por ello que el espectador, a posteriori, acaba perdonándole a la serie su enorme catálogo de limitaciones: presupuestos ajustadísimos (aunque muy bien aprovechados), secundarios más planos que el vientre de Brad Pitt, absoluta falta de rigor en términos de ciencia-ficción y continuidad argumental (¿es que nadie sabe manejar correctamente, maldita sea, las reglas del viaje temporal?)... Al final, con lo que uno se queda es con las absurdamente divertidas escenas de sexo, con la violencia sin tapujos que en cada episodio engorda la lista de bajas mortales y con las desmadradas réplicas de Nathan, súmmum de la incorrección política. “Misfits” es, ante todo, una serie divertidísima que jamás se toma en serio a sí misma. Y que cuenta, como guinda del pastel, con una banda sonora para enmarcar, que recurre con idéntica naturalidad tanto a lo más in de la electrónica actual como a clásicos (más o menos) perdidos de décadas anteriores, sin olvidarse de esos nombres recurrentes que todo aficionado a la escena musical anglófona debe conocer.
Si la serie funciona (y lo cierto es que funciona) es precisamente por su falta de ambición y por su inmediatez. Todo en “Misfits” se resuelve en las distancias cortas: las tramas no se dilatan en el tiempo más allá de 3 ó 4 episodios, así que uno nunca se encontrará con esos molestos capítulos de relleno que me hicieron bajarme del tren de “Fringe” en su segunda temporada; las dinámicas entre personajes se resuelven antes de volverse cansinas y los secundarios cumplen funciones muy específicas y no marean innecesariamente con sus idas y venidas (algunos, de hecho, ni siquiera logran sobrevivir a su primera ida), con lo que todo acaba reducido a los 5 protagonistas principales, único motor y alma de la serie. Tanto es así que incluso el tema musical del opening resulta repetitivo si se escucha al completo, pero funciona a las mil maravillas durante esos segundos en que acompaña a los créditos. Distancias cortas, ya digo. Y pocas complicaciones.
¿Bottom line?
“Misfits” es como el buen sexo oral: unos minutos de diversión desenfrenada que no te traerán de cabeza los próximos nueve meses. Los bebés, a poder ser, que me los haga la HBO.
10 comentarios:
Vale. Me la habían recomendado hace un mes o dos... y hace poco, otra vez. Te he mandado una metedura de pata mía pensando que era tuya.
Un saludito.
Joder, anteayer mismo estaba viendo el segundo capítulo de la serie, q me ha venido ya muy recomendada. Ssuscribo tus palabras. También sigo enganchado a "Flight of the Conchords", pero lo cierto es q en series yonkis falta el capítulo q me tocaba, a punto de acabar la 1ª temporada. A veces ya no sé si prefiero el cine o las series. Cada cosa es lo q es, pero vaya...
David: si la vas a ver, que no sea con tus chavales. Lo digo porque si de "Glee" te gustaban los valores positivos que transmite, ésta está en las antípodas más absolutas... Lo otro ya está hablado por mail y no tiene mayor relevancia ;)
Tenenbaum: si te soy sincero, yo ahora mismo prefiero las series. Antes estaban muy limitadas a ciertos géneros y planteamientos, pero ahora se permiten ser lo mejorcito que el audiovisual ofrece en temas tan dispares como la fantasía épica (ahí está "Game of Thrones", mejorando a cada capítulo) o el musical (los mentados "Conchords") pasando por el género bélico (aún no he visto "The Pacific", pero ya está a puntito en mi agenda) o el de terror ("The Walking Dead"). Vamos, que hay más oferta y los resultados son mucho más satisfactorios. El cine apenas ha aportado nada nuevo en los últimos años (la tontunez del 3-D no me vale) y, aunque es cierto que se siguen haciendo buenas películas, salvo contadísimas excepciones éstas no suponen ni el más mínimo avance o evolución respecto a lo anterior, tan sólo una repetición de fórmulas ya muy sobadas... La tele, en cambio, está en un momento óptimo (por inversión económica y apoyo del público) para crecer sin ataduras. Y así, una serie como "Misfits", que sería absolutamente impensable hace 10 años, hoy es un gran éxito de público.
Acabo de ver el primero. Estoy con el segundo (me han pasado la serie completa). Lo que dices de los valores me ha hecho gracia... En realidad le he animado a mi hijo a verla, pero no le ha interesado, aunque reconoce que tiene cierta gracia. Para la de 12 me parece un poco fuerte (sé que le daría cague la escena del hacha del primer episodio).
Un saludo.
No sabía que la menor (salvo que tengas más de dos) tenía 12 años. Nunca soy muy consciente de las edades de la gente en internet y pensé que tus chavales serían más pequeños. Contigo me pasa como con Nemo, que siempre olvido (salvo cuando él me lo recuerda) que somos de generaciones distintas... Cuando termines la primera temporada ya me dirás qué te ha parecido (es que el sexto episodio tiene una escena realmente genial). Saludo de vuelta.
¿La escena genial del sexto es cuando suelta el "discurso" en la azotea? Ja,ja... Me gustó muchísimo (buen refrito de la de las vainas).
O igual te refieres al final. Sí. También está bien.
Me refería al discurso, sí. Ese "We were so beautiful!" me llegó al alma, jajaja...
Había oído hablar bien de esta serie, pero no se no me terminaba de convencer el asunto. Me imaginaba un producto exclusivamente destinado a adolescente hiperhormonados. Algo así como un "Física y Química" más macarra y destroyer con superhéroes y no me llamaba en absoluto. Leída tu reseña, parece que me llama un poquito más...
Yo había oído hablar de ella hace un tiempo, pero tenía los mismos prejuicios hacia ella que tú. Hasta que una amiga me la recomendó encarecidamente y me decidí a darle una oportunidad. Un par de capítulos después ya estaba enganchado. Yo te recomendaría que te vieses los primeros (tampoco es que sean muchos en total: las dos temporadas sólo suman 13) y si no te convencen que pases. Aunque dudo que vayan a disgustarte.
Eso sí, ten muy presente la última frase de mi reseña: "Misfits" no es una serie comparable a muchas de las que tú y yo tenemos por favoritas. Es una chorrada divertidísima que no puede ser tomada en serio y que no cambiará tu vida en absoluto... ni lo pretende.
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