Servidor y su grupo de acompañantes llegamos cerca de las 18:00 horas al recinto del festival, sospechando que tal vez ya sería tarde para encontrar una buena ubicación en el foso. La sorpresa fue doblemente positiva: primero, porque todo estaba bastante tranquilo y uno podía plantarse con facilidad a apenas unos metros de distancia del escenario (bastante centrados y con buena visibilidad, para más inri) y, segundo, porque por allí rondaba mi incombustible sempai, la Porca Anónima, en compañía de su encantadora pareja. Todo un golpe de suerte encontrarnos inesperadamente en tan alegres circunstancias.
Ya desde el primer momento se podía percibir en el ambiente que prácticamente todos los asistentes al evento estaban allí congregados bajo el reclamo exclusivo de Muse, siendo para muchos el resto de artistas invitados (The Right Ons y nada menos que Jónsi, los Pet Shop Boys y el Dj Vitalic) más una agradable guarnición que un plato en sí mismo. Ello motivó, ya desde un buen principio, que el público estuviese especialmente antipático ante todo aquél que no se apellidase Bellamy, Howard o Wolstenholme. Los primeros en padecer tal circunstancia fueron The Right Ons, grupo autóctono que combina un sólido rock setentero con notables influencias funkies que los acercan al sonido rompe-caderas de James Brown. Durante la actuación, los integrantes de la banda pusieron toda la carne en el asador demandando coros, palmas y estribillos a un público indolente que recompensó su esfuerzo con la más absoluta indiferencia. Hubieran merecido más, sin duda, pero ése es el precio a pagar cuando se torea en una plaza difícil con un repertorio algo justito en el apartado estrictamente musical. Mucho más triste me parece el modo en que el público recibió al excelso grupo de músicos capitaneados por Jónsi, habitualmente vocalista y compositor de la maravillosa formación islandesa Sigur Rós. El suyo fue, no me cabe la menor duda, el mejor concierto del festival. Es una pena que la mayoría de los presentes no sólo no supiese quién demonios era aquel menudo geniecillo de voz inhumana, ataviado (tal y como acertadamente lo describió Tenembaum en su propia crónica del evento) como uno de los niños perdidos de “Peter Pan” recién llegado del País de Nunca Jamás, sino que además reaccionase de forma soez y censurable (dándole la espalda al escenario o, peor aún, soltando barbaridades a costa del cantante) ante el maravilloso espectáculo que, pobrecillos, eran incapaces de apreciar. Envuelto en una inesperada timidez, Jónsi abrió su recital con la inédita “Icicle sleeve”, manteniendo un ritmo pausado durante el primer tercio del setlist con temas tan profundamente líricos como “Kolnidur”, “Sinking friendships” o la bellísima “Tornado”, que consiguió que el primer atisbo de lagrimeo asomara en mis ojos. Acto seguido, un soberbio golpe de timón, ejecutado gracias a la contagiosamente rítmica “Go do”, logró que buena parte de los incrédulos asistentes comprendiese que Jónsi podía recolectar saltos y palmas igual de bien (o mejor) que cualquiera de los otros grupos que compartían cartel con él esa tarde-noche. “Animal arithmetic”, “Around us” y “Sticks and stones” mantuvieron el ambiente de “celebración de la vida” que acompaña siempre a los temas alegres del señor Birgisson, para dejar a continuación que la demoledora (sublime en el directo) “Grow till tall” pusiera punto y final a un concierto tan corto como absolutamente memorable. No exagero si afirmo que ninguna otra banda sonó el pasado viernes tan rematadamente bien como la que acompañaba a Jónsi sobre el escenario. Estuvieron todos impresionantes, aunque de tener que mencionar sólo a uno de sus integrantes me quedaría con el percusionista Thorvaldur Thór Thorvaldsson, que golpeaba sus instrumentos con una precisión y una vitalidad tales que era inevitable contagiarse de su genuino arrebato de felicidad (copiándole la sonrisa a un Javier Cámara coronado rey de los monstruos de Maurice Sendak). Terminado el concierto de Jónsi y mientras aguardábamos impacientes la subida al escenario de los miembros de Muse, sucedió el primero de los acontecimientos que enturbiaron ligeramente mis impresiones de este Xacobeo 2010. Mientras la presencia del público en el foso se iba multiplicando exponencialmente a cada segundo que pasaba, un modernete de mierda algo pasado empezó a ponerse tonto con la gente de mi grupo (especialmente conmigo y con mi cousin Mike) y a punto estuvimos de liarnos a guantazos con el susodicho y sus amigos. Quienes me conocen saben que soy un tipo pacífico y que no asumo la violencia salvo como último y desesperado recurso, pero lo cierto es que de un tiempo a esta parte cada vez que voy a un concierto acabo con ganas de estrangular a más de uno. No sé a qué viene la manía del personal de a) tajarse como piojos a las 9 de la noche después de haber pagado sus dinerillos por ver en las mejores condiciones a una de sus bandas favoritas (si, total, mañana no van a acordarse del concierto) y b) intentar colarse, caiga quien caiga, hasta las primeras filas del foso, sin manifestar ningún tipo de respeto hacia la gente que se llevan por delante en su carrera hacia el escenario. Advierto: si alguien llega más tarde que yo y se me planta delante, haré todo lo posible para que sepa que no es bien recibido. Si quería ver bien la actuación de Bellamy y cía, hubiese llegado antes, como hicimos mis acompañantes y yo.
Como no llegó la sangre al río, cuando Matthew, Dominic y Chris (y también Morgan Nicholls, pero al pobre no le dejaron asomar el careto en las pantallas ni una sola vez) se presentaron ante su legión de fieles seguidores, servidor no tardó demasiado en volver a poner el chip en modo “he venido a pasármelo bien”, aupado por el subidón resultante de un arranque que encadenó sin solución de continuidad los trallazos “New born”, “Map of the problematique” y “Uprising”, tres de los temas museros que mejor suenan en directo.
Debo reconocer que, siendo la tercera vez que veía al trío de Teignmouth en concierto, no hubo atisbo de sorpresa por mi parte ni en cuanto al setlist ni en cuanto a la ejecución del mismo. Como era de esperar, no faltaron en el repertorio “Supermassive black hole”, “Stockholme syndrome”, “Time is running out”, “Starlight” o “Plug in baby”, amén de los temas enseña del reciente quinto álbum de estudio: “Resistance”, “Undisclosed desires” y “United States of Eurasia” (no estuvo “Unnatural selection” por, supongo, cuestión de la reducción de tiempo que implica tocar en un festival y no en un concierto individual). Las composiciones de Bellamy (proclamado “el nuevo mesías” en la crónica que el diario “El País” dedicó al festival al día siguiente) sonaron con la misma fría perfección de siempre. Muse, no cabe duda, despliega un espectáculo audiovisual muy calculado y técnicamente prodigioso al que, no obstante, le falta la contribución de un frontman más carismático y que conecte mejor con el público. Un público que, de todos modos, la banda ya se tenía ganado de antemano. Si The Right Ons lo pusieron todo de su parte para tratar (infructuosamente) de contagiar emoción y buen rollo a los allí congregados, Muse no precisó más que de su contundente savoir faire musical para lograr las mayores ovaciones de la noche. Tras la inevitable (y siempre bien recibida) “Knights of Cydonia” que puso fin a la contribución musera al Xacobeo 2010, satisfecho pero no emocionado puse rumbo junto a J. (mayúscula) a los urinarios ubicados en uno de los laterales del recinto, pues llevaba ejercitando mi capacidad de continencia urinaria desde los primeros acordes del concierto de Jónsi. Como los baños estaban masificados, decidimos probar suerte en las zonas verdes del Monte do Gozo. Fue entonces cuando sucedió el segundo incidente desagradable de la jornada: J. (mayúscula) y yo nos aproximamos a la salida y le preguntamos a los agentes de seguridad si podíamos salir un momento y volver a entrar a continuación, a lo que nos respondieron que por su puerta sólo se podía salir y que, para volver a entrar, era preciso rodear el recinto y enfilar por la entrada superior. Convencidos de la verdad de sus palabras, salimos alegremente y le cambiamos el agua al canario para, tras dirigirnos a la entrada que nos habían señalado, descubrir que el orangután descerebrado que ejercía de cancerbero de la misma no estaba dispuesto a dejarnos pasar. Tras tratar de convencerlo (empleando la información que minutos antes nos habían dado los muchachos de seguridad de la otra puerta) y recibir una respuesta más propia de un portero de discoteca de mala muerte que de un agente del orden, hubimos de poner rumbo a la carpa de la organización para exponer los hechos y tratar de encontrar una solución al problema. Como no había allí nadie con autoridad para darnos una respuesta, el creciente cabreo nos condujo hasta los vehículos de la Policía Nacional, donde argumentamos (muy civilizadamente) que no sólo nos habíamos quedado fuera, sino que el guardián de la puerta nos había mandado prácticamente a la mierda sin identificarse ni proporcionarnos las señas de su superior directo (cosa que, siendo parte del staff de seguridad acreditado, es totalmente ilegal). Los agentes de la Nacional, haciéndose cargo de las circunstancias, nos invitaron a denunciar a la organización ante el Ayuntamiento por mediación de la Policía Local, por lo que nos pusimos de nuevo en marcha, a la manera de aquellos Astérix y Obélix sumergidos en el laberinto burocrático de “Las doces pruebas de Astérix”, y tratamos de localizar a alguien de la Local. Como la carpa de la organización (la misma que habíamos visitado antes) nos quedaba de paso, nos dejamos caer nuevamente para hacer constar nuestras intenciones y darles una última oportunidad de solucionar nuestro problema. Amenazar, que se dice. Fue entonces, supongo que ante la posibilidad de que la cosa acabase por la vía judicial (contribuyendo a perpetuar la mala imagen que el Monte do Gozo ya se había ganado como escenario musical tras el descalabro del concierto de Bruce Springsteen en 2009), que en cuestión de segundos se personó una mujer con un cargo de mayor responsabilidad y escuchó atentamente nuestro caso, acompañándonos a continuación hasta la primera puerta (la de salida) para interrogar a los empleados de seguridad sobre lo sucedido. Estos corroboraron que nos habían indicado que para volver a entrar había que ir hasta la otra puerta, y así logramos que por fin alguien no sólo nos diera la razón, sino que la responsable de marras nos permitiese volver a acceder al recinto apenas con tiempo suficiente para tomarnos un apresurado (y carísimo) perrito caliente con coca-cola para no desfallecer y plantarnos en un lateral para disfrutar del inminente concierto de los Pet Shop Boys. (Del Dj Caradeniño, que oficiaba entre Muse y los Pet Shop Boys, no puedo emitir opinión alguna, pues durante su actuación servidor estaba correteando fuera del recinto de un lado para otro. No obstante, las noticias que me han llegado al respecto hablan de un auténtico fracaso musical y de actitud sobre el escenario.) Recuperada de nuevo la normalidad, aunque ya lejos del buen sitio desde el que habíamos podido ver los tres primeros conciertos, el cansancio nos llevó a presenciar el recital de los chicos de la tienda de mascotas con un cierto distanciamiento que sólo se quebró al entonar los británicos sus himnos más memorables: “Go west”, “Always on my mind”, la esperada (al menos por mí, pues me conozco al dedillo el setlist de la última gira, recogida en el estupendo álbum “Live at the O2 Arena”) “Viva la vida” de Coldplay o la bailonga “It’s a sin”, mi absoluta favorita de su repertorio (y, curiosamente la única de las mencionadas que no es una versión de un tema ajeno). Fue una pena que nuestro estado de ánimo no fuese ya el mismo de antes, pues la puesta en escena de los Pet Shop Boys resultó de largo la más interesante del festival, gracias a una decoración compuesta por grandes cubos con los que los bailarines, ataviados cual extravagantes Teletubbies geométricos, reconfiguraban la disposición del escenario de acuerdo a las necesidades de cada canción. No llegamos ya, por causa del cansancio y la necesidad de madrugar de algunos al día siguiente, a presenciar la sesión del Dj Vitalic, que tan buena fama traía consigo. Una pena, tal vez, aunque lo cierto es que el horno ya no estaba para esos bollos. En conclusión puedo decir que, más allá de los puntuales contratiempos, el Xacobeo 2010 fue un festival musicalmente satisfactorio en el que The Right Ons se esforzaron lo indecible por estar a la altura de las circunstancias (que para un grupo modesto como ellos no me parece poco), Muse se llevó (quizás inmerecidamente) los mayores aplausos del público, los Pet Shop Boys demostraron las tablas adquiridas durante tres décadas en la profesión y Jónsi se ganó definitivamente un lugar destacado en mi personalísimo Hall of Fame musical.
No querría finalizar esta entrada sin agradecer la generosidad del fotógrafo Pixelín, quien amablemente me cedió unas cuantas fotos de cuantas sacó el día de marras (podéis ver muchas más en su web y su flickr). No sólo son unas instantáneas estupendas, sino que permiten hacerse una idea muy aproximada del ambiente festivo que se vivió aquella tarde. Son las mismas, por cierto, que ilustran también las crónicas que la fantástica web Tanaka Music ha dedicado al festival. Nuevamente: mil gracias, Pixelín.
7 comentarios:
Gracias por hacer referencia también a mi crónica! Bastante de acuerdo en todo, como casi siempre. Gilipollas los hay en todas partes y el tío que se acaba colando delante de ti con la altura justa para joderte la contemplación del concierto rara es la ocasión en que no aparece en este tipo de eventos masificados. Una gran putada salir y que no te dejen entrar, y de eso se hablo mucho antes del concierto, porque en principio no querían dejar entrar a nadie que saliese. ¿Que pasa, que en Galicia no hay pulseras como en el resto de festivales? ¿Tanto costaba poner una caseta con una persona que te la pusiese? Pues nada, aquí como cenutrios como siempre.
Todos sabemos además que lo del MTV Day Galicia se hace para limpiar la mancha de Springsteen el año pasado, cuando podría hacerse tranquilamente en la playa de Santa Cristina, como A Festa dos Mundos y ninguno nos quedaríamos fuera. Que esa es otra. Entrarán los que lleven haciendo botellón desde las 2 de la tarde y probablemente se queden fuera muchos de los que de verdad quieren ver a Arcade Fire, pero así es la vida.
En fin, espero que tengamos suerte el domingo y el lunes podramos presumir de haber estado en un concierto inolvidable.
Un saludo
La verdad es que donde hay un buen número de personas, es casi inevitable el encontrarte con algún gili al que no le importe amargar hasta al más pacífico de los seres; no entiendo esa tendencia a fastidiar momentazos...
Pese a todo, menuda envidia me has dado! XD
Tenembaum: yo creo que el festival no estuvo del todo mal organizado y sospecho que a mí simplemente me tocó el segurata tonto y ahí comenzaron mis problemas. Por otro lado, me temo que me va a ser imposible acudir al MTV Day por problemas de agenda. Espero que consigas entrar, que lo pases genial viendo a los canadienses de oro y que después lo compartas en tu blog con todos aquellos que no podremos estar ahí. ¡Ay, madre, qué envidia me das! ;)
Laurita: parece que sí, que es inevitable, aunque sólo sea por una pura cuestión de estadística. Aún así, yo cada vez estoy más convencido de que el ser humano se comporta de forma tanto más instintiva cuanto más rodeado se ve por sus semejantes. Recuerdo que el día de la cabalgata del Orgullo Gay coincidió con la celebración de la victoria de España ante Paraguay en el Mundial y la gente se echó en manada a las calles de Madrid, ya fuera por un motivo o por el otro: aquel día vi toda clase de comportamientos absolutamente incivilizados que nada tienen que ver con el fútbol o la condición sexual de cada uno. Simplemente se trataba de la masa, principal enemigo de las más elementales normas de comportamiento... En fin, que me sale la vena misantrópica.
Estoy alegrando mis oidos con la dulce voz del presunto nuevo mago del sonido Jonsi, y despues de leer las lineas del post, estoy de acuerdo totalmente con que fueron superiores, aun jugando con desventaja. Yo, cuando voy a un concierto aparte de la musica, que sinduda es lo mas importante, tambien voy a ver que puesta en escena, que juego de luces o que movimientos se realizan, y Jonsi solo pudo tener(y esto es literal) a venus como lucero.
De MUSE no tengo nada que decir, no se si es por que tenia tantas ganas de verlos, o por todo lo que me espraba de ellos, que me resulta raro decir que tal, pero creo que tu explicación como MUSERO CONCIERTERO PRO Que eres es perfecta.
Pasando de todo los malos rollos mencionados, yo tambien sali contento, y la puesta en escena de Los Pet, para mi gusto fué realmente cojonuda.
Saludoooooooosssssssss!!!!!!
:D
Cousin: como dirían en los comentarios del DVD de "Muchachada Nui": ¡eres un jodido marino! Jajaja ;) Jónsi es un fenómeno, ya me tarda volver a verlo en directo...
Joder, que envidia me das, brother.
The Right Ons! me parece un grupazo de la hostia, muy buenos en estudio, pero mejores en directo, así que no me sorprende lo que me cuentas. Lástima que la gente no le prestara atención, lo mismo que al cantante de Sigur Ros (un grupo que desconozco completamente por otra parte), pero supongo que es el precio que tienen que pagar por compartir escenario con Muse.
Gilipollas siempre tiene que haber en todos estos eventos masificados. A mayor gente, crece exponencialmente el número de subnormales. Algo parecido me pasó a mi en un concierto de Love of Lesbian, en el que casi perezco aplastado por una gorda maleducada e impresentable y su chorbo...
Charlie: sí, recuerdo el traje que le hiciste a la tipa ésa en tu entrada sobre el concierto de Love of Lesbian, jejeje... Si tienes interés por adentrarte en la música de Sigur Rós, yo te recomendaría empezar por el disco en solitario de Jónsi (el más asequible) y luego ir hacia atrás en la discografía de la banda (en mi opinión, se han ido volviendo más ligeros con el paso del tiempo).
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