jueves, noviembre 29, 2007

Sit tight, take hold...

Hay experiencias que sólo suceden una vez en la vida: la magia del momento, la sinergia mística entre orador y público, ídolo y masa, “jefe” y devotos empleados.

Pero a veces, si pagas lo suficiente, te desplazas 600 kilómetros y cantas hasta dejarte la laringe en carne viva, consigues, por un momento, un émulo casi exacto de aquel día inolvidable, tiempo atrás.

En agosto de 2003, durante la gira de su álbum “The Rising”, Bruce Springsteen ofreció en el estadio de La Peineta un espectáculo que guardo para el recuerdo como un tesoro de incalculable valor. Fue, casi seguro, el mejor concierto de mi vida.

El pasado domingo, 25 de noviembre de 2007, el Boss volvió a España (concretamente al Palacio de Deportes de Madrid) para presentar a su legión de fans su nuevo disco, “Magic”.

Las diferencias entre ambos conciertos son notables, y no creo que compararlos sea necesario. Si algo se puede dar por hecho con Springsteen es que nunca defrauda (bueno, hay quien opina que su gira con la Seeger “rascatripas” Band fue algo decepcionante), y este fin de semana dio otro de esos conciertazos a los que nos tiene acostumbrados. Abrió con “Radio Nowhere”, explosivo primer single de su nuevo trabajo, y tras unos primeros temas algo fríos (mandó callar al público mientras interpretaba la trístisima “Magic”, constatando que a mí sólo me hacen callar mi mamá, mi papá y Springsteen), comenzó a soltarse la melena con algunos clásicos de su repertorio como “No surrender”, “Promised land”, “She's the one”, “Tunnel of love” (con tremendo solo de guitarra en su tramo final) o “Working on the highway”.

En un momento dado, en el breve espacio entre dos canciones, el público comenzó a pedir a gritos “Thunder road” y Bruce, ligeramente emocionado, pidió paciencia.

Fue justo antes del bis cuando “Badlands” nos advirtió de que llegaba lo bueno. Y tras la consiguiente ida y venida, explotó la euforia: “Born to run”, “Dancing in the dark” y (ahora sí) el mega-himno “Thunder road” (posiblemente mi canción favorita del Boss, y quizás una de mis diez favoritas de todos los tiempos) pusieron a todos los asistentes a bailar y cantar al unísono, con sonrisas enormes dibujadas en la cara e incluso alguna lágrima al borde de la comisura del ojo.

La fiesta acabó con el “American land” de Seeger, en una versión que sacó la vena más folkie de la E Street Band.

Fue un concierto ligeramente más breve de lo que Bruce nos tiene acostumbrados (dos horas, frente a las tres menos cuarto de mi anterior experiencia en La Peineta y las más de cuatro horas que llegó a alcanzar en alguna de sus giras más emblemáticas), pero no cabe ninguna duda de que hoy por hoy sigue teniendo uno de los directos más impresionantes de la escena musical. Tanto es así, que el mismo día del concierto se anunció que hoy jueves saldrían a la venta las entradas para su gira veraniega, y servidor ya está haciendo cábalas para determinar cómo coño va a conseguir estar el próximo 19 de julio en el Camp Nou…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No creo que fuese el mejor, pero no estuvo tan mal, eso si, no toco The River, que ya va siendo hora de que, tras tres conciertos del caballero,y tras pedirsela el publico, este buen hombre deberia de darse cuenta de que nos gusta, que queremos oirla y que el nuevo disco aunque superior a la media, no esta a la altura del Jefe.
Pd: Es una opinion, no me maten....

Jero Piñeiro dijo...

No se preocupe por su vida, señor machete, que por estos lares no sólo existe la buena costumbre de no matar a nadie por dar su opinión, sino que se agradece que la gente aporte su punto de vista. En este caso no podría estar más de acuerdo con usted en cuanto a "The river", una de las mejores canciones compuestas por el Boss (Si "Thunder road" es de, las suyas, mi preferida, "The river" es un meritorio segundo puesto). Personalmente, creo que Bruce tiene algo personal contra algunas de sus canciones, como ésa o "Born in the USA"...

Y el último disco no está a la altura del Boss, pero un mal disco del suyo bien podría ser el mejor de cualquier otro.