Me enfundé en mi traje beige.
Miré hacia el suelo y me santigüé.
Te encontré entre los escombros.
Y aún quedaba un muro en pie.
Te vi apoyada en él y creo que
lo hacías para no perder la fe.
El cristo en la pared
se encogió de hombros.
Y tú con tu voz
(esa voz),
y tu pálida piel.
Con el brillo en tu pelo del trigo.
Con ese otro brillo
que imagino tras tu abrigo.
Pasaste estos últimos inviernos
al calor de un infierno
construido en el amor
para acabar en demolición.
Me dices:
“ahora ya estás advertido,
no te fíes de un animal herido”.
¿Y qué te iba diciendo yo?
Me he perdido.
Lo intenté siete veces más.
Quería ver lo que hay detrás
de tu imperturbabilidad,
y abrir tu puerta de
cuarenta y tres candados.
Te adiviné en tu balcón
silbando una larguísima canción,
pensando: “¿es esto lo correcto o no?”.
Así que hice ¡chas!
y aparecí a tu lado.
Lo sabes:
ahora ya estás advertido,
no te fíes de un animal herido.
Y, ¡oh, descuida!, le mentí,
soy un experto cazador.
Lo has visto,
es mi mundo derruido.
Lo que hoy es puro
mañana está podrido.
¿Y que te iba diciendo yo?
Me he perdido.
Mátame si ya no te soy de utilidad.
Mátame tras leer el mensaje.
Pero ahora me desnudaré
sin quitarme el traje.
Lo he visto,
es tu mundo al derrumbarse.
“Que lo natural es odiarse”,
me dijiste, “he de reconocer
con cierta convicción.”
Y entonces
entonaste dulces gritos;
comenzó el más viejo de los ritos.
Fuiste tú, fui yo,
sencillamente fue algo superior.
Y añadiste:
“si lo hacemos, tonto mío,
pues hagámoslo como es debido”
“¿Y cómo es eso?” pregunté,
y tú me dijiste:
“justamente así no”,
y paraste:
“me lo tengo prohibido”.
Y yo protesté empapado y más que aturdido.
Y ahora sí que sí que yo
me he perdido.
Que ahora sí
que sí que sí
que sí que me he perdido.
Porque sólo es pensar en ti
y acabar perdido.
Porque sólo con pensar en ti
me pongo perdido.”
[“Me he perdido” (canción que abre el “Verano fatal” de Nacho Vegas y Christina Rosenvinge), un temazo a la altura de la obra precedente de Vegas. Porque, sinceramente, la letra es “inconfundiblemente Vegas”. El disco, por cierto, es una cortísima grabación de 7 pistas, apenas 25 minutos, que incluye otro par de grandes canciones: “Verano fatal” (que da título al álbum) y “Que nos parta un rayo”. Por desgracia, las demás son muy aburridas, por lo que el resultado es un CD corto y demasiado irregular. Con todo, mi idolatría hacia Vegas no hace sino crecer. Y la Rosenvinge… bueno, ejerce de musa y alegra la portada: menos da una piedra, ¿no?]
2 comentarios:
Hola hermoso!!!!
Solo decirte q he logrado sobrevivir a la inauguracion de GZcrea jejejeje Un poco aburridillo pero creo q algo mejor organizado q en BD.
De momento, nada mas q contar...
Biquiños!
Un petit coucou desde Bordeaux para contarte que, hooo ! estamos en huelga ! q raro...
Esta vez la fac está bloqueada en contra de la Loi Pécresse para la liberalizacion de las universidades.
A ver cuanto dura...
Bicos ;-)
emma
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