Supongo que, si estás leyendo esto, ya sabes más que de sobras qué es Internet. Y me aventuro a sospechar que la red también habrá cambiado tu vida irremediablemente.
Dentro de veinte años la gente que tenga la edad que yo tengo ahora no recordará como era el mundo sin Internet. Sin Messenger en el que relacionarse con auténticos desconocidos, sin descargas que permitan ver cualquier película o serie de televisión o escuchar cualquier disco que apetezca en un tiempo record, sin fotologs donde husmear en la vida privada de cualquiera, sin Google donde teclear cualquier palabra y ¡ale-hop!: milagro…
Pero tú y yo pertenecemos a la generación que vivió el cambio. Pasamos de los casetes a los cd’s; del BETA al VHS, de ahí al DVD (y ahora al Blue-Ray); de grabar “Caballeros del Zodiaco” de la tele por encima de las cintas de tus padres de “Juzgado de guardia” a encontrar cualquier gag de “Padre de Familia” en YouTube…
Internet cambió mi vida para siempre. No más que la de los demás, claro. Pero es que para el mundo entero el cambio fue sobrecogedor.
Actualmente se habla mucho del peligro de confiar ciegamente en la información disponible en la red, así como del uso que los buscadores puedan hacer de los datos de los usuarios. Llevada al extremo, esta paranoia conspiranoide me hace pensar en un orwelliano futuro donde la historia oficial sea la que aparece en las entradas de la Wikipedia, pudiendo ser reescrita y sazonada a gusto del gobierno en la sombra de turno.
Pero, hoy por hoy, servidor no podría sentirse más agradecido hacia las tres uve-dobles. Si hasta los 15 ó 16 años mis inquietudes respecto al ocio estaban totalmente limitadas por mi entorno (y hablo de la vida en un pueblo de menos de 10.000 habitantes, donde, desgraciadamente, no encontré demasiadas almas gemelas de las que aprender y con las que compartir la música, el cine, la literatura, los comics, etc.); a partir de la irrupción en mi vida de la gran red de redes, la potencia se convirtió en acto en una constante progresión geométrica, y ante mi se desplegó un mundo totalmente nuevo e inexplorado que, a día de hoy, no deja de crecer y expandirse, y que me ha enriquecido más en los últimos siete u ocho años de lo que me llenó mi vida anterior.
Y no hablo sólo del ocio, sino también de las relaciones humanas. Recuerdo mails extensísimos, hablando de lo humano y lo divino, enviados al extranjero (o a mi propio país desde el extranjero); tardes y noches dejándome los dedos en el teclado mientras disfrutaba de larguísimas e inolvidables conversaciones por Messenger con gente (amigos, familiares, amores) con quien, de otro modo, no podría haber mantenido tan estrecha relación. Incluso puedo afirmar, no sin cierto orgullo, que este blog me ha dado algunos momentos de gran satisfacción personal (incluso cuando parece que está un poco abandonado y que nadie lo lee… como ocurre últimamente… tirirí-tururú…)
Sea como fuere, por terrible que pueda sonarles a los tecnófobos de turno, ya no concibo mi vida cotidiana sin Internet (gracias, Villaviciosín).
(Una duda, si alguien es tan amable: ¿se escribe “conspiranoide” o “conspiranoico”? Ninguna de las dos está recogida por la R.A.E., pero yo he leído ambas en multitud de ocasiones…)
5 comentarios:
Como que nadie lo lee ?!?!?!?!?!
grrrr, c'est pas vrai !!!
Aqui mismo desde la tierra del vino, de la BD y de los gaulois tienes a una lectura asidua.
Que haríamos sin internet...? Seguramente olvidarnos, asi que viva la comunicación virtual !
bisous !!
Creo que se dice "conspiranoico". Pero al igual que tu lo he visto en diferentes sitios, principalmente en libros y comentarios personales. Pero se suele optar en educación para salir del paso por decir “paranoia de la conspiración”, en este caso (ya se que cambia algo el significado, o lo que pretendes dar a entender pero…), por lo que, me quedo con esa versión.
Sobre lo que he leído últimamente en este abismo, cuando me disponía a hacer un comentario sobre la última de woody, no pude evitar leer el final del comentario anterior, donde se habla de "cartas de Inverno", que personalmente recomiendo también su lectura y si te gusta prueba, con Morning Star, aunque bueno, este ya no tiene la misma temática que el anterior, y solo lo recomiendo a quien le guste la literatura estilo Stevenson, (podría agradarte, si no lo has leído ya) además de estar localizada en Galicia, lo que para algunas personas es un aliciente. Ya se que es una relación algo estraña de libros, pero al leerlos en una misma temporada siempre que pienso en uno me acuerdo del otro.
Emma: gracias por aclarar que sigues ahí, al pie del cañón, jejeje. Quizás no sea tanto que "no lo lee nadie" como que "nadie hace ver que lo lee", y claro, uno a veces piensa que escribe sólo para sí mismo (y para comerme mis reflexiones ya paso bastante tiempo solo frente a la mesa de dibujo...). Aún así, estas cosas siempre me hacen pensar en la conveniencia de tener un blog en activo y de seguir escribiendo de forma regular...
Modesta aficionada: gracias igualmente por reaparecer por aquí. Tus comentarios (curiosamente, junto a los de la persona que recomendó "Cartas de inverno") son de lo más estimulante que he tenido últimamente por aquí. Gracias (y otra vez más) por lo de "conspiranoico". A mí también me suena mejor, pero es bien cierto que a veces, en mi afición por tomar carta blanca en cuanto al lenguaje, invento palabras nuevas y acabo creyéndome que son perfectamente legítimas, cuando realmente son pura "trapallada".
Y anotado queda el libro que sugieres, que suena la mar de interesante...
...tirirí tururú...
Pues ya que veo un agradecimiento hacia mi persona, he de decirte que no hay de qué, que para eso estamos. Por cierto, hay que ver Rec
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