Acabo de leer el artículo de esta semana del siempre brillante Javier Marías, fulano por el que, sin conocerlo en absoluto en lo personal, siento grandes simpatías, y la clase de escritor que es capaz de decir eso mismo que tú estás pensando de aquella manera en que tú jamás serías capaz de escribirlo.
La cuestión es que el artículo trata sobre las amistades perdidas, esas que se van hundiendo en las cenagosas aguas del distanciamiento y el desembarazo, y he pensado al terminar la última línea que no deseo que eso me pase a mí, ni a la gente que conozco. Así que si podéis, echadle un vistazo al artículo de marras (en el suplemento dominical de "El País" con fecha de 5 de Noviembre), que seguro que os anima a llamar por teléfono a alguien, o a escribir un sms o un mail para decir simplemente "hola, qué tal".
Yo, por mi parte, vuelvo a saludar y desear lo mejor a todo el mundo desde aquí, y muy especialmente a mi hermano negro, de quien no tenía noticias desde hace mucho, y con el que me ha alegrado retomar el contacto. Respóndeme el mail, tío, ¡y que no decaiga!
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