viernes, septiembre 21, 2012

La cruzada de Frank Miller

Resulta más o menos indiscutible que Frank Miller fue en la década de los 80 (y aún en parte de los 90) una de las figuras más relevantes del mundo del tebeo y, si me apuráis, del arte popular. En lo que respecta a su producción reciente la diversidad de opiniones es, sin embargo, mucho mayor: hay quienes sostienen que Miller publicó su última gran obra en 2002, el controvertido “DK2: El caballero oscuro contraataca”; también quienes opinan que su penúltimo trabajo como guionista, “All-Star Batman & Robin the boy wonder”, es una acertada apuesta por la visceralidad más lúdica; e incluso habrá quien defienda su ópera prima como director de cine en solitario, la adaptación al celuloide del clásico en viñetas “The Spirit” (ya sabéis lo que decía Harry Callahan sobre las opiniones). Yo personalmente creo que el declive de Miller comenzó con la saga “Sin City”, tebeo cuya percepción por parte del público me parece, a excepción de dos títulos puntuales (“El duro adiós” y “Ese cobarde bastardo”), bastante sobredimensionada. No obstante, en su caída Miller aún tendría tiempo de escribir y dibujar una última obra mayor: “300”. Lo que vino después ha sido, en mi opinión, una decepción continua y una constante cuesta abajo cualitativa. Como guionista, ojo, porque como dibujante Miller sigue pareciéndome aún hoy un titán de la viñeta.


La próxima semana se publica en nuestro país, de la mano de Norma Editorial, el último trabajo como autor completo del artista estadounidense. Se titula “Holy Terror” y ha sido uno de los comics que más polvareda mediática ha levantado en la última década, desde el día de su anuncio hasta su publicación, y curiosamente uno de los títulos que ha pasado más desapercibido para el público norteamericano desde el momento de su aparición en tiendas. Lo que empezó siendo un proyecto protagonizado por uno de los personajes principales del Universo DC (“Batman contra Al Qaeda”, lo llamaba la prensa generalista de medio mundo) ha terminado como la primera (y única hasta la fecha) publicación de una editorial creada ex profeso por el estudio cinematográfico que produjo la olvidable adaptación de “300” a la gran pantalla, Legendary Pictures.


El argumento de “Holy Terror” es bastante esquemático: mientras el vigilante enmascarado Batman The Fixer persigue a la ladrona felina Catwoman Cat Burglar por el skyline nocturno de Gotham Empire City, una célula terrorista yihadista desata el infierno en la ciudad con un ataque indiscrimado a la población civil. Unidos por una causa común, el héroe y la (supuesta) villana iniciarán una sangrienta venganza contra los fanáticos enemigos del “mundo libre” (sigh).


Los motivos por los que Miller no llegó a publicar “Holy Terror” (anteriormente “Holy Terror, Batman!”) bajo el paraguas de DC Comics no están del todo claros, pero lo cierto es que al leer la versión final publicada por Legendary Comics resulta bastante obvio que los únicos cambios relevantes motivados por esta migración editorial han sido la nueva nomenclatura con la que se presenta a los personajes y escenarios y la desaparición de las reconocibles orejas de murciélago de la capucha del héroe gothamita. También hay un personaje de nuevo cuño llamado David, una suerte de super-héroe sionista que lleva una estrella de seis puntas tatuada en la cara, y que es posiblemente la creación milleriana que más me ha revuelto las tripas en mis 25 años como lector de tebeos.


Dado el actual clima de crispación y choque cultural que percibimos a diario a través de los medios, parece inevitable entender este “Holy Terror” como otro acto más de provocación contra el mundo islámico. Uno que posiblemente haría feliz a Terry Jones, si es que el pastor quemalibros no lo tiene ya en su mesilla de noche como lectura de cabecera. Pero creo sinceramente (y esto no es ironía) que debemos ser capaces de valorar artísticamente una obra aunque ideológicamente estemos en desacuerdo con ella. De hecho, y al contrario que Miller (o Jones, o tantos otros extremistas de cualquier credo o signo político), un servidor siempre ha abogado por tratar de entender al que opina de un modo diferente, y esa determinación es precisamente la que me ha llevado a reconocer en (por ejemplo) “La rebelión de Atlas” de Ayn Rand una entretenidísma novela distópica con la que no podría coincidir menos en materia ideológica: un buen libro de ficción que predica una filosofía nefasta para el mundo real.


Atendiendo a esta dimensión puramente artística, me temo que “Holy Terror” manifiesta un mensaje con el que estoy radicalmente en desacuerdo (“el Islam es el Mal”) de un modo que, además, me resulta escasamente atractivo. El dibujo de Miller me sigue pareciendo fabuloso (una abstracción gráfica brutalmente expresionista por parte de un autor que abandonó hace mucho los postulados pictóricos realistas) y creo que su habilidad narrativa se mantiene intacta (pese a la ausencia de novedades formales, la composición de página, el ritmo visual y el uso del color siguen siendo sólidos), pero el guión me parece tan ramplón, unidimensional y desprovisto de matices como una mala película de Michael Dudikoff. Y Michael Dudikoff no tiene películas buenas.


Miller, que pasó en los últimos 30 años de ser un duro detractor de la administración Reagan y de las grandes compañías que no retribuían derechos de autor a sus asalariados a proclamar públicamente (y de un modo poco cortés) su rechazo al movimiento "Occupy Wall Street", explica su ataque frontal al Islam recalcando que su nueva obra es un acto de propaganda, y compara su mensaje incendiario con el de las historias del Capitán América publicadas durante la II Guerra Mundial por Timely Comics. Si ésa es su justificación para ofrecer un producto tan pobre en ideas, tan ajeno a sutilezas y posibles segundas lecturas, tal vez sea porque Miller no ha entendido que, como cualquier otro tipo de manifestación cultural, la propaganda puede ser torpe o certera, estúpida o inteligente. La suya, por desgracia, supone el punto cualitativo más bajo en la trayectoria profesional de un autor imprescindible en la historia del medio. Un tipo de inmenso talento que ha ido perdiendo el norte progresivamente, y no sólo desde el punto de vista ideológico.


P.D.: al respecto de “Holy Terror”, recomiendo encarecidamente la lectura de esta entrada en el blog de Pepo Pérez y de esta otra en la bitácora de Santiago García, pues explican mucho mejor que un servidor, y de un modo más detallado, todos los aspectos tratados en esta reseña. Los comentarios de ambas entradas son también muy interesantes.

6 comentarios:

David GB dijo...

Bueno, bueno... yo ya ni me acordaba de que este cómic estaba por llegar. Disiento contigo en varias asuntos transversales: creo que Miller es un dibujante "poco técnico" pero astuto, que ha sabido sacar partido a sus escasas cualidades y esconder bien (con mucha tinta negra) sus defectos, pero no lo consideraría un titán de la viñeta. Aunque claro, yo de dibujar entiendo poco, así que a lo mejor me equivoco de plano.

Por otra parte, la peli de 300 no me resultó olvidable para nada. Me pareció una muy buena peli de aventuras, con un guión que adaptaba bien la épica del original y con una estética y narrativa visual bastante rompedoras (de hecho, se la ha imitado descaradamente en los últimos años).

Al margen de esto, estoy de acuerdo en que Miller empieza a estomagar y a creerse "más listo de lo que realmente es". Vaya por delante que Batman Año I y Born Again me parecen cimas del medio, pero a este hombre siempre le he notado cierto tufillo fascista. Justificación del ojo por ojo, validación moral del que se toma la justicia por su mano, exaltación de la figura del líder beligerante... No sé, siempre lo he visto como una antítesis ideológica de Alan Moore.

Jero Piñeiro dijo...

Vamos con los puntos transversales, David. Numero, para no perderme:

1) Miller dibujante: a ver, está claro que en esto de la apreciación de un dibujante hay un factor subjetivo muy importante (me gusta/no me gusta) que no responde más que a filias y fobias subjetivas. Otro asunto es la clásica confusión (no digo que sea tu caso) entre el "ilustrador académico/realista" y el buen dibujante de comics, que son cosas muy distintas. Miller sabe dibujar "bonito". Si uno ve sus páginas de "Elektra Lives Again" o sus portadas para "El lobo solitario y su cachorro" queda bastante claro que (más allá de los pinceles de Lynn Varley, que está claro que ayudan), Franky sabe lo que se hace. Otra cosa es que con el tiempo haya ido llegando a una síntesis de la línea, la mancha y el vacío (uno de los elementos más complicados de utilizar a la hora de diseñar la página) que tiene poco de realista y es más una abstracción visual que una representación de la realidad. No hace falta irnos a Picasso (que es un poco el ejemplo estándar) para cerciorarnos de cómo muchos maestros (y yo creo que Miller es un maestro) acaban desnudando su dibujo de elementos (digamos) secundarios e incluso perdiendo de vista cualquier intención naturalista y logrando por el camino una mayor fuerza expresiva. Pienso en Mike Mignola, José Antonio Muñoz, David Mazzuchelli o Bastien Vivès, tipos que a medida que avanza su carrera dibujan "mejor con menos", o en el caso de Jack Kirby, cuyas imágenes son más impactantes cuanto más se alejan sus concepciones anatómicas del canon realista (esas manazas en perspectivas tróspidas...) Y luego está el aspecto puramente narrativo: independientemente de que Miller guste más o menos como ilustrador, su habilidad para la puesta en página y su sentido de la narración son (en mi nada modesta pero siempre discutible opinión) apabullantes. Títulos como "Ronin", el mentado "Elektra Lives Again" o "DK2" son una lección de recursos visuales innovadores, de cómo jugar con el lenguaje y las distintas "escuelas" (manga, europeo, comic-book) hasta formular un discurso visual propio y hacer que funcione. El otro día terminé de leer el "American Flagg!" de Howard Chaykin y lo primero que pensé es: "hay que ver qué listo es Miller; cómo ha sabido tomar las enseñanzas de Chaykin y aplicarlas a su estilo". Como narrador, en fin, yo creo que Miller es el más talentoso de todos los dibujantes de comic norteamericanos que conozco.

(sigo en otro comentario por limitaciones de HTML)

Jero Piñeiro dijo...

2) No me gusta la peli de "300" por varias razones. La primera es su planteamiento audiovisual: es estéticamente llamativa (en un sentido kitsch y hortera) pero en términos de narrativa me parece bastante pobre. Un film de 50 minutos estirado hasta las 2 horas en una cámara lenta continua que no aporta nada, salvo el regodeo visual, a lo que se está contando. La segunda es que traiciona a su modo el espíritu del original: los espartanos de Miller son una élite guerrera fascista que no cree en la democracia ni en el feminismo. El film elude una frase fundamental del comic ("la democracia es para los atenienses") y le da un rol protagónico a la reina. Además, pinta a los espartanos como "soldados empáticos" al mostrarlos espantados ante el árbol de cadáveres que construyen los persas ("¡por zeus, qué villanos!") cuando ellos mismos van a usar a los persas de argamasa para construir un muro mientras se parten de risa. Más: persas mutantes e inmortales uruk-hai; ¿era necesario? Y luego ya está el asunto del subtexto pro-invasión de Irak y frases como "debemos atacarles antes de que puedan dañarnos a nosotros". Justificaciones de una guerra preventiva que Miller no podía haber planteado en un tebeo de 1998 (3 años antes del 11-S y 5 años antes de la invasión de Irak). Personalmente creo que Snyder es un tipo con talento para el videoclip, pero con mucho que aprender en el terreno narrativo y, sobre todo, conceptual. Su adaptación de "Watchmen" así lo manifiesta: visualmente magnífica, pero arrítmica, desubicada y bastante alejada en tono e intenciones del tebeo de Moore y Gibbons. ¡Si ni siquiera entendió el guiño a la dimensión desconocida! Y es verdad que "300" ha creado escuela, pero también que un día intenté ver el piloto de la serie "Spartacus" y tuve que quitarlo a los 15 minutos. No es mi rollo. En absoluto.

3) Totalmente de acuerdo: Miller siempre ha sido un tipo bastante extremista. Lo que pasa es que en España tenemos una concepción socio-política binaria (derechas=fachas, izquierdas=socialistas/comunistas) que en EE.UU. no se aplica, pudiendo uno ser un liberal de derechas como Miller y no teniendo correspondencia con las distintas idiosincrasias de nuestro país. Aún así, también es evidente que todo el concepto super-heroico tiene bastante de extremista, a poco que se piense en frío. Batman es un radical, un tipo que impone SU ley en SU ciudad porque le sale de SUS cojones; y por eso Miller se siente tan cómodo trabajando con él. A Miller le gustan los personajes en una situación de superioridad moral incuestionable. Héroes de una sola pieza que no se cuestionan la legitimidad de sus actos. Moore está en el extremo diametralmente opuesto: tanto es así, que su V (de Vendetta) ha acabado siendo asimilado como un símbolo de esos ocupantes de Wall Street (y de todo el movimiento de indignados) contra el que Miller arremetía desde su blog. Todo esto no quita, claro, que su primera etapa en "Daredevil", "Ronin", "Año Uno", "Born Again", "El regreso del caballero oscuro", "Elektra Asesina", "Elektra Lives Again", "Hard Boiled", etc. etc. me parezcan unos tebeos fabulosos.

Anónimo dijo...

Que pena de Miller! No he leido nada de él, normal teniendo en cuenta que he leido 4-5 comics en mi vida... pero me da pena pensar en una persona con esa historia.Como tu bien dices, uno se pregunta que le pasa por la cabeza. Lync

Anónimo dijo...

Por cierto, hubiese quedado guay que linkearas el nombre de "Michael Dudikoff" con uno de esos vídeos que sueles ofrecer en tus entradas...;-) Lync

Jero Piñeiro dijo...

Lync: ¡oído, cocina! ;) Y sí, una pena lo de Miller. Fue uno de los más grandes y ha acabado convertido en una parodia de sí mismo... Cuando quieras leer otros 4 ó 5 comics más, ya sabes dónde estoy, jajaja.