El grupo capitaneado por los multi-instrumentistas Thom Yorke y Jonny Greenwood (acompañados desde el comienzo de su andadura discográfica por Phil Selway, Ed O'Brien y el hermano de Jonny, Colin Greenwood) fue bautizado en un primer momento como On a Friday, para cambiar definitivamente su nombre por el de Radiohead (inspirado en un tema de los Talking Heads) de cara a la publicación de su primer EP, “Drill”. Fue a raíz de su álbum de debut, “Pablo Honey”, y más concretamente de su primer single “Creep”, que Radiohead comenzó a llamar la atención de público y crítica, pese a que ésta en un principio no parecía haberle concedido mucho crédito a la banda.
“Pablo Honey”, publicado en febrero de 1993, suena a híbrido de rock depresivo y grunge tranquilote, llegando incluso a colarse en sus 42 minutos de duración algunos destellos de pop desenfadado, como en el estribillo del tema “Anyone can play guitar”. Esta ligereza no tendrá demasiado eco en posteriores lanzamientos del grupo, quedando “Pablo Honey” como su obra más luminosa hasta la fecha. Tratándose, básicamente, de un disco que carga las tintas en las guitarras de Greenwood y la voz de Yorke (quien además firma todas las letras),”Pablo Honey” difícilmente auguraba los derroteros musicales que el quinteto de Oxford recorrería en años posteriores.
Pudiera parecer que le tengo manía a este álbum. Nada más lejos de la realidad. “You” me parece un estupendo corte de apertura, “Stop whispering” contiene un pegadizo estribillo que dan ganas de tararear durante horas y la guitarra acústica de “Thinking about you” consigue otorgarle a la voz de Yorke el orgánico toque de introspección que el tema requiere. Sin olvidarnos, claro, de ese “Creep” que ya ha quedado en la memoria colectiva como una de las canciones más desgarradoras y hermosas de los 90 (si nunca te has sentido alienado ni has deseado que aquella chica que repetía protagonismo cada noche en tus sueños se fijase en ti por los pasillos del instituto, ¡enhorabuena!, no has tenido adolescencia), coleccionando una vasta legión de versiones que van de lo paródico a lo bizarro, pasando por lo elegante, lo ridículo y hasta el éxtasis cuasi-religioso. Los últimos en subirse al carro, por cierto, han sido los catalanes Love of Lesbian.
No son, en fin, pocas virtudes para un primer LP. Pero, comparándolo con el resto de su producción, “Pablo Honey” se me antoja algo descafeinado. Demasiado ligero. Si cada disco de Radiohead se correspondiese con una marca de cerveza, “Pablo Honey” sería una Coronita: está rica, sí, pero sabe más a refresco que a cerveza. Posiblemente si hubiese sido mi puerta de entrada a su discografía ahora lo tendría en mayor estima, pero como suele pasar con tantas otras cosas en esta vida, ésa es una duda que jamás encontrará respuesta.
Mucha más enjundia tiene, en mi opinión, su segundo larga duración, “The Bends”, que vio la luz en marzo de 1995. Desde que uno escucha por vez primera el poderoso arranque de “Planet Telex” resulta obvio que el cambio de productor musical (ocupando ahora el cargo John Leckie, que había firmado el maravilloso debut de The Stone Roses y que posteriormente haría lo propio con Muse, en detrimento de los salientes Paul Kolderie y Sean Slade) y los meses de la gira posterior a “Pablo Honey”, puliendo los temas nuevos y planteando la posibilidad de otorgar mayor protagonismo a otros instrumentos, han sentado fantásticamente bien al sonido del grupo. También se percibe un alejamiento del tufillo grunge y britpop que revoloteaba en torno a “Pablo Honey” (entrando en una onda indie-rock equidistante de R.E.M. y Sonic Youth) y una mayor densidad sonora que otorga peso específico al conjunto.
Nada de ello tendría sentido, claro, si no estuviera a disposición de unas composiciones realmente interesantes. Ahí, por suerte, tampoco falla “The Bends”: trallazos rockeros como “Bones” o “Just” (una de mis favoritas de todo su repertorio, con un vídeoclip tremendo y una interesantísima versión a cargo de Mark Ronson) y medios tiempos con acelerones guitarreros como “My iron lung” o “(Nice dream)” comparten tracklist con momentos más delicados e introspectivos como las fabulosas “Fake plastic trees”, “Bullet proof... I wish I was” o “Street spirit (fade out)” (de la que recientemente Peter Gabriel hizo una versión bastante... particular), perfecto colofón para un segundo disco que supone un paso de gigante en la evolución de la banda.
Aunque, sorprendentemente, nada comparado con su siguiente LP.
“OK Computer” aterrizó en nuestro planeta, venido de la cada vez más misteriosa e imprevisible galaxia Radiohead, en junio de 1997. Fue, posiblemente, el disco de rock más avanzado (en términos de evolución del género) que se publicó ese año y, posiblemente también, en esa década. Lo que álbumes como “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band” o “The Dark Side of the Moon” representaron para los 60 y los 70, respectivamente, “OK Computer” lo fue para los 90. Y es que si en “Pablo Honey” y, en mayor medida, en “The Bends” uno podía intuir que algo grande estaba en camino, “OK Computer” supuso esa anunciada eclosión musical, ese “darse a luz a sí mismos”. Radiohead ya no sonaban como nadie salvo como ellos mismos. A partir de entonces dejó de ser interesante averiguar cuáles eran los ascendentes musicales de la banda; era mucho más divertido (y muchísimo más fácil) enumerar los grupos a los que Radiohead comenzaba a influenciar.
El disco, grabado en el entorno rural de Oxfordshire y Bath y producido por ellos mismos en colaboración con Nigel Godrich (que había trabajado como ingeniero de sonido en “The Bends” y que a partir de entonces se convertiría en co-productor habitual del grupo, hasta el punto de ser considerado el sexto miembro de Radiohead), se presenta ya desde la inicial “Airbag” como un esfuerzo más ambicioso y elaborado que “The Bends”. La densidad sonora del álbum previo se vio aquí elevada al cuadrado (y eso que aún quedaba mucho margen de acción para lo que “Kid A” significaría tres años después), introduciendo toda suerte de inesperados arreglos, capas de instrumentación y coros en tercer y cuarto plano que juntos, superpuestos, lograban una atmósfera pesada y opresiva, pero tan elegantemente engarzada como una joya de alta orfebrería. Perfecta, por supuesto, para la idea que vertebra conceptualmente el disco: la vida en una sociedad acomodada que ha alcanzado su cénit tecnológico, perdiendo por el camino su humanidad y su primigenio sentido de la libertad. La nuestra, vamos.
Ejemplificar las bondades de “OK Computer” con una selección mínima de temas se me antoja ridículo. Todas las canciones del disco contienen algún aporte genial, algún aspecto compositivo que merece ser destacado. Incluso el inquietante interludio “Fitter happier” cumple una función dentro del conjunto. Y, si bien es cierto que en un primer momento hay cortes que calan con mayor rapidez en el cerebro del oyente (en mi caso fueron “Karma Police”, “Exit music (for a film)” y “Lucky”, que aún siguen estando entre mis canciones favoritas del grupo y, lo que es más, de cualquier grupo), “OK Computer” es, a la postre, uno de esos discos que se merecen una atenta escucha de principio a fin, disfrutando tranquilamente de un todo sinérgico que, para el abajo firmante, roza (o directamente alcanza) la perfección.
Existe, por cierto, un disco tributo a “OK Computer” en clave reggae. Se titula “Radiodread” y corre por cuenta del grupo de versiones Easy Star All-Stars, quienes ya habían firmado unos años antes “Dub Side of the Moon” y con posterioridad homenajearían también a los Fab Four en “Easy Star's Lonely Hearts Dub Band” (curiosamente, inspirándose en los mismos álbumes con cuya repercusión antes comparaba al tercer trabajo de Yorke, Greenwood y compañía). Pese a lo anecdótico del asunto, el disco es perfectamente disfrutable sin asomo de rubor.
Tras “OK Computer”, conseguido el reconocimiento de la industria, de la crítica y de buena parte del público; alcanzado el estatus que a partir de entonces los situaría en la liga de las bandas de rock más importantes del panorama internacional, la siguiente decisión discográfica del quinteto sería sin duda escrutada con lupa y medida por el rasero de la más alta exigencia. No sería hasta octubre del año 2000, prácticamente estableciendo el inicio del nuevo siglo musical, que Radiohead volvería a poner, y de qué manera, las cartas sobre la mesa.
Pero de eso, y de todo lo que vino después, hablaré otro día.
8 comentarios:
Buah, qué GRAN entrada.
Este comentario ha sido cojonudo xDDD: "si nunca te has sentido alienado ni has deseado que aquella chica que repetía protagonismo cada noche en tus sueños se fijase en ti por los pasillos del instituto, ¡enhorabuena!, no has tenido adolescencia"
A la espera impaciente de la siguiente parte!
Creo que en este periodo de Radiohead el cambio fundamental es cuando deciden que no quieren ser REM ni U2, abrazan abiertamente la influencia de Jeff Buckley y Thom Yorke descubre que es un gran cantante y no le avergüenza serlo.
Sergi: gracias, tío, me alegro un montón de que te haya gustado. Así da gusto bloggear. La segunda parte aún no sé cuándo la subiré, está a medio cocer y todavía no sé si podré condensar todo lo que queda en una entrada o harán falta dos (no quiero convertirme en “el señor de los ladrillos”, jejeje). En principio me lo voy a tomar con calma y reescuchar tranquilamente los discos para inspirarme...
Fran: tienes razón en la importante influencia de Buckley en el modo de cantar de Thom Yorke. Es difícil concebir la enorme repercusión que “Grace” tuvo en su momento para un buen puñado de artistas emergentes en los 90 y los 2000. Se me ocurren, a bote pronto y además de Yorke: Chris Martin, Matthew Bellamy, Rufus Wainwright o Antony Hegarty. Todos ellos están (más arriba o más abajo) entre mis cantantes favoritos, y lo más curioso es que a mí ese disco, "Grace", no termina de enamorarme. Cada vez que empiezo a escucharlo acabo yéndome directamente al “Hallelujah”...
Con Grace pasa como tantos otros discos. Es una obra para músicos. Y es más importante por su influencia en otros artistas que por su mérito en sí. A mí tampoco me parece tan maravilloso, pero sí que ha extendido una alargada sombra que todavía perdura. Ahora bien, tengo tantas versiones de Hallelujah que tampoco es que me impresione tanto la de Buckley. Por cierto, has escuchado a papá Tim?
¿Nueva sección habemus? Mola(y más imaginando los grupos que ya veo protagonizandola, jejeje....) Con Radiohead, como creo que ya te dije algun día, tengo una deuda pendiente desde hace ni se sabe (no tengo perdón, lo se). Sólo he escuchado dos discos completos "Ok Computer" (un discazo como la copa de un pino) e "In Rainbows" (que me gustó pero menos). Eso sí le he dado bastante vidilla a un doble recopilatorio que me descargué de internet. Algún día de estos a ver si empiezo a escucharlo uno a uno sus discos, de manera cronológica.
Fran: a mí su "Hallelujah" me parece apoteósico, aunque quizás (bueno, no, seguro) no conozca tantas versiones del tema como tú. De Tim me pasaron algo en mp3 hace un tiempo pero lo cierto es que no recuerdo haberle prestado mucha atención. ¿Qué me recomiendas?
Charlie: sí, sí, algo así como una nueva sección. Aunque no quiero embalarme y comenzar a subir entradas sobre grupos alocadamente. Tengo más o menos claro por dónde empezaré, aunque algunos artistas tienen tanta trayectoria a sus espaldas que posiblemente al final cada entrada acabe convirtiéndose en todo un esfuerzo de investigación, documentación y muchas horas de escuchas y reescuchas. Sobre los grupos que están por venir, seguro que muchos ya los adivinas, pero espero sorprenderte con otros... Con todo, ya digo: demando paciencia e indulgencia, que seguro que me dejo mucha información en el tintero y servidor no es, al fin y al cabo, una enciclopedia viviente de la música. Se trata sólo de hablar de músicos que me gustan y de compartir mis canciones favoritas, no de sentar cátedra... Me sabe mal decirte esto, pero probablemente ningún otro disco de Radiohead te satisfaga tanto como "OK Computer". Sabiendo eso, yo no dudaría en hincarle el diente a "The Bends" o a "Hail to the thief" ("Kid A" y "Amnesiac" son más difíciles de entrada...)
De su primera época están bien su disco de debut homónimo y Goodbye and Hello; de la intermedia, yo me decantaría por Starsailor, y de la última etapa, sin duda, Greetings from L.A.
¡Muchas gracias, Fran! Intentaré localizarlos (ay, Taringa, qué haría yo sin ti...)
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