lunes, octubre 11, 2010

Alternativas. Elecciones. Posibilidades

Seguro que en más de una ocasión te habrás preguntado cómo sería tu vida si en un momento dado, en lugar de tomar una decisión A, hubieses elegido la opción B. También es posible que a veces elucubres acerca de la existencia de realidades alternativas derivadas de dicha toma de decisiones. Cada vez que te enfrentas a una elección, dos universos paralelos se crean conforme a A y B, y estos a su vez volverán a bifurcarse de nuevo en base a nuevas decisiones y así sucesivamente, configurando un árbol de ramas casi infinitas, cada una correspondiente a una de tus vidas posibles. Yo pienso constantemente en ello aunque intento no torturarme demasiado, pues asumo que nunca tendré la ocasión de saber cómo son el resto de mis vidas alternativas. Con todo, en el fondo no dejo de pensar que es una pena no poder echar un vistazo de vez en cuando a estas existencias que transcurren en paralelo a la mía como quien lee uno de esos “What if...?” de Marvel Comics o quien utiliza la máquina del mismo nombre que el profesor Farnsworth inventara en el capítulo “Antología del interés” de “Futurama”.


Lo mismo debió pensar el guionista y director de cine belga Jaco Van Dormael cuando concibió su película “Mr. Nobody” (o “Las vidas posibles de Mr. Nobody”, título más obvio y explicativo con que la cinta se estrenó recientemente en España). El film nos presenta a Nemo Nobody, el último mortal en un futuro no-tan-lejano donde la tecnología ha permitido a la humanidad ganarle definitivamente la batalla a la segadora. El fallecimiento de Nemo se prevé auténtico punto y aparte en la historia de nuestra especie, pues será la última persona en morir en un mundo poblado por inmortales. A medida que su hora final se acerca, Nemo recordará su vida o, mejor dicho, sus muchas vidas posibles, sin anteponer la veracidad de unas sobre otras.


Sin entrar en el terreno del spoiler, debo advertir que esta sinopsis no tiene por qué ser necesariamente cierta, pues la película permite especular alegremente sobre cuánto de lo que se nos cuenta es real y cuánto depende del momento de la(s) vida(s) de Nemo Nobody que tomemos como punto de referencia para anclar el resto de acontecimientos. Si ahora no entiendes lo que quiero decir, tal vez sea porque “Mr. Nobody” no es una película fácil de explicar, aunque ello no implica que sea una película particularmente difícil de asimilar. Al menos a un nivel puramente intuitivo: encajar perfectamente todas las piezas de su arquitectura argumental e interpretar correctamente todos los símbolos y alegorías que pueblan su extenso metraje requeriría, casi seguro, unos cuantos visionados más.


“Mr. Nobody” es una película a la que le sientan como un guante dos calificativos: “ambiciosa” y “excesiva”. Y, si tuviéramos que añadir un tercero, éste sería “descompensada”.

Aglutinando referencias (bastante obvias, bordeando el plagio) al “2001” de Stanley Kubrick, “Johnny cogió su fusil” de Dalton Trumbo, las pelis de Darren Aronofsky, “Corre, Lola, corre” de Tom Tykwer, los tebeos de Enki Bilal, la sensibilidad de Michel Gondry y la pedantería del cine de Julio Medem (con “Los amantes del Círculo Polar” a la cabeza), “Mr. Nobody” pretende hacer un repaso tan exhaustivo a la totalidad de lo que significa “vivir” (¡hala, con dos cojones!) que inevitablemente a Van Dormael se le va la propuesta de las manos y termina por convertirse en esclavo de sus infinitas pretensiones. Tanto es así que en los 135 minutos que dura el largometraje caben desde ángeles alados en un cielo repleto de nubes de algodón hasta viajes turísticos al planeta Marte pasando por el trauma del divorcio parental, la hidrofobia, un ejercicio de metalenguaje literario, una breve subtrama mafiosa, la vida compartida con una esposa maníaco-depresiva o el rodaje de un documental divulgativo sobre la teoría de las súper-cuerdas. Entre otras muchas, muchas, muchas cosas.


También, es verdad, hay momentos de un lirismo subyugante, soluciones audiovisuales deliciosas, grandes líneas de diálogo, una emocionante historia romántica y un puñado de personajes de los que resulta imposible no enamorarse. El primero de todos ellos, por supuesto, es el propio Nemo Nobody, interpretado con sobriedad por Jared Leto, ese tío que siempre me ha parecido demasiado guapo para ser buen actor, buen cantante y, ya puestos, hombre. El resto del reparto incluye a la gran actriz Sarah Polly y a la bellísima Diane Kruger, amén de un montón de niños (estupendamente escogidos por los responsables de casting) que encarnan a Nemo y los distintos amores de sus vidas posibles a lo largo de su infancia y adolescencia.


Hay tanto en “Mr. Nobody” que me ha apasionado y desagradado (casi a partes iguales) que me resulta difícil emitir un veredicto rotundo sobre su calidad. Desde luego, creo que ésta es una de las películas más inspiradoras y estimulantes de cuantas he visto en lo que llevamos de 2010, pero ello no implica que sea necesariamente una de las mejores. Ha habido momentos en los que me ha maravillado el derroche de ingenio visual de Van Dormael y otros en los que he maldecido su pedantería, sus ínfulas de trascendencia. He celebrado algunos de sus apuntes argumentales (ese Nemo que fotografía materia orgánica en descomposición buscando el modo de contemplar, rebobinando en stop motion, el milagro de la resurrección) y me he sentido decepcionado por sus muchas trampas de guión y soluciones sacadas de la manga, sobre todo en sus últimos compases. He disfrutado enormemente con la selección musical que configura su banda sonora y he abominado de la caracterización absolutamente chanante (el doblaje no ayuda, desde luego) del Nemo Nobody anciano (hay un momento concreto en el que creí estar viendo al Joaquín Reyes de “Muchachada Nui”). Ni siquiera sé si me ha gustado el final. Creo que sí lo que cuenta, pero no la forma en que lo muestra en pantalla.


Tal vez lo mejor que pueda decirse de esta “Mr. Nobody” es que no va a dejar indiferente a nadie (no, no es un juego de palabras). De aquí a unos años, estoy convencido, será una película de culto al estilo de “Donnie Darko” o “La fuente de la vida”, con tantos defensores como detractores. Y en ese momento de un futuro no-tan-lejano, posiblemente yo todavía siga sin poder decidir si pertenezco a los primeros o a los segundos, paralizado una vez más ante una decisión tan aparentemente sencilla pero tan irremediablemente limitante como un simple “A ó B”.

Maldito multiverso.

8 comentarios:

tenenbaum dijo...

Completísima crítica, como siempre. A mí me recordó en muchos aspectos a "El curioso caso de Benjamin Button", pero me parece que a la película le faltan unas cosas y le sobran otras. No estaría mal, por ejemplo, saber un poco más de Nobody en sus vidas posibles, ya que se centra demasiado (para mí) en sus relaciones sentimentales posibles, más concretamente en una. Pero sí que estoy de acuerdo en que posiblemente será un film de culto de aquí a un tiempo.

Jero Piñeiro dijo...

Más allá de sus muchos parecidos con un montón de pelis (lo de "Los amantes del Círculo Polar" me parece sangrante), yo lo que le achaco es su incapacidad para separar los momentos de auténtica calidad (que los tiene) de la paja: tanto la metafórica (lo sobrante), como la mental, ésa con la que el director parece querernos decir "esta película es muy sesuda y filosófica porque me he propuesto complicar hasta el infinito una idea sencilla y porque cuando me apetece me paso la coherencia por el forro de los cojones". Una cosa es ser profundo y otra pretencioso... y para jugar a ser Lynch o Kubrick, hay que ser tan bueno como Lynch o Kubrick.

Con todo, ya digo que tiene tantas cosas aprovechables que jamás se me ocurriría arrojarla alegremente a las llamas. Es una peli digna de ser vista y debatida largamente.

Anónimo dijo...

A pesar de similitudes, a mi me ha cautivado, quizá ha llegado en un momento en que me pregunto cómo habría sido mi B...

Creo que lo que más he disfrutado ha sido la Banda Sonora, magnífico acople de sonido e imagen!

En A o en B... MU inmutable! ;)

Eva

Jero Piñeiro dijo...

Eva: sí, la banda sonora está estupendamente escogida y vinculada a las imágenes. MU inmutable ;) ¡Te llamo!

Ѕilυiα dijo...

A mi la idea de la película, todo lo que planteaba me gustó en un principio, pero luego la cosa se lía, y es que intentar atar todos los cabos de una película así tiene que ser complicado.. a mi no me gustó mucho.. Besos!

Jero Piñeiro dijo...

Silvia: sí, se lía que da gusto, jejeje. A mí lo que más me falla es la conclusión, muy estética y muy "halaaaaa", pero también tramposilla y "quedabien". Leí en una crítica de la peli en FilmAffinity que cuando se proyectó en un festival de cine (no recuerdo cuál) el propio director la presentó antes diciendo unas palabras. Al final de su discurso dijo algo así como "ahora me voy a quedar aquí con vosotros viendo mi película otra vez, a ver si esta vez entiendo el final". Creo que eso lo resume todo... ¡Besos, hermosa!

Nemo dijo...

Es usted un insensible y no le ha visto la poesía a la película. No se ha dado cuenta de la celebración de la vida y la visión de la muerte como un paso feliz a otro estadío. Me encanta cuando la cinta empieza a ir hacia atrás, como una metáfora de que ahora empieza la vida de verdad. Has ganado la experiencia y ahora puedes disfrutar de lo que sabes en el seguiente paso. Y mi reseña es mejor y está mejor escrita, que lo sepa. Nemos unidos, etc.

P.S. Yo la vi en versión original.

Jero Piñeiro dijo...

Precisamente yo lo mejor que le veo es la poesía, pero me fallan algunos aspectos de "lo objetivable": el ritmo, algunos excesos visuales, la coherencia argumental... También por eso mismo digo que la película es "inspiradora y estimulante", pero no me parece una obra maestra, ni siquiera una cinta imprescindible.

Decía Ayn Rand (sí, estoy tope randiano últimamente) que "hay tres grados posibles de escritura: traducir una abstracción (tema o tesis) vieja (conocida) con los medios de la vieja ficción (es decir, personajes, hechos o situaciones utilizados antes con el mismo propósito), como es el caso de la mayor parte de la basura popular; traducir una vieja abstracción por medios ficticios nuevos y originales, lo que conforma la mayor parte de la buena literatura; o crear una abstracción nueva y original y traducirla por medios nuevos y originales". Pues bien, "Mr. Nobody" entra en una cuarta categoría que Rand no se planteó: es una abstracción nueva y original contada con los medios de la vieja ficción. Medios, además, demasiado reconocibles, bordeando el plagio. ¿En qué la convierte eso? En un fascinante producto fallido.

Pero, qué demonios, tienes razón: tu reseña mola más :)