No hablo con total conocimiento de causa cuando abordo la figura de George Orwell (pseudónimo del escritor inglés Eric Arthur Blair) porque no he leído toda su obra (escueta en cuanto a novelas, muy amplia en el terreno periodístico), pero siempre me he sentido fascinado por su figura.
Por un lado, porque fue un defensor a ultranza de la libertad de expresión. Él mismo cita a Voltaire en su prólogo para “Rebelión en la granja” cuando le refiere esta paráfrasis: “Detesto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”; sentencia que luego rubrica con la igualmente rotunda “Si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír”. Orwell escribió sus novelas con convicción y nunca se doblegó ante lo políticamente correcto (cuando se editó por primera vez “Rebelión en la granja”, Inglaterra era aliada de Rusia contra los alemanes, y el libro era mordazmente crítico con el régimen stalinista), y eso merece una alabanza.
Por otro lado, también despierta mis simpatías por su vinculación con la Guerra Civil española, en la que luchó del lado de la República y que le inspiró a la hora de escribir “Homenaje a Cataluña”. Que un inglés se aliste en un país extranjero (el nuestro en este caso) para luchar por sus ideales es a todas luces loable.
La tercera razón de mi admiración hacia Orwell, más allá de su ideología y de su faceta humana, es que me parece uno de los mejores escritores que jamás he tenido la suerte de leer.
“1984” es posiblemente su obra maestra y, posiblemente también, mi novela favorita. Esta afirmación tiene tela, claro, porque no puede decirse que haya leído tanto como para tener un criterio literario perfectamente formado y porque, además, llegados a un punto de excelencia tal, resulta difícil decidirse entre varias obras que me han marcado a fuego a lo largo de los años (ahí están “El amor en los tiempos del cólera”, “La historia interminable”, “El conde de Montecristo”, “El principito” o “Rayuela”, y con estas y la de Orwell ya tendría una novela favorita para cada día de la semana y aún me quedaría el domingo para leerme tranquilamente un cuentecito de Borges o Asimov). Pero si esto fuera una de esas entrevistas en las que te preguntan una peli, un disco y un libro, seguro que el libro sería “1984”. Seguro.
Las andanzas de Winston Smith en un futuro totalitario en constante estado de guerra han inspirado durante los últimos 60 años a prácticamente todo hijo de vecino. Sin Orwell y “1984”, hoy en día no tendríamos películas como “Brazil” (Terry Gilliam), “The Matrix” (Hnos. Wachowsky) o “Equilibrium” (Kurt Wimmer) y comics como “V de Vendetta” (Moore/Lloyd), “Los Invisibles” (Grant Morrison) o “Superman: Red Son” (Millar/Johnson/Pluckett), y cito sólo ejemplos que tengo frescos, porque sé que la lista de referencias a esta novela y su mitología es extensísima (y no, no me olvido del reality show más chusco de la historia de la televisión, ni de aquel magnífico spot de Apple que Ridley Scott filmó en el año de marras).
Pero “1984” no es valioso únicamente por ser una puta maravilla de libro y por haber servido de inspiración a muchos que vinieron después. El gran valor añadido de esta novela es su carácter funestamente precognitivo. Mientras sus coetáneos se retorcían de espanto con sus jeremiadas atómicas, Orwell, cual Nostradamus del siglo XX, previó la llegada de una era en la que los gobiernos someterían a los ciudadanos a una pérdida total de las libertades en aras de una seguridad dudosamente necesaria. Michael Moore establece en su no-documental (no sé cómo catalogarlo) “Fahrenheit 9/11” una acertada comparación entre el sistema propagandístico del Gran Hermano orwelliano y su intromisión en la intimidad ciudadana y la situación que en EE.UU. se vivía con posterioridad al 11 de septiembre de 2001. Tampoco estuvieron tan lejos de las predicciones de Orwell las medidas de vigilancia establecidas durante el mandato de Margaret Thatcher en la Pérfida Albión a finales de los 80 (respecto a esto son muy interesantes las reflexiones de Alan Moore, que también se adelantó a la Dama de Hierro en “V de Vendetta”). Y qué decir de China o, sobre todo, Corea del Norte, donde la situación se antoja tan terrible como la que Orwell plasmó en su obra, y donde decir Kim Jong-Il no es más que poner nombre y rostro a un no-tan-fictio Gran Hermano.
“1984” se adelantó a su tiempo, cambió la forma de entender el futuro de las sociedades humanas (junto a otras obras capitales como “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury o “Un mundo feliz” de Aldous Huxley) y se convirtió por méritos propios en una inmensa novela de política-ficción y terror, con uno de los finales más inolvidables que servidor recuerda haber leído (¡qué última, perfecta, frase!).
La gran desgracia del futuro que Orwell escribió es que cada día está más presente en nuestras vidas, pero se ha vuelto tan cómodo y apacible que apenas sentimos la necesidad de rebelarnos contra él.
No pasa nada. Nos quedan cosas buenas como el sexo o el helado de vainilla, y el saber que podríamos haber nacido en Corea del Norte (y si estás leyendo esto, está claro que no vives allí).
Larga vida al Gran Hermano. Pero siempre encerrado en las cubiertas de un libro.
3 comentarios:
Magnífica entrada... a mi también me parece que 1984 es un libro fantástico y muy inspirador, pero como primero me leí Farenheit 451, la revelación de un mundo futuro claustrofóbico y alienante me llegó de una manera menos política y mas lírica... Bradbury y su forma de ver las cosas con esa poesía y elegancia se me quedó grabada... años después leí a Orwell, pero supongo que su huella no me llegó tan profundamente.
Hubo un tiempo en que George Lucas era un director prometedor y sorprendente (lo opuesto a lo que es ahora, un director plomo que convierte en plomo todo lo que toca) y decidió revelar al mundo su talento con un corto llamado THX 1132... si eso no es una copia desvergonzada de 1984 no se que es...
Un saludo...
Gracias por el elogio, Marguis!
Yo también leí "Fahrenheit 451" antes que "1984". El libro de Bradbury me parece maravilloso, pero la enorme complejidad del sistema político que propone (o ataca en este caso) Orwell me parece sencillamente perfecto. Aunque no sé hasta qué punto es lícito comparar ambas obras. Más allá de la temática (distopia totalitaria), cada uno hace hincapié en un aspecto distinto: Bradbury se deja llevar por el lirismo (el final de "Fahrenheit 451" no podría ser más poético... ni hermoso) mientras que Orwell es 100% descriptivo (estilo periodístico, of course) y se centra en la maquinaria del estado. De todos modos, independientemente de las preferencias de cada uno, ambas me parecen dos obras imprescindibles en la narrativa del siglo XX.
Desconocía la existencia de un corto de "THX" previo a la peli. A ver si lo encuentro por ahí, aunque sólo sea por la curiosidad de ver los pinitos del barbudo más amado/odiado del mundo cinéfilo...
Una de las cosas más curiosas que me parece que tiene "1984" es que en el libro se describen 3 superpotencias, con regímenes supuestamente diferentes, que están en guerra contínua entre sí, cambiándose de bando en función de las circunstancias. Una sátira del capitalismo inglés, el comunismo soviético y el fascismo alemán.
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