Estoy, por fin, poniéndome un poco las pilas y prestándole más atención al cine, que lo tenía descuidado desde hacía un tiempo (vale, igual no lo parece por las entradas del blog, pero comparado con la cantidad de cine que solía ver antes, últimamente estoy muy dejado…).
Esta semana ha dejado una decepción, una curiosidad (lógica) y una sorpresa muy agradable.
La decepción
“Cartas desde Iwo Jima”, de Clint Eastwood, lo tenía todo para ser una gran película. Tenía un planteamiento interesante (¿y si contamos la II Guerra Mundial desde el otro bando, del que siempre echamos pestes?), tenía un reparto ajustado (bien Watanabe, bien los demás, desconocidos), tenía una banda sonora efectiva (minimalista, algo repetitiva, pero efectiva) y tenía a Dios detrás de las cámaras (es decir, a Clint Eastwood, pero como yo le rezo a él, pues viene a ser lo mismo). Pero hasta Dios mete la pata a veces (no hay más que fijarse en el ornitorrinco, que me cago en…), y en este caso se olvidó de lo más importante: “Cartas desde Iwo Jima” no cuenta nada. Al menos, no en el sentido estrictamente narrativo que moi, personalmente, desea encontrar cuando va al cine. “Cartas desde Iwo Jima” plantea una situación (japoneses muriendo a manos de americanos), pero no puede resumirse en una línea argumental. No va a ningún lado. Y así, tras dos horas y media de ver cómo los nipones pierden una isla (que uno ya sabe de antemano que van a perder), la única sensación reconocible es el estupor.
La curiosidad
“Inland Empire”, de David Lynch, es lo que es: una película de David Lynch. Dicho eso, hay ciertas cosas que uno debe asumir de antemano: “Inland Empire” es una película que no puede ser comprendida, explicada, ni mucho menos recomendada. Su argumento, de tenerlo, se escapa por completo al espectador, que no puede más que intentar (infructuosamente, claro) no perderse absolutamente en este viaje delirante hacia el infierno personal de una mujer (o dos, o tres, o más, no me ha quedado claro) que busca algo (que no tengo muy claro tampoco qué es) en un continuo ir y venir de planos espacio-temporales que no podría explicar aunque quisiera.
Audiovisualmente, la película es un puntazo. Como experimento psicotrópico, experiencia fantasmagórica y ejercicio de creación de ambientes, es un derroche de genialidad.
Como cine, es un coñazo.
La sorpresa
Comentaba con Guille (unas entradas más abajo, el que está con su fan) el otro día que hay películas buenas, y luego hay películas de actor. Esas que son correctas en casi todo, pero que tienen un personaje protagonista (o antagonista) que permite que el actor/actriz lo dé todo. Me salen, así a bote pronto: “Training day”, “Yo soy Sam”, “Monster”, “Ray”…
Yo creía que “El último rey de Escocia” iba a ser de este último grupo. Forest Whitaker se había llevado el único Oscar al que la película estaba nominada, y en las críticas sobre el film, su nombre era lo único que se podía sacar en claro.
Lo cual es una pena, porque sí, claro, Whitaker lo borda. Se sale. Brilla con luz propia. Posiblemente, la mejor actuación del año. Pero James McAvoy está genial también. Hasta Gillian Anderson está genial.
La película engancha desde el minuto uno, avanza como un cañón, con un ritmo trepidante, sin estridencias, pero a paso firme, sin perderse en pequeñeces pero sin descuidar el detalle. Creciendo a cada minuto, como una bola de nieve que rueda pendiente abajo. El espectador sabe que cuando llegue, la hostia va a ser gorda. Se prepara para el impacto y, aún así, joder, menuda hostia.
Los últimos veinte minutos de “El último rey de Escocia” son un trago difícil pero satisfactorio. Una compensación salvaje de la aparente docilidad con que la película parecía estar tratando al malvado Amin Dada. Un jarro de agua fría en la conciencia del espectador. Un golpe en el estómago, un nudo en la garganta. Un final cojonudo para una película excelente.
2 comentarios:
Grande donde los haya, Forest lo hace de pingas. El ritmo es trepidante (salvo la parte casi final del segundo acto), previa huída q me hizo desconectar (opinión personal vamos) y un final... q final, q imagenes, q situación, q mal estar...
Puntuación: 7 (me quede con ganas de más en el final)
Noelia
¿Dónde limitas tú el segundo acto? Es que últimamente estás de un técnica que cualquiera te sigue el ritmo, pequeña... Jajaja.
¿Te quedaste con ganas de más metraje o de más caña en el final? Porque para mí, los últimos 15-20 minutos están tan pletóricos de tensión y violencia (explícita e implícita) que no sé cómo habría digerido que fuesen más allá todavía...
Y qué buen actor me ha parecido James McAvoy. Tiene un magnetismo increíble, ¿que no?
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