sábado, agosto 10, 2013

Donde sobra corazón

No me siento especialmente cómodo haciendo reseñas teatrales en el blog. Básicamente porque no tengo ni idea de cómo analizar con rigor (o método, si se prefiere) una representación sobre las tablas. Más allá del “me ha gustado/no me ha gustado” que todos, en mayor o menor medida, podemos enunciar cuando cae el telón, carezco de una serie de recursos analíticos que sí creo tener (y perdonad la ausencia de modestia) en otros campos como son el cine, los tebeos o, en menor medida, la música.
 

Con todo, no me gustaría dejar pasar la ocasión de dedicarle unas líneas a la versión de “¡Ay, Carmela!” que hasta hace unos días se representaba en el Teatro Reina Victoria de Madrid y que a partir de septiembre saldrá de gira por distintas ciudades de la geografía española. La función, que adapta al género musical la obra original de José Sanchís Sinisterra, y que fuera en su día llevada al cine por Carlos Saura, está interpretada por Inma Cuesta (la novia de “Águila Roja” para muchos, aunque yo la asociaba hasta hora con un espléndido topless en la divertida “Primos” de Daniel Sánchez Arévalo), Javier Gutiérrez (también habitual en el reparto de la serie del espadachín español) y Marta Ribera (a la que no conocía de nada y me ha dejado boquiabierto con su talento interpretativo y su espectacular voz), además de un escueto elenco de secundarios que personifican distintos aspectos socio-políticos (ejército, iglesia, fascismo) del contexto en que se enmarca el argumento de la obra. Éste nos traslada a los días de la Guerra Civil española, y concretamente a las andanzas de Carmela y Paulino, una pareja de cómicos ambulantes que sobrevive, en compañía del deficiente Gustavete, animando a las tropas republicanas con su espectáculo de variedades “a lo fino”.


Ni conozco la obra de teatro original ni he visto la cinta de Saura con la que mi madre siempre defiende el olvidado talento artístico de Andrés Pajares (“es un actor infravalorado”, me dice, “¿no lo viste en “Ay, Carmela!”?”), por lo que esta nueva versión es mi primer acercamiento real a la historia del cabal y cobarde Paulino y de la enérgica e íntegra Carmela, personaje que otorga a la expresión “mujer de bandera” un nuevo significado. Y no lo digo sólo por los obvios encantos de Inma Cuesta, desgarradora en su apropiación de un personaje que anteriormente había sido defendido por Verónica Forqué y Carmen Maura, sino también por la dimensión política que su figura reviste.


Más allá de la calidad de las canciones (entre las que inevitablemente destaca el himno anarquista “El paso del Ebro”) y del hábil modo en que la comedia se entremezcla sin estridencias con la tragedia más descarnada, me ha parecido especialmente inspirada la manera en que la narración se presenta como un juego de metateatralidad (no sé si existe esa palabra) en el que una maestra de ceremonias (Marta Ribera, narradora omnisciente que además encarna distintos roles a lo largo de la obra) nos presenta, al más puro estilo cabaret, las miserias de unos cómicos que representan a su vez un espectáculo teatral. Una obra dentro de una obra dentro de una obra que convierte a los espectadores en una triple identidad: somos el público real de “¡Ay, Carmela!”, pero también los soldados republicanos o nacionales ante los que Paulino y Carmela interpretan su función, y finalmente un tercer colectivo que es mejor no desvelar en esta reseña. Suena complicado, pero el inteligente montaje del director Andrés Lima, que incluye también un sorprendente uso del telón como elemento alegórico, consigue que la maniobra metadramática funcione a la perfección.


Pese a sus muchas virtudes, no es “¡Ay, Carmela!” una obra recomendable para todos los públicos debido a su feroz republicanismo, visceralmente antifranquista y anticlerical, que a poco que uno se descuide podría confundirse con mero sentido común. Pero si tú, lector/a, al igual que un servidor sólo te inclinas ante Emma Frost, la reina alien y Freddie Mercury, quizás encuentres en esta historia de orgullosos derrotados un conmovedor homenaje a los civiles asesinados por sus principios en la guerra del 36 y un motivo más para reivindicar el regreso a unos valores políticos (¿es eso un oxímoron?) más justos y equitativos.


Vamos, que me ha gustado. Y mucho.

2 comentarios:

José María Souza Costa dijo...

Invitación - E
Soy brasileño.
Pasei acá leendo , y visitando su blog.
También tengo un, sólo que mucho más simple.
Estoy invitando a visitarme, y si es posible seguir juntos por ellos y con ellos. Siempre me gustó escribir, exponer y compartir mis ideas con las personas, independientemente de su clase Social, Creed Religiosa, Orientación Sexual, o la Etnicidad.
A mí, lo que es nuestro interés el intercambio de ideas, y, pensamientos.
Estoy ahí en mi Simpleton espacio, esperando.
Y yo ya estoy siguiendo tu blog.
Fortaleza, la Paz, Amistad y felicidad
para ti, un abrazo desde Brasil.
www.josemariacosta.com

Jero Piñeiro dijo...

José María: mira que sois pesados con lo de publicitar vuestros blogs. Podríais al menos opinar sobre alguna de las entradas para que parezca que las habéis leído. En fin: liberté, fraternité et Beyoncé para ti también.