El tercer y
último día del festival comenzó con buena nota en el palco
Heineken, donde grupos supuestamente
menores
ofrecían una alternativa musical a los teóricos grandes nombres del cartel.
Al contrario que en las jornadas anteriores, el 15 de julio P., F. y
el abajo firmante llegamos a primera hora de la tarde al recinto del
Optimus Alive para aprovechar al máximo los conciertos del día, y
aquel palco parecía el lugar perfecto para disfrutar de
algunas propuestas tan interesantes o más que las del escenario
Optimus (del que no me había movido en los dos días precedentes) en
un ambiente cómodo y distendido.
Eli “Paperboy”
Reed
15 de julio,
17:00
El encargado de
abrir fuego fue Eli “Paperboy” Reed, nombre recurrente de la ola
de retro-soul que viene pisando con fuerza en el último par de años.
Lo conocí hace un tiempo con su estupendo disco “Roll with you”,
y desde entonces siempre había tenido curiosidad por saber si su
enérgico repertorio sonaría tan contundente en directo como en las
tomas de estudio.
Lo cierto es que
Reed no decepcionó, y aunque eché en falta esos metales que dan
color a temas como “Explosion” o “Come and get it”, el
vozarrón y la actitud del cantante sobre el escenario son
incuestionables. Fue un concierto corto y directo, en el que el músico se desgañitó (haciéndonos dudar de su auténtico color de piel),
interactuó con el público y dio un repaso a lo más destacado de su
discografía, reservándose para los compases finales una estupenda
interpretación de “Stake your claim”.
Optimusómetro:
Miles Kane
15 de julio,
18:10
El siguiente
artista en subir al escenario Heineken fue el partenaire de Alex Turner en ese
afortunado proyecto paralelo a los Arctic Monkeys llamado The Last Shadow Puppets. Miles Kane, antiguo líder de The Rascals y
recientemente desvirgado en solitario con el álbum “Colour of the trap”, salió a escena con la actitud de una auténtica
superestrella y se metió al público en el bolsillo a fuerza de
carisma, desparpajo y rock'n'roll canónico. Si tuviera que valorar a los
músicos del festival de acuerdo a su actitud sobre las tablas, Kane
se llevaría el primer puesto de calle.
La sinergia con
el público fue en aumento a medida que el breve concierto (apenas 50
minutos) se acercaba a su conclusión, y después de disfrutar en
directo de una de mis canciones preferidas en lo que va de año, Kane
despidió una soberbia actuación haciéndonos corear durante varios
minutos el estribillo de la pegadiza “Come closer”. Tan
contagioso fue el buen rollo transmitido con aquel tema, que al día
siguiente F. y yo aún cantábamos en el coche, durante el camino de
vuelta a Galicia, unos afónicos aaaaaah-uooooooh
a dos voces que daban buena cuenta de nuestra admiración hacia el
jovencísimo rockanrolla
inglés.
Optimusómetro:
The Kooks
15 de julio,
19:35
En vista de una
más que posible masificación del público en el palco Optimus
cuanto más se aproximase la hora anunciada para la aparición de
Radiohead sobre el escenario, al finalizar el concierto de Miles Kane
decidimos merendar algo y ganar posiciones para ver a Thom Yorke y
cía. desde una distancia aceptable. Lo cual conllevaba,
inevitablemente, plantarnos ante el concierto de The Kooks, banda
británica surgida a rebufo del éxito de The Strokes (circunstancia
que su directo no hace más que corroborar).
Confieso que el
grupo comandado por Luke Pritchard me da una pereza espantosa y que
no siento ningún tipo de afinidad por su sonido despersonalizado,
así que cualquier opinión que pueda emitir sobre su comportamiento
sobre las tablas está totalmente contaminada por mis prejuicios.
Dicho esto, creo que el concierto de The Kooks fue lo suficientemente
ligero y conciso para no aburrirme en exceso, e incluso hubo algún tema que consiguió hacerme mover rítmicamente las caderas. Aunque, bien
pensado, tal vez eso sólo fuese una réplica de la energía que aún
recorría mi sistema nervioso después del explosivo recital de Miles
Kane.
Optimusómetro:
Caribou
15 de julio,
20:15
Turno entonces
para el canadiense Daniel Victor Snaith (A.K.A. Caribou), cuyo último
LP de estudio, “Odessa”, ha sido ampliamente celebrado por la crítica y
que, lo reconozco, es el único trabajo suyo que había escuchado
hasta la fecha. Tenía mis dudas sobre la actuación en vivo de
Caribou: podía ser un pelotazo, si potenciaba la parte
electrónico-festiva de sus composiciones, o un auténtico tostón,
si se iba por las ramas de lo experimental. Al final la cosa se quedó
en un punto intermedio, ofreciendo un concierto donde los
momentos de percusión exótica se conjugaron con otros de (moderado)
subidón bailongo.
Snaith, ajeno a
cualquier tipo de glamour festivalero, estaba bien pertrechado por un
pequeño grupo de músicos multiinstrumentistas, todos ellos
ataviados con camisetas de un blanco impoluto y formando un pequeñísimo círculo en
el centro del escenario que desaprovechaba las oportunidades
escénicas del palco principal del Optimus Alive. Posiblemente
Caribou sea una banda más adecuada para las dimensiones y la
atmósfera de una sala que para las de un recinto al aire libre con decenas de miles de espectadores,
pero su idoneidad como últimos teloneros de Radiohead se vio
posteriormente refrendada por el directo del quinteto de Abingdon,
más próximo en intenciones a la música de Caribou de lo que a
priori un servidor hubiera podido imaginar.
Optimusómetro:
Radiohead
15 de julio,
22:30
Y así, después
de casi tres días de conciertos, llegó el momento que un servidor
llevaba esperando desde que el 6 de enero recibiera de manos de
SS.MM. de Oriente su entrada para el Optimus Alive 2012. Ecos de
las celebraciones navideñas en pleno mes de julio. Ya he comentado
(demasiadas veces) que lo mío con Radiohead es una historia que
viene de lejos. La banda formada por Thom Yorke (voz, teclados,
guitarra), Johnny Greenwood (guitarra y percusión), su hermano Colin (bajo), Ed
O'Brien (guitarra, percusión y voz de apoyo) y Phil Selway
(percusión) es hoy por hoy una de mis (más) favoritas del panorama
internacional, y poder verlos en directo por primera vez suponía
quitarme al fin una espina que tenía clavada desde hacía muchos
años. La expectación, no sólo la mía, era mayúscula, y parecía
claro que muchos estábamos allí solamente (o al menos en gran
parte) por ellos, tanto los que acudíamos con abono de 3 días como (con más
lógica aún) los que sólo tenían entrada para el domingo.
Comprenderéis entonces que me extienda algo más en la reseña de su
concierto que en la del resto de bandas protagonistas del festival.
Radiohead salió
a escena ante un público de 50.000 espectadores (guiri arriba, guri
abajo) dispuesto a despellejarse las gargantas coreando las canciones
más memorables de la banda. Que fuese “Bloom” la encargada de
abrir el show supuso toda una declaración de intenciones: los chicos
de Radiohead están muy orgullosos de sus últimos trabajos de
estudio, lo cual se traduce en una cantidad considerable de temas
extraídos de “In rainbows” y “The king of limbs” en su
directo. Sobre todo del último, del cual interpretaron prácticamente
todos sus cortes (sólo se dejaron fuera “Little by little” y
“Codex”). Desgraciadamente, ambos discos (sobre todo el último) se encuentran entre mis
trabajos menos favoritos
de la banda, y su excesiva presencia en el desarrollo del concierto
dio lugar a un setlist bien distinto al que yo habría elegido, si
estuviera en mi mano decidir tales asuntos.
Lo que sí estuvo
claro desde un principio es que técnicamente el grupo funciona a las
mil maravillas sobre el escenario, con Thom Yorke ejerciendo de
excéntrico bailarín y frontman
algo autista (apenas dirigió un par de obrigados
al público), con una voz prodigiosa que maneja escalas y registros
con seguridad y desparpajo. Greenwood demostró por qué está
considerado como uno de los guitarristas más destacados de su
generación, dejándose caer recurrentemente sobre la sección de
percusión de la banda, que contaba además con un segundo baterista
para dar empaque a los rítmicos mantras de sus últimos trabajos.
Fallaron
una vez más las visuales, no tanto por la aportación propia de la banda (dos filas horizontales
de pantallas cuadradas que enfocaban en primerísimo plano y
de forma simultánea o alternativa a cada integrante del grupo) sino
por la reiteración con las dos grandes pantallas que flanqueaban el
palco Optimus y que deberían haberse dedicado a mostrar los
movimientos de los miembros de Radiohead desde un plano algo más
amplio, en lugar de mostrar exactamente las mismas imágenes que las pantallas del fondo, para que (por ejemplo) los movimientos espasmódicos de Thom
Yorke pudiesen ser percibidos por el público situado más allá de
las primeras filas.
Tras "Bloom", la banda tardó otras cuatro
canciones (la estupenda “15 step”, “Morning Mr. Magpie”, la
muy reciente “Staircase” y “Weird fishes/Arpeggi”) en echar la vista un poco más atrás en su discografía
(tampoco demasiado) y rescatar el primer tema extraído de “Hail to
the thief”: “The Gloaming”. A partir de entonces, el concierto
bascularía entre las composiciones de última hornada y los clásicos
del repertorio radiocabezudo
como “Pyramid song” (en la que Johnny Greenwood acarició las
cuerdas de su guitarra eléctrica con un arco de violín, al más
puro estilo Sigur Rós), “I might be wrong” (y su reconocible
riff) y la lírica y subyugante “Exit music (for a film)”, una de
esas canciones que te encogen el corazón con su parsimoniosa
melancolía acústica.
El
reciente single “Lotus flower” (también conocido como “la canción del bailecito”)
era sin duda una de las paradas inevitables del recital, además de
ser mi corte preferido de “The king of limbs”. Sonó de lujo y
fue recibido con entusiasmo desde la platea, moviendo al baile
epiléptico de los presentes (tanto sobre el escenario, con Thom
haciendo de las suyas, como en el foso), y permitiendo además a la
banda dedicar un guiño cómplice a su amigo Caribou al utilizar un
fragmento de su tema “Sun” como introducción.
La
alegría del público fue en aumento cuando, concluida “Lotus
flower”, unos inconfundibles golpes de percusión anunciaron el
comienzo de “Autocrítica” “There there”, la joya de la corona de “Hail to the
thief” y uno de los momentos que más disfruté durante todo el
festival. Poco quedaba ya para que la banda abandonase por primera
vez el escenario para hacer un alto antes del primer bis, y fueron las canciones “Feral” y “Bodysnatchers” las que nos condujeron hasta el final de la primera parte del concierto.
Unos
minutos después, Yorke, Greenwood y cía. regresaron para ofrecernos
otras cuatro canciones que constituyeron el mejor segmento de todo el
show. A la minimalista “Give up the ghost”, que dejó un poco
descolocado a un público que demandaba urgentemente algunos clásicos
guitarreros (a mi derecha había un portugués que no paraba de
gritar “a karma police,
caralho, a karma police!”),
le siguieron tres melocotonazos
como “Reckoner” (quizás el tema más agradecido en directo de
“In rainbows”) y las homéricas
“Lucky” y “Paranoid android”, que cosecharon (merecidamente) las mayores ovaciones de la noche.
Llevábamos
ya 20 canciones, pero aún quedaría tiempo para dos nuevos bises. En
el primero cayeron los dos máximos estandartes de (y únicas
referencias a) el reverenciado álbum “Kid A”: “Everything in its right place” (que además da nombre a una de las secciones de la columna de la derecha en este blog) e “Idioteque”. En el segundo, obvia concesión
al insistente entusiasmo del público, la banda hizo la única
alusión de la jornada a un tristemente olvidado “The Bends” con
“Street spirit (fade out)”, que puso el punto y final a dos horas
de concierto tan fascinantes en lo estrictamente musical como
irregulares en la selección del repertorio a interpretar. Yo
personalmente eché muchísimo en falta himnos como “Creep”,
“High and dry”, “Just”, "No surprises" o esa “Karma Police” que mi vecino
portugués no dejaba de reclamar aún cuando la banda ya había
abandonado el escenario definitivamente, y otras canciones menos conocidas pero
igualmente deseables como “You and whose army”, “2+2=5” o
“Life in a glass house”, cuya inclusión en el espectáculo me
hubiese hecho terriblemente feliz.
No
fue mi concierto soñado de Radiohead, pero sí un muy buen
concierto.
Optimusómetro:
Pese a que aún
quedaba algún grupo interesantísimo por actuar en el palco Heineken
(como Metronomy, anunciado para las 3 de la madrugada), el cansancio
acumulado tras tres días consecutivos de conciertos, bailes, cantos
y noches de camping era ya demasiado acusado, por lo que decidimos
regresar a las tiendas para dormir lo máximo posible (que tampoco
era demasiado) antes de emprender el largo viaje de regreso a Galicia
a la mañana siguiente.
Fue el final de
un festival con altibajos en lo musical, sí, pero inolvidable desde
el punto de vista personal. Gran parte del mérito lo tienen, por
supuesto, personas como Tenenbaum, L., S., M. y sobre todo P. y F. A
todos ellos, mil gracias.
7 comentarios:
Finalmente, veo que coincidimos bastante en la opinión de los conciertos y también en la de Radiohead (ya me lo esperaba). Gracias por todas las menciones y por la compañía en el festival. Siento mucho lo de Tom Jones (al menos parece se que se aplaza).
Tengo que dejarte que en breve comprobaré la calidad del Cabaleiro das Trevas en pantalla grande :P Un abrazo
1) Declaro mi admiración: saber cuáles fueron las dos canciones de su último disco que Radiohead se dejaron fuera del setlist significa que eres capaz de diferenciarlas unas de las otras, pero...
2) me parece ingenuo esperar que a estas alturas toquen Creep. Está claro que se sienten años luz del grupo que grabó aquella canción. Y...
3) el primero que utilizó el arco de un violín para rasgar las cuerdas de su guitarra fue Eddie Phillips de The Creation, notablemente en How Does It Feel to Feel. Y luego le copió la idea Jimmy Page en Led Zeppelin.
Tenenbaum: acabo de leer tu crónica del último día y la verdad es que, salvo detalles muy puntuales, coincidimos en casi todo. Gracias a ti por la parte que te toca, jeje. Lo de Tom Jones es un contratiempo más que una decepción, porque ya se ha anunciado una nueva fecha para el 27 de agosto. Ya me contarás qué te ha parecido la peli de Nolan, por cierto. Y un abrazo para ti también :)
Nemo: no conocía esos antecedentes en el uso del arco de violín con guitarras eléctricas. Yo me muevo entre las referencias más o menos recientes que manejo, ya sabes, así que hay muchas cosas que se escapan a mi conocimiento. De hecho el otro día un amigo que controla de electrónica mucho más que yo me hizo una corrección en la reseña del concierto que dio Justice en el Optimus y tuve que cambiar un par de términos en la entrada. Por otro lado, tal vez tengas razón en cuanto a que soy un ingenuo y a que los Radiohead de "The king of limbs" poco o nada tienen que ver con el grupo que parió "Pablo Honey" a principios de los 90... pero coño, "Creep" es una de sus canciones más recordadas y no hubiera pasado nada porque hiciesen esa mínima mención a sus inicios en un concierto donde cayeron hasta 6 temas de su último LP (de los 8 que contiene). Yo creo que, en última instancia y por mucho que un grupo esté orgulloso de sus últimos logros (logros según para quién, claro), los músicos de rock se deben en cierto modo a su público, y que hay que hacer concesiones de este tipo en los directos. ¿O acaso te imaginas un concierto de los Stones donde no interpreten "Satisfaction" o uno de Oasis donde no toquen "Wonderwall"? Finalmente: hice trampa; busqué en internet el setlist del concierto para refrescarme la memoria y poder citar sin errores todos los temas que tocó la banda en Lisboa. Del "The king of limbs" sólo soy capaz de reconocer al vuelo el single "Lotus Flower", me temo...
Pues yo simplemente digo que me muero de la envidia. Y, hala, para que te rías un poco: la gran atracción de este año en esta ciudad atlántica es Mika. Eso sí, el día 6 empieza Viñetas.
Yo el Viñetas de este año no me lo pierdo por nada del mundo, Sigrid. Tres de los artistas invitados están entre mis dibujantes actuales favoritos: Frank Quitely, Rubén Pellejero y R.M. Guéra. Con un poco de suerte igual hasta consigo acercarme a Coruña el día en que Quitely dé su conferencia...
A Mika no creo que vaya. De cantantes horteras iré bien servido con el concierto (pospuesto) que Tom Jones dará en unos días en Compostela.
Lo de Tom Jones me lo pensé...pero era kitsch hasta para mí....
Pues si vienes a Viñetas seguro que coincidiremos, saluda, hombre ;-).
El cartel es un lujazo, desde luego.
Pues yo estoy convencido (y espero no equivocarme) de que el Tigre de Gales va a dar un concierto más que decente, Sigrid. Además, lo kitsch no quita lo valiente (o algo así...) Aún estás a tiempo de comprar entrada, si al final te acabas animando.
Y si nos encontramos por el Viñetas no dudaré en acercarme a saludar, por improbable que sea que nos reconozcamos. Probablemente ya nos hayamos cruzado por la ciudad herculina más de una vez en los casi dos años que estuve viviendo allí...
Publicar un comentario