martes, mayo 01, 2012

Bastien Vivès, en modo Russ Meyer

Para los que llevamos ya un tiempo siguiendo la trayectoria de Bastien Vivès como autor de comic (auteur, perdón, que el muchacho es galo), comprobar cómo la honda sensibilidad y el subyugante lirismo de obras previas (“El gusto del cloro”, “En mis ojos”) desaparecen para dejar paso a un cruel relato pornográfico en “Los melones de la ira” supone un auténtico shock.


Gestado en el seno (¡ja!) de la editorial independiente Les Requins Marteaux como parte de su colección BD Cul, en la que distintos autores de culto ofrecen su particular visión del sexo en viñetas, “Los melones de la ira” aparece ahora en nuestro país de la mano de Diábolo Ediciones, la editorial que hasta la fecha ha venido publicando la obra de Vivès en solitario en España. Comete Diábolo la imprudencia de ignorar el formato original de la publicación francesa y lanzar a la calle “Los melones de la ira” en similar edición al resto de obras traducidas de Vivès (tamaño comic-book, tapas duras), perdiéndose con el cambio las connotaciones underground, casi de Biblia de Tijuana, del material en su versión primigenia.


“Los melones de la ira” es una pequeña transgresión de los códigos habituales de un hábil guionista y deslumbrante dibujante que no pretende aquí sentar cátedra, sino explorar sin ataduras un género que hasta ahora sólo había rozado tangencialmente. Es cierto que “Amistad estrecha” contenía escenas de una sexualidad explícita, pero éstas respondían a una finalidad dramática que poco tenía que ver con la intención pornográfica del tebeo que nos ocupa. Tras un título que remite directamente a la novela de John Steinbeck “Las uvas de la ira” y una portada que homenajea al lienzo de Andrew Wyeth “El mundo de Christina”, Vivès indaga en la inocencia de una familia del medio rural cuya hija mayor, Magalie, posee unos pechos de tamaño descomunal. Aquejada de terribles dolores de espalda, y pese a la reticencia de un padre que desconfía de la gente de ciudad, la muchacha acabará buscando el consejo de la clase médica para encontrar una solución a su problema. Desconocedora de los protocolos sanitarios y burocráticos, Magalie será insistentemente violada, sin oponer resistencia, por cuanto doctor y político acabe cruzándose en su camino. Y serán unos cuantos.


Vivès repite en “Los melones de la ira” el trazo suelto y milagrosamente sintético con que ya había deslumbrado en “Polina”, logrando un aspecto gráfico sobresaliente para una obra que, sin embargo, deja bastante que desear en términos argumentales. Parece claro que el joven artista galo no pretende hacer de “Los melones de la ira” más que un divertimento momentáneo, una pequeña diablura subida de tono, y quizás por eso resulte algo injusto exigirle al tebeo la misma profundidad dramática y el mismo calado emocional de anteriores propuestas. Pero no es menos cierto que “Los melones de la ira” no pasa de ser una anecdótica fábula, nada sutil y escasamente excitante, sobre lo perverso que puede ser el comportamiento del hombre moderno ante una apetecible joven desvalida. En el fondo, tal vez lo único que Vivès deseaba era una excusa para dar rienda suelta a una de sus filias sexuales más evidentes.

Sólo recomendado, en fin, para completistas del parisino sin problemas de liquidez.

4 comentarios:

Cinemagnific dijo...

Muy interesante. Y dura historia, joder. La vi en la FNAC, a ver si la pillo.

Jero Piñeiro dijo...

Si al final acabas pillándotelo no dudes en comentar por aquí tus impresiones, Cinemagnific. Estoy deseoso de conocer otras opiniones sobre "Los melones de la ira"...

Anónimo dijo...

A mi me ha gustado, debido a la inocencia pueblerina de sus personajes principales, éstos son engañados por otros más listillos y cosmopolitas.

Me gusta el dibujo, me gusta la historia simplona que guarda un mensaje profundo, y sobretodo me gusta el desenlace... si no puede haber justicia... ojo por ojo.

Jero Piñeiro dijo...

Anónimo: a mí, sin embargo, me ha parecido todo bastante tópico: la buena y confiada gente del campo engañada por los maliciosos hombres de ciencia y leyes de la ciudad. Ídem con la conclusión: el ojo por ojo se veía venir desde el principio. No digo que no tenga sentido, sólo que a mí nada de este "Los melones de la ira" me ha sorprendido en absoluto.

Lo siento, pero el mensaje profundo no lo veo por ningún lado.