viernes, febrero 18, 2011

Z is for Zombie

“O vivo o muerto, no hay otra forma.” (Proverbio hindú)

“Los muertos no se levantan.” (Friedrich Von Schiller)

“Nosotros somos los muertos vivientes.” (Rick Grimes)

...

Si los jueves son los nuevos sábados (en lo que a vida nocturna respecta), entonces los zombies son los nuevos vampiros. Están de moda, vaya. Para comprobarlo no tienes más que entrar en una librería y fijarte en cuántos libros contienen la palabra que empieza por z en su título. En ocasiones basta sólo con la misma letra z y en otras incluso no hay ninguna z y sí un “apocalipsis” bien gordo en la portada. Cuenta, si quieres, el número de películas de temática zombie que se han estrenado en los últimos años, más o menos desde la frenética “28 días después” de Danny Boyle (lo sé: no eran zombies, eran infectados). Cuando un sub-género se hace merecedor de su propia parodia jolibudiense (la divertida, a rachas, “Zombieland”) es que efectivamente algo se cuece.


Sin ánimo de dármelas de rebelde, confieso que a mí las modas no me apasionan. De hecho, el hipster que habita en mi interior frecuentemente me previene de todo lo que huela a best-seller y, sobre todo, de todos aquellos productos derivados del éxito de un primero. Paso olímpicamente de la serie negra escandinava, jamás he leído una sola novela de niños con poderes mágicos (Tim Hunter quiere que le devuelvas su lechuza, Harry) y no perdonaría a Federicco Moccia ni aunque me fuera la vida en ello. Dentro de cinco o diez años, cuando el huracán zombie haya pasado de largo, pocos (prácticamente ninguno) de los títulos que ahora abarrotan las librerías y videoclubs serán recordados, ni siquiera por la gente que en su día los disfrutó. Pero yo voy a poner la mano en el fuego por uno y sólo uno: “Los muertos vivientes”.


“Los muertos vivientes” (“The walking dead” en su versión original) es un tebeo estadounidense publicado por Image Comics (editorial que ha ganado mucho en prestigio y calidad desde los tiempos fundacionales de “Spawn”, “WildC.A.T.s” y “Youngblood”), escrito por Robert Kirkman (el mismo que también me sulibeya entrega tras entrega con su incombustible “Invencible”) y dibujado con solvencia en su primer arco argumental por Tony Moore y en los sucesivos por Charlie Adlard. “Los muertos vivientes” también es una de las mejores series regulares (sin atender a denominaciones de origen) que el lector puede echarse a los ojos en la actualidad. Después de 12 tomos publicados en nuestro país por Planeta de Agostini (recopilando 72 números de la cabecera americana), resulta insólito que la colección no haya decaído ni un ápice en interés, dramatismo y desarrollo de personajes. Ha, si acaso, concretado una evolución a la que es difícil ponerle “peros”, eludiendo constantemente cualquier forma de predictibilidad sin traicionar jamás la psicología inherente a cada uno de sus protagonistas.


El argumento es poco o nada original: Rick Grimes, policía de una zona rural de Kentucky, es abatido a tiros por un delincuente a la fuga. Cae en coma y despierta un tiempo después para descubrir que la civilización se ha ido al tacho y que los muertos caminan por las calles y campos de Norteamérica abalanzándose sobre los escasos supervivientes para alimentarse de sus vísceras. Es, como diría Trent Reznor, el día en que el mundo entero se fue al garete. Tras sobreponerse al shock inicial, Rick comenzará la desesperada búsqueda de su esposa Lori y su hijo Carl. Todo muy manido y muy George A. Romero. No obstante, en cuanto el tono de la narración se estabiliza un poco (no así el status quo de los personajes, que en cada arco argumental avanza un paso más hacia el abismo), uno advierte que “Los muertos vivientes” no es, como pudiera parecer en un principio, una historia sobre zombies. De hecho, los zombies son sólo el contexto para desarrollar una desgarradora tragedia que pone el foco en los seres humanos.


Y lo que en un principio parecía una amalgama entre la mentada “28 dias después” y cualquiera de las muchas entregas de la saga romeriana (si tengo que elegir sólo una me quedo con “La noche de los muertos vivientes”, dirigida en 1990 por Tom Savini) deriva en una escalofriante novela río con poso alla Cormac McCarthy que no parece tener visos de concluir en breve. Lo cual es una buena noticia, porque el gran valor añadido por “Los muertos vivientes” a las obras del sub-género que la precedieron (y que casi siempre adolecían de una conclusión simplista que restaba impacto al conjunto) es precisamente su longevidad ad aeternum. El tebeo de Kirkman, Moore y Adlard es, de por sí, el amanecer, el día, el atardecer y la noche de los muertos vivientes. Aquí no hay finales apresurados para escurrir el bulto, sino que a cada nueva situación le sigue otra derivada de la anterior y así sucesivamente, logrando que el lector empatice profundamente con los personajes, los comprenda en sus cada vez más censurables e incivilizadas conductas y sufra lo indecible por los numerosos reveses que les depara un destino que se vuelve día a día más oscuro y, sin embargo, inevitable: “nosotros somos los muertos vivientes”, dice Rick en una de las frases más redondas de la serie. O, como lo expresaría el protagonista de “El club de la lucha”: “si el tiempo vivido es largo, el índice de supervivencia tiende a cero”. ¿Moraleja? No te encariñes demasiado con ninguno de los protagonistas: podría estar muerto al pasar la página.


Precisamente la inexistencia de un final a la vista era lo que convertía a estos “Muertos vivientes” en un material de difícil traslación a la gran pantalla y en una oportunidad de oro para la pequeña. Fue todo un alivio, en lo que a mí respecta, descubrir que era Frank Darabont (artífice de una de las mejores películas de terror del último lustro, la infravalorada “La niebla”, con muchos puntos en común con la obra de Kirkman) quien se había interesado por el tebeo para adaptarlo en forma de serie televisiva bajo el paraguas de la emergente cadena AMC (a la cual debemos, entre otras, la celebrada “Mad men”).


Tras meses de rumores, confirmaciones de casting (recibidas con más o menos dudas por parte de los walkies; sí, me acabo de inventar un término análogo a trekkies y losties, difundidlo ahora por la red si sois tan amables) y especulaciones sobre los derroteros argumentales que seguiría la producción, el 31 de octubre de 2010 se emitió el episodio piloto, “Days gone bye” (el mismo título que el primer recopilatorio del comic), que presentaba a los neófitos una serie a tener muy en cuenta en las próximas semanas y regalaba a los conocedores del original una pequeña gran satisfacción al comprobar que todo estaba más o menos en su sitio (añadiendo incluso nuevos elementos que aportaban matices inexistentes en la versión en viñetas) y que, más importante aún, el espíritu del original parecía mantenerse intacto.


Tal vez por eso algunos no hayan sabido perdonarle a “The walking dead” (en España se ha estrenado manteniendo el título original, algo que no debe haber gustado mucho a Planeta de Agostini) que el piloto haya sido precisamente el mejor episodio de esta primera y breve (sólo seis capítulos) temporada. No hay que llevarse las manos a la cabeza: si bien las entregas segunda y tercera bajan considerablemente el listón, el cuarto capítulo recupera las mejores sensaciones de la versión impresa con un final demoledor que tendrá dramáticas consecuencias en el quinto y dejará a los personajes a punto de caramelo para una season finale algo apresurada pero que viene a confirmar que toda esta primera remesa de episodios no ha sido más que el gran prólogo de lo que está por venir. Que puede llegar a ser, con el tiempo, tan bueno como su homólogo tebeístico, con el valor añadido de nuevas subtramas y personajes que mantendrán la atención de quienes ya lleven un tiempo felizmente aterrorizados con la versión de Kirkman, Moore y Adlard.

Así pues, aún manteniéndose cualitativamente a cierta distancia del material de partida, “The walking dead” es una serie no imprescindible pero sí recomendable que tiene muchas papeletas para avanzar en la dirección correcta y establecerse finalmente como otra de esas producciones de la caja no-tan-tonta que uno no puede dejar escapar. Yo apuesto por ello.

5 comentarios:

J.J. González Haro dijo...

A mi esto de la moda como que no... yo ya flipaba con los zombis desde pequeñito, y mi coleccion de peliculas de zombis es anterior a 28 dias despues...

En cuanto al comic de Walking Dead, es de las pocas colecciones largas que llevo ahora mismo, y sigo igual de impaciente con cada numero.

La serie me gusto bastante, y creo que los mejores episodios son el 1,2 y el 4.

Esperemos que la nueva temporada coja mas ritmo.

Un saludo

juselito dijo...

Ya ha llovido desde que vi la película de "el terror llama a su puerta" o la de "muertos y enterrados",las cuales me engancharon al mundillo de los zombies.
El comic de "the walkink dead",junto con el de 100 balas,han sido para mi los mejores que he leido ultimamente.Es impredecible y como bien dices con un argumento muy original.
Su puesta en escena en la gran pantalla no me convence,después de ver los 6 capítulos de la primera temporada.Y por lo que dicen las sucesivas temporadas pierden en presupuesto y en calidad...

Jero Piñeiro dijo...

Kin: está claro que mucha gente ya conocía y sentía aprecio por los zombis desde mucho antes ;) Yo personalmente nunca he sido un gran aficionado al sub-género, por mucho que me gustasen algunas de aquellas pelis. Tampoco ahora me trago todo lo que sale en cines (sí me gustó "Amanecer de los muertos") y en comics (donde piqué con un par de series y ninguna me sedujo ni la décima parte que "Los muertos vivientes"). Cada vez sigo menos series regulares, pero ésta es una compra obligada. No le perdono ni un día en la calle...

Juselito: "100 balas" también me gustó mucho en su día, aunque el final me dejó una sensación agridulce. Espero que con "Los muertos vivientes" no me suceda lo mismo. No sabía lo del menor presupuesto de la segunda temporada, pero me parece apresurado pensar en si va a perder calidad o no. Hasta dentro de unos meses no sabremos cómo sigue, y yo mantengo la esperanza de que, en lugar de desinflarse, la cosa vaya a mejor...

charlie furilo dijo...

Ya conoces mi opinión sobre el cómic y sobre la serie, así que no voy a redundar sobre el tema. Yo también confío en que la serie crezca. Ojalá exista un paralelismo con otra serie de la misma cadena, "Breaking Bad" (serie que te vuelvo a recomendar fervientemente), cuya primera temporada constó de 7 episodios y la segunda y tercera (de 12 o 13 cada una no recuerdo) subió mucho el listón que ya estaba muy alto...).

Por cierto, ya tengo en el horno los 10 primeros capítulos de "Boardwalk Empire", a ver cuando tengo tiempo y me pongo a ello, que le tengo ganas

Jero Piñeiro dijo...

Mi hermano vio hace poquito la primera temporada de "Breaking bad" y le gustó bastante. Yo sigo teniéndola en "la bóveda", jeje, porque quería terminar antes "The flight of the Conchords" (una comedia muy ligera que me está haciendo reír, la verdad) y quizás ver "Treme", que es sólo una temporada. Pero vamos, que caerá tarde o temprano (y cuando le haga la reseña te la dedicaré a ti y a todos los que insistieron con esta serie, jajaja).

"Boardwalk Empire" es la bomba. La terminé hace unos días y ya estoy deseando que salga la siguiente temporada... Confío en que te gustará bastante (y en que la verás en V.O.,¿ no?)