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Al igual que su homónimo de papel, “Kick-Ass” nos cuenta la historia de Dave Lizewski (interpretado sin aspavientos por el desconocido Aaron Johnson), adolescente pajillero aficionado a los tebeos de super-héroes que sueña con emular a sus ídolos de ficción y enfundarse un ridículo traje de colorines para salir a patearle el culo a los malvados. Como él mismo pregunta capciosamente: “¿Por qué tanta gente quiere ser Paris Hilton y nadie quiere ser Spider-man?”
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Como en el comic, lo que en un principio comenzará como una ridícula cruzada individual de Dave (bajo el alias Kick-Ass) para erradicar el crimen de su ciudad, pronto se convertirá en una moda super-heroica que hará que más enmascarados con intenciones supuestamente altruistas salgan del anonimato. Entre ellos, dos serán clave para la vida del protagonista: Big Daddy, una suerte de Batman nerd interpretado por Nic Cage, y Hit-Girl, a la que da vida una divertidísima Chloë Moretz (auténtico gran descubrimiento de la cinta) como una versión tarantiniana (y mambanegresca) de Robin.
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En líneas generales la película sigue fielmente lo dispuesto en el tebeo salvo en aspectos más o menos puntuales como la trama romántica (aquí mucho más soft y facilona que en el original) y la supresión de algunas boutades “marca Millar” que quizás hubieran ofendido a cierto sector bienpensante del público (eso de que una niña de diez años esnife cocaína antes de mutilar a unos cuantos narcotraficantes queda feo, supongo).
No es “Kick-Ass” una gran película. Sin embargo, funciona bastante bien como divertimento sin pretensiones que no se toma en serio a sí mismo, que se sabe terriblemente coyuntural (esa mención al final de “Lost”) y que hace del guiño y el homenaje su mejor arma. Sin aportar absolutamente nada al original en el aspecto puramente conceptual, consigue hacer del cambio de medio un tanto a su favor, sacando el máximo partido posible a la banda sonora (claro que a mí me pones unos spaghettis alla Morricone en cualquier película y ya me ganas), al humor cafre para adolescentes descerebrados y, sobre todo, a unas escenas de acción bien coreografiadas que deberían avergonzar a esos realizadores que cuentan con presupuestos muy superiores y no consiguen que la cosa les luzca ni la décima parte. La gran batalla final es un auténtico despiporre…
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No está mal, en resumen, para un film que no aspira más que a ser un buen crossover entre “La vecina de al lado” (aquella encantadora comedia teen para amantes del onanismo) y el primer volumen de “Kill Bill” (palabras mayores), quedándose en un divertido e intrascendente punto intermedio.
2 comentarios:
Algún día de estos la veré... y cambiaremos impresiones. Pero en fin, me espero ver precisamente lo que dices así que no creo que me defraude.
La verdad es que la película, a tenor del original tebeístico y de los trailers, no se alejó mucho de lo que ya me esperaba (y que o mucho me equivoco o es más o menos la idea que puedas tener tú), así que no me sentí en absoluto decepcionado. Espero que te guste.
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