El pasado miércoles día 5 de mayo pude por fin presenciar uno de los directos que más ganas tenía de ver desde hacía años. Ocurrió en el Teatro Circo Price de Madrid y tuvo como protagonista absoluto al mesías gay (no lo digo yo, es el título de una de sus canciones) Rufus Wainwright, uno de los compositores, cantantes y pianistas de la música pop más destacados de los últimos tiempos. Si no sabéis de lo que hablo, echadle una escucha a su álbum “Want One”, un imprescindible de la década 2k.
Parte de las ganas que le tenía al espectáculo de Rufus provenían de la imposibilidad de verlo un par de años atrás, cuando actuó en la ciudad donde yo vivía por aquel entonces, Santiago de Compostela. Ya sabéis cómo es esto de las espinitas clavadas y del gustazo que da poder quitárselas finalmente (algún día, Radiohead, algún día…)
La primera de las sorpresas de la noche provino de unos carteles bien visibles en el interior del recinto del teatro en los que se especificaba que, por voluntad expresa del artista, la actuación tendría lugar en dos partes (con un intermedio entre ambas), en la primera de las cuales se rogaba no aplaudir hasta su finalización. Nunca me han gustado los divismos, pero se ve que de eso Rufus va bien servido.
Así pues, el músico entró por primera vez en escena ataviado con una extravagante (y larguísima) capa, en un entorno rebosante de silencio (bueno, no tanto, mucho espectador impuntual llegaba tarde, rompiendo el clima de misterio que se supone pretendía generarse), sin mediar palabra con el público y caminando lánguidamente, cual deprimido personaje de Bergman, hacia el negro piano de cola que reposaba en soledad en medio del escenario. Comenzó entonces una críptica proyección cinematográfica protagonizada por ojos en continuo abrirse y cerrarse sobre la pantalla del fondo, al tiempo que Rufus tocaba las primeras notas del repaso total que durante 50 minutos daría a su último disco de estudio, “All Days Are Nights: Songs for Lulu”.
Fue una primera parte de concierto gélida, sin interrupciones de ningún tipo, en la que Wainwright interpretó, por riguroso orden y de principio a fin, todas las canciones del mentado álbum. Un álbum, por cierto, mucho más académico y de por sí frío que el resto de su discografía. Por supuesto, su virtuoso dominio del instrumento y su sobrenatural don para el trabajo vocal (no exagero si digo que la suya es la voz más cálida, tierna y capacitada para el canto que he escuchado nunca en directo) lograron que la contenida ovación final resultase unánime y atronadora.
Pero aquél no era el Rufus que yo había ido a ver. Era un talentoso músico de conservatorio interpretando su canto del cisne personal (o al menos lo que él cree que lo es), dejando al público con obvias ganas de más (pero no de lo mismo, sino de lo otro que sabemos que Wainwright puede ofrecer).
Todo eso cambió después del intermedio. Rufus regresó vestido con ropa de calle, hablador como pocos e irresistiblemente simpático (se quedó a gusto contando chistes y anécdotas de anteriores giras). Con entrañable falsa modestia (el tipo sabe lo bueno que es, no hay duda), arremetió contra los temas de sus discos anteriores, aquellos que realmente queríamos escuchar los allí congregados. Firmó grandes versiones de “The art teacher” o “Cigarettes and chocolate milk” (para mí, la mejor de la noche), pero se dejó tantas imprescindibles en el tintero (precisamente porque había invertido demasiado tiempo en esa primera parte dedicada exclusivamente a su último trabajo) que me resulta inevitable valorar el recital como una ligera decepción. No porque el músico no estuviese acertado en sus interpretaciones (vaya si lo estuvo, de matrícula de honor), sino porque servidor se volvió a casa sin la satisfacción de haber disfrutado en vivo y en directo de “The one you love”, “14th street”, “Hallelujah”, “Release the stars” o “Little sister”.
Un poco tristón, vamos.
6 comentarios:
Want One no es sólo mi disco favorito de Rufus (diría que de toda la familia Wainwright / McGarrigle) sino también uno de mis favoritos de todos los tiempos y desde luego, lo mejor desde OK Computer. Un album al que tal vez, sólo tal vez, le sobre algo de minutaje. Tuve la fortuna de ver un concierto de esa gira y me gustó aún más. La banda que le acompañaba era fantástica, multinstrumentistas, todo el mundo cantando de forma impecable, con Joan Wasser brillando con luz propia. Las versiones en directo, magníficas. Y Rufus saltando del piano a la guitarra acústica. Impresionante. He leído críticas de giras posteriores que parecen haber sido más espectaculares (Rufus crucificado!), pero ese concierto me pareció grandioso. Y ya entonces le gustaba marcarse unas cuantas arias operísticas a solas con su piano.
Desgraciadamente esta vez Rufus se vino solo con su piano. A mí me hubiera flipado poder verlo con una banda acompañándole. Así además le hubiera sacado mucho más partido a su repertorio ("Agnus Dei" interpretada por una pequeña orquesta puede ser una delicia).
No tengo el gusto de conocer demasiado la música del resto de la familia (he escuchado algún disco de Martha y algún tema suelto de Loudon) así que me reservo mi opinión para cuando pueda emitirla con conocimiento de causa.
Lo que ya no sabría decirte es si el "Want One" es el mejor disco publicado desde "OK Computer". Para mí no lo es, pero nos movemos aquí en un terreno resbaladizo. Sí creo que es uno de los 15 ó 20 mejores discos que he escuchado de la década 2000 (lo cual no me parece moco de pavo), pero también es cierto que hay otros que a mí personalmente me han llenado quizás un poco más. Se me ocurren, así a bote pronto, un par de títulos de Muse, el "Neon Bible" de Arcade Fire, el "De-Loused in the Comatorium" de The Mars Volta, el "Illinoise" de Sufjan Stevens, el "La Te Ra Lus" de Tool o incluso el mismo "Hail to the Thief" de Radiohead (que a mí me gusta más que "Kid A", pese a ser algo más convencional). Me parece que todos ellos bien podrían situarse a la altura del disco de Rufus o incluso por encima. Pero claro, hablamos de gustos, no de calidad objetiva. Y en esos términos no se me ocurriría discutirte que el "Want One" es una absoluta maravilla.
¿No tocó "Hallelujah"? I Can´t Believe It!!!!
Ya ves. Yo la esperaba como agua de mayo. Pero aún le tenía más ganas a "14th street", que es mi absoluta favorita de su repertorio... Si vuelve por aquí (en otra gira, en ésta desde luego que no) igual repito a ver si hay más suerte. Porque lo cierto es que, toque lo que toque, el tío lo borda.
De que lo borda, no hay duda, pero si que es cierto que a mi también me gustaría verlo junto a una banda de acompañamiento. En Zaragoza, también tocó sólo con su piano (y de vez en cuando guitarra). Cuando cantó "Hallelujah" los pelitos como escarpias...
Calla, tío, que me das una envidia... jajajaja... ;)
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