De esto último no puedo opinar. Nunca he leído un libro de Harry Potter y dudo mucho que vaya a hacerlo en breve (o nunca, ya puestos). J.K.Rowling es una escritora que no despierta mi interés y no me planteo dedicarle un montón de horas a la lectura de sus obras. Sí me resulta agradable, por el contrario, perderme en su mundo de ensaladas mitológicas y plagios no confesos durante un par de horitas (y lo que añada de descuento el árbitro) al año. Es decir, que no sólo no sé si “Harry Potter y el misterio del príncipe” (no sé por qué han eliminado lo de “mestizo” en la traducción española del título) es una buena o mala adaptación, sino que directamente me importa un bledo.
De lo que sí puedo opinar es de la propia película como lo que es: una película. Y como tal, ni me ha parecido buena (sigo creyendo que la más entretenida, sin ser tampoco nada del otro mundo, es “El cáliz de fuego”) ni tan nefasta como otros sostienen (la situaría un par de escaños, pero sólo un par, por encima de la aburrida, anodina e intrascendente “La orden del fénix”).
Hay en “El príncipe mestizo” (abrevio para no malgastar letras) muchos de los valores más o menos invariables de la saga: dirección más que correcta, buenos efectos especiales, una banda sonora adecuada y unos actores adultos siempre rindiendo al 100%. Persisten también casi todos sus defectos: actores juveniles mediocres, partes importantes del argumento que no quedan claras en la mente del espectador y exceso de metraje.
¿Podía “El príncipe mestizo” haberse quedado en dos horas en lugar de los pesados 153 minutos que dura? Diablos, sí. Si al abandonar la sala uno intenta recordar de qué iba la película, lo más probable es que se quede únicamente con la última media hora y no se acuerde demasiado bien de todo lo acontecido anteriormente. Teniendo en cuenta que los personajes y escenarios ya han sido convenientemente presentados hasta en cinco ocasiones antes de ésta, uno se pregunta si los guionistas no deberían haber ido directamente al grano desde el principio y darle al público una peli mucho más compacta y entretenida.
Tal y como también ocurrió en “La orden del fénix”, esta nueva entrega de Harry Potter es perfectamente prescindible dentro de la trama global de la saga salvo por un par de datos concretos que bien podría haberme contado cualquiera que hubiera leído la novela (y así un servidor se ahorraba los dinerillos, que es bien sabido que últimamente no aparecen debajo de las piedras). No deja de tener su gracia ver a una panda de patéticos adolescentes con las hormonas en ebullición buscando siempre una excusa para darse el lote en los pasillos del instituto, pero lo cierto es que cuando uno paga una entrada de cine para una peli con las palabras “Harry” y “Potter” en el título, lo más seguro es que vaya buscando dragones, trolls, arañas gigantes (¡vivas!) y vistosos combates de magia. Al menos yo es lo que espero de un blockbuster fantástico con un presupuesto desorbitado (Peter Jackson: cómo te echo de menos, joder).
Tampoco tengo muy claro que esta sexta entrega vaya a satisfacer a los más pequeños: es larga, tiene poca acción y no expone claramente sus enigmas y consiguientes resoluciones. Al final uno no queda muy convencido de la explicación que se da al supuesto “misterio del príncipe mestizo” (¿por qué príncipe y por qué mestizo?), ni a la arbitrariedad o ilógica de muchas de las decisiones que los personajes toman a lo largo de la historia... Subsiste la sensación de que todo el andamiaje argumental en que se sustenta la saga es muy lineal y endeble, y que la única forma de hacerlo mínimamente interesante es con esos “momentos Dumbledore” en que el director de Hogwarts (o cualquier otro personaje, no hace falta que sea Dumbledore quien protagonice un momento de estos para que en efecto sea un “momento Dumbledore”) viene a decir algo como: “podría explicarte lo que pasa ahora mismo y nos ahorraríamos dos películas y media, Harry, pero prefiero no hacerlo porque... bueno, porque... ¡qué demonios!, perdería toda la puta gracia, ¿no?”.
Y lo que yo me pregunto es si no será, simplemente, que la historia de Harry Potter tenía gracia suficiente como para rodar sólo dos o tres películas, pero seis (¡u ocho, madre mía!) es algo para lo que ninguna narración cinematográfica está preparada.
Y si no, cojones, hagan una serie de TV y quédense a gusto.
4 comentarios:
Antes de nada Felices 26!
Sobre la película, pues no tengo nada más que añadir (te lo dije);)
Disfruta de tu estancia en Madrid.
¡Gracias! Lo de Madrid no fue por placer sino por negocios. No tuve tiempo para absolutamente nada que no fuera patear calles y hablar con arrendadores. La próxima vez me lo tomaré con más calma... ¡Besos!
yo me pregunto... cual es el misterio del principe????. En la peli mo hay ningun misterio.
Para bajar de internet, vamos...
Viti: ni misterio, ni príncipe, ni nada. Como no remonte el vuelo en la siguiente...
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