sábado, marzo 01, 2008

Viñetas de calidad

Hace mucho que no escribo sobre tebeos. Sé que no es el tema predilecto de muchos de los que me leen. Por otro lado, resulta peliagudo ser crítico con la obra de otros dibujantes y guionistas cuando uno mismo está intentando dar sus primeros pasos en el medio y, al mismo tiempo, se sabe demasiado limitado como para dejarse llevar por la soberbia de juzgar el trabajo de los demás.

Sin embargo, hay ocasiones en que uno se siente en la necesidad de recomendar sus recientes lecturas viñetísticas sin importarle su propia condición de autor amateur, porque sencillamente sería una pena no poder divulgar la existencia de ciertas obras cuya calidad está fuera de toda duda a aquellos que, por la razón que sea, no han tenido a su alcance el conocerlas.

Últimamente no puedo quejarme en cuanto a comics. No sólo porque en los últimos meses se hayan publicado algunos francamente buenos, sino porque también he leído otros, igualmente brillantes, que se me habían escapado en el momento de su primera edición.

Hoy quiero hablar de tres títulos de la editorial vasca Astiberri, una de las mejores (sino la mejor) de nuestro país en cuanto a selección de títulos y calidad de la edición de los mismos.

Dentro del primer grupo, el de los recientemente publicados, está el magistral “Arrugas” de Paco Roca, un tebeo de una sensibilidad apabullante que narra la historia de un jubilado enfermo de alzheimer que es internado por su hijo en un asilo de ancianos. Pese a lo deprimente (y quizás previsible) del planteamiento, Roca sale airoso del entuerto haciendo gala de un sentido del humor elegante y respetuoso que consigue enternecer al lector de un modo más sutil que si hubiera apostado todos sus efectivos al caballo del drama encarnizado. “Arrugas” no busca que el lector pase un mal trago, más bien todo lo contrario. La vida cotidiana del protagonista y sus compañeros de la residencia de ancianos transcurre a medio camino entre las escenas que evocan sin acritud la nostalgia de la juventud y los gags de la más pura comicidad, guiándonos hacia un final que no por esperado pierde su enorme impacto, y rematando la faena con una nota alegre, quizás dando a entender que en la vejez, como en cualquier otro momento de la vida, el sentido del humor y las ganas de vivir son nuestro mejor aliado.

Y si en lo contado Roca demuestra una gran inteligencia, el modo de contarlo no le va a la zaga. Su estilo de dibujo limpio y expresivo casa como un guante con los objetivos de la trama, y su narrativa, aparentemente sencilla, esconde un buen puñado de golpes maestros que plasman con gran acierto visual la pérdida del sentido de la realidad que supone la terrible enfermedad que aqueja al personaje central de la obra.

Sin lugar a dudas, “Arrugas” es una obra que merece la pena leer, y uno de los comics imprescindibles del pasado 2007.


Como decía antes, últimamente no sólo he tenido la suerte de leer jugosas novedades, sino que también he disfrutado de otros tebeos que se me habían escapado en un primer momento y cuya calidad por fin he podido comprobar.

Tal es el caso de “Persépolis” de Marjane Satrapi, que había sido previamente publicado por la citada Astiberri en cuatro volúmenes que servidor rehusó comprar debido a su precio (bastante elevado para las características de la publicación) y a su poco atractivo dibujo, de corte naif y simplista. No obstante, las críticas eran tan positivas y la adaptación al cine tan celebrada (entre otras cosas, recientemente ha estado nominada al Oscar a la mejor película de animación), que en las últimas fiestas navideñas decidí pedirme la nueva edición, en un solo tomo encuadernado en cartoné y con un precio muy inferior a esos cuatro libros originales. Supongo que al saber de esta reedición, los que ya tuvieran la anterior habrán sentido un impulso irrefrenable de hacerse el hara-kiri.


“Persépolis” narra la historia autobiográfica de Marjane desde sus primeros recuerdos de infancia en Irán, su país natal, hasta su regreso a casa, ya convertida en mujer, después de vivir en Europa y conocer una sociedad que poco tiene que ver con la de su lugar de origen. En vez de plantearnos un “slice of life” egocéntrico al uso, Satrapi se vale de sus propias experiencias para realizar una descripción realista de su país y sus gentes, más allá del patriotismo (la autora es severa al juzgar los problemas de la sociedad iraní) y de la panfletaria propaganda de los países enemigos. Así, “Persépolis” supone una mirada fiel a una cultura que resulta desconocida para la mayoría del mundo occidental. Si además le sumamos un estilo de dibujo que, por muy limitado que pueda antojársenos, se manifiesta enormemente efectivo para el resultado de la narración (suavizando las partes más escabrosas y evitando así un tremendismo innecesario), y el sentido de humor que una historia de estos trazos precisa para no sobrepasar al lector, nos daremos cuenta de que estamos no sólo ante un magnífico tebeo, sino también ante una excelente obra de divulgación.

Similar al caso de “Persépolis” es el de “Malas ventas”.

Años atrás, este voluminoso trabajo del norteamericano Alex Robinson también había sido publicado en cuatro tomos por Astiberri. El año pasado, la editorial vasca decidió lanzar al mercado, del mismo modo en que hizo con la obra de Satrapi, una nueva edición integral y en tapas duras del tebeo en cuestión, generando una ocasión excelente para que aquellos que la habían dejado pasar en un primer momento pudieran hacerse con ella en las mejores condiciones (como es mi caso).


“Malas ventas” narra la historia de Jane, Sherman, Irving, Ed, Dorothy, Stephen y Hildy (además de otros muchos secundarios); siete personas cuyas vidas se entrecruzan en el Nueva York de los años 90. Aunque existen dos líneas narrativas principales (por un lado la relación entre Sherman y Dorothy; por el otro, la batalla legal de Ed e Irving contra la editorial de comics Zoom), el guión supone un intensivo repaso al terreno de las relaciones personales, sazonado con muchas otras particularidades que conforman la personalidad de cada ser humano: la amistad, el amor, el sexo, los celos, la envidia, los compañeros de trabajo, el adulterio, el compromiso, la familia, la vejez, las mascotas, la relación autor/público, los compañeros de piso, la comunidad de vecinos, las convenciones de frikis (con proyección de “La conquista del Planeta de los Simios” incluída), las drogas, la indigencia, la música, la literatura, la historiografía, el cine, la televisión y los secretos inconfesables que acabas soltando cuando llevas unas cervezas de más. Y todo hilvanado con frescura y sin estridencias gracias a unos diálogos creíbles y tremendamente naturales, que definen personajes complejos y llenos de claroscuros; todos ellos repletos de defectos y virtudes, ni buenos ni malos de forma absoluta. Simplemente muy humanos.

Aunque en un principio el trazo de Robinson pueda parecer titubeante, con el transcurrir de las páginas (y “Malas ventas” es un comic de más de 600) el autor consigue deshacerse de cualquier vacilación inicial empleando la mejor arma de un buen dibujante: la puesta en página. Si bien el dibujo no abandona cierto feísmo caricaturesco propio de los postulados gráficos del comic “indie”, sus composiciones de página y soluciones narrativas mejoran a cada momento, consiguiendo una lectura fluida y gratificante que nunca antepone el recurso visual a la legibilidad de la historia.

“Malas ventas” es, por tanto, un ejemplo perfecto de narración gráfica inteligente y sin complejos, repleta de agudas reflexiones sobre la naturaleza humana y aliñada con algunos de los diálogos más mordaces y divertidos que he leído en un tebeo. Y resulta, al igual que “Arrugas” y “Persépolis”, una puerta de entrada magnífica para todos aquellos que nunca hayan leído un comic y sientan la curiosidad de descubrir un medio artístico tan pleno y estimulante.

Un detalle metalingüístico

Como mencioné antes, uno de los pilares argumentales de “Malas ventas” es el litigio entre Ed Velásquez e Irvin Flavor contra Zoom Comics por los derechos de autor del personaje Nightstalker. Este argumento está claramente inspirado en la historia real de algunos dibujantes y guionistas de super-héroes anteriores a la II Guerra Mundial que vieron cómo las editoriales se quedaban con los derechos de explotación comercial de sus personajes sin recompensarles su enorme aportación en modo alguno. El caso más sonado es, sin duda, el de Jerry Siegel y Joe Shuster, creadores del icono mundial Superman, y que llegaron incluso a vivir en la indigencia pese a ser los padres de uno de los personajes de comic que más beneficios ha reportado a la editorial DC Comics en sus más de 75 años de existencia.

4 comentarios:

entre líneas dijo...

pues a mi la sencillez de los dibujos de persépolis es lo que más me gusta, creo que es lo que le hace diferente,y ese aire naïf lo considero un guiño a esa inocencia que de un modo u otro se va esfumando a lo largo de la historia.

entre líneas dijo...

pero yo de comics no entiendo nada, a ver si me recomiendas un par de lecturas asequibles para mi

Anónimo dijo...

http://www.bouletcorp.com/blog/

Para que practiques francés y te rías un poco !

Biz

Jero Piñeiro dijo...

Tentadora: pida y se le dará. Para recomendar/prestar comics soy de lo más servil, jejeje.

Emma: me gusta mucho la página. Hay muchos giros lingüísticos que no pillo, pero no está mal para quitarme la herrumbre de encima. Por cierto, que estoy yendo a una academia de francés en Santiago y me lo paso bastante bien. Hay buen ambiente y la profesora es muy francesa y muy guay. Biz!