lunes, febrero 11, 2008

Monstruo 1 - Estatua de la Libertad 0


Lo realmente monstruoso del asunto es que se haya decidido denominar “Monstruoso” a una película cuyo título original es “Cloverfield”. Pero como ya son de sobra conocidas las costumbres de las distribuidoras (en estos casos siempre vuelve a mi memoria la orgiástica traducción de “Ice princess” por “Soñando, soñando, triunfé patinando”), dejémonos de gaitas y vayamos al grano cinematográfico.

Tras ver “Monstruoso” es inevitable establecer, desde un primer momento, una comparativa entre ésta y la reciente “Rec” de Jaume Balagueró y Paco Plaza, puesto que ambas se suben al tren de los “documentos supuestamente reales de sucesos propios del género de terror/fantástico”, juego que inauguró sabiamente “El proyecto de la bruja de Blair” (o quizás simplemente lo resucitó, pues ya estaba ahí aunque de otra manera en la mítica “Holocausto caníbal”). Este tipo de películas va camino de convertirse en un sub-género propio dentro del fantástico, me temo. Y digo me temo porque con sólo estas tres muestras (“El proyecto de la bruja de Blair”, “Rec” y “Monstruoso”) ya se han instituido unos códigos propios que se repiten y que limitan sus posibilidades enormemente, sobre todo a nivel argumental. A saber:

1) Según parece, sólo hay una manera de acabar estas películas (sí, ésa que estáis pensando).

2) Siempre ha de haber un punto de la narración en que los hechos deberían superar a quien sostiene la cámara, momento en que éste debería soltarla y darse el piro cagando leches, pero el video-aficionado (o cámara de televisión en el caso de “Rec”) decide seguir grabando dios sabe por qué razón.

3) Siempre se roza el ridículo cuando se fuerza el dramatismo (y la credibilidad de los actores) en situaciones que nadie jamás se permitiría vivir delante de una cámara.

De las tres películas, la que sale mejor parada, en conjunto, es “Rec”, pues suaviza estos “nuevos tópicos” y resulta la más creíble de todas. Con todo, poco se le puede reprochar a “El proyecto de la bruja de Blair”, que sacó tanto de un presupuesto mínimo, cuatro árboles, una tienda de campaña y una mesa de edición de sonido…

Por su parte, el punto fuerte de “Monstruoso” son los efectos especiales. Que sí, ya lo sé, así viene siendo desde el principio de los tiempos en el cine americano. Pero en el caso que nos ocupa no es tanto por el realismo de éstos (nada nuevo bajo el sol, pues el pabellón está muy alto) sino por lo bien integrados que están en la grabación de video-aficionado. Las apariciones de las criaturas son siempre espeluznantes y no cantan en absoluto con el verismo que impregna la película, y eso consigue una sensación real de amenaza a gran escala que, sencillamente, queda de puta madre.

Podría decirse que visualmente da todo lo que su limitado argumento le permite. Y ese es el problema más importante: un guión que ya te sabes como el padrenuestro, porque está claro que desde el principio los responsables decidieron que la historia era lo de menos.

Para los despistados, la trama es la siguiente: los amigos de Robert le montan una fiesta de despedida en su apartamento de Manhattan porque el chaval se va a trabajar a Japón, y mientras uno de sus amigos lo graba todo con una videocámara, “algo” ataca la ciudad, generando una ola de destrucción a su paso y provocando el pánico entre la población. A partir de ahí, todo será un continuo correr de un lado para otro intentando sobrevivir.

Uno de los handicaps del film, supongo, es el hecho de aludir tan directamente al sentimiento de terror post 11-S: ¿Un monstruo gigante cargándose Nueva York sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo? Cambia “monstruo gigante” por “terroristas” y ya tienes la pesadilla americana del siglo XXI. Para los yankis debe ser realmente espectacular ver la ciudad arrasada de esa manera en una grabación casera (no olvidemos que en lo que a los medios de comunicación respecta, otro de los elementos clave del atentado contra el World Trade Center fueron las imágenes tomadas por videoaficionados de los aviones empotrándose contra los edificios). Pero en lo que respecta a nosotros, esa sensación de tragedia se minimiza porque muchos sólo conocemos la ciudad de Nueva York gracias al cine (también gracias a los telediarios, sí; pero no nos engañemos, su imagen ha sido magnificada e internacionalizada por el cine), por lo que para el público autóctono las imágenes de destrucción de “Monstruoso” tampoco se saldrán tanto de lo habitual. Esto no es un defecto en sí de la película, pero está claro que la impresión no será la misma para nosotros que para el público de su país de origen.

Por otro lado: ¿quién se cree que lo más adecuado para imitar el realismo de una grabación casera es hacer el casting femenino en una agencia de modelos? O quizás es que yo no he ido a muchas fiestas en el centro de Manhattan y no sé lo que por allí se cuece… En fin.

Concluyo: vista como ejercicio de estilo, “Monstruoso” es irreprochable. Si hubiera sido la primera en proponer el recurso de “grabación de videoaficionado”, nos encontraríamos ante un clásico moderno. Pero después de “El proyecto de la bruja de Blair” y de “Rec”, no pasa de ser una nueva muestra, simplemente correcta, de un subgénero recién nacido y ya casi agotado.

Con todo, se pasa un buen-mal rato, que supongo que es lo que cuenta…

2 comentarios:

lost in translation dijo...

Lo de la traducción de los títulos es un problema de registro. Muchas veces, cuando llegan las pelis a España, la traducción más apropiada del título no es posible porque ya está registrada. Aunque no hay nada que pueda justificar lo de "Soñando, soñando, triunfé patinando". Sin comentarios!

Jero Piñeiro dijo...

Sabía de casos como el de "The devil's advocate" (una película de terror protagonizada por Keanu Reeves y Al Pacino), que aquí tuvo que titularse "Pactar con el diablo" porque ya existía "El abogado del diablo" (que originalmente se llamaba "Guilty as sin"), portagonizada por Don Johnson y Rebecca de Mornay. Pero en el caso que nos ocupa, dudo mucho que exista el título "Cloverfield" registrado en España, y simplemente creo que los distribuidores consideraron que así sería más comercial, por ridículo que parezca...